Sven Hassel - Gestapo

Здесь есть возможность читать онлайн «Sven Hassel - Gestapo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Gestapo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Gestapo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta novela, quinta del autor, nos introduce en el infamante mudo de la tan famosa organización policíaca. Una anciana, ajena a toda actividad política, es detenida y ahorcada. Para lograr su imposible declaración los miembros de la gestapo muestran con ella toda una gama de su estudiada amabilidad. El viejo, Porta, Hermanito y el Legionario – de la 5º Compañía – vengan a la anciana y el Bello paul – jefe del grupo de la Gestapo – se enfrenta con tortuosa habilidad a las dificultades que se le crean.

Gestapo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Gestapo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿No cree usted en Dios, Stever?

– No, en realidad, no.

– ¿Nunca ha rezado, Stever?

– Sólo una o dos veces, cuando he estado muy apurado Ahora me ocuparé de ti, teniente, y te buscaré algo para leer. Pero, cuidado: que no lo encuentre el Verraco. No hay que temer a el Buitre. No tiene nada que hacer en mis calabozos. Y aquí tienes cigarrillos. Cógelos, muchacho. Somos camaradas, ¿no?

Stever escondió un paquete entero debajo del colchón.

– Fúmatelos junto a la boca de ventilación, teniente. Así no se notará el humo. -Iba a salir de la celda, pero cuando se disponía a cerrar la puerta, se volvió y dijo-: Esta noche, recibiremos nuestra ración de chocolate. Te daré la mía. La dejaré encima del depósito para que puedas cogerla cuando vayas al retrete. Pero, por favor, explícale a tu compañero que soy un buen sujeto. Piensa en los riesgos que corro por tu causa. Desde que te vi, te encontré simpático. ¿No observaste cómo te guiñé un ojo cuando llegaste? Y, sobre todo, no creas que tengo miedo. No le temo a nada en el mundo. Todos los que me conocen podrían explicártelo. Gané mis dos Cruces de Hierro en Polonia, y aquello fue duro. Fui el único de la Compañía que las recibió. Explícaselo a tu amigo. Yo también soy del frente. En Westa Plata, liquidé toda una Sección. Eso me valió la E. K. [32]. En Varsovia, destruí cuatro refugios antiaéreos con ayuda de lanzallamas. No escapó ni un polaco. Todos quedaron asados antes de haber tenido tiempo de abrir la boca. Por eso me concedieron la E. K. I. Ya ves, pues, que no soy ningún miedoso. Te aseguro que estuve a punto de llorar de decepción por no haber estado en Stalingrado. Pero tu amigo me hace temblar. ¿Utiliza un cuchillo? Quiero decir, ¿un puñal?

El teniente Ohlsen asintió con la cabeza.

Stever se estremeció y cerró de golpe la puerta del calabozo. Fue al lavabo, metió la cabeza bajo el chorro del agua fría y dejó que ésta manara durante cinco minutos. No se encontraba muy bien.

El teniente Ohlsen respiraba con fuerza. Limpió la cama en la que se había sentado Stever. Después, se sentó a su vez, con la cabeza entre las manos. Se sentía mejor. Tenía aliados.

Cuando el Obergefreiter Stever hubo terminado de refrescarse, se dirigió tan aprisa como se lo permitían sus piernas, hacia el despacho de el Verraco. Estuvo a punto de olvidarse de llamar a la puerta. Las palabras brotaban de su boca a borbotones.

– ¿Ha visto los visitantes del número 9, Stabsfeld? ¿Se ha fijado en el pequeño? Era el diablo en persona.

El Verraco examinó a Stever. Sus astutos ojillos se entornaron hasta convertirse en dos rendijas.

– No te pongas nervioso, Stever. Sólo eran dos soldados. El pequeño debía de estar borracho. Tarareaba algo extraño, sobre la muerte, cuando se han marchado. Y si no estaba borracho, quizá haya recibido un cascote de granada. Iba encorvado bajo el peso de sus condecoraciones. Es una especie de idiota del frente que cree poder exhibir entre nosotros su escaparate de quincallería.

Stever se sentó en una silla y se enjugó la frente.

– ¡Menuda jeta! Avergonzaría hasta a un caníbal. ¿Se ha fijado en la larga cicatriz que le cruza el rostro y que cambia constantemente de color? ¿Y los ojos? Nunca los olvidaré. ¿Y las manos? Eran unas manos hechas para estrangular.

El Verraco cogió el permiso de visita que estaba ante él, encima de la mesa, y murmuró a media voz:

– Feldwebel Willie Beier y suboficial Alfred Kalb.

– ¡Ese es! -gritó Stever-. Alfred Kalb. Me acordaré.

Examinaron el permiso de visita. De repente, el Verraco dio un respingo.

– ¡Por todos los diablos del cielo y de la tierra! ¡Fíjese en esta firma!

– ¿Qué tiene? -preguntó Stever, sorprendido.

– Le consideraba una persona inteligente, Obergefreiter Stever. De lo contrario, hace mucho tiempo que le habría enviado a un batallón del frente. Sólo trato con personas inteligentes. Las otras me embrutecen. ¿Cree que habría llegado adonde estoy si no hubiera utilizado el cerebro? ¡Mire bien esta firma, Stever, diantre!

