Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta

Здесь есть возможность читать онлайн «Félix Palma - La hormiga que quiso ser astronauta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La hormiga que quiso ser astronauta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La hormiga que quiso ser astronauta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando las preocupaciones podían extirparse con anguilas modificadas con Quimicefa, y tus amantes incluían a una pintora que era, literalmente, tu alma gemela, y a un ángel (bueno, un serafín) exiliado del Cielo. Cuando los repartidores de pizzas conspiraban para escribir tu biografía no autorizada, y una vieja grabadora trucada podía servir para recuperar y extraer sentido de las palabras dichas en una ruptura. Cuando La Muerte recorría la ciudad con una lista de víctimas que, si eras lo suficientemente rápido, podías alterar. Cuando las hormigas aspiraban a alcanzar las estrellas. ¿Lo recuerdas? ¿Sí? Ahora, ¡despierta!

La hormiga que quiso ser astronauta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La hormiga que quiso ser astronauta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Acudí a aquel espejo con un ansia desmedida de saber, de comprender, de obtener el nombre exacto de las cosas. Recurrí a aquel azogue para leer en mí reflejo aquello que no tenía fuerzas para decirme, para mirarme desde fuera, para saber qué era yo, qué la vida y qué el resultado de unir ambas cosas. Y vi en el espejo un niño con una espada de luz y una gorra de Star Wars , una imagen incorrecta, equivocada de pies a cabeza. Comprendí entonces que yo habitaba un mundo que pronto dejaría de tener validez, un mundo que tarde o temprano debería abandonar para ingresar en el mundo de papá y mamá y los trajes color café, un mundo que se adivinaba horrendo, absurdo, que estaba tan lleno de otras cosas que no había sitio para las películas de Star Wars , ni para los cómics, ni para nada que no fuese práctico y razonable. Un mundo que no quería.

Comprendí ante aquella imagen que ahora sabía eventual, autorizada no sabía por qué extraña piedad de mamá, que sólo podía hacer dos cosas: repudiarme o aceptarme. Y elegí. En aquella tibia penumbra que reinaba en el cuarto de mis padres, vislumbré las distintas formas de enfrentar el futuro y elegí.

Aquel huracán atronador había desenterrado del lecho de mi mente un racimo de imágenes que yo había ido ocultando nada más recibir, evitando el dolor de mirarlas: todas las veces que Wenceslao se había quitado su gorra de Star Wars ante las chicas de la playa, aquellos días en que parecía ausente de nuestros duelos, que ya no quería que se produjesen más que en la parte trasera del jardín de su casa… Wenceslao, como Vader, se había dejado seducir por el reverso tenebroso del mundo, había aceptado lo inevitable sin una sola queja. A mí no me cogerían tan fácilmente.

Subí a la cama de mis padres, alcé la espada de Wenceslao por encima de mi cabeza con ambas manos, cerré los ojos y mascullé una larga lista de promesas: renuncié a crecer, repudié el mundo de los adultos, aseguré que nunca haría conmigo lo que había hecho con Wenceslao, convoqué a los ángeles y las sirenas, a la fantasía y la imaginación, a todo el poder de los niños para que penetrara en mi cuerpo como un espíritu protector y no me dejara nunca. Con un gesto denodadamente épico, hinqué luego la espada en el colchón -más o menos a la altura de la entrepierna de papá- y arrojé al espejo una mirada desencajada, donde convivía el miedo más atroz con el deseo más poderoso. Unos ojos supervivientes, una expresión obcecada, una mirada suplicante que perdí hace años en el espejo de mis padres y encuentro hoy en el espejo de un fotomatón sonámbulo. Una mirada atada a una promesa. Una promesa atada a una persona.

Deseé abandonar la cabina de inmediato, de repente sus angostas dimensiones me asfixiaban. Y era inútil seguir esperando a la pelirroja, ¿no? Sabía que no vendría. La pelirroja como tal ni siquiera existía. La desconocida de mis fotos era a un tiempo muchas y ninguna. Había una pelirroja distinta en cada instantánea, en algunas de ellas ni siquiera podía afirmarse que la chica que aparecía al fondo fuese pelirroja; en otras era simplemente un bulto difuso a lo lejos, un codo anónimo, una sombra que podía ser la de cualquiera… La pelirroja en cuestión, la pelirroja de mi corazón, mi pelirroja, era una invención de mi mente. Sí, un producto de mi imaginación, otro más. Y aquello sólo era el principio. El principio de un etcétera largo y aterrador que la negación de la pelirroja había comenzado a desgranar sobre mí, un disparatado desfile de fantasmas que Javi encabezaba alegremente, vestido de gorila y agitando un banderín grotesco.

