Pero todas estas frases no hacen sino poner de relieve el prejuicio de que el cuerpo es “experiencial” y de que la mente, al ser “conceptual”, nos aleja de la experiencia inmediata. Queremos experimentar algún tipo de unidad o intimidad con el Espíritu, pero la mente, con sus divisiones y distinciones, acaba con la experiencia sentida. Y todo ello sin mencionar siquiera el fl ujo de pensamientos y distracciones (la llamada “mente del mono”) que no dejan de afl orar mientras estamos meditando. Es por esto por lo que la regla de la espiritualidad popular se ha convertido en “¡Sé!” o, dicho en otras palabras, “¡No seas tan intelectual!”.
Realmente es posible, en ausencia de práctica realmente integral, quedar atrapados en la cabeza. Pero, como la PIV no soslaya nada, también incluye la mente y el intelecto. A fin de cuentas, la mente es una dimensión de la PIV. El uso de un marco de referencia OCON es, en sí mismo, un aspecto de la práctica de integración entre el cuerpo, la mente y el Espíritu (y también la sombra).
Pensar con claridad es esencial para el cultivo de una moral adecuada, tomar decisiones conscientes y hasta practicar la compasión. Si queremos empatizar con alguien debemos ser capaces de asumir su perspectiva (un acto ciertamente mental). Es necesario, para ser auténticamente espirituales, contar con una mente sana y desarrollada.
La información, cuando no está adecuadamente organizada, pierde su utilidad. Y es que, desconectados de una imagen mayor que les dé sentido y de una pauta que lo conecte todo, los datos puros no son más que fragmentos de información desconectada que se apila en montones y no explican absolutamente nada. OCON nos ayuda, en este sentido, a identificar esas pautas fundamentales y convertir los montones en totalidades . La visión integral nos revela el modo de acomodar facetas aparentemente desgajadas de nuestra experiencia y proporcionarnos, sin simplificar excesivamente las cosas, un lugar para cada cosa reduciendo, de este modo, la complejidad de la vida.
Aunque no haya mapa que incluya todos los detalles, siempre podemos crear el espacio suficiente para que quepan todos los mapas . Del mismo modo que, en una brújula, caben todas las direcciones posibles, basta con un par de direcciones (Norte-Sur y Este-Oeste) para acomodar, en ellas, todas las orientaciones posibles.
Es así como, con dos sencillas distinciones, los cuatro cuadrantes nos abren también un espacio en el que cabe todo, es decir
1. Interiores(pensamientos, sentimientos, significados y experiencias meditativas) y exteriores(átomos, cerebros, cuerpos y conductas)
e
2. Individuos(que tienen su propia forma y experiencia distintiva) y colectivos(que interactúan dentro de grupos y de sistemas culturales)
Estas dos distinciones nos abren a las cuatro dimensiones o espacios del mundo de los que hablábamos en el Capítulo 3, los espacios del yo, del nosotros, del elloy del ellos.
La visión integral advierte el modo en que las realidades propias de los cuatro cuadrantes —desde la conciencia y la sombra del cuadrante superior-izquierdo hasta los valores y relaciones del cuadrante inferior-izquierdo, las conductas y los factores fisiológicos individuales del cuadrante superior-derecho y los sistemas ecológicos y tecnoeconómicos del cuadrante inferior-derecho— se interpenetran para dar lugar a todos y cada uno de los instantes de la vida de nuestra conciencia en este planeta.
En realidad, las cuatro dimensiones representadas por los cuadrantes se hallan presentes en cualquier situación vital. Imagínese, por ejemplo, una buena mañana mientras se dirige caminando a su oficina…
Cuadrante superior-izquierdo, espacio interior-individual del “yo”: Se siente excitado y un tanto nervioso ante la entrevista que esa mañana le espera y, en su cabeza, no dejan de aparecer pensamientos sobre el mejor modo de prepararla.