Stever la estudió con atención y tuvo que confesarse que no veía nada extraño en ella. Pero se abstuvo de manifestarlo. Contestó prudentemente, para dejarse una puerta abierta:

– Sí, ahora que lo dice, mi Stabsfeldwebel, en esta firma hay algo anormal.

– ¡Es evidente! -gritó el Verraco-. Por fin lo ha captado. Se ha levantado el telón de acero. Pero ha necesitado tiempo, Stever. Tiene que acostarse más temprano, Obergefreiter.

Sacó una botella de whisky de un cajón del escritorio y llenó dos vasos.

– Tiene razón, Stever. Esta firma está falsificada. Por suerte, lo ha descubierto usted.

Stever estuvo a punto de protestar. Examinó de nuevo la firma y no comprendió por qué había de ser falsa.

– Fíjese, Stever -prosiguió el Verraco -. Hemos visto un buen número de permisos de visita en esta jaula, pero, ¿puede decirme cuándo hemos visto uno firmado por el SD Standartenführer Paul Bielert, en persona? No con una estampilla, sino con una verdadera firma, con estilográfica y tinta Esto es sencillamente imposible. Sería una prueba de degradación humana. Un hombre normal utiliza una estampilla siempre que puede. Usted mismo puede haber utilizado la mía.

– Jamás lo he hecho, Stabsfeld -protestó Stever, indignado.

El Verraco rió pérfidamente.

– Tal vez lo haya hecho sin darse cuenta, Stever. Esas cosas no aparecen hasta la gran revisión, y entonces, si ha utilizado mi estampilla sin yo saberlo, está listo, Stever.

– ¿Por qué había de hacerlo, Stabsfeld’?

– Por muchísimos motivos, Stever. -El Verraco se recostó en su sillón, para ponerse más cómodo y gozar con la excitación de Stever-. Tal vez la falta de dinero. Quizá la requisa de un producto para venderlo en el mercado negro Una estampilla como ésta sirve para muchas cosas, Stever. Lo sabe usted tan bien como yo. Forma parte de las personas inteligentes y éstas son unos truhanes más o menos importantes.

– Pero usted forma parte de las personas inteligentes, Stabsfeldwebel.

El Verraco se disparó.

– ¡Mucho cuidado con lo que dice, Stever! No olvide que no es más que Obergefreiter. Sólo acaba de ser clasificado entre las personas inteligentes. Pero al diablo todo eso. Examinemos con mayor cuidado este permiso falso. Algo me dice que pronto tendremos aquí a esos dos tipos.

– Entonces, que Dios me perdone mis pecados -exclamó Stever-. Si de veras esto ocurre iré a la iglesia por lo menos una vez al mes, y presenciaré la misa mayor durante dos horas. Y juro que cada Navidad llevaré flores a la imagen de la Virgen. No olvide que las flores son caras en esa época del año. ¡Ver a ese pequeño diablo encadenado aquí, con nosotros! Le arrancaré los ojos. ¡Por todos los diablos que lo haré!

El Verraco se frotó las manos, y preguntó, riendo:

– ¿Como el Buitre con el comandante de Estado Mayor?

– ¡Exactamente! -gritó Stever, entusiasmado-. Con el pulgar. Un trapo en la boca, y la cosa ocurrirá sin ningún ruido.

– ¿Se cree capaz de hacerlo, Stever?

Stever se sonó.

– Con ese Alfred Kalb, sí. ¡Oh! Ya me siento mejor, Stabsfeld. Me parece verle entrar escoltado por dos tipos de la Gestapo.

El Verraco asintió con la cabeza, muy seguro de sí mismo.

Se sentía fuerte. Solicitó hablar con el primer secretario del comisario auditor, el Feldwebel Rinken.

– Eh, Rinken, ¿eres tú? -empezó a decir con insolencia-. ¿Por qué diablos no te presentas para que pueda saber quién diablos hay al otro extremo de la línea? Aquí Stahlschmidt, el Haupt-und Stabsfeldwebel Stahlschmidt, de la cárcel de la guarnición. Acaban de visitarnos dos granujas. ¿Tienes un lápiz rojo, piojo? ¿Qué a quién llamo piojo? A ti, desde luego. ¿A quién, si no? Nunca formarás parte de las personas inteligentes, Rinken. Te has tragado demasiadas ordenanzas. Bueno, empieza a anotar los nombres, pero date prisa. ¡Diantre! No tengo mucho tiempo que perder con esos asuntos. Ya sabes lo ocupados que estamos, con todo el trabajo que nos traspasáis. Os lo tenemos que hacer todo. Sólo falta que un día vengas a pedirme que os envíe a mis hombres para que os limpien el trasero. ¿Que soy insolente? Contigo lo seré siempre que me plazca. No olvides que soy Stabsfeldwebel. Apunta, Rinken. Feldwebel Willie Beier. Suboficial Alfred Kalb. Es sobre todo este último el que me interesa. Es un diablo que ha sufrido un shock nervioso y que ahora constituye una amenaza pública. ¿Qué clase de amenaza? Esto a ti no te importa; cuídate de tus cosas y haz lo que te digo. Los dos pertenecen al Batallón de Guardia Blindados 27/1/5. Han forzado la entrada para visitar a un prisionero incomunicado, con ayuda de un permiso falso.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Gestapo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Gestapo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Gestapo»

Обсуждение, отзывы о книге «Gestapo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x