Ezequiel Martí - ¿Cuándo perdí las llaves?

Здесь есть возможность читать онлайн «Ezequiel Martí - ¿Cuándo perdí las llaves?» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

¿Cuándo perdí las llaves?: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «¿Cuándo perdí las llaves?»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Acabo de leer el libro, bien entrada la madrugada, pero no podía dejarlo a medias. Como CEO de mi compañía, es como mirarte al espejo con visión de rayos X. Es poder descubrir aquello en lo que algunas veces piensas y que nunca entiendes cómo funciona y, a la vez, cómo funcionas tú y nunca has sabido el motivo. Es tarde, me apetecía reflexionar un poco sobre la interesante historia de Juan y su, ahora ya, coach ejecutivo Lorenzo, que bien podrían llamarse Josep Mª y Ezequiel… Me apetecía un refresco, pero la ocasión bien merecía un sorbo de Jack Daniel's, y no el n.º 7, sino el Single Barrel que tengo reservado para las grandes ocasiones… ahora ya toca acostarme… sin las llaves, pero por última vez.Josep Mº Tribó CEO de Tau New Technology S.L

¿Cuándo perdí las llaves? — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «¿Cuándo perdí las llaves?», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Me comentó que supo esquivar la crisis observando las costumbres de sus clientes, fijándose constantemente en lo que compraban y en qué hábitos de consumo tenían. Esa observación fue la clave para poder adaptarse a lo que venía. «Juan, nunca dejes de observar a tu alrededor», me repetía constantemente. Lo recuerdo como si fuera ayer, aunque en ese momento tampoco supe adivinar lo que me quería transmitir ni tampoco le hice caso.

El lunes siguiente me presenté en su empresa y sin pensarlo dos veces le comenté que yo podía ocuparme del mantenimiento de sus instalaciones.

Así es como comencé a trabajar otra vez. Me di de alta como autónomo y empecé con los mantenimientos frigoríficos. Al principio, solo una vez por semana, pero después también le llevaba todo el mantenimiento de sus naves industriales: calefacción, electricidad, aire acondicionado. Vaya, todo lo que necesita una empresa en estos temas. De allí, me propusieron renovar la instalación eléctrica de una tienda que se iba a reformar. Poco a poco me salieron trabajos, aunque pequeños, que sirvieron para crear lo que es ahora mi empresa. De esto hace ya veintiséis años. Hoy tengo una plantilla de cincuenta y ocho personas.

Pero ahora, estoy completamente cansado. Estoy agotado y me siento solo.

No es que esté solo —no tengo a nadie en quien confiar en mi empresa—, creo que es soledad. Esa sensación de aislamiento en que te sientes solo, sin acompañamiento de nadie. Esta soledad empresarial para mí es muy desagradable y cada vez me cuesta más abrirme a los demás y relacionarme con ellos. Ya no disfruto con mi trabajo. Me paso todo el día apagando fuegos y me falta concentración, tengo mucho estrés y la sensación de que me estoy perdiendo cosas importantes. Ya no tengo la capacidad de descubrir oportunidades ni nuevas ventas ni de aprovechar los contactos para ampliar mi cartera de clientes. Además, me llevo los problemas a casa. Tengo la sensación de estar dedicando los mejores años de mi vida a algo que no tiene ni futuro ni recorrido. Creo que los empresarios estamos hechos de otra pasta, pero tampoco sé hasta qué punto vale la pena pagar el precio que pago por lo que estoy haciendo y por las recompensas que obtengo de mi trabajo y mi dedicación.

Cuando puse la primera piedra de mi proyecto empresarial, tenía ilusión por aportar algo a la sociedad, por crear algo de lo que me pudiese sentir orgulloso. Veía un futuro en el que me sentiría feliz con mi empresa, con mi familia, con las personas de mi entorno. Tener esa libertad personal de hacer lo que realmente te gusta y que mi mujer se sintiese orgullosa de lo que he llegado a hacer. Pero ahora no es el caso. Solo estoy ganando dinero. Y, sinceramente, tampoco quiero ser el más rico del cementerio. Recuerdo con añoranza las palabras que me comentó un amigo mío, la historia de un hombre tan pobre, que solo tenía dinero.

Tengo envidia de mi mujer porque a ella todo le va bien. Está contenta con lo suyo y la veo disfrutar con su trabajo, en su empresa. En casa intento disimular que estoy completamente quemado de la empresa que dirijo. Le digo a mi mujer que todo va bien, pero creo que ella se da cuenta. Es mujer y es imposible mentirle. Lo nota todo. Las mujeres poseen un sexto sentido para detectar las emociones de las personas. Ella me da ánimos, pero creo que necesito alguna cosa más que un golpe de moral puntual cuando estoy completamente agotado y abatido. A veces pienso que lo hago por mis hijos, para que tengan una empresa. Pero creo que ellos escogerán un camino diferente al mío. Al fin y al cabo, mi padre trabajaba en una tienda de zapatos y mi madre estaba todo el día en casa. Nada tiene que ver con lo que yo estoy haciendo.

