Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta

Здесь есть возможность читать онлайн «Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La hormiga que quiso ser astronauta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La hormiga que quiso ser astronauta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando las preocupaciones podían extirparse con anguilas modificadas con Quimicefa, y tus amantes incluían a una pintora que era, literalmente, tu alma gemela, y a un ángel (bueno, un serafín) exiliado del Cielo. Cuando los repartidores de pizzas conspiraban para escribir tu biografía no autorizada, y una vieja grabadora trucada podía servir para recuperar y extraer sentido de las palabras dichas en una ruptura. Cuando La Muerte recorría la ciudad con una lista de víctimas que, si eras lo suficientemente rápido, podías alterar. Cuando las hormigas aspiraban a alcanzar las estrellas. ¿Lo recuerdas? ¿Sí? Ahora, ¡despierta!

La hormiga que quiso ser astronauta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La hormiga que quiso ser astronauta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Todas aquellas dudas eran sólo para descubrir si en realidad la amaba. Luego, si lo lograba y el resultado era positivo, me esperaban algunas más: ¿era mi amor uno de esos amores trágicos que soportan las mayores adversidades e inevitablemente desembocan en el suicidio? ¿Era uno de esos amores terrenales que se sustentan sobre el contacto carnal, la amaría de no poder tocarla, de contar tan sólo con la sensualidad de su mente? ¿La amaría si ella no me correspondiese, como aman los tímidos desde el último pupitre de la clase? ¿La amaba acaso con la velada intención de integrarme en la armonía del universo? ¿La amaba para desbaratar la posible eclosión en mi interior de tendencias homosexuales? ¿La amaba por ella misma, por sus cualidades y valores, o por lo que ella y yo pudiéramos formar, por la felicidad que pudiera depararme amarla?

Agité la cabeza, mareado. De todo aquello sólo podía sacarse una conclusión: si me acogía al avieso concepto que del amor tenía el hombre, nunca sabría si la amaba. Pero no valía escudarse en eso. Para ser sincero con ella y conmigo mismo, yo debía formarme mi propia idea del amor, lo que yo creía que debía ser el amor. Luego bastaría contrastar mis sentimientos con esa idea. Obtendría entonces la respuesta más aproximada que podía obtener jamás, la única que a la larga realmente importaba. El problema era que inventar mi propio baremo para medir el amor me llevaría una eternidad. Parecía infinitamente más tentador el sistema de ir indagando de cama en cama, felizmente amparado por una ignorancia de lo más conveniente.

Decidí simplificar un poco las cosas. Miré el teléfono y pensé: ¿y si no la llamo? ¿Y si no la llamo ni ahora ni más tarde, ni mañana, ni la semana que viene? ¿Y si no la llamo durante el resto de mi vida? ¿Qué podía pasarme? ¿Qué me ocurriría? Así, de entrada, no se me ocurría nada. Me sentiría un poco solo los primeros días, nada que no pudiese solucionarse con volver al ruedo de la noche, con pavonearme un poco por el Insomnio, halagar algunos ojos y aflojar la cartera con alevosía. La vida seguiría su curso inexorable. Descubrí que lo que sentía por ella no era amor, era demasiada poca cosa para ser amor. Ni siquiera el calvario al que Artemisa me sometió con su huida podía asegurar la existencia de amor en mi corazón. Aquella conducta mía se me antojaba ahora viciada por los clichés y los tópicos, algo así como una reacción conductista.

Resumiendo: había estado a punto de decirle a una chica a la que no quería que la quería.

Me encogí de hombros. ¿Ya está?, me dije, ¿así de sencillo? Parecía que sí. Acababa de ahorrarle a Coral y a mí mismo una relación fallida, y todo por un chicle. Sin embargo, no parecía en absoluto lógico que un vándalo atascacabinas supiera interpretar mis sentimientos mejor que yo mismo. Era tan absurdo que me obligaba a desdeñar todas las reflexiones anteriores y empezar de nuevo desde el principio, desde la desaparición de la moneda. Como no tenía intención de hacerlo, me obligué a creer que aquel chicle salvarrelaciones lo había puesto yo, que era el mismo chicle de hacía dos años. Era absurdo, lo sé, pero era la única forma de que el mundo pareciera lógico.

– Oiga, ¿piensa telefonear o no? -protestó alguien a mi espalda.

Le miré sin entender.

– ¿Va a usar el puñetero teléfono o no? -insistió.

