Lucía Etxebarria - El contenido del silencio

Здесь есть возможность читать онлайн «Lucía Etxebarria - El contenido del silencio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El contenido del silencio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El contenido del silencio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Gabriel, un joven ejecutivo cuya vida desahogada y apacible transcurre en Londres, lleva diez años sin saber nada de su hermana, hasta el día en que recibe una llamada que le informa de que muy probablemente ésta haya fallecido en un suicidio colectivo llevado a cabo en Tenerife. Su inmediato viaje a las islas para testificar como único pariente vivo de la desaparecida tendrá un efecto devastador y a la vez catártico, que le hará replantearse todo su pasado y su futuro en un itinerario no sólo físico sino también, y sobre todo, interior.
Helena, la amiga íntima de Cordelia, será su guía durante la inmersión en la vida de su hermana. Un inmersión común que precipitará a ambos a confrontar sus miedos, vacíos y huidas.

El contenido del silencio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El contenido del silencio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me parece bien. Pero… hay algo más. ¿Sabes?, lo he pensado y creo que no quiero dormir en su habitación.

– Es comprensible -lo dijo tranquila, mientras abría un armario y extraía de él unas toallas blancas que le tendió a Gabriel, erguida en actitud servicial.

El cuerpo de Helena se adivinaba ligero y elástico bajo la camisa y el pantalón de lino, y él no podía evitar imaginarla desnuda, pese a que las circunstancias no fuesen, desde luego, las más propicias para la ensoñación erótica. Sin embargo, resultaba inevitable que su belleza se impusiera en cualquier escenario o situación. Helena era bella en el sentido más clásico del término, en un sentido sensual y femenino, con una belleza que había crecido y madurado como un hibisco al sol de la isla, oreada por el viento seco y cálido del mar. El pelo castaño se adivinaba sedoso y cálido. Lo llevaba recogido en una coleta, pero un mechón rebelde se le escapaba y le caía sobre los ojos negros. Gabriel supuso que ella debía de saber el efecto que despertaba en los hombres. O quizá no. Existen algunas mujeres, y Ada era una de ellas, completamente ajenas a las pasiones que puedan sembrar, quizá, simplemente, porque esas pasiones no les llaman mucho la atención, concentradas como están en otros intereses. Gabriel no había vuelto a saber nada de Ada, tan sólo lo esencial, que estaba viva, y que mientras él viviera, seguiría recordándola. Exactamente lo mismo que había sabido de Cordelia durante todos esos años. Aunque, ahora, ya no sabía siquiera si su hermana seguía viva o no.

– Buenas noches. -Helena le dirigió una mirada cargada de tristeza en la que no se leía invitación alguna-. Espero que duermas bien.

– Creo que me resultará difícil.

– A mí también.

Sin embargo, el cansancio fue venciendo poco a poco a Gabriel hasta que se quedó dormido.

Sumido en una dimensión nebulosa y agotada, sus sueños se vieron poblados de imágenes de Cordelia. Surgía de las aguas, rubia, joven, dulce, dorada, tendiendo los brazos hacia él. Gabriel daba un paso hacia su hermana, luego otro, se internaba en el mar, notaba las olas lamiéndole los pies y los tobillos, seguía avanzando, sentía los brazos delgados y flexibles que se enredaban alrededor de su cuello, una extraña sensación húmeda y fría en los labios, y luego el agua que se cerraba sobre su cuerpo, círculos de plata que se ensanchaban hasta expirar en la orilla.

Por la mañana llamó a Patricia y le explicó que había llegado bien. «¿Cuándo regresas?», le preguntó ella. «No lo sé, no sé qué trámites hay que seguir, no sé nada.» «¿Quieres que me reúna contigo el fin de semana?» «No, no hace falta, puede que regrese antes del viernes. Te mantendré informada, te vuelvo a llamar. Muchos besos. Te quiero.» «Y yo a ti.»

Sol. Bajo aquel sol amarillo y cegador que caía a plomo y reverberaba sobre las paredes encaladas, las casas de Buenavista refulgían de blanco intenso y puro. A Gabriel le impresionaba el hecho de que Helena avanzara sin gafas de sol. Aquel decorado le sonaba a película tropical, a la Cuba de Batista, a cuadro de Frida Kahlo, a escenario de una novela de Malcolm Lowry. Hasta entonces no había identificado la arquitectura colonial con el viejo mundo, no la imaginaba fuera de Latinoamérica. La carretera se perdía entre árboles verdes y frondosos, y el pueblo era un millar de casas blancas, en grupo. A los lados, plantaciones de cultivos de algún árbol altísimo y de hojas enormes. Hasta que los ojos enfocaron un racimo amarillo que colgaba de una de las plantas no se dio cuenta de que se trataba de plataneros. Era la primera vez en su vida que los veía. El pueblo era realmente hermoso, resultaba una verdadera lástima que hubieran tenido que darse unas circunstancias tan particulares v dramáticas para conocerlo.

