Marcela Serrano - Antigua vida mía

Здесь есть возможность читать онлайн «Marcela Serrano - Antigua vida mía» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Antigua vida mía: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Antigua vida mía»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

De la noche a la mañana, Violeta Dasinski se vuelve noticia a causa de una tragedia tan inevitable como providencial, y su amiga Josefa Ferrer -con los diarios de Violeta en la mano- empieza a contar su historia… es decir la de ambas.
Aunque Josefa, una exitosa y angustiada cantante chilena, es la narradora, a su voz y la de Violeta se agrega la de `nosotras, las otras` (madres, abuelas, bisabuelas), suerte de coro griego y testigo de la experiencia femenina a través de las generaciones.
El relato, en un vívido contrapunto, irá trazando las búsquedas a un tiempo paralelas y divergentes de Violeta y Josefa, desde la infancia común en el Santiago clasista y turbulento de los años sesenta hasta el `viaje terapéutico` a la ciudad de Antigua.
El amor y la traición, la sexualidad y el dolor, la utopía y la muerte, las perversiones de la modernidad y la tensión entre lo privado y lo público: las vidas de Josefa y Violeta dibujan, como en un huipil multicolor, los anhelos y conflictos de la mujer contemporánea.

Antigua vida mía — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Antigua vida mía», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Estoy llenándome de lugares comunes en este país: tragándolos, aspirándolos. ¿Qué podemos hacer, Josefa?

– Elige. Heroica o prudente, querida. Ambas cosas no pueden ir juntas.

– La cuestión es no perder la confianza en el mundo que nos rodea. No debemos perderla, por nada.

– Yo ya la perdí -le respondo.

– Tú no eres un ejemplo, Jose, tú ya claudicaste.

– No he claudicado, Viola. Sólo he olvidado.

Violeta se niega a conocer la opacidad del olvido.

Estacionamos el auto en Providencia, vamos a la librería con la lista que ella ha confeccionado sobre lo que no puedo dejar de leer. Figuran autores tan disímiles como Mishima, Carlos Fuentes y Christa Wolf. Sé que los encontraré, si algo le admiro al tío Tadeo es su capacidad de mantenerse al día.

Antes de cruzar la ancha avenida vemos un grupo de gente que se ha aglomerado, formando una pequeña multitud.

– ¿Qué pasa? -le pregunto.

– No sé, veamos.

Nos acercamos. Al centro del tumulto se encuentra una muchacha, bonita y bien vestida, protegida por varias señoras -las que tienen tiempo para pasear por Providencia un día cualquiera en la mañana- bien arregladas y buenas mozas. Un hombre, probablemente el marido de una de ellas, sujeta a un chiquillo con franca violencia, casi desgarrando esos escuálidos brazos morenos. No tiene más de catorce años y está apenas vestido, si ropa pudiera llamarse a esos jirones que lo cubren. Nos explican que ha tratado de robarle la cartera a la muchacha, la bonita, y que han llamado a los carabineros para entregarlo. Pero el chiquillo grita que él no ha hecho nada, que no pretendía hacer nada, que no es un ladrón. Violeta le mira bien los ojos y no sé qué ve, pero la cólera la acomete y enfrenta al señor que lo apresa.

– ¿A usted le consta que él iba a robar?

El señor se desconcierta. ¿Era posible que alguien con el aspecto de Violeta pudiese abogar por esta especie indefendible?

– No, no me consta, pero si ella lo dice…

– ¿Alguien lo vio? -pregunta Violeta a gritos mientras yo me escondo, respiro profundo entrando el estómago; quisiera desaparecer detrás del grupo, esquivar todo este bochorno. No me importan ni el pelusa, ni el robo, ni la joven. Mi única preocupación es pasar inadvertida. Escucho el griterío de las señoras y cómo Violeta las increpa de vuelta. La veo arrancar al chiquillo, sin violencia pero con firmeza, de manos del señor, que ya no parece tan decidido, y caminar airosa entre el gentío llevándolo por los hombros con cuidado, casi con ternura. La mirada desafiante de Violeta mientras camina con el niño, esa mirada digna y segura, no es nueva, la conozco bien.

– Los pobres están desquiciados por su propia pobreza -fue toda la explicación que me dio.

He visto más de una vez esa mirada. La primera fue cuando tomó la mano de Marcelina en el pasillo de la iglesia del colegio, apretándosela, avanzando altanera, gritando con los ojos: ¡veamos si alguien se atreve a humillarla!

Era la ceremonia de la confirmación. Cada una de nosotras debía elegir una madrina. Nunca entendí qué sentido podía tener ese sacramento, salvo lo que me atrajo entonces: la madrina. No la del nacimiento, en cuya elección no se intervenía, sino una activamente escogida.

Marcelina Cabezas era una mujer del sur, mapuche, que había cuidado a Violeta desde su nacimiento. Cuando se trató de escoger una madrina, le pareció evidente: Cayetana era ya su madre, la abuela Carlota su madrina de nacimiento, ¿qué otra mujer, sino Marcelina, merecía tal distingo?