Era un hombrecillo enchaquetado y tripón, uno de esos tipos que recorren las calles con un maletín y una estridente corbata de diseño como si la ciudad les perteneciera, cuando son ellos los que pertenecen a la ciudad. Era un ganador, rufianesco y torvo, convencido de que el mundo era incapaz de negarle nada. ¿Y quién era yo para llevarle la contraria?

– No -dije, cediéndole la cabina con una sonrisa de lo más cortés-. Llame usted.

Abandoné los aledaños del río, oyéndole maldecir a mi espalda, e ingresé de lleno en la vorágine de la mañana. El cielo lucía un azul luminoso y placentero, y no pude más que corresponderle con una sonrisa indómita. Me sentía rabioso por empezar, enormemente intrigado por mi futuro, que ahora más que nunca dependía de mí. De alguna manera, no efectuar la llamada me había hecho libre, un hombre sin pasado. Atrás quedaban muchas cosas, muchos aciertos y errores, muchos besos, muchas calamidades, casi veintiséis años de vida que ahora me costaba reconocer como míos. Había muchas cosas que recriminar. Me dolía en el fondo reconocer que yo había tenido algún parentesco con aquella hilera de yoes que, cogidos de la mano como esos monigotes de papel, formaban mi existencia. He sido tantos otros hasta concluir en éste, pensé, y tampoco éste será el definitivo, también de éste me tocará renegar. La transición permanente es el estado más noble del hombre.

Coral se apartaba de mi vida para vivir la suya y me asignaba un horizonte inmenso y misterioso donde todo era posible. Artemisa, Blanca, Coral… Aún me quedaba todo un abecedario de desconocidas en las que continuar buscándome, persiguiéndome, ordenándome, tal vez, ¿por qué no?, entendiéndome. Esperaba tan sólo no tener que aguardar hasta la z. El único nombre con z que me sonaba era Zenobia, y era hindú, y, a pesar de que como he dicho antes podía pasarme cualquier cosa, un viaje a la India tal vez fuera la excepción de la regla. O tal vez no. ¿Me esperaba en ese dobladillo del cielo que es el horizonte una desconocida que respondía por ese nombre? ¿Habría en alguna parte alguna chica llamada Zenobia esperando a que yo me cruzase en su camino? Podía ser. Lo mejor de todo era que no lo sabía y eso me mantendría vivo. La vida, como el alba, tiene la estructura de la promesa.

Respiré hondo aquel aire ultrajado por el aroma agrio de mis prójimos y me despedí de lo vivido, de aquella etapa conclusa de mi vida que se desprendía de mí como una hoja tocada por el otoño, una etapa absurda que ahora, sometida por la perspectiva, alcanzaba cierta apariencia lógica, una etapa que si se estudiaba con detenimiento lo mismo tenía sentido, una etapa que incluso podría escribir algún día.

Si no fuera porque otro ya la estaba escribiendo por mí.

Ignición

(epílogo)

A aquellas tempranas horas de la mañana, el Telepizza de mi barrio escaseaba de clientes y su personal se encontraba reducido a dos. Uno de ellos era una chica regordeta y feúcha, que en aquel momento estaba reclinada sobre la barra, abotargada de sueño. El otro era el tipo que buscaba. Se encontraba en una de las mesas del fondo, tecleando reconcentrado en una máquina de escribir eléctrica, aislado del mundanal ruido por las mamparas de la inspiración. Apenas unos segundos después de divisarle, se reclinó hacia atrás con una sonrisa de satisfacción y extrajo de un tirón triunfal el folio de las fauces de la máquina. Le observé releerlo asintiendo ligeramente con la cabeza, contento de cómo le había quedado.

Espabilé a la chica de la barra con la compra de unos buñuelos y avancé hacia él sin prisas, dando cuenta de mi desayuno. Se percató de mi llegada cuando ya casi había alcanzado su mesa. Estaba claro que no esperaba aquella jugada por mi parte. Ahora yo era el fisgón, el que miraba vivir. Observé su reacción con una sonrisa conmovida en los labios, como quien contempla las gracias de uno de esos perritos enanos. Su reacción fue la siguiente: nada más verme, sufrió una especie de rigor mortis brevísimo, un envaramiento de miembros y una palidez en el rostro que apenas duró un par de segundos. Luego trató de proteger o esconder sus papeles con un par de manos crispadas, hasta comprender lo vano de la empresa. Finalmente se reclinó hacia atrás en el asiento y adoptó una expresión entre abnegada y expectante. Comprendí que en el fondo deseaba que yo viese el contenido de la mesa, se sentía orgulloso de él y buscaba mi aprobación.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta»

Обсуждение, отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x