Mercedes Salisachs - Goodbye, España

Здесь есть возможность читать онлайн «Mercedes Salisachs - Goodbye, España» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Goodbye, España: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Goodbye, España»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Novela que retrata la vida de la reina Victoria Eugenia y aporta nuevos datos acerca de la vida de esta soberana, de la que se cumplen 40 años de su muerte.

Goodbye, España — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Goodbye, España», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La escasa luz que ahora domina la nave no se compagina con los estallidos de luminosidad que el día de la boda al entrar en el recinto nos acosaban.

Sin embargo es en la oscuridad donde resucitan los detalles que solemos sepultar en los cementerios del olvido. Instintivamente, mis nietos y yo nos dirigimos a la capilla del Sagrario. Una lamparilla constante vela el Santísimo. A pesar de mi artrosis y de los años que llevo a cuestas, me arrodillo junto con mis nietos en el primer reclinatorio que ofrecen los bancos.

La nave continúa en silencio. No obstante, también los silencios emiten ondas sonoras. Son sonidos como hechos de vientos contrapuestos que turban la mente y la obligan a mezclar conceptos, épocas y personas.

La principal razón que nos ha llevado hasta donde estamos consiste en orar por Alfonso. Hace ya veintisiete años que se fue de este mundo. También era febrero. Un febrero lluvioso como el de ahora.

Ignoro el tiempo que mis nietos y yo hemos estado rezando por Alfonso ante el Santísimo.

De hecho mi forma de rezar ha sido como hablar con él. Ahora Alfonso ya lo sabe todo. En la dimensión donde se encuentra los obstáculos y equívocos pierden escondites que en la vida inducen a errar.

Sabe incluso mejor que yo por qué motivo su muerte me produjo tanto dolor.

Yo nunca lo he sabido. ¿Fue por no haber conseguido enderezar nuestra convivencia? ¿Por habernos dejado llevar por nuestra mutua atracción sin programar los ingratos imprevistos? ¿Por considerar que nuestro oficio de reyes nos ponía a salvo de cualquier tropiezo? ¿O tal vez por no admitir que ciertas personas aparentemente sanas tienen sangre dañina como las adelfas?

Dios lo sabe. Dotados únicamente de cinco sentidos, los seres humanos corremos el riesgo de caer en los mayores errores cuando nos empeñamos en analizar verdades o mentiras que condicionaron nuestros destinos.

Quizá nuestro fallo consista precisamente en confiar demasiado en nosotros mismos por considerarnos infalibles. Nadie lo es. Todos dependemos de un sinfín de ignorancias. Por eso las modulaciones atractivas que la vida nos ofrece defraudan y merman nuestros entusiasmos. Olvidamos que la existencia no es sólo poesía. También está llena de prosas ensombrecidas, que nuestro tiempo se acaba tarde o temprano y que al perder un ser querido nos está doliendo también el tiempo que desperdiciamos en actitudes y reacciones sin verdadero valor.

Al salir de la iglesia nos despedimos del párroco que aguarda junto al portal.

Una vez en el coche, le pido a mi nieto que circule despacio por la calle Mayor:

– Quiero recorrer el lugar donde por primera vez comprendí que ser reina no es un gran privilegio -les digo bromeando.

Juanito sonríe. Me pregunta si la bomba que el anarquista Morral lanzó desde un piso alto influyó en mi nueva condición de reina.

– Era demasiado joven para calibrar la importancia de aquel desastre. Todavía suponía que, lejos de ser el principio de una larga e incipiente cadena de odios, era una extraña locura aislada. Lo que más me impresionó fue ver mi traje de novia empapado en sangre. También evoco con emoción los brazos de tu abuelo protegiendo mi cabeza.

De hecho no puedo recordar con exactitud todos los detalles de aquel terrible atentado. Lo primero que me viene a la mente es la voz de Alfonso señalándome la fachada de la iglesia de Santa María. Fue al volverme hacia la izquierda cuando estalló la bomba. De haberme quedado quieta en mi sitio, hubiera muerto.

De pronto el gran estruendo lo ofuscó todo. Era difícil pensar. El estallido y el humo se aliaron a los gritos de la gente, a los lamentos de los heridos y a los relinchos angustiosos de los caballos.

