Fernando Pessoa - Libro del desasosiego de Bernardo Soares
Здесь есть возможность читать онлайн «Fernando Pessoa - Libro del desasosiego de Bernardo Soares» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Классическая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Libro del desasosiego de Bernardo Soares
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Libro del desasosiego de Bernardo Soares: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Libro del desasosiego de Bernardo Soares»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Libro del desasosiego de Bernardo Soares — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Libro del desasosiego de Bernardo Soares», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
El tedio de lo constantemente nuevo, el tedio de descubrir, bajo la falsa diferencia de las cosas y de!as ideas, la perenne identidad de todo, la semejanza absoluta entre la mezquita, el templo y la iglesia, la igualdad de la cabaña y del castillo, el mismo cuerpo que es rey vestido y salvaje desnudo, la eterna concordancia de la vida consigo misma, el estancamiento de todo lo que, vivo sólo por moverse, está pasando.
Los paisajes son repeticiones. En un simple viaje en tren inútil y angustiadamente entre la distracción ante el paisaje y la distracción ante el libro que me entretendría si yo fuese otro. Tengo de la vida una náusea vaga, y el movimiento me la acentúa.
Únicamente no hay tedio en los paisajes que no existen, en los libros que nunca he de leer. La vida, para mí, es una somnolencia que no llega al cerebro. A ése lo conservo yo libre para poder estar triste en él.
¡Ah, que viajen los que no existen! Para quien no es nada, como un río, el correr debe ser vida. Pero a los que piensan y sienten, a los que están despiertos, la horrorosa histeria [331]de los trenes, de los automóviles, de los navíos, no les deja dormir ni despertar.
De cualquier viaje, aunque pequeño, regreso como de un sueño lleno de sueños -una confusión túrpida, con las sensaciones pegadas las unas a las otras, borracho de lo que he visto.
Para el reposo, me falta la salud del alma. Para el movimiento, me falta algo que hay entre el alma y el cuerpo; se me niegan, no los movimientos, sino el deseo de tenerlos.
Muchas veces me ha sucedido querer atravesar el río, estos diez minutos del T[erreiro] do Paço a Caçilhas [332]. Y casi siempre he tenido como timidez de tanta gente, de mí mismo y de mi propósito. Una u otra vez he ido, siempre oprimido, siempre poniendo solamente el pie en tierra cuando estoy de vuelta.
Cuando se siente de más, el Tajo es el Atlántico sin número, y Caçilhas, otro continente, o hasta otro universo.
347
¿Viajar? Para viajar basta con existir. Voy de día a día, como de estación a estación, en el tren de mi cuerpo, o de mi destino, asomado a las calles y a las plazas, a los gestos y a los rostros, siempre iguales y siempre diferentes como, al final, lo son todos los paisajes.
Si imagino, veo. ¿Qué más hago si viajo? Sólo la debilidad extrema de la imaginación justifica que haya que desplazarse para sentir.
«Cualquier carretera, esa misma carretera de Entepfuhl, te llevará hasta el fin del mundo.» Pero el fin del mundo, desde que el mundo se ha acabado dándole la vuelta, es el mismo Entepfuhl de donde se ha partido. En realidad, el fin del mundo, como el principio, es nuestro concepto del mundo. Es en nosotros donde los paisajes tienen paisaje. Por eso, si los imagino, los creo; si los creo, existen; si existen, los veo como a los otros. ¿Para qué viajar? En Madrid, en Berlín, en Persia, en la China, en ambos Polos, ¿dónde estaría yo sino en mí mismo, y en el tipo y género de mis sensaciones?
La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.
348
El único viajero con alma verdadera que he conocido era un chico de la oficina que había en otra casa en la que, en tiempos, estuve empleado. Este muchachito coleccionaba folletos de propaganda de ciudades, países y compañías de transportes; tenía mapas -unos arrancados de periódicos, otros que pedía aquí y allí-; tenía, recortadas de diarios y de revistas, ilustraciones de paisajes, grabados de costumbres exóticas, retratos de barcos y navíos. Iba a las agencias de turismo, en nombre de una oficina hipotética, o quizás en nombre de cualquier oficina existente, posiblemente la misma en que estaba, y pedía folletos sobre viajes a Italia, folletos de viajes a la India, folletos con las combinaciones entre Portugal y Australia.
