María Janer - Pasiones romanas

Здесь есть возможность читать онлайн «María Janer - Pasiones romanas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Pasiones romanas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Pasiones romanas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En lugar de subir al avión que debe llevarlo de vuelta a su hogar, un hombre decide en el último momento desafiar al destino y emprender una travesía muy diferente. ¿Podrá recuperar en Roma a la mujer que dejó marchar años atrás? Ignacio no puede saber cuánto queda en Dana de la pasión que los arrebató y se truncó tan injustamente, pero prefiere el vértigo de esta decisión irreflexiva a la atonía en la que ha entrado su vida. Con esta inolvidable historia sobre la fascinación y el infortunio del amor, sobre los golpes ocultos del destino, María de la Pau Janer nos ofrece una magnífica novela, llena de sensualidad, de emociones y de personajes que alcanzan nuestra fibra más íntima.

Pasiones romanas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Pasiones romanas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ignacio le pregunta:

– ¿Puedo entrar?

– Entra.

Le guía por el pasillo, hasta el salón. Él percibe el alejamiento, la ausencia que se adivina en los ojos. Algo definitivo ha cambiado. La mujer fuerte a quien se encontró hace pocos meses tiene la mirada líquida. Por una asociación inesperada de pensamientos, recuerda el castillo de Lavardens. La imagen de Camille Claudel se impone desde la oscuridad de la memoria. Se sientan cada uno en una butaca, mirándose. No puede evitar decirle:

– Al verte, he pensado en Camille Claudel. ¿Te acuerdas de aquel viaje al sur de Francia?

– Sí. Durante una época, lo recordé muy a menudo. Hace tiempo que he procurado olvidarlo.

– Tras visitar la exposición, me pediste que te llamara Camille. Entonces no te entendí. No lo he comprendido hasta ahora.

– Siempre has sido algo lento en tus reacciones. -No hay reproches ni ironía, sólo lo constata-. ¿Qué es lo que entiendes, por fin?

– Hablamos de Camille, de su historia. Tenía tu mirada. Cuando te he visto en la puerta, me ha parecido reconocerla.

– Es una lástima que lo descubras tan tarde.

– Tienes razón: siempre he llegado tarde. Cuando me he decidido a actuar, ha sido para crear el caos. No sabes cuánto me duele. En todos estos meses, he intentado pensar cómo explicarlo. Quería encontrar el tono exacto, las palabras adecuadas. ¿Qué puedo decirte?

– No podemos decir nada. Él está muerto. Nosotros estamos vivos. Me parece una gran injusticia.

– No es una cuestión de justicia. ¿Muere primero quien merece morir? Nadie se lo merece. La vida es una suma de casualidades. El azar nos llevó hasta aquel maldito coche.

– No te engañes: os llevé yo.

– ¿Cómo puedes pensar eso?

– También he imaginado nuestro encuentro. Era un encuentro lleno de rabia. En algunos momentos te he odiado.

– Me lo imagino.

– Ahora estoy tranquila. Soy una mujer extraña, que se sorprende a sí misma. Nunca llegaré a conocerme. -Se hace un silencio-. Mira, son las últimas fotografías que nos hicimos. Gabriele y yo en Ferrara, pocos días antes de que vinieras. Éramos felices.

– Lo sé. Yo no había podido olvidarte.

– Habías tenido tu momento, pero lo dejaste pasar. Las cosas son así de sencillas.

– Cuando nos encontramos, mientras hacíamos el amor, creí que me amabas.

– Es probable. Quién sabe si te amé. No lo sé. Aquel episodio me queda muy lejano. No quiero hablar de ello. Mira la fotografía, me había regalado una rosa. Hacía viento. El aire nos empujaba, junto a las murallas de la ciudad. Nos reíamos. No he vuelto a reír.

– ¿Cómo puedo encontrar palabras de consuelo que no te suenen a mentira? Te hablo con el corazón: no quieras quedarte anclada en el pasado. Puedo entender tus sentimientos. Sé que estás triste, que todavía le añoras.

– El pasado es él.

– Tendrás que hacer un esfuerzo. Seré paciente. La vida me ha enseñado a serlo.

– ¿Paciente? ¿De qué me hablas? No entiendo qué esperas.

– Te espero a ti. No importa cuánto tiempo. Da igual si tiene que ser desde la distancia. Respetaré tu dolor hasta que sobrevivas a la pena. Cuando llegue el momento, te pediré que vuelvas conmigo a Mallorca.

– No me esperes. La respuesta es no.

– ¿Con tanta rotundidad?

– No volveré contigo.

– Algún día tendrás que regresar a Palma. ¿Podría telefonearte? Me gustaría conversar, tener noticias tuyas.

– Es mejor que no me llames. Gracias.

