Juan Vásquez - El Ruido de las Cosas al Caer

Здесь есть возможность читать онлайн «Juan Vásquez - El Ruido de las Cosas al Caer» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Ruido de las Cosas al Caer: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Ruido de las Cosas al Caer»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El ruido de las cosas al caer ha sido calificado como "un negro balance de una época de terror y violencia", en una capital colombiana "descrita como un territorio literario lleno de significaciones". El novelista se vale de los recuerdos y peripecias de Antonio Yammara, empezando por la "exótica fuga y posterior caza de un hipopótamo, último vestigio del imposible zoológico con el que Pablo Escobar exhibía su poder". Al dubitativo Yammara se suma la figura de Ricardo Laverde, un antiguo aviador de tintes faulknerianos que ha pasado 20 años en la cárcel y que, en cierto sentido, representa a la generación de los padres del protagonista.

El Ruido de las Cosas al Caer — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Ruido de las Cosas al Caer», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

«Así que me la paso montada en caballos moribundos o hablando con gente semiborracha», escribió Elaine a sus abuelos. «Pero creo que estoy aprendiendo, aunque no me dé cuenta. Mike me explicó que en colombiano esto se llama cogerle el tiro a algo. Entender cómo funcionan las cosas, saber hacerlas, todo eso. Interiorizarlas, digamos. En eso estoy. Ah, una cosita: no me escriban más aquí, que la próxima carta sea a Bogotá. De aquí voy a Bogotá y paso un mes con los últimos detalles del entrenamiento. Luego a La Dorada. Ahí empieza lo serio.»

El último fin de semana llegó Ricardo Laverde. Lo hizo por sorpresa, arreglándoselas él solo, tomando solo el tren a La Dorada y de ahí llegando a Caparrapí en bus y después preguntando, pidiendo señas, describiendo a los gringos de cuya existencia, por supuesto, sabía todo el mundo en los alrededores.

Para Elaine no tuvo nada de raro que Laverde y Mike Barbieri se cayeran tan bien: Barbieri le dio a Elaine la tarde libre para que le mostrara el lugar al novio bogotano (usó esas palabras, «novio bogotano») y le dijo que se verían por la noche, para comer. Y esa noche, en cuestión de horas -horas pasadas, es cierto, en mitad de un potrero, alrededor de una fogata y en presencia de una jarra de guarapo-, Ricardo y Barbieri descubrían lo mucho que tenían en común, porque el padre de Barbieri era piloto de correos y a Ricardo no le gustaba el aguardiente, y se abrazaban y hablaban de aviones y a Ricardo se le abrían los ojos al contar de sus cursos y sus profesores, y entonces Elaine intervenía para elogiar a Ricardo y repetir los elogios que otros hacían de su talento como piloto, y luego Ricardo y Mike hablaban de Elaine en su presencia, lo buena muchacha que era, lo bonita, sí, también lo bonita, con esos ojos, decía Mike, sí, sobre todo los ojos, decía Ricardo y soltaban una carcajada y se decían secretos como si en lugar de acabar de conocerse hubieran sido compañeros de frathouse, Y cantaban For she’s a jolly good fellow y lamentaban a coro que Elaine se tuviera que ir a otro site, this site should be your site, fuck La Dorada, fuck The Golden One, fuck them all the way y brindaban por Elaine y por los Peace Corps, for we're all jolly good fellows, which nobody can deny. Y al día siguiente, con todo y el dolor de cabeza del guarapo, Mike Barbieri los acompañó él mismo a coger el bus.

Los tres llegaron a la plaza del pueblo a caballo, como colonos de otros tiempos (aunque los suyos fueran jamelgos escuálidos que por nada del mundo hubieran pertenecido a colonos de otros tiempos), y en la cara de Ricardo, que iba cargando cortésmente su equipaje, Elaine vio algo que no había visto nunca: admiración. Admiración por ella, por la soltura con que se movía en el pueblo, por el cariño que le había tomado la gente en sólo tres semanas, por la naturalidad y al mismo tiempo la autoridad innegable con que ella se hacía entender de los lugareños. Elaine vio esa admiración en su cara y sintió que lo quería, que impredeciblemente había comenzado a sentir cosas nuevas y más intensas por este hombre que también parecía quererla, y al mismo tiempo pensó que había llegado a ese punto feliz: cuando este lugar ya no podía sorprenderla demasiado. Cierto, había siempre imprevistos, en Colombia la gente siempre se las arreglaba para ser impredecible (en su comportamiento, en sus maneras: uno nunca sabía qué estaban pensando en realidad). Pero Elaine se sentía dueña de la situación.

«Pregúntame si le cogí el tiro a la vaina», le dijo a Ricardo cuando se subieron al bus.

