Péter Nádas - Libro del recuerdo
Здесь есть возможность читать онлайн «Péter Nádas - Libro del recuerdo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Libro del recuerdo
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Libro del recuerdo: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Libro del recuerdo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
“El libro que usted estaba esperando desde que leyó ‘En busca del tiempo perdido’ o ‘La montaña mágica’ – The New Republic
Libro del recuerdo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Libro del recuerdo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Estaba sentado entre dos maletas grandes y abultadas que tenían colgadas del asa etiquetas de Interflug, la Compañía de aviación de la Alemania Oriental, señal de que no se iba sino que acababa de llegar. Le puse en las manos mis dos pequeños bultos, agarré sus maletas y, sin malgastar más palabras, me encaminé hacia el aparcamiento. Cuando hube encontrado mi coche y cargado sus maletas, él llegó a mi lado con mis cosas. Me las dio, pero su cara conservaba aquella alarmante indiferencia.
A pesar de todo, ahora tenía un aire más decidido. Casi enérgico, dentro de la apatía. Había perdido aquella frivolidad que me había sorprendido en nuestro último encuentro. Una cara limpia, sin sombras. Casi como si ni él mismo habitara en ella. Como si hubiera dado vacaciones al Yo. Seco. No encuentro palabra mejor.
Tampoco mi coche estaba ordenado, y tuve que hacerle sitio. Poner cosas en el asiento de atrás. Procuraba actuar con rapidez y decisión, porque me parecía que de un momento a otro podía marcharse dejándome las maletas. Seguía del todo indiferente. Estaba y no estaba.
Una vez en la autopista, le ofrecí un cigarrillo; él rehusó y encendí uno para mí.
Dije que lo llevaría a su casa.
No; allí no.
Entonces adónde, pregunté.
No contestó.
No sé por qué, tuve que mirarlo. No era por su silencio. Yo sabía que no podía contestarme porque no tenía respuesta. Porque no había casa. Y cuando no hay casa no puedes hablar de ella. Pasábamos rápidamente bajo las farolas de la autopista y dentro del coche fluctuaba la luz, por eso tuve que mirar otra vez para asegurarme de que había visto bien. Estaba llorando. Nunca había visto llorar a nadie de aquel modo. Su cara permanecía quieta e inexpresiva. Lo mismo que antes. No obstante, de los ojos le salían gotas de agua que resbalaban a cada lado de la nariz.
Dije que iríamos a mi casa. Que mañana era Navidad. La celebraría con nosotros. No, nada de eso.
Quería decir algo simple y reconfortante y comenté que seguramente tendríamos una Navidad con nieve. Lo que me pareció una tontería, y opté por callar.
Exceptuando a mis hijos, nadie me había dado una impresión tan clara de depender de mí. Si hubiera tenido que salvarlo de morir ahogado o cortarle la cuerda del cuello hubiera sido distinto. Pero nada indicaba que estuviera cansado de la vida. La carcasa de su cuerpo aún vivía y no hacían falta gestos heroicos. Yo ignoraba qué podía haberle ocurrido, y no sentía curiosidad por averiguarlo. No tenía que salvarlo de nada. Uno nota cuándo puede preguntar y cuándo no. Él sólo necesitaba alguien que lo cuidara, y no me parecía tarea desagradable. En él se había extinguido todo sentimiento y este vacío me permitía ejercitar mis simples dotes prácticas.
Llegamos a la ciudad. Cada vez que paso por delante del grandioso edificio de la Academia Militar Ludovika, que fue escenario de la vida de mi padre, tengo que dedicarle por lo menos una mirada. Viene después la policlínica de la calle Ullöi, donde, en un quirófano del segundo piso, murió mi madre hace dos años. Y precisamente aquí, entre estos altos edificios, sentí la necesidad de decidir adonde íbamos. No lo miré.
Dije tan sólo que tenía otra idea. Pero necesitaba saber si le interesaba quedarse en la ciudad.
No, no le interesaba nada. Pero una cosa quería pedirme y era que no me preocupara. Que lo dejara en cualquier sitio, no importaba dónde. En el bulevar. Allí tomaría el tranvía.
Le respondí que eso ni pensarlo. Me parecía sospechoso lo del tranvía. Pero, si no tenía inconveniente en permanecer conmigo un rato más, haríamos un corto viaje. Él no respondió.
Pero después me pareció que una ligera emoción había vuelto a la cáscara vacía de su cuerpo. Empezaba a hacer calor en el coche. Es posible que me engañara esta sensación física; de todos modos, la solución me parecía fabulosa porque no podía ser más sencilla.
