Jorge Molist - La Reina Oculta

Здесь есть возможность читать онлайн «Jorge Molist - La Reina Oculta» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Reina Oculta: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Reina Oculta»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La edad media: época de pasiones, traiciones, amenazas, amores y grandes odios. Ese es el marco en el que se desarrolla la nueva novela de Jorge Molist. La novela empieza cuando un ladrón anónimo roba la carga de la séptima mula, un documento que según se comenta podría acabar hundiendo a la propia Iglesia. A tenor del robo el abad Arnaldo y el propio Papa deciden iniciar una cruzada por el sur de Francia -la ciudad medieval de Carcassone será una de las ciudades asediadas-. por otra parte, el abad Arnaldo encargará a un joven vividor parisino que recupere la carga de la séptima mula y la devuelva a manos de la Iglesia.
Mientras la cruzada se cuece en Roma y París, en el sur de Francia una joven dama se enamora de un caballero español. No sabe que en pocos días su ciudad será asediada, ni que la Iglesia ha puesto precio a su cabeza. Los caminos de esta pareja y del joven parisino se cruzarán en una historia llena de aventuras, amores y muertes.

La Reina Oculta — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Reina Oculta», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¡Estáis locos! -volvió a increpar el hombre con su vozarrón-. ¿Queréis que los nobles nos ataquen esta noche y maten a mil de los nuestros por culpa de ese miserable pajecillo?

– Nadie tiene por qué saberlo -dijo el que lideraba a los agresores.

– ¡Desgraciado! -repuso el jefe-. Antes de que se ponga el sol, diez de los que están aquí ya habrán corrido a contárselo a los curas, y éstos a Simón de Montfort.

Medio incorporada en el suelo, pude ver la impresión que tal nombre causaba en aquellas gentes.

– Es el más duro y valiente de los cruzados -continuó el hombre- ¿No veis su león rampante en la túnica de este muchachito? Vendrá más por su honor que por vengar a este infeliz y hará una matanza. ¡Devolvedle todo al chico!

Se hizo un gran silencio mientras unos miraban a los otros y, poco a poco, obedientes, fueron depositando a mis pies todo lo robado. El hombre actuaba como rey y sin duda tenía poder de vida o muerte entre aquellas gentes.

– Vestios, señor -me dijo con ojos entornados de mirada astuta y un deje irónico.

Yo lo hice mientras unos y otros le cuchicheaban al oído. Cuando terminé, me cogió del brazo, me condujo entre aquellas gentes y empezó a hablarme.

– Yo os devolveré sano y salvo al lugar de los nobles.

Emprendimos la marcha escoltados por los que parecían su guardia y al rato me dijo:

– Dad gracias a Renard, el Rey Ribaldo, de vuestra fortuna. Y hacédselo saber a vuestro señor, Simón de Montfort.

– Gracias -musité.

– Pero sabed que me debéis la vida -dijo en voz más baja- y todo el mundo tiene que pagar sus deudas con el Rey Ribaldo.

Yo no discutí, sólo deseaba encontrarme dentro de la tienda de Guillermo.

– Me han dicho dos cosas muy interesantes -bajó más la voz y se detuvo susurrándome al oído-, la primera es que vos sois de Béziers, quizá el único de sus habitantes que salvó la vida.

Le miré sorprendida. Me habían reconocido y sin duda sabría ya la historia de Guillermo rescatándome a costa de la vida de dos de los suyos.

– Así que fue uno de los Montfort el que desobedeció al abad del Císter… Vaya, vaya. Y además, hay otra cosa…

Callé de nuevo y miré los ojos azul desvaído, fríos, del hombre.

– Uno quiso retorceros las partes hace un momento, durante el tumulto. Y no las encontró.

Soltó una carcajada y sus labios susurraron entre los cabellos que cubrían mi oreja:

– Renard sabe ya tres secretos: sois mujer, escapasteis con vida de Béziers y fue gracias a un Montfort.

33

«Cant Papostolis saub, cui hom ditz la novela que sos legatz fo mortz, sapehatz que no'lh fo bela.»

[(«Cuando al Papa dieron la noticia de que su legado (Peyre de

Castelnou) había sido asesinado, quedó muy consternado.»)]

Cantar de la cruzada, I-5

Durante el camino de Fontfreda a Carcasona, Guillermo de Portmorency, taciturno, iba rezando en silencio, pidiendo equivocarse.

Su investigación le recordaba un sueño angustioso en el cual él se adentraba en una densa niebla para cazar un jabalí y cuando, creyendo tener al animal a tiro, iba a clavarle su pica, descubría que era la grupa de su caballo y que estaba a punto de ensartar su propia espalda.

Aquel endiablado asunto de la búsqueda de los legajos de la séptima mula se había convertido en una pesadilla idéntica al sueño. Las conclusiones de su investigación le abrumaban.

A su llegada, tomó un refrigerio rápido en la tienda que tan eficientemente había hecho montar Jean y después envió a Pierre a que curioseara por el campamento. Fue a rendir sus respetos a su tío Simón y tan pronto se encontró con su primo le dijo que le acompañara a su tienda, que le tenía que hablar.

– Ya hace varios años que montas ese hermoso destrer bretón pinto -le dijo tan pronto se aseguró de que nadie les oía.

– ¡Claro, primo! -repuso éste sonriente-. Es un buen bruto de seis años y nos ha acompañado en nuestras aventuras. ¿Por qué preguntas eso?

Guillermo le miró, muy serio, a los ojos.

