Dicha definición de raza deposita un centro mayor en las prácticas de significación que en los procesos estructurales, a pesar de plantear que la racialización se efectúa en la interface entre la producción de sentidos e identidades y las estructuras de distribución de poder y riqueza. El sociólogo Eduardo Bonilla Silva argumenta que la perspectiva de formación racial de Omi y Winant “no explica por qué la raza es una categoría social vital” debido a su carencia de explicación estructural, lo que les lleva formular una “teoría incoherente, inestable y dependiente de los proyectos raciales dirigidos por la élite”. Concordamos con la crítica de Bonilla Silva y con su concepto de “sistema social racializado” como “sociedades en las que los niveles económicos, políticos, sociales e ideológicos están parcialmente estructurados por la ubicación de los actores en las categorías raciales o razas”. Esta es una de un repertorio de categorías, como su tipología de ideologías raciales, después de la era de las luchas por los derechos civiles en los EE.UU. y el concepto de gramática racial, como veremos más adelante 138.
A contrapunto de Omi y Winant, que conciben la racialización como “la extensión del sentido racial de una relación previamente racial no clasificada, práctica social, o grupo”, Bonilla Silva (2001)entiende la racialización como un proceso que “forma una verdadera estructura”, en el que “los grupos racializados son jerárquicamente ordenados”, y en el cual “las relaciones sociales y prácticas emergen para ajustarse a la posición de los grupos en el régimen racial. Bonilla Silva argumenta que las razas “son el efecto de prácticas raciales de oposición” y que, por ende, “la lucha racial es la fuerza motriz fundamental de cualquier sistema social racializado”. Integrando las críticas y contribuciones de Bonilla Silva, elaboramos los conceptos de formación racial y proyecto racial en nuestra analítica.
El concepto de formación racial tiene resemblanza familiar con los de formación social y formación de clase, que provienen de la sociología histórica de corte marxista 139. En esta clave, tanto las clases como las razas, son formaciones sociales que constituyen dimensiones particulares de los escenarios sociales que están articulados con otros; por eso entendemos las formaciones raciales como ligadas a las formaciones de clase. Sin embargo, las metodologías para estudiar las clases como formaciones históricas se han desarrollado y aplicado más que la sociología histórica de las formaciones raciales. Es decir, las analíticas de la racialidad han de elaborar más los criterios para la investigación histórica de cuáles son los factores, las prácticas, ideologías y las mediaciones de poder político y economía-política que configuran los procesos de formación racial 140.
Una premisa principal de todos los análisis en las formaciones de clase es que ni el papel en las relaciones de producción, ni la posición en la división social del trabajo, son suficientes para la formación de clase, porque ello depende de las condiciones estructurales y de la agencia histórica de las/los sujetos. En el discurso crítico del marxismo esto se ha definido como la diferencia entre la clase-en-sí (posiciones estructurales) y la clase-para-s í (clase como formación histórica). Entonando ese son, en la introducción de su libro sobre las formaciones de la clase trabajadora, Katznelson plantea “cuatro dimensiones entrelazadas de teoría e historia” (estructura, estilos de vida, disposiciones y acciones colectivas) como criterios para investigar formaciones de clase obrera ( Katznelson & Zolberg, 1986).
En clave análoga, aquí planteamos los siguientes elementos para investigar las formaciones raciales afrodescendientes: 1) Economía política racia l: regímenes esclavistas y postesclavistas, división étnico-racial del trabajo; 2) Orden racial : Estados raciales, ideologías y discursos raciales, hegemonía racial, proyectos raciales, identidades raciales; 3) Regímenes racistas : culturas racistas, entramado de violencias, hegemonía racial; 4) Políticas é tnico-raciales : resistencias, luchas, acciones colectivas, organización, propuestas y proyectos contra el racismo y por el empoderamiento afrodescendiente. Esta analítica será marco teórico y metodológico para la cartografía que realizamos en este libro 141.
Aquí vamos a presentar más claramente tres categorías clave en nuestra analítica de la racialidad: Estado racial, proyecto racial y gramática racial . El Estado racial , como bien argumenta Goldberg, es un componente fundamental del Estado moderno, que desde sus inicios en los Estados imperiales y coloniales, hasta los Estados neoliberales en el día de hoy, han desempeñado una diversidad de roles en la constitución y reproducción de las categorías raciales y los modos de racialización, como también en la institucionalización de las desigualdades étnico-raciales, por medio de prácticas –a través de todo el tejido estatal– que varían desde las encuestas censales hasta las políticas culturales, educativas y laborales ( Goldberg, 2001) 142. El Estado racial, una dimensión de la institucionalidad política generalmente negada en los estudios latinoamericanos y caribeños, constituye un elemento regulador y articulador del orden racial en su conjunto, a la vez que sirve de referente clave en las luchas, acciones colectivas y políticas antirracistas.
El concepto de proyecto racial fue acuñado por Omi y Winant (1994), quienes lo definen como “representación y explicación de las dinámicas raciales, un esfuerzo por reorganizar y redistribuir recursos con base en criterios raciales”, que “conectan significados de raza en una formación discursiva con la manera que las estructuras sociales y las experiencias cotidianas se organizan racialmente”. A partir de esta definición, Winant (2001, 2008) distingue proyectos raciales neoliberales, neoconservadores y democrático-radicales 143. En clave similar, esta cartografía histórica ha de definir y deslindar proyectos raciales en Nuestra Afroamérica, a la luz de los criterios presentados en nuestra analítica de la racialidad.
La tercera categoría que presentamos aquí es la de gramática racial , acuñada por Bonilla Silva. En su analítica, la gramática racial “es un destilado de la ideología racial y, por lo tanto, de supremacía blanca” que organiza “el campo normativo de las transacciones raciales […] facilita la dominación racial y puede ser más central que la coacción y otras prácticas de control social para la reproducción de la dominación racial”. En esta clave, la gramática racial se refiere a representaciones sociales y prácticas culturales, que constituyen el habitus y el sentido común racial de la sociedad que es vital para la reproducción de la dominación y opresión racial. En ese pentagrama, Bonilla Silva menciona fenómenos diversos, desde representaciones televisivas y cinematográficas, hasta las culturas propias de espacios universitarios estadounidenses, que denomina “universidades históricamente blancas”. Esto abre un campo de investigación similar al que ha cultivado el semiotista Teun van Dijk (2010)en los análisis que ha hecho y orientado sobre los discursos raciales y racistas. Tanto en Bonilla Silva (2001)como en Van Dijk (2010), los discursos raciales y racistas están atravesados fundamentalmente por la pigmentocracia, que aquí llamaremos la “gramática del color”, pero también están mediados por otros criterios incluyendo elementos culturales y conductuales como ya hemos explicado en relación a la categoría raza.
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