¡Zasca! Se me movió todo el cuerpo, mente, emociones… Aquello tenía una lógica aplastante y, claro, el lógico se suponía era yo.
Después de aquella experiencia, bajé el nivel de las salidas de fiesta y empecé a asistir a los cursos de dos a cuatro veces a la semana. Fui cambiando muchas de mis amistades de la noche por amistades del día. Esto lo hice yo solo porque mis dos compañeros, el tercer y cuarto día ya no siguieron viniendo, y yo seguía teniendo mucha curiosidad.
Hubo muchos días bellos, como cuando fuimos entre 30 y 40 personas al amanecer a la playa e hicimos ofrecimientos al sol y al mar. O al anochecer con una hoguera en el centro, todos unidos de las manos en círculo y compartiendo sentimientos personales.
Con la guía hice muy buena amistad; quizás era el más preguntón y eso a ella le gustaba. Decía que la hacía meditar y algunas de las prácticas, como la de la verdad absoluta —que se hacía en parejas— las realizaba con ella y me llevaba a visitar Zonas que no conocía de la ciudad . De esta manera, también conocí lo mejor de Cancún, no solo la parte de la zona hotelera y la fiesta, si no la de la cultura, gente local, placitas escondidas donde parecía haberse parado el tiempo, así como comidas y postres nunca probados.
En el 2010 la situación empresarial era insostenible, el préstamo hipotecario para construir el edificio seguía parado, la máster franquicia recibió un bloqueo por parte de un bufete de abogados del D. F. que quería no solo el 50 % de la franquicia, sino el 100 % y solo teníamos gastos. Por si fuera poco, también surgieron problemas con el director financiero por temas personales y empresariales. A ello había que sumarle todos los problemas personales y empresariales de España, que eran brutales . Así que decidí poner un plazo de tres meses, tras los cuales, sin buenas expectativas, le cedí los derechos de las empresas al director financiero, quien decidió quedarse allí y yo en octubre de ese mismo año volver a España a ver qué podía solucionar.
Fueron tiempos más que difíciles. Mi todavía mujer resultó con un cáncer de pecho, por lo que decidí quedarme un tiempo en casa, antes de divorciarnos, y acompañarla. Unos meses después y con tratamiento, mejoró. Tras hablarlo, me retiré a vivir a casa mis padres. A ella también se le juntaron varias vicisitudes, como el fallecimiento de su padre, al que estaba muy unida.
Yo, por mi parte, intentaba pagar a la máxima cantidad de personas posible y cobrar de igual forma, pero los cobros no llegaban y la gente se ponía muy nerviosa. Entonces empecé a cerrar empresas y a pagar al personal directo como pude. Recuerdo que tuve una de esas decisiones transcendentes. Tenía un dinero personal guardado con el que podía haber vivido bien el resto de mi vida y en cambio, en contra de consejos de otros amigos empresarios, decidí pagar al personal y quedarme bajo mínimos, pero esa tranquilidad no tiene precio.
Igual que en otros temas, al principio parecía que se caía el cielo encima (única cosa a la que le tenían miedo los vikingos), pero después de pasar el duelo pertinente, solo me quedó dar las gracias por esta oportunidad. Fue cuando entendí la frase china: «Crisis está compuesta de dos términos: peligro y oportunidad». Peligro, porque hay un cambio que trae pérdidas y por lo tanto duelo; y oportunidad, para saber las cosas que ya no queremos que estén en nuestro camino (como decía Jorge Bucay: «vaciar la mochila») y rodearnos de las que realmente sí queremos tener. Por lo tanto, después de esta tremenda experiencia, solo me quedó dar las gracias por la comprensión vivida.
Gracias a mis hijas, a algunos amigos y a los largos paseos por el campo apreciando de nuevo la vida en cada figura y partes de un árbol, cada sonido que llegaba a mis oídos sin tantas trabas, cada olor que ahora era más consciente de percibir o a sabores varios y al sentir en la piel sensaciones, poco a poco me fui recuperando, aunque sin saber hacia dónde iba a parar el resto de mi vida.
