CAPÍTULO 5. «¡El Führer ha sufrido un colapso!»
Entrevistas con el feldmarschall Schoerner, los generales Von Manteuffel, Wenck, Steiner, Busse y Heinrici; el capitán Koriakov, el barón Freytag von Loringhoven, la condesa Bernadotte, el embajador Brandel, el «doctor Kauffman», Josef Zychski y Robert Kropp. También: Diary of a Kriegie , por Beattie; Goebbels-The Man Next to Hitler , por Semmler; el interrogatorio hecho a Von Keitel en Nuremberg; Generalfeldmarschall Keitel, Verbrecher oder Offizier? , editado por Walter Goerlitz; Dr. Goebbels , por Manvell y Fraenkel; The Curtain Falls , por el conde Bernadotte; Notes , del coronel Hans-Oscar Wöhlerman; Der Endkampf in Berlin , Diario del general Helmuth Weidling; Berlín 1945 , de Werner Haupt; In the Shelter with Hitler , de Gerhardt Boldt; Der letze Monat , por el general Karl Koller; I'll Never Go Back , por Koriakov; dos informes del Comité Internacional de la Cruz Roja, y un informe del doctor Naumann.
CAPÍTULO 6. «Tenemos que crear un nuevo mundo, un mundo mucho mejor»
Entrevistas con los generales Hodges, Hull y Reinhardt, el capitán George Morey, el teniente Kotzebue, y PCF Belousevitch. También: Year of Decision , de Truman; On Active Service in Peace and War , por Stimson y Bundy; The Forrestal Diaries ; I Was There por el almirante Leahy; un informe del sargento Balter, y The Russian-American Linkup , un extenso informe preparado por la 69.ª División, en el que se incluían entrevistas con los diversos comandantes. La conversación telefónica entre Truman y Churchill se obtuvo de la transcripción completa que aparece en Year of Decision , del presidente Truman.
El relato de Salzwedel proviene de las entrevistas con mister Nowakowski y de su novela The Camp of All Saints , que fue traducida a varios idiomas y a la que el New York Times calificó como un «libro amargo y brillante».
CUARTA PARTE: VICTORIA SIN ALAS
CAPÍTULO 1. «Buena caza»
Entrevistas con el almirante Doenitz, los generales Wenck y Busse, los coroneles Woehlermann, Reichhelm y Biehler, el barón Freytag von Loringhoven, los doctores Gerngross y Heuwing; Ursula Wilzopolski, Herta Wiegel y Rolf Wiegel. También: Memoirs , de Doenitz; el diario de Weidling, Berlín 1945 , por Haupt; Notes , de Woehlerman; el interrogatorio por el ejército norteamericano de Hanna Reitsch; In the Shelter with Hitler , por Boldt; el Diario de Schwering von Krosigk; Conclusive Report about the Activities of F. A. B ., por el doctor Rupprecht Gerngross, y Otto Heinz Leiling; dos informes del Séptimo Ejército de Estados Unidos; emisiones alemanas interceptadas por los Aliados, y artículos de los periódicos alemanes.
CAPÍTULO 2. «Una solución italiana»
Entrevistas con el general Wolff. También: The Brutal Friendship , por F. W. Deakin; Gli Ultimi tempi di un Regime , por el cardenal Schuster; el Processo , de Graziani; Mussolini Con f essa alle Stelle , por Ivanoe Fossani, y Il Duce , de Christopher Hibbert. Esta última obra me fue particularmente útil.
Para conocer las fuentes de la Operación Amanecer, ver Capítulo 13.
CAPÍTULO 3. «La muerte de un dictador»
Entrevistas con el conde Bellini y Lía María. Le ultime Ore di Mussolini , por F. Bandini; Il Duce , de Hibbert, y The Brutal Friendship , de Deakin. Estoy en deuda con el conde Bellini y Urbano Lazzaro, por permitirme emplear buena parte del libro de ambos, Dongo-the Last Act , que contiene, según creo, el relato más serio y autorizado acerca de las últimas horas de Mussolini.
