Alberto Vázquez-Figueroa - Piratas

Здесь есть возможность читать онлайн «Alberto Vázquez-Figueroa - Piratas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. ISBN: , Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Piratas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Piratas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Piratas es la novela de aventuras en estado puro: el género que ha convertido Alberto Vázquez-Figueroa en el autor español número uno en ventas. Narra una extraordinaria historia repleta de acción, emociones e intriga protagonizada por un viejo corsario británico y un jovencísimo buscador de perlas español al que las circunstancias conducen hasta el barco del temido Jacaré Jack. Los combates en alta mar, los peligrosos juegos de la astucia, el destino de una familia de españoles afincada en el Caribe de la época de la trata de negros y la corrupción generalizada de las autoridades coloniales constituyen el transfondo de una trama trepidante, como corresponde a una de las mejores novelas de su autor.

Piratas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Piratas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

A mitad de la calle Sebastián topó con el enorme letrero que anunciaba que allí se alzaba la famosísima taberna de Los Mil Jacobinos, y la curiosidad fue en esta ocasión más fuerte que cualquier otro sentimiento, por lo que decidió echar un vistazo a la mesa — que jamás había vuelto a usarse — sobre la que corrieran los dados que enriquecieran y arruinaran en una sola noche al infeliz Vent en Panne.

Allí estaba, sólida y maciza sobre un pequeño estrado de oscura caoba, y al enfrentarse a ella cabría suponer que se admiraba un absurdo y muy peculiar monumento al más puro espíritu de la piratería, puesto que aquel simple mueble representaba todo lo que de innoble y grandioso podía encontrarse en el corazón de quienes habían elegido el más arriesgado y denostado de los oficios conocidos.

Más que un cañón, un sable o una negra bandera adornada con tibias y calaveras, aquella histórica mesa venía a demostrar que ser pirata significaba tener el coraje suficiente como para arriesgar hasta el último maravedí o la última gota de sangre en un simple juego.

Con lo que había ganado, y había perdido, sobre aquel desgastado tablero el malogrado Vent en Panne en una sola noche, veinte hombres habrían podido vivir sin agobios hasta los cien años, pero contaban los que lo vieron, que en el momento de desprenderse al fin de su bastón de puño de oro, su bordada camisa y su casaca, el impasible francés se limitó a musitar con una alegre sonrisa en los labios:

— ¡Joder, qué noche!

A ello se debía sin duda el hecho de que más que al astuto Francis Drake, el valiente sir Walter Raleigh, el malvado L'Olonnois, el encantador Chevalier de Grammont o el invencible Henry Morgan, los hombres de Port-Royal ensalzasen al infortunado Vent en Panne como el más respetado de sus héroes, paradigma de cuanto habían soñado ser en esta vida.

Se aproximó para extender la mano hacia la mesa, pero una pelirroja que se dejaba besar el cuello por un cliente demasiado excitado, le advirtió histéricamente:

— ¡No la toques! No la toques si no quieres que la desgracia te persiga hasta la horca.

— ¡Dios me libre! — replicó apartando rápidamente la mano —. ¿Así es la cosa?

— ¡Así! — replicó la atractiva ramera apartando por un instante al pegajoso besucón —. Pero si quieres que la suerte te acompañe, échale unas gotas del mejor ron y dedícale un amable pensamiento al Gran Jugador.

Sebastián pidió una jarra «del mejor ron», esparció unas gotas sobre la mesa y luego tomó asiento en el más apartado rincón de la amplia sala, a observar el trajín de putas y borrachos que iban y venían, entraban y salían, con tal ansia de apurar el placer que allí se vendía o alquilaba, que podría creerse que la mayoría de ellos estaban convencidos de que aquélla sería, quizá, la última noche de sus vidas.

Al rato descubrió que de una viga del rincón más alejado pendía una gruesa soga con el clásico nudo de horca, por lo que tomó de la muñeca a la atareada moza que pasaba por delante de él cargada de jarras, para inquirir señalando hacia lo alto:

— ¿Qué significa eso?

— Que si no te apresuras a dejar que el ron te corra libremente por el gaznate, mañana tal vez sea tarde, porque un nudo como ése te lo puede cerrar definitivamente.

— Un poco macabro, ¿no te parece?

La atareada mujeruca hizo un brusco gesto hacia el malencarado tabernero que limpiaba vasos tras el mostrador para señalar con acritud:

— ¡Cuéntaselo al cojo! Pero te advierto que al último que protestó lo colgó de una pata hasta el amanecer.

Siguió su camino y Sebastián se limitó a beber en silencio hasta que la exuberante pelirroja, que parecía haberse cansado de las escasamente productivas atenciones de su entusiasmado admirador, acudió a tomar asiento frente a él.

