4.7 Sólo el amor tiene el poder de transformar este sueño de muerte en la percepción consciente de la vida eterna.
4.8 Anhelar, aprender, buscar, adquirir, la necesidad de poseer, la necesidad de guardar, la llamada codiciosa, la fuerza impulsora, la pasión elegida… todas estas cosas que has elaborado para reemplazar lo que ya tienes te llevarán de vuelta, de la misma manera que te pueden llevar por el mal camino. El destino final al que llegues depende exclusivamente de tu decisión. Tu decisión, disfrazada de múltiples formas, es simplemente ésta: avanzar hacia el amor o retirarte de él, creer que el amor te es dado o creer que te es denegado.
4.9 El amor es lo único que cumple la ley de Dios en tu mundo. Lo demás supone que lo que uno tiene le es denegado a otro. Aunque no se pueda aprender ni practicar el amor, hay una práctica que debemos realizar para reconocer su presencia. Consiste en vivir de acuerdo con la ley del amor, que es una ley de ganancias, y no de pérdidas, una ley que dice que cuanto más das, más recibes.
4.10 No hay perdedores ni ganadores bajo la ley de Dios. A nadie se le da más que a otro. Dios no puede amarte a ti más que a tu prójimo, ni puedes hacerte merecedor de más amor de Dios del que ya tienes, ni ganarte un lugar mejor en el cielo. La mente, bajo la dirección del ego, ha prosperado a base de ganadores y perdedores, a base de esforzarse y de ganarse un lugar mejor. El corazón no sabe de estas distinciones, y quienes penséis que las habéis aprendido a través de los golpes y los abusos de la experiencia vivida aquí, regocijaros al saber que no es así. Esta aparente ilusión goza de credibilidad porque la mente ha hecho que sea así. Tus pensamientos han pasado revista una y otra vez a todo el dolor que el amor ha traído. Se detienen en aquellas ocasiones en las que el amor ha fallado, porque no reconocen que el amor no puede fallar.
4.11 Son tus expectativas y falsas percepciones de tus hermanos y hermanas las que te han llevado a creer que el amor puede fallar, perderse, retirarse o convertirse en odio. La falsa percepción de tu Padre es la causa de que todas las demás percepciones sean falsas, incluida la que tienes de tu propio Ser.
4.12 Cuando piensas en actuar por amor, tus pensamientos de amor se basan en el sentimiento, y deben ser cuestionados. El amor no consiste en mostrarte amable cuando te sientes malhumorado. No consiste en hacer buenas obras de caridad y servicio. No consiste en tirar la lógica por la borda y hacer tonterías que, aunque parezcan divertidas, no pueden hacerse pasar por alegría. Todos tenéis una imagen en la mente de alguien que, según vosotros creéis, sabe qué es el amor. Tal vez se trate de una persona mayor, siempre amable y bondadosa, que no se enoja con nadie y que no se preocupa por sí misma. Quizás sea una madre, cuyo amor es ciego y sacrificado. Otros a lo mejor imagináis un matrimonio de muchos años en el que cada cónyuge está entregado a la felicidad del otro, o un padre cuyo amor es incondicional, o un sacerdote o pastor siempre dispuesto a guiar. A todas y cada una de estas personas a las que admiras, les otorgas atributos que tú no tienes y que piensas que a lo mejor puedes llegar a adquirir algún día, cuando sea el momento oportuno. Porque crees que esa actitud amable y bondadosa ahora no te sirve, que el precio que hay que pagar por la ceguera y el sacrificio es demasiado elevado, que estaría bien entregarse a una pareja que fuera más amorosa que la tuya, que el amor incondicional es extraordinario, pero ¿no ha de atemperarse con el buen criterio? Y que, sin duda, para guiar a otros es necesario primero acumular una sabiduría que no está a tu alcance.
4.13 Por lo tanto, tu imagen del amor se fundamenta en la comparación. Eliges a alguien que demuestra aquello de lo que más careces, y utilizas esa imagen para castigarte, mientras afirmas que eso es lo que quieres.