En la comisaría no los hicieron esperar. Los recibió un hombre fornido y uniformado que debía de rondar la cuarentena, de apariencia robusta y saludable. Bajo, cuadrado, desaliñado, de hombros caídos, sus modos eran desgarbados, como quien no sabe qué hacer con su cuerpo y se avergüenza de ser tan patoso. Las manos y los pies eran desproporcionadamente grandes. Las unas parecían palas, y los otros, barcas. El rostro era rechoncho y moreno, la curva de la calva le brillaba al sol como una colina que se elevara desnuda, v gastaba una barbilla puntiaguda que le daba un aspecto de sátiro que los ojos, castaños y tranquilos bajo unas espesas cejas negras, desmentían. Saludó cariñosamente a Helena, a quien parecía sentirse muy cercano, con dos besos.

– Te presento a Gabriel Sinnott. Gabriel, éste es el comisario Rayco López.

– Encantado.

– Gabriel es el hermano de Cordelia; hemos pensado que quizá él debería hacer una declaración, va sabes, como es el pariente más cercano…

– Sí, por supuesto. Por favor, acompañadme.

El interior de la comisaría poco o nada tenía que ver con la imagen de la eficiencia policial. Tres mesas de formica, sucias, algunos carteles pegados en las paredes, papeles por todas partes, suelo de azulejos, sucio. Gabriel se sentó en una silla destartalada y una chica joven vestida de uniforme procedió a tomarle declaración. Gabriel hablaba lo suficientemente bien el español como para entenderse, pero en algún momento Helena hizo las veces de intérprete de excepción porque él llevaba años sin hablarlo y había perdido mucha soltura y vocabulario y, además, ¿por qué negarlo?, le resultaba más cómodo hablar en inglés, sobre todo en una situación tan tensa. A Gabriel le pareció increíble que la policía se fiara tan ciegamente de la traducción de Helena: ¿cómo podían estar seguros de que no tergiversaba datos, o de que no los equivocaba? Después de dictar su nombre, apellido, fecha de nacimiento, número de pasaporte y demás datos burocráticos que la joven policía iba tecleando con exasperante parsimonia, Gabriel pasó a explicar que, tras haber sido informado de la aparición de los cuerpos y de la circunstancia de que su hermana estaba residiendo en la casa de Heidi Meyer, se había puesto en contacto con el abogado que gestionaba desde Edimburgo las clientas y el patrimonio de Cordelia, el cual mantenía un estrecho contacto telefónico con ella, a la que llamaba con frecuencia semanal, y que este hombre le había comunicado que no había conseguido contactar con ella durante los últimos quince días, pero que aproximadamente un mes antes de la aparición de los cadáveres había recibido un fax firmado por Cordelia en el que se le rogaba que hiciese transferencia de unas cantidades ingentes de dinero a varias cuentas en bancos de Suiza y Luxemburgo a nombre de diferentes sociedades, todas ellas con nombres parecidos: Thule Solaris, Thule, Lan Dessen Thule… Dichas transferencias nunca se hicieron efectivas, pues, al tratarse de sumas tan elevadas, el abogado lo había encontrado sospechoso y había preferido tener confirmación de viva voz por parte de Cordelia. No obstante, no había podido localizarla en su número de teléfono móvil, ya que una grabación le informaba de que dicho número había sido dado de baja. Por tanto, desde hacía más de un mes el abogado no había sabido nada de Cordelia, y Gabriel tampoco.

– ¿Cuándo fue la última vez que habló usted con su hermana?

– Hace un año -mintió Gabriel.

No quería explicar que hacía casi diez que no hablaba con ella. Helena debió sin duda de advertir la mentira, pero su rostro no delató el más mínimo asombro.

Luego Gabriel tuvo que firmar varios papeles y eso fue todo.

El comisario los acompañó a la puerta de comisaría. Una vez fuera de la jefatura, y seguro de que desde dentro no podían oírlos, se dirigió a Helena en tono confidencial:

– Tú no sabes lo que está siendo esto. Han venido tipos desde Madrid y nos han revisado todos los papeles. La Interpol también está en eso y, por lo visto, había diez tipos revisando la casa de la Meyer de arriba abajo. No puedes ni imaginarte el avispero. A nosotros, los españoles, prácticamente nos han dejado de lado. Helena…, yo acabo el turno a las ocho, ¿por qué no nos tomamos una cervecita más tarde, como hacia la noche, y hablamos con más calma?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El contenido del silencio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El contenido del silencio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El contenido del silencio»

Обсуждение, отзывы о книге «El contenido del silencio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x