Sven Hassel - Gestapo

Здесь есть возможность читать онлайн «Sven Hassel - Gestapo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Gestapo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Gestapo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Esta novela, quinta del autor, nos introduce en el infamante mudo de la tan famosa organización policíaca. Una anciana, ajena a toda actividad política, es detenida y ahorcada. Para lograr su imposible declaración los miembros de la gestapo muestran con ella toda una gama de su estudiada amabilidad. El viejo, Porta, Hermanito y el Legionario – de la 5º Compañía – vengan a la anciana y el Bello paul – jefe del grupo de la Gestapo – se enfrenta con tortuosa habilidad a las dificultades que se le crean.

Gestapo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Gestapo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Merde -suspiró el legionario-. Crimen de Estado. Les he visto cuando se marchaban. Un «Mercedes» SS 333300. La sección IV-2-a, de el Bello Paul. Sólo se ocupa de los asuntos importantes.

Porta se encogió de hombros, indiferente.

– ¡Estos oficiales están tan ocupados, discutiendo! Se olvidan de prestar atención a lo que dicen, cuando se entusiasman demasiado. Por eso hay tantos que se encuentran sin cerebro, que, por otra parte, nunca han tenido. Creen que están seguros gracias a la quincalla de sus condecoraciones. Y además, tienen su amor propio.

Porta escupió en el suelo.

– ¡Tonterías! Apuesto diez contra uno a que no volveremos a ver al teniente Ohlsen.

Hermanito entró impetuosamente. Echó el fusil sobre la mesa.

Lanzó el casco a los pies de Barcelona.

Y escupió en la taza de Heide.

Evidentemente, buscaba camorra.

– ¿A alguien le apetece un coscorrón? -preguntó, furioso-. Durante la guardia, me he divertido con una gachí, junto a la cerca electrizada. Y después, todo se ha ido al agua porque me han venido ganas de orinar.

Porta sonrió solapadamente y se rascó una oreja con la baqueta de un fusil.

– En otras palabras, cinturón, Hermanito. Sé lo que es eso. Aunque no a causa de una cerca electrificada A propósito, he conseguido unas cuantas fotografías estupendas. Te las alquilaré por una hora. Cien marcos. ¿Qué te parece? Son como a ti te gustan. Mejor que una película.

La noticia hizo que Hermanito se olvidara por completo de la gachí y de la cerca.

– De acuerdo. ¿No darás crédito, por casualidad?

Porta se echó a reír.

– Bueno, está bien. Le pediré cien marcos a un tipo que acaba de recibir pasta de su casa. Un buen montón. Si no me los da, le atizaré en los morros.

– Esto es un robo -dijo Stege.

– En absoluto -protestó Hermanito-. Es comercio. Le explicaré el truco de limpiar el cañón del fusil con papel higiénico. Un soplo como éste bien vale cien marcos.

– Conforme -dijo Porta-. El dinero no tiene color.

Sacó los tres fajos de billetes y los contó con avidez.

– Tal vez tendría que sacar fotocopias. De esta manera, podría alquilar varias series a la vez.

– ¿Es que nunca cambiarás? -preguntó el Viejo -. Sólo piensas en el dinero.

– Te diré cuando cambiaré. Tres años después de que Adolph haya hecho las maletas y yo haya devuelto mi uniforme al almacén Entonces, mi letrero de neón brillará en tojo, verde y amarillo: «Joseph Porta, importación y exportación. Compra todo. Vende todo»

– ¿Por qué rojo, verde y amarillo? -preguntó Barcelona.

– Rojo por el amor, verde por la esperanza y amarillo por la canallería -explicó Porta-. Después, no vengas a decirme que los clientes no están avisados.

Tenia diecinueve años cuando asistí por primera vez a una ejecución -explicó el legionario-. Fue en Casablanca, cuando servía en el 1. erRegimiento de la Legión Extranjera. Fusilamos a un tipo que llevaba doce años en el Ejército. Un desertor. Desde entonces, he visto muchas. No se olvida nunca

- Yo sólo tenía dieciocho años -dijo Barcelona -. F ue en Madrid. Serví en la 1.ª Sección del Batallón Thälmann [27] . Ejecutamos a uno detrás del matadero, al hijo de un tipo rico. Le matamos porque su padre era rico. Disparamos muy mal: la falta de entrenamiento. Le estalló la cabeza. Después, vomitamos, apoyados en nuestros fusiles, como si estuviéramos mareados

El legionario desplegó su alfombrilla de oraciones y se inclino, recitando a media voz Rogaba a Alá que le absolviera por todas las ejecuciones en las que había intervenido.

