José Santos - La Amante Francesa

Здесь есть возможность читать онлайн «José Santos - La Amante Francesa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Amante Francesa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Amante Francesa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Primera Guerra Mundial. El capitán del ejército portugués Afonso Brandão está al frente de la compañía de Brigada de Minho; lleva casi dos meses luchando en las trincheras, por lo que decide tomarse un descanso y alojarse en un castillo de Armentières, donde conoce a una baronesa. Entre ellos surge una atracción irresistible que pronto se verá puesta a prueba por el inexorable transcurrir de la guerra.

La Amante Francesa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Amante Francesa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Qué suerte han tenido esos hombres -comentó Afonso, ya relajado-. ¿De dónde es el 21? -Es gente de Covilhã.

– Pero ¡qué suertudos! Eso se llama haber nacido con estrella.

Mardel sonrió por primera vez.

– Pero, capitán, también tengo buenas noticias para usted.

– ¿Ah, sí? -exclamó. Si las malas noticias habían sido tan buenas, Afonso se quedó con la curiosidad de saber si las buenas podían ser aún mejores-. Lo escucho.

– El general Simas ha intercedido con vehemencia por usted y ha obtenido una concesión del general Tamagnini y del general Gomes da Costa.

– ¿Una concesión?

– Exacto. El general Gomes da Costa ha aceptado que un pelotón del 8 sea incluido en el raid del 21.

– ¿Cómo es eso?

– Hombre, ¿tendré acaso que explicarle todo? ¡Usted también va a participar en el raid, caramba! -le extendió la mano-. ¡Felicitaciones!

Agnès llegó esa noche algo diferente. Afonso estaba sentado en la cama fumando un Tagus y consumiéndose con el pensamiento de que realmente participaría en el raid, cuando sintió que se abría la puerta y vio entrar a la francesa. Ella llevaba un elegante jersey de punto y una chaqueta de lana azul sin cuello, abotonada por delante. Agnès sonrió débilmente, sin convicción ni espontaneidad. Sus labios esbozaron una sonrisa, pero sus ojos verdes se veían cargados de preocupación. Colocó dos sacos a la entrada, cerró la puerta y fue a darle un beso.

– Salut, mon mignon -lo saludó.

Afonso le devolvió distraídamente el beso y se quedó sentado en la cama viéndola dirigirse a la encimera de la cocina a preparar la cena. En circunstancias normales, él habría notado de inmediato que había algo extraño en aquel comportamiento, que ella estaba fuera de sí. Pero aquéllas no eran circunstancias normales. El capitán pasó el último mes angustiado con la perspectiva del raid que estaba preparando e indeciso en cuanto a lo que podría contarle. ¿Debería decirle que iba a participar en un ataque a las líneas alemanas? El mes transcurrió rápidamente, y ahora, ante la inminencia del raid, la angustia se hizo profunda y lo dejó ciego al mundo que lo rodeaba. El teniente coronel Mardel le reveló que se había fijado la operación para el 9 de marzo, exactamente dentro de una semana, y que tendría que integrarse para la acción con los hombres del 21. El anuncio significaba que el capitán tendría que tomar una decisión sobre qué le diría a Agnès. Pasó las últimas horas analizando la cuestión y se sentía inclinado a no contarle nada. ¿De qué serviría mortificarla con la noticia? ¿Qué ganaría con ello, a no ser una semana de ansiedad compartida? Por otro lado, consideró que tal vez aquélla fuese su última semana que pasarían juntos, tal vez no volvería a verla, y se preguntó si tendría derecho a ocultarle esa información.

Sumido en sus pensamientos, Afonso tardó en darse cuenta de que Agnès se había apoyado en la encimera presa de un llanto silencioso. Sus ojos la veían, pero el cerebro no registraba nada. Hasta que, sin esperarlo, una imagen de las lágrimas de la francesa se filtró en la complicada cadena de raciocinios que consumía su mente. El capitán se estremeció, la vio inclinada en la encimera llorando bajo, con una mano sobre la boca y los ojos cerrados, de los que brotaban delicadas gotas que se deslizaban despacio hasta el mentón. Se levantó de golpe, sorprendido y alarmado, y fue a abrazarla.

– ¿Que ocurre, mon petit choux?

Ella sollozó y fijó sus ojos en el suelo.

– C'est rien, c'est rien.

Afonso sospechó que alguien la había informado del raid. Le sorprendió comprobar que una información tan secreta estuviese circulando ya entre los civiles, parecía imposible, pero después se acordó de que Agnès trabajaba en el hospital, y en un hospital se sabe todo.

– Calma -le susurró al oído-. Calma.

Ella se estrechó contra el cuerpo de Afonso, que sintió cómo temblaba. La cogió en brazos y la llevó a la cama, la acostó con delicadeza y le limpió las lágrimas. Agnès estaba roja, con el semblante húmedo, los ojos verdes brillando con intensidad, más hermosa que nunca. Esbozó una sonrisa dulce, casi aliviada.

– Merci, mon mignon.

El capitán sintió que se derretía con el calor suave de aquellas palabras. La besó en las mejillas y en los labios húmedos, pasó sus dedos por los cabellos largos y rizados, deslizó su índice por la nariz respingona y mojada.

