David Liss - La compañía de la seda

Здесь есть возможность читать онлайн «David Liss - La compañía de la seda» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Историческая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La compañía de la seda: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La compañía de la seda»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

David Liss, ganador del prestigioso premio Edgar, sorprende con una magnífica novela, protagonizada por un peculiar investigador que debe desentrañar un complot en torno al comercio de la seda con las colonias británicas de ultramar.
Londres, 1722. En la época de apogeo del mercado de importación de seda y especias, Benjamín Weaver, judío de extracción humilde, ex boxeador y cazarrecompensas, se ve acorralado por el excéntrico y misterioso millonario Cobb para que investigue en su provecho. Muy pronto Weaver se ve sumergido en una maraña de corrupción, espionaje y competencia desleal cuyo trasfondo son los más oscuros intereses económicos y comerciales.
Una vez más, el renombrado autor David Liss combina su profundo conocimiento de la historia con la intriga. Evocadoras caracterizaciones y un cautivador sentido de la ironía sumergen al lector en una vivida recreación del Londres de la época y componen un colorido tapiz del comercio con las colonias, las desigualdades sociales y la picaresca de aquellos tiempos.
«Los amantes de la novela histórica y de intriga disfrutarán con la fascinante ambientación, los irónicos diálogos y la picaresca de un héroe inolvidable.»
Publishers Weekly

La compañía de la seda — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La compañía de la seda», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los hombres que viajaban en el otro vehículo me gritaban, pero yo no podía oírlos y tampoco tenía ganas de perder el tiempo intentando entenderlos. Tomé una vez más las riendas en mi mano derecha y me agaché hacia el otro lado, obligando al cobarde a que se pusiera en pie.

– Sujetad las riendas -le ordené, alzando la voz para que me oyera-. Manteneos todo lo cerca que podáis de él. Si falláis o me desobedecéis, responderéis de ello. Si lo deseo, podré encontraros por las marcas de vuestro carruaje, y os aseguro que no os hará ninguna gracia que vaya a buscaros.

El hombre asintió. El mismo que estaba antes demasiado asustado para conducir bien, ahora estaba demasiado temeroso de no hacerlo: tomó las riendas e intentó mantener recta la marcha del caballo. Yo me fui al borde del faetón, y me agarré a él todo lo que pude. Sabía que era una locura intentarlo. Que los dos carruajes se movían tan rápidamente que la distancia entre uno y otro podía variar en cualquier momento. «En el curso de mi vida he cometido muchas locuras -me dije-, pero ninguna tan loca como este plan, destinado al fracaso y tal vez a acabar con mis días.» Pero no quería que mi enemigo escapara con mis notas y supiera más cosas de las que yo estaba dispuesto a permitir. No iba a consentir que mis planes se vinieran abajo y tuviera que ver a mi tío encarcelado por deudas, así que me llené los pulmones de aire y salté al vacío.

Siempre será un misterio para mí que no muriera bajo los cascos del caballo o arrollado por las ruedas, pero lo cierto es que, en el momento mismo de saltar, mi faetón se fue hacia el otro aumentando mi impulso, y que el de los otros se aproximó más, con lo que se redujo la distancia que debía saltar: fue así como me encontré en el vehículo de mi enemigo, tras aterrizar violentamente encima del hombre que llevaba las riendas.

Supuse que tenía que ser el ladrón, por lo cual lo empujé a un lado, agarré las riendas y obligué al animal a detenerse lo más bruscamente que pude. Solo afirmando bien mis pies contra el suelo pude evitar salir despedido hacia delante. Pero mis compañeros de a bordo no estaban tan bien preparados y cayeron fuera del carruaje.

De nuevo fue, sin duda, gracias a algún designio de la Providencia el que ninguno de ellos fuera arrollado por los demás participantes en la carrera y se debió en cambio a la dureza de los sentimientos de aquellos hombres el que ninguno de ellos se detuviera para auxiliar a sus compañeros. En cuanto el caballo hubo dejado de moverse, salté del carruaje y corrí hacia donde se hallaban sentados al borde del camino. Ya se había reunido un grupo de gente que los abucheaba, puesto que no contaban precisamente con las simpatías de los viandantes. Su aspecto era patético y estaban llenos de sangre pero, a mi parecer, ninguno parecía estar gravemente herido. Lo que, sin embargo, no podría decir era que aquel estado duraría mucho.

Saqué del bolsillo una pistola. Había comenzado a caer una ligera nevada, y yo me dije que la humedad probablemente me impediría disparar el arma, pero confiaba en que, en su situación, no estarían en condiciones de plantearse esa duda.

– ¿Quién de los dos robó mis papeles? -pregunté.

– Nosotros no fuimos -gritó uno de ellos.