CAPÍTULO 4. «El Jefe ha muerto»
El relato de los últimos días de Hitler se basó en entrevistas con Wolfgang Boigs, el barón Freytag von Loringhoven, el coronel Kempka y otros tres miembros del círculo íntimo de Hitler que desean permanecer en el anonimato. También: In the Shelter with Hitler, de Boldt; el Diario de Weidling; Notes , de Woehlerman; Goebbels-The Man Nex to Hitler , por Semmler; el interrogatorio de Hanna Reitsch, y correspondencia con el doctor Naumann.
Otro material: entrevistas con el almirante Doenitz, los generales Heinrici y Von Manteuffel, el general Burkhardt Müller-Hillebrand, y el padre Sampson. También Generalfeldmarschall Keitel, Verbrecher oder Offizier? , editado por Goerlitz; interrogatorio de Von Keitel; Year of Decision , por Truman; Look Out Below! , por el padre Sampson; Wing. Leader , por Johnson; y Amateur Agent , por Ewan Butler.
Al terminar la aparición de esta obra por capítulos, en la revista Look , recibí una carta de Texas ofreciéndome en venta el cadáver de Hitler. El comunicante manifestaba que lo había sacado de contrabando de Alemania.
CAPÍTULO 5. «Y ahora nos apuñala por la espalda»
Para conocer las fuentes, ver Capítulo 13. También: un informe del general F. Schulz.
Poco después de terminar con éxito la Operación Amanecer, el papel del comandante Waibel, que tuvo un lugar destacado, fue puesto al descubierto y cierto número de altos oficiales suizos pidieron que se le juzgase militarmente. El general Henri Guisan, anciano comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Suizas, mandó llamar a Waibel y le pidió una explicación. Waibel dio un informe detallado y luego manifestó:
– Si hubiese pedido su permiso, señor, usted no me lo habría concedido.
Guisan no hizo comentario alguno y mandó marchar a Waibel, impidiendo toda tentativa, de juicio contra él. En la actualidad, el Oberstdivisionär Waibel es un jefe de infantería con rango equivalente al de general de división.
Recientemente, Allen Dulles, el general Lemnitzer y Gero von Gaevernitz, se encontraron en Ascona para conmemorar el vigésimo aniversario de la rendición de los ejércitos alemanes en Italia. El alemán que tuvo parte más preponderante en esta histórica capitulación no estaba presente. El general Wolff se encontraba en una prisión de Munich, esperando el resultado de su apelación para un nuevo proceso. Anteriormente había sido juzgado por un tribunal alemán, que le condenó a quince años de trabajos forzados.
Por extraña ironía, fueron los esfuerzos que Wolff realizó en favor de la Operación Amanecer, lo que contribuyó a llevarle al juicio. El mariscal de campo Alexander, el general Lemnitzer y Allen Dulles, consideraron que si se le juzgaba en Nuremberg se tendría en cuenta lo que había conseguido en Italia. Pero como en aquella época había pocas pruebas contra Wolff, no se le llevó a juicio ante los Aliados.
El llamado Uberleitungsvertrag (tratado entre las potencias aliadas y el nuevo Gobierno alemán) establecía que los criminales de guerra que habían sido juzgados y sentenciados por las cortes aliadas, no podían ser juzgados posteriormente por tribunales alemanes. Esta especificación fue incluida originalmente en el tratado, porque los Aliados temían que los tribunales alemanes pudiesen reanudar los juicios y reducir las sentencias. Pero ocurrió de muy distinta manera. Una vez la soberanía alemana quedó restaurada, los Aliados concedieron el perdón a todos los criminales de guerra, menos a tres (Hess, Schirach y Speer). En la actualidad, los demás están libres y no pueden ser juzgados por ningún tribunal alemán.
Durante el juicio de Wolff, el doctor Von Gaevernitz testificó en su favor tratando durante dos horas de impresionar a los jueces con lo que Wolff había realizado. Gaevernitz escribió posteriormente que «todo el ambiente era hostil a Wolff». Este fenómeno puede explicarse porque Wolff es el único de los jerarcas nazis que aún está vivo. Es el único pez gordo que queda, y contra el que la ira de ciertos sectores de población puede descargar.
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