John Toland - Los Últimos Cien Días

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Los últimos cien días de la Segunda Guerra Mundial en el escenario europeo son la culminación del drama que se ha desarrollado a lo largo de toda la contienda. En esos tres meses los Aliados darán el golpe de gracia al Tercer Reich pero, antes de que éste se hunda definitivamente, Alemania tendrá que soportar una tragedia con escasos precedentes en la historia de la humanidad. Víctima de intensos bombardeos, del frío y la falta de alimento, de los excesos cometidos por las tropas rusas y del terror impuesto por los últimos guardianes del nazismo, la población germana acabará recibiendo la noticia de la derrota con indisimulado alivio.
En estas páginas, el historiador John Toland ofrece una extensa, documentada y apasionante reconstrucción de esos últimos y dramáticos días. Su lenguaje ameno y directo, más cercano al periodismo que al propio de los libros de historia, transporta al lector a los diferentes escenarios en los que se libra esa partida final, en un fascinante relato de interés creciente que logra captar toda su atención desde el primer momento.
Los últimos cien días, un clásico imprescindible del que se han vendido millones de ejemplares desde su aparición en 1965, está considerado hoy día como la obra más completa sobre el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

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[66]Pero Werner Naumann sobrevivió. El, Bormann y otros cuatro se encaminaron hacia la estación de Lerter, donde se separaron. Arthur Axmann, jefe de las Juventudes Hitlerianas, asegura haber visto el cadáver de Bormann en horas avanzadas de la noche, pero es un testimonio sin comprobación. Un buen porcentaje de los que huyeron del bunker salieron con vida. De todos los dirigentes nazis, Martin Bormann es el que tenía más posibilidades de escapar, porque hasta en la misma Alemania su rostro era conocido sólo por unos pocos. Era un hombre reservado, y bien pudo haber huido en el anonimato. Una autorizada fuente de las SS ha testimoniado recientemente que Bormann ha sido visto en Sudamérica. Si alguno de los jerarcas nazis escapó con vida, ése fue sin duda Bormann. Este era un superviviente nato.

[67]El 9 de mayo, Weidling, Dufving, cinco generales, tres coroneles y un soldado fueron llevados en avión a Moscú. El soldado era un vendedor de tabaco de Postdam, que se llamaba Truman. Después de su captura le preguntaron si era pariente del presidente Truman y contestó que bien podía serlo, ya que un tío abuelo suyo había emigrado a Estados Unidos. Se colocó a Truman bajo fuerte vigilancia.

En Moscú, Truman compartió una celda con Dufving. Un día, después de numerosos interrogatorios del NKVD, el soldado dijo a Dufving: "El comisario acaba de decirme que no estoy emparentado con el presidente de Estados Unidos, y que debo decírselo a todo el mundo." Tres meses más tarde le hicieron salir de la celda, y Dufving no volvió a verle más.

Dufving fue devuelto por fin a Alemania Occidental en 1955, pero Weidling murió en una prisión rusa en noviembre de ese mismo año.

[68]Al día siguiente, un comandante alemán comunicó por radio a su general de división, Ernst von Jungenfeld, que había visto a un capitán americano al mando de veinte tanques, en una intersección de carreteras situada diez kilómetros al este de Parchim.

…Nosotros, los jefes de tanques, con cuarenta buenos carros de asalto -decía el mensaje-, solicitamos que ordene personalmente un ataque contra el Este, que deberá empezar el 4 de mayo. Creemos que con la muerte de Hitler, éste es el momento de aniquilar por completo a los rusos, y con ellos al comunismo. Por consiguiente, pedimos y esperamos dé usted una orden de ataque contra el Este. Estamos convencidos de que derrotaremos a los rusos y les haremos retroceder, y de que nuestro ejemplo será seguido inmediatamente por otros camaradas.

Jungenfeld llamó por radio inmediatamente al cuartel general americano para que le dieran informes e instrucciones sobre el ataque conjunto, pero como no pudo establecer contacto, se negó a dar la orden por iniciativa propia.

[69]El 17 de septiembre de 1944, el Gobierno holandés en el exilio lanzó una orden de huelga general de ferrocarriles. Como represalia, los alemanes prohibieron todo suministro de alimentos al Oeste de Holanda hasta fines de octubre y confiscaron todos los medios de transporte. El número de calorías ingeridas por persona descendió a 450, y la gente comenzó a morir de hambre en noviembre. A comienzos de abril de 1945, los alemanes dijeron que permitirían a los Aliados el envío de alimentos a la zona ocupada, bajo ciertas condiciones. Por fin se llegó a un acuerdo entre el doctor Artur Seyss-Inquart, Reichskomissar de Holanda, y el jefe del Estado Mayor de Eisenhower, Bedell Smith. El 29 de abril, 253 aviones del Comando de Bombardeo lanzaron más de medio millón de raciones en las cercanías de Rotterdam y La Haya. Hacia el 8 de mayo se habían lanzado ya más de once millones de raciones británicas y americanas.

