María Janer - Pasiones romanas

Здесь есть возможность читать онлайн «María Janer - Pasiones romanas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Pasiones romanas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Pasiones romanas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En lugar de subir al avión que debe llevarlo de vuelta a su hogar, un hombre decide en el último momento desafiar al destino y emprender una travesía muy diferente. ¿Podrá recuperar en Roma a la mujer que dejó marchar años atrás? Ignacio no puede saber cuánto queda en Dana de la pasión que los arrebató y se truncó tan injustamente, pero prefiere el vértigo de esta decisión irreflexiva a la atonía en la que ha entrado su vida. Con esta inolvidable historia sobre la fascinación y el infortunio del amor, sobre los golpes ocultos del destino, María de la Pau Janer nos ofrece una magnífica novela, llena de sensualidad, de emociones y de personajes que alcanzan nuestra fibra más íntima.

Pasiones romanas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Pasiones romanas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Qué le pasa? Por favor, contésteme.

– Tranquilícese. Tendrá que tener paciencia. Tiene una conmoción cerebral, está en coma. Ahora la llevaremos a la UCI.

– ¿Puedo verla? Déjeme que la vea.

– Es imposible. Es mejor que vuelva a casa.

¿A qué casa debía volver, si ya no la tenía a ella? ¿Cómo podía hacerle entender a la enfermera que su casa era el cuerpo de aquella mujer? Era su respiración suave confundiéndose con la de él. Era la calidez de la piel que amaba. Pasó la noche en una butaca del hospital. No durmió, porque tenía la sensación de que no podía bajar la guardia. En cualquier momento, le dirían que había abierto los ojos, que preguntaba por él. Desconectó el móvil mientras se alejaba del mundo exterior, prisionero de unos muros inhóspitos. No quería saber nada de nadie. ¿Qué explicaciones podía dar, si le temblaba la voz? Observó cómo nacía el día, a través de una ventana. A su lado, había otras personas con el rostro desencajado. Debían de estar viviendo situaciones similares. No, pensó, nadie podía sentir su dolor. Aquel desgarramiento del alma, la certeza de que se encontraba solo en medio del universo. Deseó que los demás enfermos del hospital se murieran. Todas las vidas a cambio de la vida de ella. Lo pidió en silencio, no sabía a quién.

De madrugada, llegaron los padres de Mónica. Vivían en un pueblecito. Nunca había tenido demasiado contacto con ellos, más allá de una relación hecha de distancias. La madre no se parecía en nada a la hija. Iba vestida de negro, como si anticipara el luto. Lloraba. Su padre se le acercó con una expresión adusta:

– ¿Qué le pasa a mi hija?

Le miró sin poder reaccionar. Habló despacio, porque no podía articular las palabras:

– No lo saben. No creo que el médico tarde mucho en darnos una explicación. Me han dicho que está en coma. Se cayó por la escalera de casa.

– ¿Por qué no nos avisaste?

– ¿Cómo?

– Hemos tenido que saberlo por la vecina que vive en el piso de debajo del vuestro. Ella la acompañó al hospital. Es del pueblo y la conocemos de toda la vida. Nos ha llamado pasada la medianoche para saber cómo estábamos. ¿Cómo estábamos? Con nuestra hija a punto de morir, y nosotros sin saberlo. Hemos intentado comunicarnos contigo inútilmente. Ángel, el taxista del pueblo, nos ha traído hasta aquí. Debemos de haberle dado lástima: dos pobres viejos que buscan a su única hija entre desconocidos, sin la ayuda de nadie.

– Yo… Disculpen. Tiene razón. Tendría que haberlos avisado. Estuve a punto de hacerlo antes de venir. Cuando me encontré en el hospital, me olvidé de todo. Sólo podía pensar en Mónica. No ha habido mala intención. Se lo puedo jurar.

– Eres un cretino. Un hijo de mala madre.

Pensó que el imbécil era él, le habría gustado estrangularle allí mismo. Se arrepintió en seguida de aquel impulso, mientras se decía que el dolor propio nos hace inmunes al dolor ajeno. Debería haberse sentido cercano a la pareja, pero era incapaz. El padecimiento anulaba cualquier otro sentimiento. No existían ni la compasión por quienes temblaban a su lado, ni la complicidad con su pena. Lo único que quería era ver a su mujer. Irse con ella, si le había llegado la hora de la muerte. Desaparecerían los dos calladamente. Escondió el rostro entre las manos, sin decir ni una palabra.

