John Toland - Los Últimos Cien Días

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Los últimos cien días de la Segunda Guerra Mundial en el escenario europeo son la culminación del drama que se ha desarrollado a lo largo de toda la contienda. En esos tres meses los Aliados darán el golpe de gracia al Tercer Reich pero, antes de que éste se hunda definitivamente, Alemania tendrá que soportar una tragedia con escasos precedentes en la historia de la humanidad. Víctima de intensos bombardeos, del frío y la falta de alimento, de los excesos cometidos por las tropas rusas y del terror impuesto por los últimos guardianes del nazismo, la población germana acabará recibiendo la noticia de la derrota con indisimulado alivio.
En estas páginas, el historiador John Toland ofrece una extensa, documentada y apasionante reconstrucción de esos últimos y dramáticos días. Su lenguaje ameno y directo, más cercano al periodismo que al propio de los libros de historia, transporta al lector a los diferentes escenarios en los que se libra esa partida final, en un fascinante relato de interés creciente que logra captar toda su atención desde el primer momento.
Los últimos cien días, un clásico imprescindible del que se han vendido millones de ejemplares desde su aparición en 1965, está considerado hoy día como la obra más completa sobre el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

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[12]Todas las notas, cartas y mensajes, se reproducen exactamente como fueron escritos.

[13]Mikhailovich siguió luchando contra Tito hasta el fin. Por último fue capturado por los partisanos, y tras de juzgarle le ejecutaron.

[14]MacLean obtuvo estos informes de fuentes yugoslavas, y cree que los rusos sólo pidieron que se mantuviese el secreto, a fin de acabar con las buenas relaciones existentes entre Tito y Churchill. Si esto era lo que se proponían, consiguieron su objeto plenamente. Churchill se mostró sumamente afectado por la marcha secreta de Tito, y en un indignado mensaje por radio a Hopkins, calificó el proceder de Tito de "comportamiento desafortunado".

[15]Recientemente Harris comentó: "En un principio, "Trueno" fue proyectada para ser llevada a cabo de día, sobre Berlín, por los bombarderos británicos y americanos, al mismo tiempo. Pero en el último momento Doolittle dijo que Estados Unidos no podrían proporcionarnos los necesarios cazas de gran radio de acción, y yo me negué a actuar sobre Berlín, a la luz del día, sin ellos."

[16]Fue una fiesta de Cuaresma improvisada, pues no se celebraba oficialmente el Fasching desde 1939.

[17]La Fuerza Aérea de Estados Unidos calcula el número de muertos en veinticinco o treinta mil. En The Destruction of Dresden , David Irving hace ascender las víctimas a ciento treinta y cinco mil. Parece que las cifras de Irving se ajustan más a la realidad.

[18]El bombardeo de Dresde no sólo fue criticado por los alemanes y los neutrales, sino también por los mismos Aliados. Tres días después de las incursiones, C. M. Grierson, comodoro de la R.A.F., declaró a los periodistas en una conferencia del Alto Mando Aliado en París, que la Aviación proyectaba bombardear grandes centros de población en una tentativa de destruir la economía alemana. Grierson se refirió a las acusaciones alemanas de "bombardeos terroristas", y en la mañana siguiente, el despacho de la Associated Press que reseñaba esta frase, fue divulgado ampliamente por Estados Unidos:

"Los jefes aliados de la Aviación han tomado la decisión largamente esperada de adoptar los bombardeos terroristas de los grandes centros alemanes de población, como implacable expediente para acelerar la caída de Hitler…"

Esta noticia provocó en Gran Bretaña una controversia que alcanzó su punto culminante dos semanas después, cuando en la Cámara de los Comunes, Richard Stokes denunció el bombardeo planificado de las grandes ciudades. Citó entonces una reciente noticia del Manchester Guardian :

"¿Qué ocurrió en la noche del 13 de febrero? Había un millón de personas en Dresde, incluidos los seiscientos mil evacuados del Este. El violento fuego que se extendió irresistiblemente por las estrechas calles provocó la muerte de gran número de personas por falta de oxígeno."

Stokes hizo notar sarcásticamente a continuación: "Cuando oigo hablar al ministro [el secretario de Estado para la Aviación, sir Archibald Sinclair] del "incremento de la destrucción", no puedo menos que pensar: ¡Qué magnífica expresión para un ministro del Gobierno, en esta etapa de la guerra!" Stokes se refería a continuación al Informe de la A. P. basado en la conferencia de Prensa de Grierson, y se preguntaba si los "bombardeos terroristas" serían desde ese momento la política habitual del Gobierno.

