Sergio Pitol - Cuentos
Здесь есть возможность читать онлайн «Sergio Pitol - Cuentos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Cuentos
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Cuentos: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuentos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Cuentos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuentos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
¡Pero no todo fue silencio y quietud en la noche de Bujara!
Se iniciaba el mes de noviembre. Finalizaba en el Uzbekistán la cosecha de algodón y en sus ricas ciudades se celebraban las bodas. Hubo un momento en que Bujara se hundió en el estruendo y la locura. Y fue entonces, al contemplar una de las procesiones nupciales, cuando debí sentir el aleteo, su primer roce, sin lograr siquiera precisarlo, de una historia ocurrida veinte años atrás cuando Juan Manuel y yo conversábamos en Varsovia con una pintora italiana, una mujer más bien detestable, y le sugeríamos viajar a Samarcanda. Ahora advierto que debió ser Bujara la ciudad que teníamos que recomendarle; todo lo que entonces inventábamos para animarla se me antoja posible en Bujara. Cuando le hablábamos de Samarcanda lo que de alguna manera se bosquejaba en nuestra imaginación era la otra ciudad.
Mientras recorríamos callejones en nuestro intento de llegar al centro de la ciudad, el verdadero ombligo del Universo al que seguramente se refería el teósofo, Kyrim contaba con fruición historias atroces oídas en casa de amigos de su padres; con toda seguridad esos relatos se vienen transmitiendo de generación en generación y así pasarán a los siglos por venir; tratan de crímenes espeluznantes, de cadáveres descuartizados de modo complicadísimo. La fruición del narrador revela esa crueldad que posee en los más insólitos momentos a las tribus del desierto; pero, como los de Las mil y una noches, tales relatos carecen de sangre real, son una especie de metáforas de la fatalidad, de las cuitas y fortunas que integran el destino humano (¡porque Alah será siempre el más sabio!) y en vez de empavorecernos nos crean una especie de soltura, de reposo.
No es difícil que cuando Issa, la pintora italiana, hizo el viaje al Asia Central haya conocido Bujara. Es posible que haya contraído allí la enfermedad que le arrebató la razón y de cuyos detalles nunca logramos enterarnos del todo.
III
Le contábamos historias cuya extravagancia las más de las veces la exasperaba, aunque algunas la divertían. Le hacíamos olvidar sus estúpidos conflictos sentimentales con Roberto, el estudiante venezolano de quien inexplicablemente se había hecho amante. Una cosa era que se acostase con él y otra que lo llevara a todas partes, le hiciera decir sus estupideces y aun se las celebrara. Pero si ya eso era absurdo, más lo era que Roberto respondiera a tal pasión. Aquella mujer neurótica, amarga y rapaz no tenía la menor relación con las jóvenes rubias de carita redonda con quienes se le veía siempre: las alegres meseras de una cervecería situada no lejos de la Plac Konstitucij.
Cuando Juan Manuel vino a Varsovia nos reuníamos a conversar en el pequeño café interior del hotel Bristol. Hubo un momento, después de conocer a la pintora, en que casi dejamos de frecuentarlo; Issa bebía demasiado, hablaba demasiado; lo único que le interesaba era contar su vida, repasar sus glorias pasadas (¡que suponíamos falsas!) y en determinado momento hacernos escuchar la retahíla innumerable de agravios que guardaba contra Roberto, el cual prometía pasarla a recoger y casi siempre la dejaba plantada.
Antes de tratarla, la había visto algunas noches cenar en el restaurante del Bristol. Siempre sola. Con un aire desolado y a la vez cargado de desprecio hacia el mundo circundante. Fui enterándome al azar de ciertas circunstancias. Era una mujer muy rica. Estaba emparentada con grandes industriales del norte de Italia. Pintaba. O más bien había pintado en tiempos pasados; había expuesto en varias galerías importantes de Europa (lo que le había costado una fortuna). No se sabía con exactitud qué hacía en Polonia. Al parecer había llegado en persecución de un amante varsoviano; luego había continuado en el país por inercia. Tal vez temía volver al seno de la familia y a su ciudad cargada de fracasos y esperaba que el reconocimiento a su obra ocurriera por milagro. Un día la encontré sentada con Roberto, a quien yo conocía vagamente. El venezolano se levantó a saludarme con una afabilidad que debió parecerme sospechosa. Me llevó a la mesa y me presentó a su amiga. Anunció que debía salir por unos minutos y nos dejó solos. Esperamos hasta que el restaurante cerró, pero él no pasó a buscarla. A partir de ese momento no logré quitármela de encima. Me convirtió contra mi voluntad en su confidente, en su auditorio. El cansancio que me producía era de lo más agobiante.