Heide se encogió de hombros.

Yo nunca pienso en eso. Al fin y al cabo, lo misma da matar a un tipo atado a un poste que a un soldado asustado que huye por el campo.

-¿ Os acordáis cuando ejecutamos a la Blitzmädel [28] de la Marina de Guerra? -preguntó Hermanito-. ¡Qué espectáculo! Fue culpa de Stege y de Sven. Querían mostrarse galantes y no hacerla sufrir. La chica se escapó, corrió por pasillo y bajó la escalera. Gustavo el Duro nos prohibió disparar. Tenía que morir en el poste, según prescribe el reglamentó. De lo contrario, habría desorden en la documentación -dijo-. Sólo la dominamos cuando le aticé. Los enfermeros tuvieron que llevarla hasta el poste. El médico no quiso ponerle una inyección.

– Era una asesina -dijo Heide-. Había envenenado su amiga. Vi los papeles en el despacho del Hauptfeldwebd Dorn. Lo que hizo fue una canallada.

– Fue a causa de un tío -añadió Porta.

– La próxima semana estaremos de guardia en Fuhlsbüttel -murmuró Steiner -. Diré que estoy enfermo. Ya estoy de acuerdo con el Feldwebel de la enfermería. Me ha costado dos cartones de cigarrillos. Sé que hay que liquidar allí a cinco.

– Esto no me incumbe -dijo Porta-. A mí me han largado un trabajo que me durará por lo menos una semana. Engrasar las ametralladoras.

– En Fuhlsbüttel recibimos un suplemento de paga -observó Hermanito, siempre práctico-. Necesito pasta. Si no nos cargamos a los cinco tipos, otros lo harán en nuestro lugar. Y cobrarán la prima.

– Me importa un comino lo que debo hacer -comentó Heide-. Se está bien en Fuhlsbüttel como Compañía de guardia.

EL ARRESTO PREVENTIVO

En las oficinas de la Gestapo, situadas en el número 8 de Stadthausbrücke, el teniente Olhsen estaba sentado frente a Paul Bielert, consejero criminal.

El teniente Olhsen tenía un documento en la mano. El Bello Paul, pensativo, fumaba un grueso cigarro. Sonriente, seguía el humo con la mirada. Era la 123.ª detención de la semana. En Berlín, el Gruppenführer Müller no podría dejar de manifestar su satisfacción. Müller era un crápula. No era como el Obergruppenführer Heydrich, al que habían asesinado. Ése sí que era un jefe. Inteligente, sin escrúpulos, arrogante. Con un encanto diabólico. Incluso el SS Heinrich le tenía miedo. ¡Quién sabe si Himmler y el Führer no tenían algo que ver en la muerte de Heydrich! Resultaba todo tan confuso… Era un misterio que olía mal. ¿Por qué no había sobrevivido ninguno de los agresores? La orden del jefe de operaciones, el SD Gruppenführer Nebe, decía: No queremos prisioneros. Liquidadlos a todos, aunque para ello haga falta quemar la maldita iglesia en la que se esconden. El profesor que habían terminado por encontrar en el barrio viejo de Praga había levantado los brazos sin resistirse, pero lo liquidaron en el despacho de Nebe, antes de haber tenido tiempo de dar una explicación. En los diarios, se dijo que se había suicidado. Incluso los ingleses lo creyeron y dieron la noticia por radio.

Paul Bielert abrió un cajón y acarició afectuosamente su pistola azulada del 7,65. Era la que había usado para matar al profesor, el último superviviente del atentado. Después de la investigación, Nebe fue postergado. Había demostrado demasiado celo y había querido continuar las pesquisas.

El Bello Paul rió suavemente. En seguida olfateó el peligro. Había algo que no encajaba en aquel asunto. Había comprendido y pidió rápidamente un traslado. Después, habían liquidado un pueblo, junto a Praga. Lo hicieron unidades de la policía militar. Corrió el rumor de que habían sido las SS, pero, en realidad, no había más de cinco SS en todo el comando. Eran policías militares de Dresde y de Leipzig.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Gestapo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Gestapo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Gestapo»

Обсуждение, отзывы о книге «Gestapo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x