Javier Moro - El sari rojo

Здесь есть возможность читать онлайн «Javier Moro - El sari rojo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El sari rojo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El sari rojo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una gran novela de amor, traición y familia en el corazón de la India protagonizada por Sonia Gandi. Una italiana de familia humilde que, a raíz de su matrimonio con Rajiv Gandhi, vivió un cuento de hadas al pasar a formar parte de la emblemática saga de los Nehru-Gandhi.

El sari rojo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El sari rojo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero esa muestra de falsa lealtad no ablandó a Indira, que regresó de Londres en la mañana del 28 de marzo de 1982, decidida a hacerse respetar. Cuando Maneka fue a saludarla, Indira la cortó en seco:

– Hablaremos luego.

Maneka se encerró en su cuarto y esperó largo rato, hasta que un sirviente llamó a la puerta:

– Adelante -dijo Maneka.

El hombre apareció llevando una bandeja con la comida.

– ¿Y eso?

– La señora Gandhi me encarga decirle que no desea que usted se una al resto de la familia para el almuerzo.

– Llévesela. No pienso comer en mi cuarto porque lo diga ella.

El hombre obedeció. Una hora más tarde, regresaba:

– La señora primera ministra quisiera verla ahora mismo -dijo obsequiosamente.

A Maneka le temblaban las piernas al recorrer el pasillo. Había llegado la hora de la verdad, pero no había nadie en el salón. Tuvo que esperar unos minutos que se hicieron eternos y en los que volvió a comerse las uñas como cuando era pequeña. De pronto, oyó unos ruidos y apareció Indira fuera de sí, caminando descalza, acompañada por el gurú Dhirendra Brahmachari y por el secretario Dhawan, el repeinado. Los quería de testigos.

En circunstancias normales, Indira hubiera lidiado este asunto con su acostumbrada habilidad, esperando el momento idóneo para actuar. Ahora, quizás porque el pensamiento de separarse de su nieto le nublaba la razón, Indira cayó en la trampa que le había tendido su nuera. Apenas se entendían sus palabras. Sin embargo se la oyó alto y claro cuando, señalándola con el dedo, le gritó: «¡Sal de esta casa inmediatamente!»

– ¿Por qué? -replicó Maneka con aire inocente-. ¿Qué he hecho?

– ¡He oído cada palabra del discurso que has pronunciado!

– Tú diste el visto bueno.

Maneka alegaba que se lo había mandado a Indira para su aprobación. En efecto, Rajiv lo había enviado por télex a Londres. Su madre lo había leído, pero no había contestado. Había decidido esperar el regreso para pronunciarse.

– ¡Te dije que no debías hablar en Lucknow, pero has hecho tu santa voluntad y me has desobedecido! Había veneno en cada una de tus palabras… ¿Te crees que no me doy cuenta? ¡Vete de aquí! ¡Vete de esta casa ahora mismo! -chilló-. ¡Vuelve a casa de tu madre!

– No quiero ir a casa de mi madre -respondió Maneka desafiante.

– Te vas a ir con ella. Ya que os habéis confabulado con la escoria de este país, a quienes habéis vendido la revista que montasteis gracias a los contactos que yo os proporcioné, no os quiero volver a ver, ni a ti ni a tu madre.

Maneka empezó a llorar pero añadió:

– Necesito tiempo para preparar mis cosas.

– Has tenido todo el tiempo del mundo. Te irás cuando se te ordene. Tus cosas te las mandarán más tarde. ¡Tú y tu madre sois escoria! -lanzó Indira totalmente desatada.

Maneka fue alejándose hacia su habitación, dando voces:

– ¡No permitiré que insultes a mi madre!

Pero Indira estaba resuelta a expulsarla. No podía controlarse, todos los agravios acumulados desde que Maneka había entrado en aquella casa estallaban como las compuertas de una presa al reventar.

– ¡Vete! ¡Lárgate ahora mismo! ¡Y no te lleves nada de esta casa que no sea tu ropa!

Maneka se encerró en su cuarto, desde donde llamó a su hermana Ambika para contarle lo sucedido, a fin de que diese la voz a la prensa y pedirle ayuda. El escritor Kushwant Singh se enteró de lo que había ocurrido por una llamada de Ambika rogándole que acudiese a casa de la primera ministra.

