Pettibon generalmente trabajaba sobre un único panel, de modo que el mensaje tenía que ser directo y poderoso. Un cartel mostraba a la víctima de una ejecución, muerta, recostada en un árbol mientras un hombre con una pala aparecía de pie al fondo; el texto decía: «LOS SUMISOS HEREDAN LA TIERRA». En un flyer de un concierto para recaudar fondos para la defensa legal contra Unicorn aparecía un joven bien vestido al que se llevaban encadenado mientras un grupo de mujeres le miraba con admiración. «Todo el mundo ama a un asesino guapo», rezaba la leyenda.
Un flyer de Raymond Pettibon para un concierto de Black Flag de 1982. Nótese el impresionante cartel compuesto por grupos que, por aquel entonces, eran prácticamente desconocidos. Diseño e ilustración: Raymond Pettibon.
El hecho de que Black Flag, caricaturizado como un grupo punk absurdamente agresivo, se pudiera aliar con una obra gráfica de alto nivel conceptual demostraba que en el grupo había más inteligencia de lo que muchos observadores sospechaban. «Algunos creen que algo tan físico como nuestros conciertos debe querer decir que no hay ninguna reflexión en el proceso, pero eso no es verdad», comentó Ginn a Robert Hilburn, del L.A. Times. «Es cierto que queremos proporcionar una liberación física y emocional, pero también queremos crear una atmósfera en la que se anime a la gente a pensar por ella misma en lugar de aceptar lo que les han contado.» Incluso la reacción de los medios a los conciertos jugaba a favor del grupo, ya que cuando los chicos que realmente habían estado allí veían cómo las noticias dramatizaban lo que en realidad había ocurrido, pensaban que los medios también podían exagerar y distorsionar otras noticias.
Patrocinado por el legendario agitador cultural de Los Ángeles, Harvey Kubernik, Rollins había empezado a dar recitales de spoken word (una nueva expresión en aquella época) de sus poemas y sus entradas de diario en noviembre de 1983. Family Man , editado a finales de septiembre de 1984 y el cuarto álbum que el grupo había sacado ese año, dividía a Black Flag en sus componentes cada vez más diferenciados —el grupo y Rollins—, con una cara instrumental y otra recitada. El verano siguiente, Rollins publicó dos volúmenes de poemas en prosa, End to End y 2.13.61 , que incluyen versos como: « NOW I UNDERSTAND THE STRENGTH OF SUCCUMBING TO THE STORM, JOINING THE MAELSTROM, FINDING POWER IN ITS TURMOIL, PULLING TOGETHER END TO END LIKE A SNAKE CONSUMING ITS TAIL… 19» o « THE DAYS / PASS LIKE / PASSING YOUR / HANDS THRU / BROKEN / GLASS. / A LITLE / BLOOD / SEEPSOUT. / I FEEL SOME / PAIN HERE / AND THERE… 20».
En 1986, Rollins hacía cada vez más cosas por su cuenta, ya fueran recitales o artículos para revistas, incluido uno sobre las tiendas 7-Eleven para la revista Spin que tuvo amplia repercusión. Eso chocaba frontalmente con la ética de uno para todos y todos para uno de Ginn. Y con la sección rítmica cambiando con tanta frecuencia, Ginn no tenía ningún aliado fuerte en el grupo. Black Flag había acabado cayendo en el arquetipo de grupos anacrónicos como The Rolling Stones y Led Zeppelin: un líder carismático y un guitarrista enigmático y genial, con el apoyo de una sección rítmica relativamente anónima. Y aunque la autoflagelación de Rollins parecía invertir la postura egoísta del metal, su ensimismamiento no era más que la cruz de la misma moneda.
Quizá como antídoto a las aspiraciones de bardo de Rollins, el EP de 1985, The Process of Weeding Out , completamente instrumental, nos muestra al grupo alargando al máximo cuatro temas (e incluye algún fragmento admirable de Roessler). El título tiene un triple significado. Además de deshacerse de Rollins y de la referencia evidente a la hierba, se refiere a la forma en la que la música más exigente excluía a los seguidores menos perspicaces del grupo.