– Dime qué te preocupa.

Agnès se incorporó lentamente en la cama, se sentó y fijó en Afonso sus ojos cristalinos y enamorados, pero en ellos se veía también preocupación, se vislumbraba cierto recelo. Lo cogió de la mano.

– Alphonse, ¿tú me amas?

– Bien sûr, mi cielo.

– Pero ¿me amas realmente, Alphonse? ¿Me amas de verdad?

Afonso frunció el ceño, sorprendido por la intensidad de los sentimientos que descubría en ella.

– Claro, mi vida. ¿Qué ocurre?

– ¿Me amas como un soldado que mañana me olvidará o como un hombre que nunca me dejará?

– ¡Qué pregunta, mi amor! Claro que nunca te dejaré, salvo que me haya vuelto loco. Te amo con todas mis fuerzas.

– Vraiment?

– Sí, te amo por encima de todo, por encima de mi propio ser. Tú eres el aire que respiro, el alma que me colma, la luz que me guía, la vida que me hace vivir.

– ¿Y qué va a ser de nosotros cuando acabe la guerra?

– Cuando acabe la guerra, ma petite, me quedaré aquí contigo. Me quedaré aquí o te llevaré conmigo. Nunca nos separaremos.

La francesa soltó un «hum, hum» con la garganta, afinando la voz.

– Alphonse -dijo.

Vaciló y dejó la frase suspendida en el aire. Se hizo un silencio.

– ¿Sí?

– Alphonse -retomó Agnès-. Hoy he ido a ver al doctor Almeida.

– ¿Quién?

– He ido a ver al doctor Almeida, un médico del hospital. -Ah.

– Je suis enceinte.

– ¿Cómo?

– Estoy embarazada.

Capítulo 13

Los bostezos parecían contagiosos, sucediéndose unos tras otros, como en una secuencia: los hombres abrían la boca sucesivamente, aspirando el aire frío y húmedo de aquella madrugada del 9 de marzo y expeliéndolo en un largo y vaporoso suspiro. Afonso envidió el sueño de esos hombres, sólo podía bostezar así quien no tenía miedo, quien no se consumía de ansiedad, quien no iba a participar en la operación. La artillería tronaba desde hacía casi una hora, regando las posiciones enemigas, el horizonte era una imponente línea de fuego y, en pleno caos, extrañamente, había hombres bostezando. El capitán miró a su alrededor y le resultó curiosa la diferencia de postura de los soldados. Unos, junto con los camilleros de la segunda compañía de la Infantería 21, serranos de Covilha, se apoyaban perezosamente en los parapetos de Copse Trench, con los ojos soñolientos: era evidente que no iban a entrar en la Tierra de Nadie, les correspondía otra misión, los soldados iban a guardar la primera línea y a cubrir los flancos de la fuerza de ataque; los camilleros, por su parte, se quedarían asegurando la retirada de los heridos.

Sin embargo, los otros, los que integraban la fuerza de asalto, los que iban a enfrentar la muerte, se agitaban muy despiertos, nerviosos y expectantes, con los ojos danzando temerosamente en todas direcciones, las gargantas secas, la adrenalina contaminando su sangre, sin fuerza en las piernas, un temor invisible que les devoraba el ánimo debido al volcán de fuego que se extendía frente a ellos y hacia el cual iban a lanzarse. Afonso se sentía desgastado por el miedo, cansado de la espera, deseaba que todo empezase deprisa, no soportaba ya la angustia de saber que iba a combatir. Si ese momento era inevitable, pensó, que llegase cuanto antes. Miró a Matias y se sorprendió por la actitud tranquila que mantenía el cabo, parecía que sólo iba a dar un paseo hasta las líneas alemanas. El Canijo se agitaba nerviosamente, su cuerpo esmirriado se balanceaba en la penumbra como un péndulo, inquieto, con los ojos atribulados por el fulgor de la artillería, recelosos, asustados por las sucesivas detonaciones que hacían trepidar el aire, como un gorrión que temblase frente a los depredadores. Baltazar tenía los párpados cerrados, seguramente rezaba, los labios agitándose en un leve murmullo dirigido a los cielos, con la mente en los hijos que había dejado en Pitões das Júnias. El capitán giró la muñeca y consultó por enésima vez su Patek Philippe de pulsera: las agujas fosforescentes indicaban ahora las cinco menos cinco.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Amante Francesa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Amante Francesa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jose dos Santos - La Formule de Dieu
Jose dos Santos
Barbara Dunlop - La amante del francés
Barbara Dunlop
Susana Fortes - El amante albanés
Susana Fortes
José Santos - El séptimo sello
José Santos
José Santos - El códice 632
José Santos
Álvaro Santos Iglesias - Momentos twitter
Álvaro Santos Iglesias
Francisco Javier de la Torre Díaz - Los santos y la enfermedad
Francisco Javier de la Torre Díaz
Alberto S. Santos - Amantes de Buenos Aires
Alberto S. Santos
libcat.ru: книга без обложки
José Rivera Ramírez
Отзывы о книге «La Amante Francesa»

Обсуждение, отзывы о книге «La Amante Francesa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x