– ¿Y escribirte? Las cartas son mejores que el teléfono. Podrás leerlas cuando quieras. Aunque sólo sean algunas frases.

– Sería inútil. No leeré las cartas. ¿Pretendes que traicione su memoria, que olvide por qué murió? Déjame tranquila. Que tengas un buen viaje.

Matilde está sentada en el sofá mientras se toma un café. Es una costumbre que repite como si fuera un ritual. No se sorprende cuando le anuncian que tiene visita. Hace semanas que le espera. Desde que supo que había salido del hospital, sospechó que tenían una conversación pendiente. Se imaginó que volvería a la isla, dispuesto a dejar que pasaran los días. El tiempo que todo lo calma tenía que abrir camino. Sabe que su presentimiento fue acertado, pero intuye que le resulta difícil visitarla. Debe de haberle costado recuperarse del accidente. Puede entender la contradicción en que vive. La añoranza, la culpa, el desconcierto. Han sido adversarios, casi enemigos. Es una mujer perspicaz. Le resulta sencillo ponerse en el lugar de los demás, comprender las situaciones que les toca vivir. Lo reconocería ante todo el mundo: hizo lo imposible para que no se encontraran. No fue un capricho, sino el deseo de ser leal. El compromiso con la felicidad de Dana, que todavía es la muchacha perdida que llegó al Trastevere. Habría hecho cualquier esfuerzo para protegerla de la desdicha, pero fue una ingenua. Es absurdo creer que se puede controlar la vida. La existencia se convierte en un laberinto, donde la gente que Matilde quiere avanza a oscuras. María, Dana, ella misma. Incluso Gabriele. Recuerda la sonrisa del hombre joven, lleno de vida. Evoca la intensidad con que amaba la belleza. Junto a la tumba de los Piletti, mientras sufría por la amiga, también lloró por él. La juventud y la muerte forman una pareja incomprensible.

Ignacio ha acudido a visitarla. Cuando le mira, se imagina el encuentro vivido. Tiene los rasgos del rostro desencajados, aun cuando intenta contener las emociones. Piensa que es un hombre acostumbrado a reprimir demasiadas cosas. Habría querido decírselo. Se calla, porque se imagina que él lo sabe. Nunca ha pretendido caer en redundancias. Le mira, está de pie, en el salón de una pensión donde nunca se habría imaginado que iría a parar. Cambió de rumbo por la atracción de una fotografía. Lo recuerda, mientras le observa. Hay objetos que nos transforman todos los paisajes; los de la vida y los de la mente. Hace un gesto, invitándole a sentarse. Aunque el rostro de Matilde ha envejecido desde la última vez que se vieron, tiene una expresión amable. Respira, aliviado, cuando se da cuenta de que es bien recibido. No sabe qué va a decirle. Si no fuera por todo lo que ha ocurrido, se sentiría ridículo. El flemático abogado es incapaz de sostener la mirada de una mujer menuda, que le observa con curiosidad. Murmura: -No quiere saber nada de mí.

– ¿Te extraña? -le pregunta ella con un tono suave que actúa como un bálsamo.

– No tendría que sorprenderme, pero no dejaré nunca de ser un cretino. Esperaba convencerla. Iniciar, por lo menos, un proceso de aproximación. No pido milagros. Sé que, al fin y al cabo, es duro, difícil.

– ¿Por qué has venido a verme? No he sido nunca tu cómplice.

– Tienes razón. Todo lo contrario: intentaste alejarme de ella. Tendría que haber seguido tu consejo y marcharme de Roma. ¿Sabes?, la mayoría de las veces no hago caso de lo que me dicen los demás. En el fondo, siempre he hecho lo que me ha dado la gana. No sé por qué te lo cuento. Tampoco sé qué impulso me ha traído a visitarte.

– Te esperaba.

– ¿Qué dices? Ni yo mismo sabía que vendría.

– Soy un gato viejo. Además, puedo leer las manos de la gente. No. -Sonríe-. Esto es una broma, poco conveniente en estas circunstancias. Cuando Dana llegó al Trastevere, jugábamos a leer la mano de los huéspedes de la pensión. Le divertía que inventara historias. Lo hacía para que se alegrara. En aquel momento ella vivía muy triste; casi tanto como ahora.

– Lo sé. Le he causado mucho dolor. Es curioso, a la persona a quien más he querido, sólo he sabido hacerla sufrir. Había soñado con hacerla feliz, y ya lo ves.

– Cuando las cosas no se pueden cambiar, no hay que hacerse reproches. No es verdad que pueda leer las manos. En cambio, sé lo que hay escrito en una mirada. Tus ojos me dicen cómo te sientes.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Pasiones romanas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Pasiones romanas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Pasiones romanas»

Обсуждение, отзывы о книге «Pasiones romanas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x