«¿Le cogiste el tiro a la vaina, Elena Fritts?», preguntó él. Y ella respondió:

«Sí. Le cogí el tiro a la vaina».

No tenía manera de saber cuánto se equivocaba.

V. WHAT’S THERE TO LIVE FOR?

Elaine recordaría esas últimas tres semanas en Bogotá y en compañía de Ricardo Laverde como se recuerdan los días de la infancia, una niebla de imágenes distorsionadas por las emociones, una mezcla promiscua de fechas cardinales sin una cronología bien establecida. La vuelta a la rutina de las clases en el CEUCA -faltaban ya muy pocas, cuestión de afinar ciertos conocimientos o quizás de justificar ciertas burocracias- quedaba rota por el desorden de sus encuentros con Ricardo, que perfectamente podía esperarla detrás de un eucalipto cuando ella llegaba a casa o meterle una nota en el cuaderno y citarla en un café de mala muerte de la Diecisiete con Octava.

Elaine asistía invariablemente a las citas, y en la relativa soledad de los cafés del centro los dos se lanzaban miradas más o menos lascivas y luego se metían en un cine para sentarse en la última fila y tocarse por debajo de un abrigo largo y negro que había sido del abuelo, el héroe aviador de la guerra con el Perú. De puertas para adentro, en la casa estrecha del barrio de Chapinero, en el territorio de don Julio y la señora Gloria, siguieron adelante con aquella ficción en que él era el hijo de la familia de acogida y ella, la inocente aprendiz de turno; siguieron también, por supuesto, con las visitas nocturnas del hijo a la aprendiz, con los nocturnos orgasmos silenciosos.

Así comenzaron a llevar una vida doble, una vida de amantes clandestinos que no despertó las sospechas de nadie, una vida en la que Ricardo Laverde era Dustin Hoffman en El graduado y la señorita Fritts era la señora Robinson y a la vez su hija, que también se llamaba Elaine: eso debía significar algo, ¿no era demasiada coincidencia?

Durante esos pocos días bogotanos, Elaine y Ricardo protestaron cuantas veces fueron convocados contra la guerra de Vietnam, y al mismo tiempo asistían juntos y como pareja a fiestas organizadas por la colonia norteamericana en Bogotá, eventos sociales que parecían montados deliberadamente para que los voluntarios pudieran volver a hablar en su lengua, preguntar de viva voz qué habían hecho los Mets o los Vikings o sacar una guitarra y cantar, a coro y alrededor de una chimenea y pasándose al mismo tiempo un joint que se acababa en dos vueltas, la canción de Frank Zappa:

What's there to live for? Who needs the Peace Corps?

Las tres semanas terminaron el 1 de noviembre, cuando, a las ocho y media de la mañana, una nueva carnada de aprendices juraron lealtad a los estatutos de los Cuerpos de Paz, tras otras promesas y una declaración de vagas intenciones, y recibieron su nombramiento oficial como voluntarios.

Era una mañana lluviosa y fría, y Ricardo se había puesto una chaqueta de cuero que, al contacto con la lluvia, había comenzado a desprender un olor intenso. «Estaban todos», escribió Elaine a sus abuelos. «Entre los graduandos estaban Dale Cartwright y la hija de los Wallace (la mayor, ustedes se acuerdan). Entre el público asistente, la esposa del embajador y un señor alto y encorbatado que, me parece haber entendido, es un demócrata importante en Boston.» Elaine mencionaba también al subdirector de los Cuerpos de Paz de Colombia (sus gafas a la Kissinger, su corbata tejida), a las directivas del CEUCA e incluso a un funcionario aburrido de la Alcaldía, pero en ningún punto de la carta aparecía Ricardo Laverde. Lo cual, visto con la distancia de los años, no dejaba de ser irónico, pues esa misma noche, con el pretexto de felicitarla y al mismo tiempo de despedirla en nombre de toda la familia Laverde, Ricardo la invitó a comer al restaurante El Gato Negro, y a la luz de unas velas mal hechas que parecían a punto de caerse sobre los platos de comida, aprovechando el silencio que se hizo cuando el trío de cuerdas terminó de cantar Pueblito viejo, se arrodilló en medio del corredor por el que pasaban los meseros de corbatín y con más frases de las necesarias le pidió que se casara con él.

Como en una ráfaga, Elaine se acordó de sus abuelos, lamentó que estuvieran tan lejos y que a su edad y con su salud considerar siquiera el viaje fuera imposible, sintió una de esas tristezas que toleramos porque aparecen en momentos felices y, pasada la tristeza, se agachó para besar a Ricardo con fuerza.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Ruido de las Cosas al Caer»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Ruido de las Cosas al Caer» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Ruido de las Cosas al Caer»

Обсуждение, отзывы о книге «El Ruido de las Cosas al Caer» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x