Marcela Serrano - Antigua vida mía

Здесь есть возможность читать онлайн «Marcela Serrano - Antigua vida mía» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Antigua vida mía: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Antigua vida mía»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

De la noche a la mañana, Violeta Dasinski se vuelve noticia a causa de una tragedia tan inevitable como providencial, y su amiga Josefa Ferrer -con los diarios de Violeta en la mano- empieza a contar su historia… es decir la de ambas.
Aunque Josefa, una exitosa y angustiada cantante chilena, es la narradora, a su voz y la de Violeta se agrega la de `nosotras, las otras` (madres, abuelas, bisabuelas), suerte de coro griego y testigo de la experiencia femenina a través de las generaciones.
El relato, en un vívido contrapunto, irá trazando las búsquedas a un tiempo paralelas y divergentes de Violeta y Josefa, desde la infancia común en el Santiago clasista y turbulento de los años sesenta hasta el `viaje terapéutico` a la ciudad de Antigua.
El amor y la traición, la sexualidad y el dolor, la utopía y la muerte, las perversiones de la modernidad y la tensión entre lo privado y lo público: las vidas de Josefa y Violeta dibujan, como en un huipil multicolor, los anhelos y conflictos de la mujer contemporánea.

Antigua vida mía — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Antigua vida mía», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La discusión continuó hasta que Andrés cambió la sintonía y adoptó ese tono de-hombre-a-hombre con que le gusta hablarme a veces. No volvió a pronunciar la palabra bulín, pero la idea no le hizo gracia.

– No, Josefa, no. Es una pésima inversión. Está carísimo. Ese edificio no es de construcción fina, tiene pésimas terminaciones. ¡Después no te lo va a arrendar ni comprar nadie! Y no hablemos de los gastos… ¿Y quién se haría cargo de él cuando andes de viaje? ¿Quién te haría el aseo? No te veo a ti en eso, terminarías metiendo a la Zulema en el departamento. Además, Josefa, no están los tiempos para tener metros cuadrados de más, con toda la gente pobre que hay, con el problema de los allegados… ¿No te parece frívolo comprar un departamento para estar unas pocas horas al día sola?

Típica frase de Violeta… Como si se hubiesen puesto de acuerdo.

Tardé aún varios días en darme cuenta de lo que pasaba con él y sentirme cercada. Todo adentro de la casa. Me quiere adentro, a cualquier precio. La casa y yo: unidas hasta que la muerte nos separe.

– Tiene razón en parte -me dice Violeta unos días más tarde-. Ya es bastante aguantar a una mujer famosa sin serlo él. Piensa que está obligado a quedarse con los niños cuando estás de gira, incluso con los que no son propios. Y soportarte siempre rodeada de músicos, rockeros, sonidistas, periodistas, ver cómo te vistes de lentejuelas para los estelares, cuando un millón de ojos escrutarán cada centímetro de tu cuerpo. No puedes exigirle tanto, Josefa. Si después de todo es un marido…

Cerré una pieza en el segundo piso, inutilizada por no tener luz, y mandé a hacer un sauna. Los demás creyeron que era afán de salud o vanidad, pero yo había descubierto que un sauna es como un baño: un lugar de absoluta privacidad. Iba a ser el único sitio donde nadie me dirigiría la palabra. La señora está en el sauna, diría Zulema al teléfono: ni siquiera tendría que mentir.

Instalé mi sauna. Me hice adicta.

Entonces vino lo del teléfono. Pedí una vez más que me cambiaran el número. Instalé una línea extra en el living de los niños, con el compromiso de que nadie la atendería sino ellos. La segunda línea sería para «la casa». Acordamos con Andrés no darle a nadie el número, sólo a la familia para alguna urgencia. Ambos contábamos con oficinas para ser ubicados. Con este sistema descansé por primera vez. El maldito timbre ya no sonaba y por fin podía disfrutar mi casa sin sus interrupciones, sin ese miedo constante a que me atrapasen en contra de mi voluntad. A mis amigos les decía, sin inmutarme: «Ya no tengo teléfono, déjame recado con mi secretaria.»

Pero cometí un error: darle a Violeta esa misma versión. No supe hacer las distinciones necesarias.

Trabajaba con Alejandro una mañana en mi oficina, revisando mis contratos, cuando la secretaria nos interrumpió:

– Violeta Dasinski quiere verla.

Me sorprendí. Era muy discreta y no llegaba a mi oficina sin aviso.

Estaba sentada frente a mi escritorio. Jugaba con un lápiz amarillo y no sonreía.

– Te traje una idea para tu próxima canción.

– ¿Sí?

– «The soul selects her own society. Then, shuts the door» [2]-recitó con su pronunciación perfecta-. Es de la Emily Dickinson.

– Bonito -comenté desconcertada.

Pedí café para ambas; tenía un leve presentimiento. Entonces se levantó -largas las faldas de Violeta, gruesas sus botas- y, mirando hacia afuera por la ventana, me espetó:

– ¿Te has fijado, Josefa, en tus niveles de voracidad?

Extraña la frase. Cuidadosa y cálida, ella no solía hablar así.