– Porque eres zurdo como el caballero que ensartó por la espalda al legado Peyre de Castelnou. No hablaba occitano y montaba un caballo igual al tuyo. Y precisamente el asesinato ocurrió aquel enero, hace año y medio, cuando tú ibas de camino a una descabellada peregrinación a Santiago de Compostela. Te dije que no fueras, no en invierno, pero tú insististe para luego regresar diciendo que los puertos de las montañas estaban intransitables. Yo me estuve lamentando de cómo mi primo podía cometer tal simpleza. No era simpleza, era una excusa.

Amaury de Montfort le sostuvo la mirada en silencio.

– Tú le mataste -acusó Guillermo tratando de encontrar respuesta en el azul profundo de los ojos de su primo.

– Sí, fui yo -repuso éste sin alterarse.

Guillermo hubiera esperado que su primo lo negara, que le persuadiera de que estaba equivocado, pero éste aceptaba serenamente la culpa de aquella monstruosidad. Sorprendido por la aparente calma de Amaury, se mantuvo en silencio por unos instantes mientras los pensamientos se agolpaban en su mente. ¿Cómo podía estar tan tranquilo siendo responsable de semejante crimen y de las terribles consecuencias que éste provocó? Había crecido junto a su primo, pensaba conocerle y se dijo que aquello no era propio de él.

– ¡Pero, entonces, toda esa gente de Béziers ha muerto por una mentira, ha muerto por nada! -exclamó.

– ¿Y si el sicario hubiera trabajado para el conde de Tolosa, habrían muerto por algo? -repuso Amaury, que sin duda se había planteado ese asunto antes.

Guillermo le miró atónito, mudo. Su primo no acostumbraba a ser muy sutil, pero en aquel momento le parecía, incluso, cínico. Estaban hablando de más de veinte mil personas masacradas sólo unos días antes. Y no serían las últimas.

– Yo sólo he matado a un hombre, primo -parecía como si le leyera los pensamientos-. Yo sólo respondo por uno ante Dios -sonreía- y además, gracias a mí, le harán santo.

– Pero…

– Y eso ocurrió antes de la cruzada -Amaury amplió su sonrisa- y como todos nuestros pecados nos son perdonados…

– Esas palabras no son tuyas.

– Qué importa de quién sean. Vivimos tiempos excepcionales y nosotros somos instrumentos de Dios.

– O del diablo.

– De Dios, primo. Nosotros estamos con Dios.

– ¿Y en qué planes de Dios entró el asesinato de Peyre de Castelnou?

– Él es ya un mártir de la Iglesia. Su muerte fructificará en grandes bienes para la cristiandad.

– Eso es lo que dice el abad del Císter… ¿verdad?

– Sí, eso dice -repuso Amaury convencido.

Guillermo miró esta vez con curiosidad la faz de su primo. Estaba seguro de lo que decía; no sentía remordimientos; él sólo ejecutaba parte de un plan mucho más amplio, de una trascendencia inmensa, que ni siquiera era capaz de vislumbrar. Tenía eso llamado fe.

Fe en el clan Montfort, fe en su padre Simón, fe en el abad Arnaldo, fe en lo que éste representaba y, por supuesto, fe en Dios. Un Dios que otros le dibujaban.

Ahora encajaban muchas de las piezas del rompecabezas. Arnaldo le encargó que encontrara los documentos, pero no al instigador del asesinato, porque el propio abad del Císter lo era Aunque tampoco parecía preocuparle si, en buena lógica, al investigar buscando el objeto, encontraba al ejecutor. Porque éste era su propio primo y Arnaldo sabía cuan unido estaba el clan Montfort y en especial ambos jóvenes. Sin el asesinato de Peyre de Castelnou y la culpa atribuida al conde Raimon de Tolosa; sin ese «casus belli» jamás hubiera logrado las adhesiones para conseguir un ejército cruzado de aquel tamaño. Seguramente, ni siquiera el papa Inocencio III hubiese lanzado el anatema sobre el conde, proclamando la cruzada. La santidad de Peyre de Castelnou había sido determinante para conseguir apoyos y ésta se basaba en las circunstancias mártires de su muerte y en que «casualmente», al mover su cuerpo meses después, éste estaba incorrupto, despidiendo «olor de santidad». Recordó a los frailes italianos que, también «casualmente» y en una fecha tan extraña como enero, pasaban por Saint Gilles para que el abad les encargara preparar el cadáver. Y, como apuntó el fraile Benet, fue casual que el abad de Saint Gilles, que en enero disfrutaba de excelente salud, muriera de repente en febrero coincidiendo con una visita de Arnaldo a la abadía. Cuanto más lo pensaba, más se maravillaba Guillermo de lo grandioso del plan. Era una sarta de pequeños acontecimientos que a su vez provocaban otros mayores y que estaban cambiando el mundo conocido.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Reina Oculta»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Reina Oculta» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Robert Silverberg - Lo que oculta el dragón
Robert Silverberg
Jorge Molist - Los muros de Jericó
Jorge Molist
Jorge Molist - El Anillo
Jorge Molist
Jorge Eslava - La voz oculta
Jorge Eslava
Jorge Gutiérrez Reyna - El otro nombre de los árboles
Jorge Gutiérrez Reyna
Germán Rodriguez - Tras la puerta oculta
Germán Rodriguez
Ramón López Reina - Cura de espantos
Ramón López Reina
Pedro Jesús Carbonell Peñalver - Iluminación oculta
Pedro Jesús Carbonell Peñalver
Giuliano Turone - Italia oculta
Giuliano Turone
Marcelo Gullo - La historia oculta
Marcelo Gullo
Héctor Abad - La Oculta
Héctor Abad
Отзывы о книге «La Reina Oculta»

Обсуждение, отзывы о книге «La Reina Oculta» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x