Ramón Sender - Siete domingos rojos

Здесь есть возможность читать онлайн «Ramón Sender - Siete domingos rojos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Siete domingos rojos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Siete domingos rojos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Siete domingos rojos (1932) es una de las primeras novelas de Ramón J. Sender (1901-1982) y también una de las más vigorosas de su extensa producción. Con abundantes dosis de reportaje, con no pocos ingredientes extraídos de su propia circunstancia personal, el autor traza las líneas maestras del anarquismo español en el periodo republicano, Samar, el protagonista, recuerda al propio Sender tanto por la pasión con que se inmiscuye en las luchas sociales de su tiempo como por el afán reflexivo mediante el que pretende distanciarse del torbellino de la historia para entenderlo mejor. Conviene recordar que hasta ahora no se había reeditado la primera versión de la obra. En los años setenta, fue publicada en varias ocasiones pero siempre con importantes modificaciones con respecto al texto original, como bien pone en evidencia la presente edición crítica.

Siete domingos rojos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Siete domingos rojos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Es terrible lo que ocurre por ahí, Lucas. ¿Se enteró de lo de anoche?

Vuelvo del letargo precipitadamente:

– No, señora. ¿De qué?

– Apagaron todas las luces de Madrid.

– ¡Ah, sí!

– ¿Qué le parece? Eso no está bien. Porque en muchas casas hay enfermos.

– Claro.

– Y además ha habido desgracias.

Yo callo. ¿Me dejará en paz esa buena vieja? Pero todavía pregunta desde su banco entre el cenador y el porche:

– ¿Qué es lo que quieren ahora?

Por contestar algo, digo:

– ¡Vaya usted a saber!

He dicho la verdad. Hay bastantes fuerzas para intentar algo, pero seguimos obstinados en no saber lo que queremos. Es decir, yo tengo la conciencia tranquila. Yo lo sé. ¿Qué significa, sin embargo, la seguridad de mi orientación donde nadie quiere sujetar ni encauzar su heroísmo? La tía sigue hablando hasta que ve aparecer otra vez a Amparo. Ésta viene, decidida, despreocupada. Sobre la arena tibia del jardín su paso es armonioso. Recuerdo no sé por qué los frisos de las remotas olimpíadas. Se sienta a mi lado y saca del pecho un pequeño rollo de papel.

– Ahí los tienes, Lucas.

Le cojo una mano y la llevo a mis labios. Ella me mira con una serenidad nueva, desconocida.

– ¿Sigues pensando que no es posible? -me dice.

Yo advierto, condicionando la respuesta:

– ¡Aún no basta! Tienes que prometerme no poner sobre aviso a tu padre.

– Te lo prometo.

Beso su brazo y después su boca. Ella me acaricia el pelo y calla.

– ¿Verdad que sí? -dice después-. ¿Verdad que seremos felices?

Ha cambiado esta muchacha. Parece que sobre sus ojos han pasado diez años en un segundo. Me pregunta en silencio. Se recoge su expresión en la mirada, y en los ojos: “¿Piensas ahora si es posible nuestra felicidad?” Yo contesto con otra mirada y otra pregunta: “¿Y tú? ¿Lo crees tú?” Recoge mi pregunta y contesta de una manera que es toda una revelación. Tiene ahora una placidez y una dulzura con orígenes en el misterio. El dolor da la sabiduría. Me mira como nunca había mirado a nadie y sus miradas parten de un equilibrio muy por encima de los equilibrios humanos posibles. Su respuesta silenciosa y dulce, suave y honda, llega a los más obscuros cimientos de mi pasión y me produce escalofríos. “¿Y tú -sigo yo preguntando- ¿Qué crees tú? ¿Es posible nuestra felicidad?” Toda ella se hace luz en los ojos. Leo en ellos con toda firmeza una negación:

– ¡No!

Vuelvo a cogerle las manos. Después de esa negación necesito hacerle, precipitadamente, una pregunta:

– ¿Me quieres?

Ella me mira en silencio. Su manita sube por la solapa y se apoya en mi nuca:

– ¡Cuántas ilusiones, Lucas mío!

Habla de ellas como si las viera huir por el aire en una bandada de esos ángeles en los que ella cree. Insiste:

– ¡Cuántos sueños!

Sí. Me quiere, pero ya no llorará. Me acerco más a ella con la sensación de que se va a perder, de que se me va a marchar. La serenidad no dura mucho. En seguida se lleva las dos manos a la cara y se cubre las mejillas. Los labios se le abren bajo la presión y los ojos miran desesperadamente al techo. Con voz de llanto -llanto fresco, de bebé- pero sin lágrimas gime. Yo le rodeo el talle y atraigo su rostro. Se siente protegida y quiere sonreír. Pero la última ilusión se va. La veo pasar por sus ojos en una sombra azul cuando gime.

No llorará. Estoy seguro. Pero se acurruca en mi pecho y gime, con el puño derecho cerrado junto a la boca. Yo temo el instante, sintiéndola trémula y convulsa, no sé qué peligros. Se separa.