– ¿De qué estás hablando? -el tono defensivo en mi voz.

– De detalles. Síntomas. ¿Te has fijado en que fumas el cigarrillo hasta el filtro, como si fuera el último de tu vida?

– No me digas eso, sabes que no debería fumar -desvié la respuesta para apaciguarla.

– Y cuando tomas vino, ¿cuántas veces llenas la copa? Me refiero a cuando haces vida social.

– No me estarás acusando de alcohólica…

– No, por eso te especifiqué lo de la vida social. Y cuando llegas a la casa, tú misma me has contado que entras a la cocina y te comes una marraqueta entera, especialmente si estás a régimen…

– ¿A qué viene todo esto, Violeta?

– Llevo tres noches analizándote. Supe por tus hijos que era mentira que no tenías teléfono. No contaste con la complicidad de ellos con Jacinta.

– Ah, es eso.

Se me secó la boca de pura angustia. No resisto la idea de una pelea con Violeta, no la resisto.

– Violeta, lo siento. No me juzgues, por favor. Estoy exhausta.

– Estás siempre exhausta.

– ¡Es que no es fácil! No es fácil esto de ser… – no encontraba la expresión exacta.

– ¿Famosa?

– Me carga esa palabra…

– Pero es corta… y precisa.

No me daría tregua, lo sentí en el aire.

– Tú debieras entenderlo. ¡Tú más que nadie! ¡Cuántos años fui la hija de mi mamá que cantaba! Luego la estudiante de música que cantaba, después la madre de Borja y Celeste que cantaba, más adelante la profesora de música que cantaba, hasta que por fin he llegado a ser, lisa y llanamente, una cantante. ¿Crees que ha sido fácil?

– No, sé que no. Y nadie ha gozado más de tu éxito que yo. El problema es lo que la fama ha hecho contigo.

– Perdóname, pero exageras. No tengo quejas.

Lanzó una risa llena de ironía.

– Es que a ti nadie te dice nada.

– Quizás. Lo peor es que dudo de que me importe.

– Está claro que no. Siempre fuiste escéptica, eso no se lo cobro a la fama. Pero no creí que también tú fueras a dar ese salto tan clásico del escepticismo al cinismo -se interrumpe a sí misma con un gesto reflexivo, un gesto muy de Violeta cuando va embalada-. Creo que el éxito favorece intrincados caminos de inconexión, y tú ya te has internado en ellos.

– ¿Crees de verdad que me he convertido en una cínica?

Animada por su propia certeza, me respondió sin un quiebre en la voz:

– Yo comprendo, Josefa, que el cinismo funciona como una droga para distanciarse, un analgésico para no sentir el peligro de existir, hasta que te envenena. Al principio, no cabe duda, te alivió: pudiste burlarte de tus temores. Pero al final te ha intoxicado -vacila un instante, me mira-. Veneno acumulativo, morfina, cada vez dosis más altas, hasta que tu adicción se vuelve irreversible.

Se levanta. Toma su cartera y el abrigo, camina hacia la puerta y dicta su sentencia:

– Ojo, Josefa: el cinismo es una enfermedad de alto riesgo.

Quedé helada. No hice gesto alguno para retenerla. Que se fuera. Prendí uno de mis cinco cigarrillos diarios… que usualmente guardaba para otros momentos. Fumé con voracidad, como habría descrito Violeta.

Me sentía como una casa con sus rincones, recuerdos e intimidades que el otro nunca apreciará en su justa dimensión. Esa caja de madera azul que Roberto me envió una vez, llena de dulces de colores, grandes dulces con manjar y coco rallado: esa caja es mirada como un adorno y yo la miro como un objeto de amor. Mi legítima reserva es abrir la puerta de mi casa y dejar entrar a la gente en la justa medida de mi deseo: algunos al hall de entrada, otros hasta el salón. No más allá. Los dormitorios, la salita, los patios del fondo, son míos. ¿Qué dijo Violeta sobre los intrincados caminos de inconexión? No, no son caminos intrincados, es sólo que ha entrado a operar la reserva y allí no hay vulnerabilidad posible. Claro, es también un rasgo de pobreza interior, ¡qué duda cabe!, pero así estoy a salvo. Tengo derecho a cerrar mi casa. Sí, Emily Dickinson tiene razón: then, shuts the door.

Es cierto que para sobrevivir yo les asignaba a las personas una cierta dosis de maldad, probablemente superior a la que ya tenían. Así, me deslizaba fortalecida entre la turbulencia de las relaciones humanas. En cambio, Violeta no. Ella era naturalmente confiada y como tal se paseaba por la vida, leve, abierta, con menos carga que yo, ilusionada de encontrarse con lo mejor del otro. Hoy miro para atrás, y aunque la óptica se vuelve evidente cuando uno ya conoce el desenlace de los acontecimientos, afirmo -sin ninguna presunción de pitonisa- que Violeta estaba equivocada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Antigua vida mía»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Antigua vida mía» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Antigua vida mía»

Обсуждение, отзывы о книге «Antigua vida mía» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x