– Tuvo que ser uno de los dos. El vuestro era el único faetón que llevaba dos pasajeros. ¿Quién de los dos fue?

– No fuimos nosotros -repitió el otro-. Está diciéndoos la verdad. Había, además, otro individuo, fuerte como un Hércules y con la cara llena de cicatrices. Me obligó a bajar de mi faetón y tuve que ocupar el de Johnny. Hemos intentado decíroslo. Si no lo hubierais estropeado todo, tal vez habríamos podido alcanzarlo.

Volví a dejar en su sitio la pistola sin decir palabra; por increíble que pareciera, me había esforzado tanto para nada. Había puesto mi vida en peligro para detener el carruaje equivocado, y ahora el ladrón se había escapado con mis notas.

– Era un gigantón -seguía lamentándose el otro mientras se secaba con la bocamanga de encaje la sangre que seguía manando de su nariz-. Un gigantón de tez negra, jamás había visto a nadie como él.

Yo sí. Yo había visto hacía muy poco a alguien como él, y antes de que hubiera acabado aquel asunto, Aadil me las pagaría. Pero, entretanto, él sabía demasiados de mis secretos y me había ganado aquel envite, aunque yo ignoraba cuál de las dos cosas me molestaba más.

19

La nota que le había escrito a Ellershaw no tenía especial interés, pero la información que había intentado pasarle a Elias era de la máxima importancia. Tenía, pues, que tomar una decisión: mi enemigo sabía lo que yo sabía, no mucho, en realidad. ¿Dejaría pasar el tiempo, con la esperanza de poder atraparlo en sus malas artes, o golpeaba primero, en lugar de esperar, confiando en la ventaja que me daría la iniciativa? De haber tenido los lujos simultáneos del tiempo y de la libertad, podría haber optado por lo primero; pero, puesto que no podía, aunque quisiera, alejarme de Craven House, tenía que elegir forzosamente la segunda opción, que fue por la que opté. Actuaría de acuerdo con la información que había conseguido de mi entrevista con Blackburn y, con ello, podría esperar que la primacía de esa adquisición me otorgará alguna ventaja. Por lo tanto, escribí nuevamente y volví a enviar, esta vez con más éxito, mis robadas notas, hecho lo cual intenté aprovechar las horas que me quedaban para dormir un poco.

A la mañana siguiente, tras tomarme muchísimo trabajo en procurar que no me siguieran, subí a una diligencia matinal que me condujo a Twickenham, un viaje de un par de horas, y allí aguardé dos horas más en un pub a que llegara la segunda diligencia, en la que esta vez vino Elias. Era muy posible que alguno de aquellos granujas tuviera vigilado a mi amigo y que Elias no hubiera estado tan alerta como yo esperaba para advertir esa vigilancia. Por eso me pareció lo más seguro que no viajáramos juntos. Una vez lo vi entrar en la taberna, pude sentirme razonablemente seguro de que estábamos allí a salvo los dos.

Insistió en comer algo y beber unos cuantos tragos de cerveza para sacudirse de encima el sopor del viaje y, una vez satisfecho, hicimos unas cuantas preguntas y nos encaminamos a la casa de la señora Pepper. Todos estaban familiarizados con las nuevas casas construidas en Montpelier Row, en una hermosa avenida bordeada de árboles, por lo que nos resultó fácil encontrar la casa que buscábamos.

Una vez allí, nuestra tarea iba a requerir cierta dosis de suerte, porque yo no había enviado por delante una nota para anunciar nuestra visita y no tenía ninguna seguridad de que la señora Heloise Pepper estuviera en su casa y no hubiese salido a hacer visitas, compras o incluso de viaje. Pero, para mi alivio, todas mis dudas resultaron infundadas. La señora Pepper se encontraba en su hogar. Cuando llamamos a su puerta, salió a abrirnos de inmediato una joven de dieciséis o diecisiete años, discreta pero poco atractiva puesto que sus rasgos, algo caballunos, estaban desfigurados por las cicatrices de la viruela. Nos hizo pasar a una salita, a la que no tardó en salir a recibirnos una hermosa mujer, que contaría unos veinticinco años de edad y vestía ropas de luto. Rara vez el negro atavío prestaba a nadie semejante ventaja, pues combinaba con el tono azabache de su cabello, peinado con un elegante, pero ligeramente suelto moño, y contrastaba con un rostro de porcelana y unos ojos brillantes que chispeaban con una notable mezcla de matices verdes y castaños.

Elias y yo le presentamos nuestros respetos con una inclinación más profunda la de él que la mía, pues él le dedicó la reverencia especial que reservaba para las viudas adineradas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La compañía de la seda»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La compañía de la seda» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La compañía de la seda»

Обсуждение, отзывы о книге «La compañía de la seda» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x