No sólo era el mayor viajero, por ser el más verdadero, que he conocido: era también una de las personas más felices que me ha sido dado encontrar. Me da pena no saber lo que ha sido de él o, en realidad, supongo solamente que debería darme pena; en realidad, no me da, pues hoy, cuando han pasado diez años, o más, sobre el breve tiempo en que le conocí, debe ser un hombre, estúpido, cumplidor de sus deberes, quizás casado, sustentáculo social de cualquiera -muerto, en fin, en su misma vida. Hasta es posible que haya viajado con el cuerpo, él, que tan bien viajaba con el alma.
Me acuerdo de repente: él sabía exactamente por qué vías férreas se iba de París a Bucarest, por qué vías férreas se recorría Inglaterra y, a través de las pronunciaciones equivocadas de los nombres extraños, estaba la certeza aureolada de su grandeza de alma. Hoy, sí, debe haber subsistido para muerto, pero tal vez un día, de viejo, se acuerde de que es no sólo mejor, sino más verdadero, soñar con Burdeos que desembarcar en Burdeos.
Y, entonces, tal vez todo esto tuviese otra explicación cualquiera, y él estuviese solamente imitando a alguien. O… Sí, creo a veces, al considerar la diferencia hedionda entre la inteligencia de los niños y la estupidez de los adultos, que somos acompañados durante la infancia por un espíritu de la guarda, que nos presta su propia inteligencia astral y que después, tal vez con pena, pero debido a una ley alta, nos abandona, como las madres animales a las crías crecidas, a la ceba que es nuestro destino.
349
Hay una erudición del conocimiento, que es propiamente lo que se llama erudición, y hay una erudición del entendimiento, que es lo que se llama cultura. Pero hay también una erudición de la sensibilidad.
La erudición de la sensibilidad nada tiene que ver con la experiencia de la vida. La experiencia de la vida nada enseña, lo mismo que la historia nada informa. La verdadera experiencia consiste en restringir el contacto con la realidad y aumentar el análisis de ese contacto. Así, la sensibilidad se ensancha y profundiza, porque en nosotros está todo; basta que lo busquemos y lo sepamos buscar.
¿Qué es viajar, y para qué sirve viajar? Cualquier ocaso es el ocaso; no es menester ir a verlo a Constantinopla. ¿La sensación de liberación que nace de los viajes? Puedo sentirla saliendo de Lisboa hacia Bemfica [333], y sentirla más intensamente que quien va de Lisboa a la China, porque si la liberación no está en mí, no está, para mí, en ninguna parte. «Cualquier carretera», ha dicho Carlyle, «hasta esta carretera de Entepfuhl, te lleva hasta el fin del mundo.» Pero la carretera de Entepfuhl, si se la sigue toda, hasta el final, vuelve a Entepfuhl; de modo que el Entepfuhl, donde ya estábamos, es ese mismo fin del mundo que íbamos a buscar.
Condillac comienza su libro célebre, «Por más alto que subamos y más bajo que bajemos, nunca salimos de nuestras sensaciones». Nunca desembarcamos de nosotros. Nunca llegamos a otro sino otrándonos mediante la imaginación sensible de nosotros mismos. Los verdaderos paisajes son los que nosotros mismos creamos, porque así, siendo dioses de ellos, los vemos como verdaderamente son, que es como han sido creados. No es ninguna de las siete partidas del mundo la que me interesa y puedo verdaderamente ver; la octava partida es la que recorro y es mía.
Quien ha cruzado todos los mares ha cruzado tan sólo la monotonía de sí mismo. Ya he cruzado más mares que todos. Ya he visto más montañas que las que hay en la tierra. He pasado ya por ciudades más que existentes, y los grandes ríos de ningunos mundos han fluido, absolutos, bajo mis ojos contemplativos. Si viajase, encontraría la copia débil de lo que ya había visto sin viajar.
En los países que visitan los demás, los visitan anónimos y peregrinos. En los países que he visitado, he sido, no sólo el placer oculto del viajero desconocido, sino la majestad del rey que allí reina, y el pueblo cuya costumbre allí habita, y la historia entera de aquella nación y de las demás. Los mismos paisajes, las mismas casas, yo los he visto porque los he sido, hechos en Dios con la substancia de mi imaginación.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Libro del desasosiego de Bernardo Soares»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Libro del desasosiego de Bernardo Soares» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Libro del desasosiego de Bernardo Soares» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.