Estas frases provocaron gran impresión en la conciencia de los occidentales, al punto que Churchill se sintió impulsado a escribir una nota al general Hastings Ismay y al jefe del Estado Mayor del Aire, sir Charles Portal:

"Creo que ha llegado el momento en que debe revisarse el asunto de bombardear las ciudades alemanas sólo con el fin de provocar el terror, aunque se esgriman otros pretextos. De lo contrario, entraremos en posesión de un país totalmente arruinado. La destrucción de Dresde constituye un serio interrogante en cuanto a la conducta de los Aliados, en su operaciones de bombardeo. Opino que los objetivos militares deben ser estudiados con mayor atención, en nuestro propio interés, más que en interés del enemigo.

"El secretario de Asuntos Exteriores me ha hablado de este tema, y considero que es necesario actuar más sobre los objetivos militares, tales como los depósitos de combustible y los medios de comunicación en la retaguardia, en lugar de realizar simples actos de terrorismo y de destrucción desenfrenada, por muy impresionantes que resulten."

Según parece, Churchill olvidaba que había sido él quien motivó la incursión contra Dresde, con su irónica y violenta nota a Sinclair. Una vez que Portal hubo leído la anterior nota del Primer Ministro, le recordó que no podía culparse al Comando de Bombardeo por ejecutar con fidelidad las consignas del Gobierno.

Churchill retiró el comunicado y redactó otro, cambiando el término "bombardeo terrorista" por "zona de bombardeo", y sin hacer alusión a Dresde, hizo notar con muy buen criterio: "Debemos procurar que los ataques no nos perjudiquen más a nosotros, a la larga, que al esfuerzo bélico actual del enemigo."

[19]No era su verdadero nombre.

[20]Las opiniones varían considerablemente en cuanto al número de víctimas. Algunos alemanes consideran que la cifra obtenida en el juicio de Nuremberg, 5.700.000, resulta totalmente exagerada. Gerald Reitliger afirma que el número pudo oscilar entre 4.194.200 y 4.581.200 víctimas.

[21]Según el doctor Kleist, Kaltenbrunner ya trataba de negociar la paz en 1943, "cuando resultaba muy peligroso considerar tales ideas. Kaltenbrunner hizo todo lo que pudo por ayudarme en las negociaciones con Gilel Storch, y lo que retrasó el asunto varios meses fue la intervención de Schellenberg".

El doctor Kleist considera que Schellenberg quería impedir que negociasen Ribbentropp Y Kaltenbrunner, para su beneficio personal, "Era sencillamente lo que llamamos un characterschwein ". Storch recientemente escribió: "En relación con el papel de Schellenberg… el conde Bernadotte y yo le prometimos que podría refugiarse en Suecia…"

[22]Mucho después Kruschev dijo a Harriman: "Sé que usted conoció bien a Stalin y que le tenía cierta consideración. Por consiguiente, debe saber que en los últimos años se fue haciendo cada vez más receloso. Cuando entrábamos en su despacho, no sabíamos si saldríamos vivos o si devolverían nuestros restos a la familia. Los hombres no pueden vivir de esa forma."

[23]Philip Moseley, representante de Estados Unidos en la E.A.C. y uno de los observadores más autorizados del panorama soviético, considera además que "la actuación dominante en la política soviética bien pudo haber pasado del Ministerio de Asuntos Exteriores… a las manos de los poderosos ministerios económicos -propensos a impedir cualquier ventaja económica para Alemania- y también a las de la policía secreta, responsable directa ante el Politburó del control soviético en las zonas ocupadas".

[24]Se hizo trabajar como falsificadores a 160 internados del campo de concentración de Schsenhausen. El fin de la Operación Bernhard era doble: perjudicar la economía británica, y proveer nuevos fondos para las operaciones de las SS. Probablemente se hayan producido unos ciento cincuenta millones de libras esterlinas en billetes de cinco, diez y veinte libras.

[25]A principios de mayo de 1945, se cargaron en dos camiones numerosos sacos de billetes falsos, con el fin de trasladarlos fuera de Redl-Zipf. Pero ambos vehículos se descompusieron casi al mismo tiempo. Uno fue devuelto intacto a la Wehrmacht, y el contenido del otro fue lanzado al río Traun. Diez días más tarde, sin embargo, los sacos se abrieron, y centenares de miles de billetes de Banco aparecieron flotando en el río Traunsee, de donde los sacaron los naturales de la región y los soldados americanos. Este descubrimiento sensacional llevó a los investigadores norteamericanos hasta el segundo camión, y a unos veintiún millones de libras esterlinas en billetes.

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