En las notas de la carátula, Ginn denuncia el auge del Parent’s Music Resource Center, un grupo dirigido por Tipper, la mujer de Al Gore, senador por Tennessee, que pretendía censurar las letras rockeras que personalmente consideraba ofensivas. «Tengo fe en que los tipos que van de policías por la vida», escribió Ginn, «con sus mentes estrictamente lineales y su apego a las normas, no tengan la capacidad necesaria para descifrar los contenidos intuitivos de este disco.»
La música tortuosa quería representar el compromiso intenso del grupo —la mayoría de sus miembros se habían tatuado las barras de Black Flag en sus cuerpos— y la frustración de seguir luchando contra la pobreza y la indiferencia. La ética de trabajo de Black Flag —las giras constantes, los conciertos en los que se dejaban la piel, los ensayos incesantes— era una manera de soportar el dolor, ahogándolo en oleadas de ruido y adrenalina. Tal y como dice el viejo chiste, Black Flag sufría por su arte, y ahora el público también tenía que sufrirlo. Ginn incluso tenía un nombre para ese enfoque: «el concepto destructivo», es decir, un ataque sónico dirigido hacia el público. Joe Carducci recuerda un concierto en el que el grupo tocó durante más de dos horas.
—Al final —dice—, la gente sencillamente se iba quedando rezagada, como en un campo de batalla.
El grupo se había alejado tanto de su público como lo estaba de la sociedad en general. «Intentábamos tocar a través del público en lugar de hacerlo para el público», dijo Stevenson. «Bajábamos la cabeza, tocábamos tan fuerte como podíamos y hacíamos caso omiso de su existencia.» «Intentaba empujar al público con mi bajo contra la pared del fondo», dijo Roessler. «Obligábamos a la multitud a someterse a la voluntad del grupo durante más tiempo del que podían soportar.»
Los conciertos se convirtieron en unas pruebas de agonizante tormento para el grupo y para el público. Roessler se hizo daño en la mano de tocar tanto el bajo y desde entonces le duele cada vez que toca. El sudor y la sangre de Ginn se filtraban dentro de la guitarra y provocaban cortocircuitos. Finalmente, fijó el control del tono del instrumento donde le gustaba, subió el potenciómetro de volumen hasta diez, lo soldó todo e instaló un interruptor hermético. Desde entonces, cuando la guitarra de Greg estaba enchufada, estaba a tope.
«En el escenario, todo el mundo estaba retorciéndose y gimiendo», escribió Patty Stirling sobre un concierto del 26 de julio de 1984. «Yo quería decir: “No pasa nada, no tenéis que hacerlo. Iros a casa, tomad una cerveza, mirad algo divertido en la tele o id a visitar a un amigo”. Bien, si yo estuviera rodeada por esa música gran parte del tiempo, también sufriría. El ritmo se arrastraba tanto que parecía que fuera hacia atrás.»
Lanzado a principios de mayo de 1985, Loose Nut contiene parte del hard rock más convencional de la historia de Black Flag , aunque compensado por el habitual autoodio histriónico de Rollins. Pero la pandilla original de SST empezaba a disolverse. A Raymond Pettibon, hermano de Ginn, no le importaba demasiado que SST jamás le pagara por su trabajo, pero se mostraba cada vez más frustrado porque, aunque era un artista reconocido por méritos propios, todavía se le conocía básicamente como «el tío de Black Flag».
La gota que colmó el vaso llegó con la portada de Loose Nut. Resulta que es un autorretrato: un hombre guiña el ojo mientras dos mujeres ligeras de ropa se sientan en su regazo. La leyenda dice: «Las mujeres son capaces de crear grandes artistas». Esa obra se había utilizado originariamente en un flyer unos cuantos años antes y Ginn había decidido recuperarla sin decírselo a su hermano. Entonces Stevenson, ahora en su rol de maquetador, recortó la obra original de Pettibon y utilizó las piezas como elementos para la hoja con las letras. Pettibon se encolerizó al ver la profanación de su obra y ese año él y Ginn dejaron de hablarse.
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