[70]Tres días después, el 9 de mayo, el Departamento de Estado comunicó por radio a Winant que el Departamento de Guerra aún no tenía idea de por qué la versión acordada por los Tres Grandes no se había firmado en Reims, y añadió que nada sabía del documento de Smith.

[71]El día anterior Eisenhower había vuelto a considerar su decisión de no tornar Praga, tal vez por la continua insistencia de Churchill y Grew. Pero solicitó permiso final, para tomar la capital checa, de los mismos rusos. Llamó por radio al general Deane, que estaba en Moscú, para que dijese al general Alexei Antonov, jefe de Estado Mayor del Ejército Rojo, que las tropas americanas estaban ya en condiciones de avanzar hasta el río Moldava.

La reacción de Antonov fue inmediata y previsible. Pidió a Eisenhower que no se moviese de Pilsen, a fin de evitar "una posible confusión de fuerzas". Afirmó que a petición de Eisenhower había detenido su avance en el norte de Alemania, y que esperaba que el comandante supremo, como compensación, cumpliría los deseos de los soviéticos.

[72]Kaltenbrunner fue ahorcado después de los juicios de Nuremberg. Eichmann se marchó a las montañas, pero en lugar de luchar se rindió pacíficamente a una unidad americana, dando el nombre de cabo Barth, de la Luftwaffe. En el campamento de prisioneros se ascendió él mismo a teniente de las SS, y adoptó el nombre de Otto Eckmann. En 1946 escapó sin dificultades y se trasladó en avión a Sudamérica, donde catorce años después le capturaron unos agentes israelitas en Buenos Aires y le llevaron escondido a Jerusalén, donde fue juzgado y ejecutado.

[73]Tervoben se suicidó más tarde. Quisling trató de huir, pero fue capturado.

[74]El doctor Otakar Machotka, miembro del Consejo Revolucionario Nacional Checo, niega que los vlasovitas hubieran sido despedidos por los checos.

[75]De los cincuenta mil vlasovitas, aproximadamente la mitad escapó a través de las líneas angloamericanas. El resto fue apresado por el Ejército Rojo, y los que no se suicidaron fueron llevados prisioneros a la Unión Soviética. Vlasov, junto con Bunyachenko y otros ocho jefes, fue juzgado por "espionaje, desviacionismo y actividades terroristas contra la Unión Soviética ". Una junta militar anunció que todos los acusados admitieron su culpabilidad y fueron ahorcados.

En Yalta, Churchill y Roosevelt convinieron en devolver a los ciudadanos soviéticos que se hallaban en sus respectivas zonas de ocupación, y la mayor parte de los que huyeron al Oeste fueron entregados a los rusos, a veces empleando la fuerza sus guardianes angloamericanos. En Lienz, Austria, un grupo de cosacos se negó a entrar en los camiones donde pretendían evacuarlos. Formaron un círculo alrededor de sus familias y lucharon sin armas contra las tropas británicas. Al menos unos sesenta fueron muertos por los soldados ingleses, mientras que otros se lanzaban al río Drava, para morir ahogados, antes de que los llevasen de vuelta a la Unión Soviética.

[76]Cuando llegó al Tirol no había Alpenfestung , y la guerra había concluido. Una semana después Schoerner se rindió a los americanos, y fue enviado a la Unión Soviética, donde le juzgaron y condenaron a veinticinco años de prisión. Mientras se hallaba en Rusia, su jefe de Estado Mayor, general Oldwig von Natzmer, le acusó de abandonar a sus hombres. Cuando Schoerner regresó a Munich, nueve años más tarde, se encontró con que era un ejemplo de cobardía para muchos alemanes. De nuevo le juzgaron por otros cargos, esta vez por el Gobierno de Alemania Occidental. Un grupo de oficiales se ofrecieron voluntariamente para informar que Schoerner no se había trasladado al Tirol para salvar la vida, sino para asumir el mando del Alpenfestung .

[77]Stalin, en realidad, aún estaba disconforme con un anuncio tan prematuro, y declaró sus razones en un mensaje que envió a Truman.

…El comando supremo del Ejército Rojo no está seguro de que la orden del alto mando alemán, de rendición incondicional, será obedecida por las tropas alemanas del frente oriental, Por lo tanto, tememos que si el Gobierno de la U.R.S.S. anuncia hoy la capitulación de Alemania, podamos vernos en una posición incómoda, creando confusiones en el pueblo soviético. Se sabe que la resistencia alemana en el frente oriental no disminuye, y a juzgar por mensajes de radio que se han interceptado, una cantidad considerable de tropas alemanas han declarado explícitamente su intención de proseguir la resistencia, desobedeciendo las órdenes de rendición dadas por Doenitz. Por este motivo, el mando de las tropas soviéticas desearía que se esperase hasta que la capitulación alemana entre en vigor, y que se postergue el anuncio de la rendición hasta el 9 de mayo a las siete de la tarde, hora de Moscú.

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