Sergio Pitol - Cuentos
Здесь есть возможность читать онлайн «Sergio Pitol - Cuentos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Cuentos
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Cuentos: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuentos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Cuentos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuentos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Si mi recuerdo de la novela se confundía con la imagen de una reclusión total del escritor, su aislamiento, se debe en buena parte a que una de sus frases "se debe morir para la vida si se pretende ser cabalmente un creador" ha sido citada mil veces para ejemplificar la decisión del escritor a no comprometerse más que consigo mismo.
Aunque tal actitud termine por ser desechada por Tonio Kröger no deja de ser sorprendente encontrar un eco suyo en las reflexiones de vejez del propio Mann. Sus páginas autobiográficas muestran el asombro ante su popularidad; la calidez con que se ve tratado por familiares, amigos y aun por extraños le parece no avenirse con la reclusión que le ha sido necesaria para cumplir su tarea. La reacción del viejo Mann resulta mucho más convincente que la confesión final de Kröger donde el amor a lo humano reviste un tono declamatorio y programático que no llega a tocar el fondo de la compleja relación entre escritura y vida. "Te alejas de ti mismo cuando te acercas a ti mismo… -dice Navarro-. Escribir es hacerse pasar por otro."
No concibo a un novelista que no utilice elementos de su experiencia personal, una visión, un recuerdo proveniente de la infancia o del pasado inmediato, un tono de voz capturado en alguna reunión, un gesto furtivo vislumbrado al azar, para luego incorporarlos a uno o a varios personajes. El narrador hurga más y más en su vida a medida que su novela avanza. No se trata de un ejercicio meramente autobiográfico; novelar a secas la propia vida resulta, en la mayoría de los casos, una vulgaridad, una carencia de imaginación. Se trata de otro asunto: un observar sin tregua los propios reflejos para poder realizar una prótesis múltiple en el interior del relato.
Haga lo que haga, el novelista seguirá escribiendo su novela. No importa que otros trabajos no literarios le carcoman el tiempo. Se concentrará en su relato y lo hará avanzar en una que otra hora libre, durante los fines de semana, o las vacaciones, pero, aunque ni él mismo lo advierta, estará en todo momento implicado secretamente en su novela, inserto en alguno de sus pliegues, perdido en sus palabras, empujado por "la urgencia de la ficción misma, que siempre tiene un peso no desdeñable", para emplear una expresión de Antonio Tabucchi.
Puedo imaginarme a un diplomático que fuese también un novelista. Lo situaría en Praga, una ciudad maravillosa, ya se sabe. Acaba de pasar unas vacaciones largas en Madeira y asiste a una cena en la Embajada de Portugal. La mesa es de una elegancia perfecta. A la derecha del escritor se sienta una anciana dama, la esposa del embajador de un país escandinavo; a su izquierda, la esposa de un funcionario de la Embajada de Albania. El tono de la embajadora es autoritario y decidido; habla para ser escuchada en todo el sector de la mesa que queda a su alcance. El escritor comenta que le ha ganado dos meses al invierno, que recién llega de Madeira. Pero apenas ha empezado a hablar cuando ella le arrebata la palabra para decir que los mejores años de su juventud los pasó precisamente allí, en Funchal. Comenzó el discurso no por los jardines de la ciudad, ni la belleza de las montañas, el paisaje marítimo, la bondad del clima, o las virtudes y defectos de sus pobladores, sino por la hotelería. Afirmó que el turismo en Madeira fue siempre muy exclusivo y como ejemplo de distinción comentó que en el Reads servían el té con unos bocadillos de pan oscuro con una capa de mantequilla y rebanadas de pepino, como era lo verdaderamente chic en el siglo pasado; habló largamente de su estancia en aquellos parajes donde vivió durante la guerra; dijo que su padre había sido siempre un hombre previsor, de manera que cuando el conflicto pareció inevitable decidió trasladarse con su familia a Portugal, primero a Lisboa y después a Madeira, donde se instalaron en firme.