4.14 Otra categoría muy distinta es la de tus ideas acerca de lo que es estar enamorado. En este contexto, el amor no sólo está lleno de sentimiento sino también de romance. Esta etapa del amor no suele considerarse duradera, ni algo que pueda mantenerse. Es el dominio de los jóvenes y la ensoñación de quienes van envejeciendo. Es sinónimo de pasión y de un desborde de sentimientos que van en contra de todo sentido común. Estar enamorado es ser vulnerable, porque en cuanto el sentido común deje de hacerte actuar según lo previsto, puede que te olvides de proteger tu corazón o de mantener tu verdadero Ser escondido. Y eso es, sin duda, peligroso en un mundo en el que la confianza se puede transformar en traición.
4.15 Cada uno se ha formado un ideal sobre qué es lo que constituye la pareja perfecta, un ideal que ha ido cambiando con el tiempo. Los que están más atados al ego podrían pensar en la posición social o la riqueza, en la belleza física y en los elementos que acompañan a una buena educación. Los más inseguros creerán en una pareja que los colme de alabanzas y regalos, y que les preste una atención que no flaquee. Quien valore la independencia, buscará una pareja con buena salud, no demasiado exigente, compañera y amante, que encaje bien en una vida ajetreada.
4.16 Crees que te puedes enamorar de la persona equivocada y elegir mejor basándote en criterios más importantes que el amor. Crees, por tanto, que el amor es una elección, algo que se les entrega a algunos y no a otros. Confías en ser un ganador en este juego, un elegido al que se le devolverá en especie cada gramo de amor que él entregue. Así, haces malabarismos con el don más sagrado de Dios, y te sientes contrariado si das amor y recibes poco a cambio. Sin embargo, en esta contrariedad reconoces la verdad de qué es el amor.
4.17 En ningún otro ámbito de tu vida esperas tanta justicia, ni un intercambio tan equitativo. Entregas tu mente a una idea, tu cuerpo a un trabajo, tus días a actividades que no te interesan ni te satisfacen. Aceptas lo que te pagan dentro de ciertos límites que tú has fijado; cuentas con que determinados logros conlleven cierto grado de prestigio; aceptas que es necesario realizar determinadas tareas para sobrevivir. Esperas que en estos ámbitos haya cierta equiparación entre lo que das y lo que recibes a cambio. Esperas que tu esfuerzo produzca resultados, que la cena que has preparado se coma con gusto, que tus ideas sean consideradas inspiradas. Pero no cuentas con ello. De hecho, a menudo supones lo contrario, y agradeces cada reconocimiento que el mundo te brinda por la forma en que pasas tus días. Porque eso es lo que haces, pasar los días, y pronto se irá agotando el número limitado de días que hay reservados para ti, y morirás. “La vida no es justa, ni tiene por qué serlo” –proclamas– “pero el amor es otra cosa”.
4.18 En esto estás en lo cierto, pues el amor nada tiene que ver con tu imagen de la vida, y en nada se asemeja a la forma en que pasas los días ni a la manera en que éstos han de terminar. El amor es lo único que se mantiene aislado en tu percepción de lo que haces aquí. Crees que al estar aislado de esta manera, el amor tiene poco que ver con otras áreas de tu vida. Se ve como una cosa personal, como algo que otra persona te entrega de una manera especial sólo a ti, y que tú le entregas a ella. Tu vida amorosa nada tiene que ver con tu vida laboral, con los asuntos que atañen a la supervivencia, con tu capacidad de triunfar, con tu estado de salud ni con tu bienestar general.
4.19 Incluso tú, que no reconoces qué es el amor, proteges lo que llamas amor de las ilusiones que has construido.
4.20 Una cosa que está aislada de la locura del mundo nos resulta útil ahora. Tal vez no sea lo que es el amor, pero lo que es el amor te ha guiado en tu decisión de aislar el amor de lo que llamas “el mundo real”, de aquello que en realidad es la suma total de lo que tú has fabricado. El mundo que tanto esfuerzo te cuesta navegar es aquello que tú has hecho de él, un lugar en el que el amor no tiene cabida y en el que, en verdad, no entra. Pero el amor ha entrado en ti, y no te abandona, así que tú tampoco debes tener un lugar en este mundo que has fabricado, sino que debes tener otro lugar en donde estés en tu casa y donde puedas morar en presencia del amor.
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