Los celos comenzaron a perturbarla de modo alarmante. Lloraba en público, hacía escenas. Un día se presentó con aire menos tétrico que de costumbre y nos anunció que estaba decidida a curarse de ese amor que le daba tan pocas satisfacciones. Consideraba que la mejor manera era poner la distancia de por medio. No, no creía que hubiese llegado el momento de volver a Italia; se trataba de viajar, de conocer nuevos lugares, y ese día, al pasar por la oficina de la Wagons Lit no había podido contenerse. Había reservado un boleto para sumarse a una excursión que recorrería Moscú, Kiev y Leningrado. Llegó con unos cuantos folletos turísticos en la mano. Volaría a Moscú en unas tres semanas. Explicó que no trabajaba bien, que se había empeñado en un gran óleo que podía ser su obra maestra, pero que la desgana la había vencido de repente, la estrechez de su estudio la ahogaba; además, la grosería de Roberto, quien se había ido a las montañas sin tomarse siquiera la molestia de avisárselo, salvo en el último momento y eso por teléfono, la había abatido más de lo que hubiera podido imaginar. Cuando regresara no la encontraría en Varsovia; estaría en la estepa. El viaje iba a ayudarla a recobrar la energía necesaria para romper con aquel patán y volver a trabajar con el rigor al que decía estar acostumbrada.
Juan Manuel comenzó a hojear uno de los prospectos turísticos: anunciaba el itinerario que Issa había elegido y otro que incluía varias ciudades más, entre ellas Samarcanda. A toda página, en color, se veía una foto del conjunto de Registán.
– ¿Y eres capaz de no haber elegido esta ruta? -exclamó, después de leer unos párrafos del folleto-. ¿Por falta de dinero o de curiosidad? ¿Sabes si tendrás acaso otra oportunidad de viajar a esos lugares? ¡Piénsalo un poco! ¿Sabías que Samarcanda es contemporánea de Babilonia? ¡La única ciudad de su tiempo que se mantiene hasta el día de hoy habitada! Samarcanda es un lugar donde ocurren cosas extrañas. ¿Te acuerdas de Feri, el pianista húngaro que vivía el año pasado en Dziekanka? Fue a pasar las vacaciones de verano con unos compañeros suyos originarios de aquellas regiones. A su regreso contó cosas alucinantes.
Comenzamos a hacer uso de toda la utilería que yace en nuestros desvanes cuando tratamos de referirnos a ese tipo de sitios, mezcla de lugares comunes, de visiones fáciles, de imprecisiones que confunden el Cáucaso con Bizancio, Bagdad con Damasco, el Cercano con el Lejano Oriente, y a hablar de príncipes yakutios y samoyedos, de ritos bárbaros y refinamientos atroces que tenían por escenario Samarcanda y por informador y protagonista al joven Feri, el cual había vivido experiencias extraordinarias desde el momento en que bajó del tren y descubrió que los amigos que debían recibirlo, sus viejos compañeros del conservatorio de Budapest, no estaban en el andén; en cambio, un anciano y un joven de bigote espeso con capas de cuello de astrakán, gorros de la misma piel y botas de cuero negro hasta las rodillas, parecían estudiarlo con detenimiento como si trataran de reconocerlo, de identificarlo. Feri pensó que podrían ser familiares de sus amigos que por alguna causa imprevista los sustituían en el recibimiento, se les acercó y les preguntó en un ruso bastante rudimentario si habían ido a esperarlo; les aclaró que era Feri Nagy, y dio el nombre de los jóvenes que estudiaron con él en Budapest. Le contestaron afirmativamente en ruso; luego mantuvieron entre sí un diálogo escueto, que a él le pareció excesivamente formal, en su lengua. El más joven tomó la maleta y con gesto ceremonioso lo invitó a seguirlos.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Cuentos»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuentos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Cuentos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.