Cuadrante inferior-izquierdo, espacio interior-colectivo del “nosotros”: Se adentra en la cultura administrativa habitual de significados, valores y expectativas compartidas en que, de forma tanto explícita como implícita, se halla cotidianamente inmerso.
Figura 5.1Los cuatro cuadrantes
Cuadrante superior-derecho, espacio exterior-individual del “ello”: Su conducta física es evidente: caminar, dar los buenos días, abrir la puerta, sentarse frente a su escritorio, poner en marcha el ordenador, etcétera. La actividad cerebral, el ritmo cardíaco y la tasa de sudoración van intensificándose en la medida en que se acerca el momento de la entrevista.
Cuadrante inferior-derecho, espacio exterior-colectivo del “ellos”: Ascensores que funcionan con electricidad, generada a miles de kilómetros de distancia, que le llevan hasta el piso en que se encuentra su oficina. Luego camina por el entorno familiar de su oficina, se acerca a su escritorio y conecta con la red de la empresa para enterarse del estado de las ventas en los distintos mercados internacionales.
Figura 5.2¿Qué hay en los cuatro cuadrantes?
Como puede ver, los fenómenos aparecen simultáneamente en las cuatro dimensiones. Los cuatro cuadrantes co-emergen (o, dicho más exactamente, “tetra-emergen”) en la experiencia del ahora . Además, la Práctica Integral de Vida ejercita los aspectos de su ser en los cuatro cuadrantes . Se supone que la PIV los apoya teniendo en cuenta a su “yo” individual interior, su “ ello ” individual exterior, su “nosotros” colectivo interiory su “ellos” colectivo exterior, que se hallan presentes instante tras instante.
Siempre es posible que, cuando se compromete con una PIV y con una vida de práctica, se dé cuenta, en algún momento, de que se ha “olvidado” de uno o más cuadrantes de su vida y de que, desentendiéndose del resto, ha centrado exclusivamente su atención sólo en algunos aspectos de la realidad. Pero, en la medida en que va familiarizándose con el marco de referencia integral y éste acaba convirtiéndose en su segunda naturaleza, cada vez reconoce más fácilmente, en toda situación, la presencia de las cuatro dimensiones.
Éste es el segundo elemento básico del marco de referencia OCON. Afirma la existencia de estructuras de conciencia más o menos elevadas (o más o menos evolucionadas o conscientes) e insiste en que, tanto a nivel individual como colectivo, el ser humano puede desarrollarse hasta niveles superiores siguiendo una secuencia de estadios u olas progresivas del desarrollo.
Ésta es una idea que, para muchas personas, resulta difícil de digerir. Esas personas creen que el hecho de hablar de niveles da pie a la sensación de superioridad o asimilan la noción de “conciencia superior” a uno de los conceptos difusos a los que nos tiene acostumbrados la llamada “nueva era”. Lamentablemente, sin embargo, hay ocasiones en que esas personas tienen razón porque hay quienes, apoyándose en la religión, se empeñan en elevarse altivamente sobre los demás. Y también hay quienes parecen no tener empacho alguno y, utilizando un lenguaje sensiblero y descuidado, hablan de “conciencia superior” y desacreditan la noble y profunda cuestión de despertar al Kosmos.
Si, por otra parte, observamos la evolución, advertiremos millones de pequeños cambios incrementicios que, de vez en cuando, dan lugar al surgimiento de propiedades emergentes que posibilitan la irrupción de algo completamente nuevo (como las células vivas que salpicaron la sopa química primordial o la aparición del arte en los primeros seres humanos). Esto jalona la emergencia de un estadio , nivel u ola del desarrollo completamente nuevo, algo que sucede en todos los cuadrantes, tanto en la evolución física y biológica (ello), como en la evolución socioeconómica (ellos), en la evolución cultural (nosotros) y en la evolución de la conciencia individual (yo). Y el despliegue de esos estadios se atiene a una pauta claramente discernible.
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