— ¡Hola! — saludó con una sonrisa —. Soy Astrid, ¿y tú?

— Sebastián.

— Soy puta. ¿Y tú?

— Piloto.

— ¿Piloto? — repitió la muchacha inclinándose hacia adelante tal vez para que él pudiera admirar mejor sus hermosos pechos, o tal vez realmente interesada por la noticia —. ¿Seguro que eres piloto?

— Seguro.

— ¿Español?

— «Medio» español. — El margariteño sonrió bajando mucho la voz, como si le estuviese contando un secreto —. Pero hace tiempo que renuncié a esa mitad.

— ¿Estudiaste en la escuela de pilotos de la Casa?

— No.

— ¡Lástima! — se lamentó la ramera —. Si hubieras estudiado en la escuela de la Casa podría ofrecerte el mejor trabajo del mundo.

— Ya lo tengo.

La pelirroja Astrid se echó hacia atrás y le miró directamente a los ojos al tiempo que negaba convencida:

— ¡No como éste! — aseguró —. Conozco un capitán que está dispuesto a ofrecer cinco mil libras de enganche y un quinto del botín a un buen piloto renegado.

Jacaré Jack lanzó un silbido de admiración.

— ¡Caray! — exclamó sorprendido —. Eso es muchísimo dinero. Pero si quieres que te diga la verdad, no creo que exista en el mundo un solo capitán que esté dispuesto a darle a su piloto un quinto del botín ni aunque se trate de un español renegado.

— Éste sí.

— Será porque no tiene nada que repartir. — Rió divertido —. Y un quinto de nada, es nada.

De nuevo la pelirroja se inclinó hacia adelante, y la belleza del espectáculo comenzó a dejar sin aliento a un hombre que llevaba meses sin disfrutar de nada remotamente parecido.

— Éste tiene mucho que repartir — susurró muy quedamente —. Más que nadie, y si en verdad eres un buen piloto deberías pensártelo… — Siguió la dirección de su mirada —. ¿Lo continuamos discutiendo en la cama?

— ¿Por qué no?

La pelirroja Astrid vivía en una acogedora cabaña casi a espaldas de la taberna de Los Mil Jacobinos, justo de cara a mar abierto, y tan cerca del agua que a veces las suaves olas que conseguían superar la barrera de arrecifes lamían los pilotes sobre los que se asentaba.

Como se trataba sin duda de una magnífica «profesional», limpia, experta y muy divertida, el margariteño pasó una noche de lo más envidiable hasta el momento en que, tras servirle una generosa ración de un fuerte ron que abrasaba el gaznate, la barragana insistió tercamente:

— ¿Realmente eres buen piloto?

— Ya te he dicho que sí. Me considero un buen piloto, pero no me interesa en absoluto cambiar de barco. Me pagan muy bien.

Ella le observó fijamente, se pasó el dorso de la mano por la nariz, y por último masculló con cierta acritud:

— No sé por qué, pero tengo la sensación de que realmente eres bueno. — Le guiñó un ojo —. Aunque no mejor que en la cama, y si te entrevistaras con el Capitán, estoy convencida de que sería capaz de doblarte la prima de enganche.

— ¡Escucha, pequeña! — replicó él al tiempo que le pasaba la punta de la lengua por los rosados pezones —. Quiero suponer que tu intención es buena, pero yo pertenezco a este oficio y me consta que no existe un solo capitán tan loco o desesperado como para ofrecer diez mil libras de enganche y un quinto del botín a un simple piloto. Alguien te engaña.

Astrid le tomó de la barbilla, le alzó el rostro, y aproximándose hasta casi rozarle la nariz con los labios negó una y otra vez con la cabeza al susurrar:

— Mombars nunca engaña. Roba, incendia, tortura y asesina, pero nunca engaña.

Sebastián Heredia se puso en pie como si acabara de picarle una mapanare.

— ¡Mombars el Exterminador! — exclamó horrorizado —. ¡Dios bendito! ¿Es que te has vuelto loca? Ese tipo es un sádico.

— No con su gente — fue la tranquila respuesta —. Sus hombres le adoran.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Piratas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Piratas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Alberto Vázquez-Figueroa - Tuareg
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Centauros
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Negreros
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Maradentro
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Yáiza
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Océano
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - La Iguana
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Piratin der Freiheit
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Ikarus
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Viaje al fin del mundo - Galápagos
Alberto Vázquez-Figueroa
Alberto Vázquez Figueroa - Delfines
Alberto Vázquez Figueroa
Alberto Vázquez-Figueroa - Bora Bora
Alberto Vázquez-Figueroa
Отзывы о книге «Piratas»

Обсуждение, отзывы о книге «Piratas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x