Yo, ahora, me paso el día discutiendo con los trabajadores. No se enteran de nada y al final les tengo que explicar cómo deben hacer las cosas, porque no saben. Les pago una pasta, pero no hay manera. Esta semana se han ido el encargado que tenía y un oficial electricista. Es decir, que ahora, además, tengo que buscar sustitutos y que además sean buenos en este trabajo.

Hace una semana, sin ir más lejos, mi asistenta personal me comentó en la máquina del café que antes ella podía explicarme las cosas y que, ahora, no sabe lo que me ha pasa. Que me he vuelto muy gruñón desde hace tiempo y que mi actitud provoca que la organización se impregne de malestar en general. Vamos, que estoy haciendo algo que no debería.

Carmen es mi asistenta personal desde hace doce años. Ha vivido experiencias en la empresa de todos los colores y tiene la suficiente confianza para explicarme qué piensa. Carmen es una de esas personas que cuando habla muchas veces no estarás de acuerdo con ella, pero en el fondo tiene razón. Pero ahora existe un aire enrarecido que se palpa en el ambiente.

—Juan, ¿te das cuenta? —añadió.

—¿De qué, Carmen? —contesté.

—Tienes a toda la organización patas arriba, Juan. Las personas de tu equipo te tienen miedo.

—¿Cómo me van a tener miedo? —repliqué—. ¡Es imposible!

—¡Mira, Juan! Puedes pensar lo que quieras. Soy el saco de golpes de esta empresa y me ha tocado a mí. Todos vienen a llorar. Desde las chicas de administración a los transportistas. Todos, absolutamente todos, tienen quejas de cómo ha cambiado el sistema de trabajo desde hace ya un par de años. Según tú, das vía libre para que hagan cosas y sean responsables. Según ellos, cada vez que quieren hacer algo controlas lo que hacen y no das confianza. Según tú, tienen que ser proactivos y sacarse el trabajo de encima; según su percepción, no pueden hacer nada sin consultarlo tú y la mayoría de las veces les pones en entredicho las decisiones que han tomado sin darles una respuesta razonada y clara.

—Pues, Carmen —añadí—, creo que lo estoy haciendo bien. ¿No?

—¿Te acuerdas cuando entró la chica nueva hace un par de años para el departamento de compras? Mónica. Según tú querías una persona especializada en estos temas. ¿Te acuerdas?

—Sí, me acuerdo. Todos recordamos que al final la tuve que despedir.

—Mónica —replicó Carmen—, tenía conocimientos muy importantes de gestión de un departamento de compras en su anterior empresa. Pero no en la nuestra. Ella venía de una multinacional y nosotros somos una empresa de tamaño pequeño. Ella intentó aplicar su método de compras, lo que aprendió y experimentó en su anterior trabajo. Cuando entró a trabajar con nosotros, no teníamos nada ordenado. Estábamos en el proceso de adaptación del nuevo programa informático. Ni siquiera sabíamos el volumen de compras de algunos de nuestros proveedores. El primer día se puso a trabajar sin ni siquiera explicarle cómo debía ejercer su función con nosotros.

»Como era buena en compras y viene de una multinacional también nos servirá. ¿Te acuerdas que lo comentabas? Menudo fichaje hemos hecho.

»Ella nunca llegó a comprender el proceso que estábamos viviendo entonces. Lo primero era que pudiese entender el motivo por el cuál nosotros hacemos las cosas de una determinada manera y en qué momento nos encontrábamos, poderle explicarle nuestro ¿para qué hacemos las cosas de una determinada manera? Era aquí, donde nosotros debíamos aprovechar su experiencia para incorporar métodos en nuestra organización que hasta ahora no aplicábamos. Se encontró con una empresa por organizar y con la experiencia de una multinacional alemana en que todo estaba completamente organizado. Tuvo un shock. Primero, la tensión por hacer bien su trabajo y en segundo lugar la presión que tú le aplicaste para que lo organizase todo de hoy para mañana. Porque, según tú, era muy fácil.

»Al final se quemó, se volvió tóxica y la tuviste que echar. Pero la responsabilidad de que se quemase en su puesto de trabajo era solo tuya.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «¿Cuándo perdí las llaves?»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «¿Cuándo perdí las llaves?» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Martha Grimes - The Blue Last
Martha Grimes
Marta Abergo Moro - ¡Arriba las manos!
Marta Abergo Moro
José Luis Domínguez - Las llaves de Lucy
José Luis Domínguez
Antonio Díaz-Deus - Las 4 llaves
Antonio Díaz-Deus
Enrique Cervantes Prieto - Las letras sobre mí
Enrique Cervantes Prieto
Отзывы о книге «¿Cuándo perdí las llaves?»

Обсуждение, отзывы о книге «¿Cuándo perdí las llaves?» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x