Descorrí la cortina y salí, trémulo, aturdido, a la luz del alba, al mundo de los mayores. Como balas de heno, un millón de fotos mías tamaño carnet se agolpaban en torno a la cabina. Me abrí paso entre ellas tambaleándome, como si hubiese recibido un navajazo en las entrañas, hasta alcanzar la farola más cercana, a la que tuve que asirme para no desplomarme. El descubrimiento de aquella promesa lejana, bajo cuyos efectos había estado viviendo casi quince años, me había sumido en una especie de estado de shock. Aquello explicaba muchas cosas, demasiadas. Aquello lo explicaba todo. Explicaba por qué me había negado a ver las continuaciones de Star Wars a pesar de que me moría por hacerlo, explicaba por qué ninguna chica me duraba demasiado, explicaba por qué mi padre había desistido casi enseguida de inculcarme su doctrina de la vida a pesar de ser su único hijo, figurándose que para conducir mi crecimiento se necesitaba la habilidad propia de un cuidador de bonsais. Explicaba tantas y tantas cosas, muchas más de las que en aquel momento quería entender. No quería parecer apocalíptico, pero aquello era el fin del mundo tal y como lo conocía…

Coral había dado en el clavo: en el mundo no existían las sirenas ni los ángeles y La Muerte vivía dentro de nosotros esperando el momento de salirnos por los ojos y Javi no era otra cosa que el revulsivo contra una infancia demasiado solitaria. El mundo de verdad, el mundo auténtico era tal y como yo había reconocido el día de mi examen, y era un mundo desolador e injusto, lleno de trabas indispensables, lleno de dolor, un dolor del que ninguna anguila psicodélica me rescataría. Y si yo veía algo diferente a eso, tenía un enorme problema.

Coral se había aproximado bastante a la verdad, después de todo. El enemigo se encontraba en mi propia cabeza, tal y como me había advertido la noche de su regreso, una especie de emisor de interferencias alojado en mi cráneo que no sólo no nos dejaba amarnos, sino que había demostrado que podía tener consecuencias terribles. Sin embargo, yo no podía pararlo. Yo, a pesar de no estar loco, era incapaz de verlo. Para llevar a cabo su misión de la forma más eficiente posible, aquel mecanismo, nacido de una temeraria promesa infantil, se había visto obligado a refugiarse en algún recóndito doblez de mi cerebro, desde el cual había ido emitiendo su influjo con absoluta inmunidad, distorsionando mis percepciones sin yo saberlo, siguiendo una lejana e irrevocable orden que yo mismo le había dado para prevenir los golpes que me depararía el futuro, una especie de póliza psíquica que no recordaba haber firmado.

Ahora, el episodio de la pelirroja había puesto de manifiesto la compleja maquinaria al completo, ésa que yo había estado tratando de desactivar desde dentro, como un infiltrado, sin demasiado éxito. Había usado su propio poder de distorsión para transmutar unas oposiciones cualesquiera -como había transmutado a Sara en Sariel, la marcha de Wenceslao en Javi, mi primer bosquejo del amor, blanco y casto, en una sirena asexuada llamada Leia, el vino en sangre y el pan en verbo- en unas ficticias convocatorias a la madurez, donde conseguir un aprobado, única forma de detener el artefacto. Un plan, como se había visto, de lo más desastroso. El certificado había resultado insolvente. El mundo que yo veía continuaba siendo, usando las palabras de Coral, una rudimentaria Disneylandia. Había sido un encomiable intento por mi parte, una bonita forma de sacrificio amoroso, pero condenado de antemano, algo parecido a combatir el tifus con el bacilo de Koch.

Una vez desvelada la máquina culpable, había resultado sin embargo de lo más fácil apretar el botón de apagado. Podía decirse que, al aceptar que ninguna desconocida de pelo rojo irrumpiría nunca en el fotomatón, le había dado sin querer con el codo. Y las interferencias desaparecieron abruptamente, mostrándome el mundo tal cual era, sin tapujos, en toda su crudeza. Había tenido lugar ante mis ojos un efecto similar al que se produce en una de esas transparencias de anatomía insertadas en las enciclopedias, cuando se retiran las sucesivas capas de órganos y sistemas, desabrigando la figura, prescindiendo de la frivolidad de la piel, hurtándole el hígado, los pulmones, el bazo, arrebatándole todo cuanto encubre la ineludible verdad de los huesos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La hormiga que quiso ser astronauta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta»

Обсуждение, отзывы о книге «La hormiga que quiso ser astronauta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x