Mi abuelo paterno era rico, tenía molinos, comerciaba en granos especulaba en fincas. Hoy en día, el breve período de prosperidad económica que conoció Hungría a finales del siglo pasado, en el que se hacían grandes fortunas de la noche a la mañana, nos parece inconcebible. Y también incomprensible, ya que, desde la Edad Media, por causas diversas, la historia de Hungría es una sucesión de crisis económicas y largos períodos de penuria. Pero nos consta que aquel período existió, porque las escuelas en las que estudiamos, los hospitales en los que nos atienden y las alcantarillas que recogen nuestros desagües datan de entonces. Quizá no guste a todos el estilo ostentoso de aquellos edificios, pero todos gozan de las ventajas de su solidez. En aquella época, a principios de siglo, mi abuelo se construyó dos casas, una de verano, habitable también en invierno, en Svábhegy, en la que vivimos hasta que murió mi madre, y un hermoso pabellón de caza de aire romántico. Mi abuelo era muy aficionado a la caza enor y eligió para practicarla un lugar no muy alejado de la ciudad, junto al Danubio. Cazaba patos y pollas de agua en las marismas, y faisanes y liebres entre las dunas del llano.
No puedo revelar el nombre del lugar. Después se verá por qué. En realidad, debería hacer lo que los grandes clásicos de la novela rusa, que designaban los lugares con un asterisco. Así señalaban una población que poseía rasgos característicos que la hacían inconfundible que ocupaba un lugar concreto en el mapa y, no obstante, ellos podían situar en cualquier punto del vasto territorio. Para evitar los posibles inconvenientes de una eventual identificación, renuncio a dar más detalles. Sólo diré que, desde el kilómetro cero y viajando por carretera con buen promedio, se llega en una hora.
También he de agregar que en el antiguo pabellón de caza del abuelo vivían ahora mis tías Ella e Ilma, hermanas de mi madre, que en el cuarenta y cinco habían perdido su piso de la calle Damjanich durante un bombardeo. Por cierto, la casa seguía en ruinas a mediados de los años cincuenta. Nada más acabar la guerra se instalaron en el pueblo, y muy oportunamente al parecer. La cerradura había sido forzada, pero, por extraño que pueda parecer, habían desaparecido muy pocas cosas. Sólo las herramientas de jardinería del cobertizo y dos grandes tapices de la sala de trofeos del sótano, que volvieron a ver años después, hechos pedazos, cubriendo el suelo de unas perreras. El pueblo no fue ocupado ni por los alemanes ni por los rusos, que sólo lo habían atravesado. El saqueo fue obra de los mismos vecinos, que no habían tenido tiempo de dedicarse a él más a fondo, porque cuando llegaron las tías la población vivía horas turbulentas.
Varios días antes, tres soldados rusos, que habían quedado separados de su unidad, llegaron remando por el río, libre de hielo. Requisaron vino, aguardientes, pollos y patos y descubrieron una casa en la que vivían tres muchachas casaderas con su madre. Ni las hijas ni la madre tuvieron inconveniente en sumarse a la fiesta que se organizó con el producto de la requisa. En la casa se cocinaba, se comía, se bebía y se disparaba al aire alegremente. Estaba situada a un extremo del pueblo, en una húmeda hondonada, al pie de la colina del cementerio. Aún hoy los vecinos del pueblo hablan con mucha reserva de lo sucedido. Se dice que la fiesta duró dos días y dos noches, y que ni se molestaron en correr las cortinas de las ventanas. El pueblo parecía muerto. Al parecer, durante aquellos dos días nadie salió de su casa. A la segunda noche, alguien disparó por la ventana hacia el interior de la habitación. Los disparos venían de la colina del cementerio y eran de pistola y escopeta de caza. Los primeros proyectiles alcanzaron a una de las muchachas y a un soldado ruso, que se desangró, herido en el vientre. Sus dos camaradas contestaron al fuego. Aún se ven los impactos de las balas en las viejas lápidas del cementerio. La batalla era desigual, porque los rusos tenían las cartucheras casi vacías, después de haber estado disparando al aire. Les quedaban las municiones justas para cubrirse mutuamente mientras se retiraban hacia la orilla. Inmediatamente después, la madre se ahorcó de una viga de la buhardilla. Había comprendido el mensaje. Al día siguiente entró en el pueblo la policía militar rusa, que hizo un gran despliegue. La muchacha herida fue evacuada. Mis tías llegaron al pueblo por la tarde. Ni interrogatorios, ni registros ni detenciones dieron resultado. No se encontraron huellas ni armas. En un pueblo tan pequeño, casi todos sus vecinos son parientes. Para enterrar a la viuda fue necesario que los rusos destacaran a un par de hombres. Pero aún hoy el pueblo sigue sin querer saber quién disparó.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Libro del recuerdo»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Libro del recuerdo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Libro del recuerdo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.