– Así fue -siguió-, tan excesivamente previsor que pasamos cinco años fuera de casa sin que nuestro país se decidiera nunca a declarar la guerra. Madeira parecía quedar fuera del mundo; la correspondencia y los periódicos se recibían con tanto retraso que cuando llegaban las noticias ya eran viejas y una no podía afligirse demasiado. Nos instalamos en Funchal, lo que ni siquiera vale la pena mencionar, ¿en qué otra parte de la isla hubiéramos podido hacerlo? -los invitados a su alrededor comían y asentían; sólo les estaba permitido intercalar de cuando en cuando algún comentario de asombro o de asentimiento, en todo caso alguna pregunta fugaz que le diera pie a la mujer para continuar el monólogo. Habló del paseo que hizo una vez acompañada por su madre para saludar a unos compatriotas que pasaban momentos poco felices. Vestía esa tarde un vestido de Molyneux absolutamente maravilloso, de chifón de seda, una combinación de flores lila sobre fondo ocre, una falda plisada, que había necesitado metros y metros de tela para su confección. Esa tarde conoció a quien sería su futuro marido, e hizo un gesto vago hacia el otro extremo de la mesa, donde estaba el embajador, sumido en un silencio sombrío. Por un momento el escritor se quedó perplejo; algo en el rostro de aquel hombre se había transformado durante las vacaciones-. Atravesamos Funchal hasta llegar a un palacete muy venido a menos, en las afueras, en cuya terraza dos jóvenes vendados y enyesados casi de la cabeza a los pies yacían tendidos en unas tumbonas respirando el aire del mar; ambos convalecían de un accidente. Vivían allí con sus padres, una hermana y una enfermera inglesa de planta, que los atendía. Pertenecían a una familia muy antigua de mi país, sí, gente de lo mejor, con un gran capital depositado en bancos de distintos países, aunque nadie hubiera pensado eso al verlos; era una casa con pocos muebles, todos de una fealdad escalofriante; el jardín se había enmarañado y en las partes no invadidas por la maleza se veían fosos enormes, como cráteres de volcán.
La atención de los comensales se fue diluyendo. Al advertir las señales de desbandada la anciana levantó aún más la voz y lanzó miradas de reprobación a los desertores, pero fue derrotada; las conversaciones en grupos pequeños o en parejas se habían esparcido. Resignada, se dirigió ya exclusivamente a él, insinuándole que debía considerar un privilegio oír esas intimidades y las memorias de un lugar que ella consideraba como coto vedado a los extraños.
– Me acerqué a las tumbonas donde reposaban los jóvenes -prosiguió- y uno de ellos, Arthur, levantó con rapidez el brazo parcialmente enyesado y con la mano libre se asió de mi gran hebilla de porcelana color ladrillo y me atrajo hacia él; gemía y jadeaba, el dolor del esfuerzo debía ser tremendo. "Un súbito rapto de pasión amorosa", comentó más tarde mi madre, que era muy sagaz. Puede que lo haya sido, pero yo pienso que esa pobre y maltrecha criatura se había alegrado de ver frente a él a una mujercita impecablemente vestida, envuelta en telas de hermosos colores, ya que ante sus ojos siempre tenía a su madre y a su hermana, la enfermera no cuenta, quienes se presentaban allí y en todas partes vestidas como presidiarias, y, eso, se lo puedo decir, era casi un delito en Funchal, cuya elegancia rivalizaba con la del propio Estoril. ¡Qué salones, qué terrazas, qué maravillosos garden-parties! Mi mayor entretenimiento en las fiestas era adivinar las firmas. ¿Por quién viene vestida la princesa Ratibor? ¡por Schiaparelli!, ¿y la sobrina del general Sikorski? ¡por Gres!, y eso la convertía en una escultura griega. ¿Y la riquísima Mrs. Sasseson? ¡Nada menos que por Lelong! ¡Sí, señor, por el propio Lucien Lelong! Mi madre y yo nos dedicábamos a detectar en esas fiestas cuál era un Balmain, un Patou, o un Lanvin auténticos, y cuáles las copias confeccionadas por las prodigiosas costureras de la isla. Se vivían momentos de esplendor. Era necesario tener el Gotha al alcance de la mano para no correr altos riesgos; con los títulos centro-europeos y los balcánicos una podía desbarrancarse a cada paso. De las muchas heridas de Arthur la única verdaderamente grave era la de la rodilla; la tenía hecha trizas debido a una explosión de dinamita. Por eso el pobre aún ahora camina como camina y no a causa de una ciática como a él le gustaría hacer creer, menos aún por ataques de gota como ha propalado la doctora finlandesa. Sí, Arthur se enamoró de mi hebilla, le encantaba el color; me pidió que la llevara puesta con cualquiera de mis vestidos. Le parecerá poca modestia de mi parte, pero la hebilla de mi cinto lo hizo volver a caminar; comenzó a levantarse; claro, se caía casi siempre, aullaba de dolor; le gritábamos entre aplausos que nada se podía aprender sin sufrimiento. Y ya lo ve, ¡como un potrillo! De no ser por mí tal vez seguiría aún postrado en su tumbona.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Cuentos»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuentos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Cuentos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.