En el hospital, el ritmo del tiempo se altera, transcurre de una forma singular. Comprendió que los relojes no le servían de nada. Tenía que intentar adaptarse a una lentitud que resultaba dura, contra la cual era imposible luchar. Los padres de Mónica estaban sentados cerca de él. La mujer no había pronunciado palabra, desde que habían llegado. Se limitaba a irse fundiendo en una materia licuosa; lágrimas y saliva que le recorrían el cuerpo hasta el suelo, donde formaban un minúsculo charco. El hombre mantenía el gesto serio, los puños cerrados. Sus venas formaban el relieve de un paisaje arisco. Los sintió a kilómetros de distancia, muchas vidas lejos de la suya. Los tres padecían por una misma causa, que, en lugar de acercarlos, los situaba en polos opuestos del universo. No se entretuvo en analizar las razones. Compartir el dolor más profundo puede ser una falacia. Pasaron largos ratos en silencio. El charco se hacía cada vez más grande. Por fin, apareció un médico. Andaba con decisión hacia donde se encontraban:

– ¿Son los familiares de Mónica Coll?

– Sí -respondió Marcos-. Es mi mujer.

– Ha padecido un derrame cerebral como consecuencia de un golpe muy fuerte. Está en la UCI, donde tiene las constantes controladas. Le tendremos que hacer algunas pruebas radiológicas. Está en coma.

– ¿Qué quiere decir? ¿Puede ser irreversible? -Habría querido ahogar por siempre jamás aquella voz fría, portadora de malas noticias.

– ¿Está muerta? -le preguntó el padre de Mónica, que no había entendido nada, que quería una explicación sencilla, definitiva.

El médico habló de nuevo:

– No está muerta, señor. Tiene una hemorragia en el cerebro, pero todavía no podemos saber cómo evolucionará. Tendremos que estar pendientes de las pruebas que le haremos. No podemos hacer un pronóstico definitivo hasta que pasen unos días. Lo siento.

– ¿Es grave? -El padre insistía para tener respuestas claras.

– Sí, es grave.

– ¿Puedo verla? -Marcos necesitaba ver a Mónica desesperadamente.

– Tendrán que respetar el horario de visitas para los familiares. Media hora por la mañana y media por la tarde. Ahora pueden ir. Entren de uno en uno, por favor. La enfermera los acompañará y les indicará la bata y la mascarilla que tienen que utilizar durante la visita.

El hombre se inclinó hacia la mujer vestida de negro. Le habló como si fuera una niña o alguien que tiene perdida la razón:

– Nuestra hija no está muerta.

– ¿Se salvará? -La madre murmuró la interrogación. A sus pies había nacido un lago.

Marcos subió la escalera, porque no tenía paciencia para esperar el ascensor. Cruzó la puerta de la UCI. Entró en una sala acristalada: Mónica estaba medio cubierta con una bata verde. Dormía. Pensó que no habría querido ponerse un camisón de aquel color. Siempre había dicho que no le favorecía. Recordó telas de melocotón, de cereza, de caramelo. Estaban en un cajón de su armario. Conservaban el perfume de Mónica. De su cuerpo salían los tubos. Estaba inmóvil, pero tenía la piel tibia. Le acarició los párpados cerrados, la frente. Intentó acercarse a ella, a pesar de los aparatos que le recordaban las zarpas de un dragón, para percibir su aliento. Tuvo la impresión de que no respiraba. Le tomó una mano, pero estaba demasiado inerte. No respondía a ningún estímulo: trató de acariciarle un brazo, de besarle los dedos, de pellizcarle la mejilla. El único signo de vida era la temperatura del cuerpo. Aquel cuerpo que había vibrado con el suyo, que él recordaba latiendo, lleno de vida. Ahora, esa vida estaba muy quieta. Le pidió que no se marchara, que no huyera del cuerpo que amaba. Se inclinó hasta el rostro de Mónica, medio cubierto por un mechón de cabellos castaños. Se lo dijo en voz queda, pero con toda la fuerza del mundo:

– Vive, amor mío. Quiero que vivas. Hazlo por ti y por mí. Piensa en todo lo que nos queda en el futuro, en aquellos viajes que nos imaginábamos, en los libros que todavía no has leído, en las noches de amor que la muerte no tiene derecho a robarnos. Sé que no has decidido morirte. No lo quieres, porque tienes que hacer muchas cosas. ¿Qué será de mí, si te vas? Haz un esfuerzo, y vuelve a abrir los ojos. Háblame. Aunque sea una palabra. Tan sólo una: dímela despacio, tú, que amas las palabras y sabes que tienen tanta fuerza. Vendré todos los días a verte. Todas las mañanas, todas las tardes. Esperaré en un rincón de este hospital, hasta que sea la hora de visitarte. A escondidas, te traeré versos que te harán compañía. Te los recitaré bajito para que no te sientas sola. Hasta que podamos volver a casa, mi vida serán las paredes que te rodean. Desde que tú no estás, no tengo casa, ni amigos, ni parientes. Tú eres mi corazón y la vida que me falta.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Pasiones romanas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Pasiones romanas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Pasiones romanas»

Обсуждение, отзывы о книге «Pasiones romanas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x