• Пожаловаться

Claudia Amengual: Desde las cenizas

Здесь есть возможность читать онлайн «Claudia Amengual: Desde las cenizas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Claudia Amengual Desde las cenizas

Desde las cenizas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Desde las cenizas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un día Diana ingresa, accidentalmente, en el correo electrónico de un hombre al que no conoce pero con el que inicia un juego mediático, anónimo y audaz, que les concede a ambos la cuota de seducción que les estaba faltando. Y así, lo que empieza como una travesura deviene una necesidad: los mensajes son un remedio para Diana, una ilusión que le cubre los días vacíos, y la llena de expectativas. Desde las cenizas se desarrolla en un universo pequeño, engañosamente simple, de personajes identificables y comunes. Sin embargo, Claudia Amengual los vuelve únicos.

Claudia Amengual: другие книги автора


Кто написал Desde las cenizas? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Desde las cenizas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Desde las cenizas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Apenas Nando le daba el beso de despedida, Diana saltaba de la cama e inauguraba el ritual del día con una ansiedad de niña caprichosa que disfrutaba de aquel placer demorado. En eso consistía el juego: la espera diluida en incógnitas que eran como un infinito de espejos enfrentados abiertos hacia posibilidades locas; toda la fantasía proyectada en la ilusión de una vida nueva. Diana rogaba que fueran mensajes largos para prolongar algunos segundos el disfrute, y se quedaba contemplando, la mirada en blanco, las letras convertidas en hormiguitas zigzagueantes sin decidirse a hacer foco sobre las palabras, temerosa de que aquello fuera una decepción, angustiada porque el goce de la lectura se consumiera en sí mismo y abriera una brecha en la rutina que entraba implacable y se instalaba hasta el mensaje siguiente.

Los suyos eran breves, estudiados hasta la última letra, para habilitar nuevos espacios sin dejar que el miedo fuera evidente. Primero, fue miedo a lo desconocido; después, terror a levantarse un día y no encontrar respuesta. Él le contó que se le había colado en un sueño en el que la imaginaba sin conocerla y ella sonreía mientras suplicaba que se lo contara; y él se esmeraba en una delicadeza descriptiva que no pudo ser mejor afrodisíaco. Ella, ahora, reía, reía porque todo esto le parecía una locura maravillosa, la travesura anacrónica de dos adolescentes experimentando lo divertido que puede ser el amor.

“La máquina” se había transformado en una obsesión. Era lo primero que buscaba al despertar y lo último antes de meterse en la cama. Si estaba en la casa durante el día, consultaba la casilla cada vez con mayor frecuencia. Se desesperaba cuando aquellos mensajes no aparecían. Empezó a fumar con locura y a masticarse la punta del pelo.

Hacía poco más de un mes que esto había comenzado y ahora, sin preámbulo, llegaba ese mensaje de Gabriela. Una vuelta inesperada, en pocos días, para quedarse por un tiempo que tampoco precisaba. Llegaba el jueves. Quería que Diana fuera a buscarla al aeropuerto. Sola. Nada de bienvenidas. Diana le envió un mensaje con mil preguntas, pero sólo obtuvo silencio, como si Gabriela se hubiera desconectado para emprender aquel extraño regreso.

De: Granuja

Para: Diana

Enviado: viernes, 23 de mayo de 2003, 00:19

Asunto: QUIEN SOS?

Hola, Diana, muchas gracias por tu mail. No sabia si ibas a responder. Pense que no ibas a tener tiempo para contestarle a un extraño. La verdad es que no se si tenes tiempo, si te sobra o te falta. Quien sos? Te imagino una mujer muy ejecutiva. No me preguntes por que, pero asi te imagino. Donde trabajas? Tenes hijos? En cualquier caso, se nota que te importan los demás. Eso ya es bastante. Nadie se hubiera tomado el trabajo de mandar de vuelta mi mail como vos lo hiciste. Te debo una. Podre devolverte la gentileza algún dia? De que color son tus ojos?

Un beso.

G.

PD. Perdon, pero mi maquina no marca tildes.

De: Diana

Para: Granuja

Enviado: viernes, 23 de mayo de 2003, 00:45

Asunto: ¿Cómo voy a seguir…

…escribiendo a alguien que se llama Granuja? Antes de preguntar tanto, señor, podría decirme su nombre, ¿no le parece? Y después veremos si me devuelve o no la gentileza. Me alegra que el negocio haya salido. Seguro que, sea lo que sea, es más divertido que mi vida. Eso te lo puedo firmar.

¿El color de mis ojos? Marrón, lo lamento. No es muy emocionante una mujer con ojos marrones, pero es lo que hay. Saludos.

Diana

II

El aeropuerto parecía un mar humano que se movía al ritmo del altoparlante. Las despedidas no eran aquellos deseos de viajes felices, sino adioses largos cargados de incertidumbre; la cruel imagen de un país que se dispersa desangrándose.