Todas las ciencias del mundo viejo y amargo le han dado el secreto. Sabe que lo nuestro no es posible. Yo quiero decirlo todo y no digo nada.

En lo alto del pabellón aparece el último rayo de Sol de la tarde. Sigo viendo en sus ojos la negación cuando se levanta y con sus manos en mis hombros me mira. Yo me he impuesto un hermetismo artificial que consigo fácilmente pensando en mis camaradas. Veo la negación en sus ojos. En los míos ella debe advertir sólo una cierta frialdad. Nos despedimos sin palabras. Hay una entre los dos, que ni ella ni yo nos atrevemos a repetir. Ya no hay preguntas. Ella se va adentro sollozando e invocando a su madre. Es el animalillo extraviado de otras veces. Pero extraviado para siempre. Yo me quedo con los tacones clavados en la arena. “Nunca más” -dice el aire del jardín- “¡Siempre más!”, gritan mis compañeros en la avalancha del atardecer. “Nunca más” -dice una cortina de tul blanco en una ventana-. “¡Siempre más!”, gritan las primeras sombras del anochecer. Y salgo sin despedirme de la tía, que tiene un ceño muy pronunciado.

Ya en la calle oigo voces, tumulto. Un monstruo llega sobre mí corriendo, soplando. Apenas tengo tiempo para ladearme. Se acerca al muro del jardín, lo quiere saltar y no puede. Corre al pie de la tapia. En seguida aparecen a mi lado el pequeño Buenaventura, Graco y Santiago. Ahora distingo bien al monstruo. Buenaventura da órdenes:

– ¡Vivo! Buscadle la vuelta. No correrá mucho, porque lleva un chinazo en la pierna.

Corren, me adelantan. Buenaventura dispara dos veces y se oye gruñir a Fau, arrastrándose. Vuelve a levantarse y va a dar en la parte del pabellón, que no tiene jardín. Aplasta con su espalda las trepadoras del muro, rompe las campánulas azules. Está sobre el fondo verde mirando, desorbitados los ojos, a sus perseguidores, abiertos los brazos en cruz contra la pared. Una lagartija ha quedado aprisionada bajo su bota y asoma el hocico asfixiándose. Los tres compañeros se acercan más. Disparan cuatro, seis, diez veces. Hasta que el monstruo da con la nariz en el suelo y sus ojos miran sin mirar. Entonces se marchan escondiendo las armas. Del cuartel salen unos soldados y disparan los tiros perdidos del reglamento. Luego llaman al oficial de guardia. La lagartija, con el rabo partido, anda trabajosamente por el pantalón de Fau. Todavía hay un poco de Sol en la chimenea del pabellón, encima del balcón de mi novia festoneado de trepadoras blancas y campánulas: un verdadero balcón de tarjeta postal.

XV. LA VIRGEN DE LA IRA PROPICIA. FRENTE ÚNICO EN LA ORACIÓN. ANTIFONARIO (TIENE LA PALABRA LA TÍA ISABELA)

La señora Cleta no me ha querido tener más tiempo en su casa. ¡Valiente casa! En las doce horas que he estado allí me he llenado de pulgas. Y luego ella no hacía más que hablarme de que cuando vivía su marido no la dejaba a sol ni a sombra con los celos. El marido debía ser un badanas. Y por lo que ella presume de sus celos, más que una mujer guapa se me representa una mujer bastante puta. Para que me marchara me ha refregado por las narices que la comprometía como viuda de militar. Con eso le parecía que me demostraba ser más que yo. Cuando ella se haya lavado cuatro canastos de ropa estando el marido enfermo y sin jornal, lo creeré. ¡Y duro con que su hombre era oficial de Seguridad! Repetía:

– Mi hombre mandaba a cincuenta guardias.

Aguardaba un poco y seguía metiendo cizaña:

– Claro que en los tiempos de revuelta mandaba más.

Yo le dije:

– El mío los hacía correr a todos como conejos.

A ese paso yo sabía que llegaríamos a agarrarnos del moño y allí era donde yo la aguardaba, pero me ha tenido miedo y ella misma me ha buscado alojamiento para esta noche en casa de Lucrecia, la mujer del cabo. A la que le hace muchos amores la señora Cleta es a Star. Yo, para que no le resultara tanta gorronería a Lucrecia, no he dicha nada a mi nieta. Allí se ha quedado con el gallo. El gallo es para ella antes que yo y antes que todo. No tiene corazón. Ahora vienen los chicos al mundo dejándoselo en el vientre de la madre. Cuando se ha enterado de la muerte de Fau no se le ha ocurrido pensar que a lo mejor fue el que metió en la cárcel más de una vez a su padre, sino que dio un suspiro de satisfacción y le dijo al gallo:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Siete domingos rojos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Siete domingos rojos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Siete domingos rojos»

Обсуждение, отзывы о книге «Siete domingos rojos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x