Todas las compañeras llegaron ese domingo al colegio de punta en blanco, de la mano de sus albas madrinas: tías, hermanas mayores, abuelas. Nadie dejó de volver la cabeza cuando Violeta se presentó con Marcelina. Vestida con su mejor atuendo, toda de gasa celeste, con su pelo azabache orgulloso en su tiesura, Marcelina Cabezas entró a la iglesia tomando la mano de su niña, pero su caminar estoico pareció derrumbarse con las miradas que le dirigieron, marcándola, punzándola, apartándola, quitándole este derecho que la había honrado tanto. Violeta enrojeció; de furia, me diría más tarde. Le apretó la mano a Marcelina, no se separó un centímetro de su lado durante toda la ceremonia y se quedó al chocolate caliente con galletas, sola con su madrina, sin una compañera -aparte de mí- que se le acercase en el vasto refectorio. Cuando ambas hubieron bebido sus tazas, Violeta tomó otra vez a Marcelina de la mano y cruzaron juntas el enorme comedor, entre la espesura de ojos y murmullos.

«¿Sabes, Josefa?», fue el único comentario posterior de Violeta, «si algún sentido tiene haber nacido en esta parte del mundo, es evitar la humillación de la otra parte, que es harto más numerosa. Mientras yo exista, nunca una Marcelina se sentirá desprotegida. Lo juro por mi vida.»

No dijo nada más.

(Muchos años después, el siquiatra que la atendía interpretó que su salvación ante tantas pérdidas había descansado únicamente sobre los hombros de Marcelina. Violeta sabía lo que era haber sido resguardada por su cariño y no le pareció raro que el asilo le fuese dado por la misma persona que le enseñó los elementos más básicos: el lenguaje, sus primeras palabras, sus primeros cuentos, su primera mirada al mundo. En las historias de Marcelina, en la explicación de su tierra y sus antepasados, en su tradición oral, Violeta aprendió de los espíritus tutelares. Y eso fue un arma que la ayudaría a resistir lo que iba a tocarle en sus próximas vidas.)

Me dice después, en la casa del molino:

– Era tan linda la revolución. Estaba tan a mano… Además, participaba el que lo quisiera. ¡Su gran capital es que cualquiera podía llegar a ser héroe! Y todos podían, a través de ella, ser personas, hasta los más pobres. Hoy, para ser alguien, el héroe debe empezar por el dinero, ése es el único capital que vale. El requisito sine qua non.

Más tarde escribió con esos dedos siempre llenos de tinta:

La revolución / la gran hembra: lo llenó todo, dio todas las respuestas. Era total.

*

Sin una dimensión utópica, lo efímero me envuelve, me atrapa y me dice que la vida es apenas esto: lo que veo y lo que toco. Nada más.

¿Es todavía posible la utopía?

Los avaros años ochenta, los llamó.

Me trajeron un té de manzanas de regalo desde Turquía. Invité a Violeta a compartirlo. Me acompaña a la cocina y mientras hiervo el agua, saco las tazas del aparador. He dispuesto la bandeja con el azucarero cuando mis ojos se fijan en la gruesa cerámica blanca de las tazas, atravesada por algunas grietas incipientes. El amarillo rojizo de la manzana se me dispara frente a la vulgaridad de esa loza.

– Ven, Violeta, acompáñame.

– ¿Dónde? Pero si íbamos a probar este té.

– No, no en estas tazas… Ven, vamos.

Nos subimos al auto. En diez minutos estamos en los grandes almacenes y Violeta me mira atónita mientras pido que me muestren un juego de porcelana.

– ¿No te parece un poco exagerado? -me pregunta.

– No, no hay exageración en la búsqueda de lo bello. Tú eres la primera en afirmarlo.

– Pero no de esta manera, nunca he querido decir esto.

– No importa. Todo debe ser perfecto.

Llevábamos las décadas grabadas a fuego sobre la piel, como el ganado. Repitió: esos avaros ochenta. El reventón de la avaricia, los llamé yo más tarde, cuando los noventa me dieron la perspectiva.

Ella se mecía en la hamaca entre los dos aromos, recogía las bolitas amarillas de su pelo en el invierno, mientras yo subía peldaños y peldaños en la escala del éxito, me forraba de gasa para los estelares, acumulaba cuentas de ahorro -tanto dinero ganado en los ochenta- mientras cantaba y dejaba mi alma para poder hacerlo, recibiendo aplausos de gira en gira, firmando contratos con la televisión, grabando nuevos discos. Pero en los teatros cantaba a Joan Baez. Para no entregarme, me decía, y me entregaba igual, con la fantasía de que no había claudicado del todo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Antigua vida mía»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Antigua vida mía» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Antigua vida mía»

Обсуждение, отзывы о книге «Antigua vida mía» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x