Las tormentosas relaciones entre suegra y nuera forman parte de la cultura milenaria de la India, hasta el punto de que muchas producciones de Bollywood están basadas en historias que recrean con todo lujo de detalles esos conflictos domésticos. El que ocurrió en casa de la más alta autoridad del país expuso a toda la familia al escrutinio público de una manera que los más avezados productores de cine ni siquiera hubieran podido imaginar.

Hacia las nueve de la noche, una multitud de fotógrafos y periodistas, incluyendo una representación bien nutrida de corresponsales extranjeros, se congregó ante la verja de entrada a la casa.

La policía, cuyos refuerzos se habían desplegado en los alrededores, no sabía muy bien a quién dejar pasar y a quién no. De modo que Ambika y el hermano de Maneka entraron sin dificultad, después de ocho años de ir de visita. Se encontraron a su hermana en su cuarto, hecha un mar de lágrimas, metiendo en desorden todo lo que podía en unas maletas. De pronto, cuando estaban dilucidando cómo proceder, Indira irrumpió en la habitación:

– ¡Vete ya!… Te he dicho que no te lleves nada.

Ambika, cuya lengua viperina era bien conocida de Indira, intervino:

– ¡No se irá! ¡Ésta es su casa!

– ¡Ésta no es su casa! -gritó Indira con ojos desorbitados-. i Ésta es la casa de la primera ministra de la India! -y señalando a Maneka, agregó-: No se puede traer gente aquí sin mi permiso.

Ambika iba a hablar, pero Indira la interrumpió.

– En todo caso, Ambika Anand, no quiero hablar con usted.

– ¡No tiene usted ningún derecho a hablarle así a mi hermana! -lanzó Ambika, sin intención alguna de dejarse amedrentar-. ¡Ésta es la casa de Sanjay y mi hermana es la mujer de Sanjay! Así que ésta es su casa. Nadie la puede echar.

Entonces Indira enloqueció. Lo que no habían conseguido sus enemigos más enconados lo consiguieron aquellas dos hermanas. Los gritos de Indira alertaron a Sonia, que corrió a avisar a Rajiv a su despacho de Akbar Road. Rajiv intentó controlar la situación, con la ayuda de un primo que le ayudaba en sus quehaceres políticos. Le pidieron al jefe de seguridad, un sij alto y fornido, que hiciera el favor de expulsar a las hermanas de casa. El hombre, cauto contestó:

– Señor, sólo puedo cumplir esa orden si la recibo por escrito. Rajiv estaba dispuesto a firmar una orden escrita pero su primo intervino.

– No lo hagas -le dijo-. No firmes nada que luego pueda ser utilizado por la prensa en contra tuya o de la familia. Os guste o no, Maneka tiene derecho a estar en esta casa. Firmar un documento de expulsión sólo puede traeros problemas.

Rajiv miró al sij, que hizo un gesto con la cabeza, en total acuerdo con lo que el primo acababa de decir.

– No es prudente -añadió su primo.

– Está bien -dijo Rajiv, tirando la toalla y volviendo la vista hacia el fondo del pasillo desde donde, de repente, surgió un estruendo ensordecedor.

Las dos hermanas, encerradas en el cuarto de Maneka, habían puesto en el reproductor de vídeo una película de Bollywood a todo volumen para que Indira, que estaba derrotada en la habitación contigua, se diese por enterada de que ellas harían lo que quisiesen. Mientras, planearon su estrategia y la hora exacta a la que saldrían. El secretario Dhawan y el gurú Dhirendra Brahmachari tuvieron que hacer de mensajeros. Cada vez que entraba Dhawan para rogarles que se fueran, ellas le hacían una nueva petición. Primero pidieron la cena, que les fue servida en la habitación. Luego le dijeron que los perros también necesitaban comer, y el secretario mandó alimentarlos con la mala suerte de que Sheba, el lebrel irlandés de Maneka, excitado por el ambiente de hostilidad que había en casa, le mordió levemente en el brazo.

Así estuvieron un par de horas, hasta que las hermanas mandaron sacar sus baúles, maletas y paquetes. Cuando ellas ya estaban afuera, llegó de nuevo Dhawan, esta vez acompañado por el gurú:

– Lo siento, pero tenemos órdenes de registrar sus pertenencias.

– Muy bien -dijo Maneka-, si vais a registrarme, que sea aquí fuera, para que lo vea todo el mundo. Y empezó a abrir los baúles deliberadamente, sacando ropa, zapatos, libros…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El sari rojo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El sari rojo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El sari rojo»

Обсуждение, отзывы о книге «El sari rojo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x