Diana llegó temprano y se sentó en las butacas verdes. El panorama no podía ser más desolador. Los viejos despedían a los hijos que salían despavoridos en el primer avión a pelear un lugar en cualquier horizonte y, en muchos casos, terminaban lavando platos gringos. Una mujer alta, muy arreglada, con un perrito blanco en una caja plástica llamó la atención de Diana. Estuvo mirándola mientras se acomodaba el cabello y bromeaba con un par de adolescentes que mascaban chicle. Después, se acercó hasta el mostrador y despachó dos maletas duras y la caja con el perrito. Apenas oyó el primer llamado para su vuelo, se apresuró a despedirse. Unos golpecitos en la cabeza de cada uno, la llave de algún auto y unos billetes dados al descuido. Eso fue todo. Giró elegantemente, como si hubiera hecho aquello cientos de veces y atravesó la puerta con aires de reina. Salió un par de segundos después, con expresión de haber olvidado algo, pero los muchachos ya estaban cerca de la salida, tintineando las llaves y riendo a carcajadas. Diana lo observó todo como si fuera una pequeña escena de alguna película y no pudo evitar pensar que hay algunos perros con más suerte que otros.

El resto de los pasajeros fue desapareciendo de a poco. Al final, sólo quedaban los más tristes, los que no se decidían a ese penúltimo abrazo. Pero la despedida era impuesta por el despotismo cordial de los altoparlantes y se deshacía en promesas de regresos que nadie creía. Después, llegar allá y ser persona de segunda, deambular bajo tierra por las galerías del metro como topos perdidos, vendiendo chucherías; los espejitos de colores que alguna vez ellos trajeron y cambiaron por el oro que ahora exhiben con impúdico orgullo en sus catedrales. Subir al metro y ver cómo algunos ojos se empañan de melancolía cuando suena una triste Cumparsita, mientras arriba, en la superficie, la vida está llena de colores y hay una brisa de esperanza reservada para otros.

Diana los veía despegarse de los brazos queridos, sacudirse a las madres con empujones cariñosos y pensaba cuándo le tocaría a ella despedir a sus hijos. Pensaba en la vocación decidida de Marcos y en los quince años de Andrés, que acababa de pedir una batería para su cumpleaños. Pensaba que Tomás todavía la besaba antes de ir al colegio. Tomás, tan desconcertado con esa voz áspera que estrenaba y aun así, tan niño. ¿Cómo se le dice a un hijo que no hay lugar para sus sueños? “

Subió hasta la cafetería para apurar los minutos. No entendía este regreso de Gabriela. Dos años sin verse. Y esa nueva relación mantenida con su hermana a través del correo electrónico. El correo electrónico… Sintió las cosquillas conocidas en el estómago. Otra vez aparecía “él” y se le instalaba en el pensamiento. Olvidó por un momento a la hermana que llegaba, para adentrarse en el goce del recuerdo. El último mensaje traía tanta sensualidad que, al evocarlo, instintivamente había apretado las piernas, como si quisiera contener allá abajo una sensación deliciosa. Desde hacía un mes, Diana la tonta, Diana adolescente con su primera carta de amor, no hacía otra cosa que pensar en eso. Sonrió. Sonreía cada vez que se acordaba. Le divertía pensar que tenía un secreto, un amante cibernético, una infidelidad a distancia. Inofensiva.

El avión acababa de aterrizar. Diana respiró con ganas para darse ánimos y salir pronto del divague existencial en el que, a menudo, se perdía. Cuando estaba inmersa en eso, servía para poco y nada. Ahora debía estar atenta para cuidar de Gabriela. Aquel regreso fuera de tiempo no presagiaba nada bueno. Se detuvo antes de bajar las escaleras y pensó que no había sido inteligente elegir tacos altos, aunque le gustaba el efecto que producían en sus piernas y se miraba en cuanto espejo podía o en el reflejo robado al pasar ante cualquier vidriera. Le gustaba más, aún, cuando comprobaba que los hombres quedaban con la mirada prendida de su paso, como si llevara un imán en cada pantorrilla. Pero una escalera encerada no era la mejor pasarela para lucirse. Se tomó del pasamano y comenzó el lento descenso, un poco de costado, como alguna vez había oído que hacen las vedettes.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Desde las cenizas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Desde las cenizas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Claudia Amengual: El vendedor de escobas
El vendedor de escobas
Claudia Amengual
Claudia Amengual: La rosa de Jericó
La rosa de Jericó
Claudia Amengual
Claudia Amengual: Mas Que Una Sombra
Mas Que Una Sombra
Claudia Amengual
Elizabeth George: Cenizas de Rencor
Cenizas de Rencor
Elizabeth George
Margaret Weis: Ámbar y Cenizas
Ámbar y Cenizas
Margaret Weis
Отзывы о книге «Desde las cenizas»

Обсуждение, отзывы о книге «Desde las cenizas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.