Figura 1-11. Identidad religiosa según sexo en T1.
Un segundo aspecto relevante a analizar ha sido el nivel socioeconómico (NSE) de los participantes 12. Al cruzar esta variable antecedente con la identidad religiosa, y tal como muestra la Figura 1-12, se observa una presencia importante del NSE alto en los grupos de católicos observantes y practicantes, así como también en el grupo de ateos. Por otro lado, el NSE medio es el nivel más frecuente tanto dentro de evangélicos como de agnósticos. Debido a la poca presencia de estudiantes de NSE bajo en la muestra en general, estos son minoritarios en todos los grupos, aunque destaca una diferencia importante al interior de los grupos católicos: mientras solo el 8% de los católicos practicantes pertenecen al NSE bajo, este grupo representa el 28% de los católicos nominales, grupo que, además, muestra la distribución más equilibrada de participantes de los distintos niveles socioeconómicos.
Figura 1-12. Identidad religiosa según nivel socioeconómico en T1.
Como tercer punto de caracterización de antecedentes a la identidad religiosa, se exploró la relación entre esta y la orientación política que declaran los jóvenes, dentro de las tradicionalmente consideradas en Chile. Como se observa en la Figura 1-13, hay diferencias importantes en las orientaciones políticas de los miembros que conforman los grupos religiosos estudiados. En primer lugar, se observa una marcada presencia de orientación de derecha en los grupos católicos, especialmente en los católicos practicantes, que aparecen como el grupo menos diverso políticamente. Tanto en católicos observantes como nominales, esta orientación política está también bastante representada, la que alcanza casi el 40%. Este resultado está en línea con otros estudios internacionales, en que se ha observado que la religiosidad se asocia positivamente con posturas conservadoras en asuntos sociales, económicos y políticos (Jost et al ., 2013).
Figura 1-13. Identidad religiosa según orientación política en T1.
En el resto de los grupos religiosos, la orientación de derecha se encuentra menos presente. Por el contrario, la orientación de izquierda tiene una presencia significativa, pero no mayoritaria, entre los grupos de no creencia, especialmente ateos y creyentes no adherentes. La orientación de centro es la minoritaria en casi todos los grupos, exceptuando a evangélicos, donde, si bien no es una mayoría, se puede observar que es el grupo en el que está más representada esta postura. Finalmente, es importante destacar la amplia presencia de participantes que no se identifican con ninguna orientación política. Más de la mitad de los evangélicos declaran esto, a la vez que es la opción predominante entre agnósticos, creyentes no adherentes y católicos nominales.
En último lugar, se analizó la posible relación entre socialización religiosa familiar, particularmente con aquella que proviene directamente de los padres, y la identidad religiosa de los participantes; para esto se abordó la relevancia que tiene el contexto familiar de proveniencia en la formación identitaria. Este aspecto se hace central considerando la literatura existente en este tema. Por ejemplo, se han encontrado mayores niveles de religiosidad en aquellos jóvenes cuyos padres practican la religión y desean que sus hijos sean religiosos (Flor & Knapp, 2001). Al respecto, son relevantes los estudios que muestran que el diálogo religioso presente en las familias se asocia positivamente con la religiosidad de los hijos (Boyatzis & Janicki, 2003; Flor & Knapp, 2001; Groen & Vermeer, 2013).
A nivel general, una amplia mayoría de los padres de los participantes son creyentes, aunque esta tendencia es mayor entre las madres (67% de las madres y 62% de los padres). Esta característica es esperable si se considera que la generación de los padres de los estudiantes se desarrolló en un contexto donde la gran mayoría de la población chilena se declaraba católica. Por su parte, hay una mayor presencia de padres que son precibidos por sus hijos como creyentes no adherentes (17%) o no creyentes (12%) en comparación a las madres de los participantes (14% y 11% respectivamente), lo que se condice con la relación entre sexo y religiosidad comentada anteriormente. Las distribuciones de los resultados de dichas categorías en la madre y en el padre para cada grupo religioso se presentan en las Figuras 1-14y 1-15.
A modo general, se observa que el patrón de distribución de la religiosidad tanto de las madres como de los padres de los participantes varía de manera similar y tiende a estar relacionado con la identidad religiosa de los jóvenes. Así, los grupos de religiones institucionalizadas tienden a una fuerte presencia tanto de madres como de padres creyentes adherentes (sobre 77% y 73%, respectivamente). Esto es particularmente evidente en el caso de las madres de los participantes de grupos católicos, en donde por sobre el 92% de estos declara que su madre adhiere a una religión. Por otro lado, entre los jóvenes creyentes no adherentes se observa la mayor presencia de madres y padres que también son creyentes no adherentes, en donde el 30% de las madres y de los padres de jóvenes profesan esa opción religiosa. Patrón similar se da en el caso de los grupos de increencia, especialmente considerando a los padres de los participantes. Cerca del 30% de los jóvenes agnósticos y ateos declaran que su padre es no creyente, aunque, en el caso de las madres, el porcentaje disminuye y bordea el 10% de los casos.
Figura 1-14 . Identidad religiosa según la religión de la madre en T1.
Figura 1-15. Identidad religiosa según la religión del padre en T1.
Además, se analizó la socialización religiosa familiar en su conjunto. Los resultados se presentan a continuación ( Figura 1-16).
Figura 1-16 . Identidad religiosa según la religión de la familia (ambos padres) en T1.
Considerando esta distribución, se observa que los patrones anteriormente descritos se acentúan más. Se constata que gran parte de los estudiantes de la muestra provienen de familias creyentes, es decir, donde ambos padres profesan alguna religión. Si bien se puede apreciar una diferencia entre los grupos católicos, la gran mayoría de los participantes de estos grupos provienen de familias creyentes, aunque aparece también la presencia de aquellos que tienen al menos un padre creyente no adherente, especialmente en católicos nominales. Las condiciones de los participantes evangélicos son bastante similares a las de los católicos, aunque se muestra un aumento de la presencia de al menos un padre agnóstico/ateo, y de participantes que no declaran la religión de al menos uno de sus padres. Por otro lado, los participantes creyentes no adherentes muestran un perfil bastante particular respecto del resto de los grupos. Entre estos jóvenes hay una importante representación de familias donde al menos uno de los padres es no adherente, lo que da cuenta de una forma de relacionarse con la religión más distante a nivel familiar. En esa misma línea se inscribe lo que ocurre en los grupos de increencia, en donde, a pesar de que una gran parte de los jóvenes viene de familias creyentes, cerca de un tercio de estos señala que al menos uno de sus padres es no creyente.
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