Nada era lógico. Nada tenía una razón de ser. Horrorizada, descubrí que la sangre que empapaba mi vestido pertenecía a la cabeza decapitada del lacayo que iba en el pescante de la derecha.

El pánico era ya puro caos, confusión y desgobierno. Los caballos heridos y aterrorizados se agitaban angustiados sin poder arrancar hacia delante debido al alazán abatido que yacía muerto en la tierra.

Alfonso, desencajado, se hartaba de preguntarme si estaba herida.

Intenté calmarlo. Tanto él como yo comprendimos que el terrible suceso se debía a una bomba. Recuerdo que me armé de valor y le dije que no se preocupara por mí. Quería demostrarle que, aunque presa de una angustia terrible, mi intención era comportarme como una verdadera reina. Salí del carruaje. Me quedé horrorizada al ver que la calle era un río de sangre. Infinidad de cuerpos yacían en el pavimento. Cuerpos mutilados; algunos sin piernas, otros sin brazos, otros sin vida sobre el asfalto.

A gritos suplicaba ayuda para aquellas pobres gentes que, al llegar allí, habían esperado el paso de nuestro carruaje para homenajearnos. Pero mis gritos se diluían entre los gemidos desesperados de los que sólo podían emitir quejas y aullidos de dolor.

Pronto supimos que cien personas habían sido heridas y veinticuatro habían fallecido. Ése fue el precio que tuvieron que pagar por vitorear y aplaudir nuestra boda.

Cuando ahora pienso en aquel horror, tengo la impresión de que fue un aviso de lo que el futuro me deparaba. No sabría explicar por qué, pero aquellos momentos se me antojaban como un decir adiós a lo que todavía no había empezado.

Inmediatamente nos trasladaron a otro carruaje y, sin recorrer el trazado convenido, fuimos directamente a palacio.

Al parecer, la noticia de lo que había ocurrido se propagó al instante por todo Madrid.

Confusos, muchos creían que Alfonso y yo habíamos fallecido.

De hecho algo de razón tenían. En aquellos momentos tras el estallido, percibí como si una parte esencial de mí misma hubiera muerto.

Resulta difícil analizar qué clase de agonías se producen cuando el proseguir dichoso se ve truncado y despedazado por acontecimientos tan graves e inesperados como el que vivimos tras la ceremonia de nuestra boda.

Los trastoques son imprevisibles y la vida exige cambios en los programas futuros.

De hecho, algo más que una bomba envuelta en un ramo de flores, lanzada desde el tercer piso de una casa anodina, cayó sobre nuestras vidas: también cayó el dolor de los que por nuestra causa vieron la suya truncada y por supuesto noté el terrible despertar de mi conciencia al percatarme de que la sangre que manchó mi vestido tenía el mismo color que la que corría por nuestras venas.

***

La calle Mayor por la que ahora circulamos nada tiene que ver con la que aquel día protagonizó el espectáculo más espeluznante de nuestra historia en común.

No puedo discernir si el edificio número 88 desde donde se lanzó la bomba es el mismo. Lo que veo cambiado es el aspecto de la calle; la gente que circula por ella nada se parece a la de entonces; el macadamizado ha dado paso a una lisura pavimentada y los bajos se han llenado de tiendas lujosas. El cuadro que contemplamos aquel día se quedó para siempre rezagado como tantas cosas que fueron importantes.

El hecho de empezar una vida supone que debe ser un motivo de alegría. Pero cuando ya repuestos de la horrible desazón que selló nuestros inicios en común surgieron tantos y tantos principios dolorosos, tuve la impresión de que mi verdadera felicidad nunca iba a llegar. Era imposible. La felicidad siempre ofrece y niega. Y cuando no niega, se extingue como una farola sin gas.

El día fue largo y agotador. Las inevitables obligaciones protocolarias exigían, tras la ceremonia de nuestra boda, un almuerzo en honor a las realezas que se habían instalado en Madrid.

Veo ahora a mi marido cortando el famoso pastel que se servía por primera vez en España, en los banquetes matrimoniales, la cena sin baile para no desentonar con la luctuosidad de lo ocurrido y el paseo del día siguiente de la boda en un coche descubierto por la ciudad, conducido por Alfonso y escasamente custodiados por una pareja de la Guardia Civil montada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Goodbye, España»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Goodbye, España» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Goodbye, España»

Обсуждение, отзывы о книге «Goodbye, España» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x