Con el paso del tiempo, y manteniendo buena actitud, en menos de un año pude volver a tener buena relación con la que ya era mi exmujer, cosa de la que estaba muy orgulloso porque aún teníamos dos hijas en común y también sentía que era una pena no mantener cierta amistad. O sea, ¿estás 20 años viviendo con una persona y porque al final no vayan las cosas bien, ya no vale para nada las experiencias y cosas buenas que hubo entre ambos?
Me puse hacer running y estuve activo unos años con el club de la ciudad. En aquellos tiempos, pasé de pesar 95 kg con traje, corbata y perilla a 73 kg con ropa casual y afeitado total. Mis hijas, después de haberme visto más de 25 años con perilla, al verme afeitado decían: «¡Anda, un hermanito mayor! ¡El que nos faltaba!». Ja, ja… qué bellas son mis princesas.
Había otro tipo de princesas a las que fui conociendo en esos años y, tras muchas experiencias, fueran sexuales o emocionales, empecé a conocerme mejor. Como mi juventud fue muy corta, al estar tan centrado en las empresas, se ve que también necesitaba vivir esta fase. Gracias a ello, empecé a entender mejor la parte femenina que tan difícil nos resulta conocer a los hombres.
En el tema monetario, iba tirando con pequeñas cantidades que me pagaban algunos que me debían dinero personal y mediante alguna cosilla aparte que iba haciendo. Pero cada día que pasaba sentía que no podía ser eso todo lo que me deparaba la vida, algo tenía que cambiar, algo tenía que buscar, algo que me volviera a dar esa ilusión que tiempos atrás había tenido.
Entonces ocurrió… Mayo de 2020, justo el mes en que cumplía 49 años. Aún recuerdo que estaba en casa de mis padres y lo dijeron por la televisión. ¡Se había presentado una máquina que era capaz de, nada más y nada menos, saber el nivel de conciencia de cada persona! ¡Guauu! Siempre había sido defensor de la verdad con cierta conciencia hasta tal punto de que, en mi época empresarial, no realicé ciertas ventas si veía que no se adaptaban al cliente y el resultado era siempre que me aportaba más beneficio tanto a corto como a largo plazo. Además, se sabe que «un cliente contento se lo dice a cinco personas y un cliente descontento a diez personas».
¿Pero esto podría ser verdad? No estábamos a 28 de diciembre, ¿verdad? (día de los Santos Inocentes). Había escuchado algo sobre algunas máquinas que detectaban mensajes del cerebro, pero nunca había pensado en que se llegara a este avance tan crucial.
Ese mismo día cambié mis objetivos de volver a iniciar negocios y me propuse intentar conocer un poco mejor los mundillos estos con los que ya había tenido contacto en México y que elevaban la conciencia.
CAPÍTULO ٣
MIGUEL (TIPOS DE YOGA, PRINCIPIOS HERMÉTICOS Y MEDITACIÓN CON MIS HIJAS)
Me sentía como un remolino dando vueltas en busca de algún lugar donde pudiera ir aprendiendo cosas. Recordaba algunas historias de mi estancia en Cancún pero, después de tanto tiempo, descubrí que habían quedado más sensaciones que prácticas concretas.
No era yo solo. Había muchísima gente buscando y hablando sobre cierto tipo de yoga y de meditación. Que si nuevo chamanismo, que si budismo, que si metafísica, curso de milagros, radiestesia, aromaterapia, constelaciones familiares, reiki, registros akáshicos, temazcales, ayahuasca, meditación vipassana, biodanza, trabajos con mantras, palabras de poder, etc. Vamos, un sinfín de alternativas diferentes para aprender y avanzar en ese camino de conciencia que se había avivado tan rápidamente. Parecía que era el momento ideal para subir unos escalones en esa dirección… A ver que nos encontrábamos.
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