Las distintas ciudades definieron y aprobaron su respectivo pot: Medellín, en diciembre de 1999 (actualizado en agosto del 2006); Bogotá, en julio del 2000 (actualizado en diciembre del 200346); Barranquilla, en septiembre del 2000 (revisado y ajustado en el 2007), y Pereira, en mayo del 2000 (revisado en julio del 2006), para mencionar solo algunos. En ellos se incluyeron, desde el principio, los proyectos de escala intermedia o que, en su defecto, se desencadenaron posteriormente en el proceso mismo de la implementación de los pot en los planes de gobierno de cada ciudad. Los objetivos y proyectos de los pot, con un horizonte inicial de diez años, determinaron que fueran asumidos por administraciones sucesivas, que los incorporaban a sus planes de gobierno y desarrollo, cambiando ciertos enfoques o nombres, pero manteniendo el principio rector, las orientaciones y los lugares de ejecución, aunque en algunos casos ocurrieron saltos cualitativos de gran importancia.
En el caso de Medellín, en el pot, propuesto desde 1998 y aprobado en 1999, se plantearon proyectos estratégicos que pudieran, como bien lo dice aquel, “generar impactos significativos en la estructura espacial y orientar favorablemente el desarrollo”, a partir de situaciones críticas o potencialidades del suelo. Estos proyectos podían tener como fin contribuir a la consolidación de la plataforma competitiva, la recuperación de la calidad ambiental, la resignificación urbana, la generación de equilibrio urbano o el establecimiento de planes parciales dirigidos a mejorar las condiciones de vivienda y hábitat de los ciudadanos y del espacio. De allí resultaron proyectos como el Museo de Ciencia y Tecnología, la Recomposición del Espacio Urbano de La Alpujarra, el Plan Especial del Centro Tradicional y Representativo Metropolitano, el Espacio Cívico de Cisneros, el Museo de Antioquia, los sistemas de transporte masivo de mediana capacidad o el Plan de Mejoramiento Integral de Moravia. Cada una de estas propuestas iría tomando forma y concretándose para cumplir el objetivo planteado de consolidar el sistema estructurante y aportar a la construcción del modelo o proyecto de ciudad, a corto, mediano y largo plazo.
El proyecto del Museo de Antioquia fue insinuado en el plan de intervención del centro, de 1992, pasando por varios planes hasta definirse como el “Proyecto Museo de Antioquia - Ciudad Botero”, en la “Intervención del centro de la ciudad”, planteado por la administración municipal de Juan Gómez Martínez en su plan de desarrollo 1998-2000.47 En ese momento, se había pensado en trasladar el Museo de Antioquia de su antigua sede, debido a la situación de pauperización y deterioro del entorno urbano, pero esta huida del centro fue criticada por algunos sectores que consideraron un potencial su permanencia y relocalización, con el fin de intervenir y mejorar las condiciones del mismo centro. Mediante un concurso público se escogió el proyecto de la Unión Temporal Stoa —Beatriz Jaramillo, Darío Ruiz Gómez, Tomás Nieto y Emilio Cera—, el cual planteó la resignificación del antiguo Palacio Municipal, la renovación urbana del área de influencia, la recuperación de la calle como el espacio fundamental de la ciudad, mediante los bulevares, y la asunción de la ciudad como un planteamiento cultural, donde el mismo espacio fuese expresión de la historia, el arte y los sueños colectivos.
Si bien el proyecto no cumplió en la totalidad el programa propuesto por los arquitectos, sí recoge sus planteamientos básicos. El núcleo central del mismo es el antiguo palacio municipal, un edificio de severas formas geométricas diseñado por Martín Rodríguez (de la empresa H y M Rodríguez e Hijos, ganadores del concurso público convocado en 1931 por el minicipio de Medellín para el diseño del mismo), que fue reciclado y utilizado como la sede principal; contiguo al edificio, en la parte oriental, se construyó un espacio público urbano, para lo cual fue necesario demoler prácticamente dos manzanas. Esto constituyó una intervención que dejó a un lado el antiguo palacio departamental, aunque conectado visual y espacialmente con el museo. En este nuevo espacio, muy convencional en su concepción, se prolongó el museo en la ciudad, lo que creó un dominio cultural sobre el entorno con la construcción de la Plazoleta de las Esculturas o Plaza Botero, donde se instalaron catorce obras de Fernando Botero.48 La intervención del proyecto en términos físicos fue muy localizada, pero sus efectos e incidencia en la ciudad fueron sustanciales en la medida en que definió, a partir de octubre del 2000, cuando se inauguró, el inicio de la resignificación del centro. Aparte de la transformación física, la valoración arquitectónica generó un aire de positividad y marcó la pauta para las futuras intervenciones complementarias del centro simbólico de la ciudad.
Cerca de allí, se adelantó el Plan Parcial de La Alpujarra II, en desarrollo de lo definido en el pot como el proyecto estratégico de la Recomposición del Espacio Urbano de La Alpujarra (que incluye el centro de negocios). El proyecto fue realizado por el Laboratorio de Arquitectura y Urbanismo (laur) de la Universidad Pontificia Bolivariana.49 Inicialmente las Empresas Públicas Municipales (ee.pp.mm.), promotoras del proyecto, lo plantearon como un complemento a su sede administrativa —el denominado “Edificio Inteligente”—, especialmente como un parqueadero para sus funcionarios. Pero la propuesta fue más allá de eso; los diseñadores pensaban en una escala de ciudad, proyectando el conjunto como una centralidad metropolitana, en la que se incluía un proyecto urbano de plaza y un edificio complementario. El conjunto de la plaza, conformado propiamente por un espacio en piso duro, fuentes, bosques y jardines, juegos y los parqueaderos solicitados, era el centro del proyecto. El edificio complementario se planteó como una pieza de arquitectura longitudinal que enmarcara en la parte occidental el vacío de la plaza, para determinar una fachada y terminar de configurarla, convirtiéndose, de esta manera, en una puerta hacia el Centro Administrativo La Alpujarra. Este edificio, denominado Museo Interactivo de las Empresas Públicas de Medellín, ahora epm, fue destinado precisamente para museo en el segundo piso y para locales comerciales en contacto con la plaza, en el primer piso. Ambos proyectos, la plaza y el museo, fueron inaugurados en el año 2000. Para terminar de cumplir con el propósito inicial y configurar todo este sector urbano, entre julio del 2003 y abril del 2005 se adelantó el proyecto del Centro Internacional de Convenciones Plaza Mayor,50 que combina el espacio público abierto —plaza, bosques, senderos— con los otros espacios del sector, y con los volúmenes arquitectónicos que contienen los auditorios y salas de reuniones, teniendo como referente el denominado Cubo de Madera, donde está el principal salón de reuniones.
Este sector del centro urbano expandido de Medellín, en el decenio del noventa y antes de cerrar el siglo xx, fue concentrando un grupo de edificios de gran valor iconográfico urbano —”Edificio Inteligente”, Museo Interactivo y Plaza Mayor—, que, en buena medida, fueron dando una idea de una ciudad más moderna, con visión de futuro y articulada al mundo, todo lo anterior expresado en los materiales de los edificios —acero, vidrio, piedra y madera—, o en el carácter impreso en las formas que los enlazan con ciertas tendencias dominantes en la arquitectura contemporánea. De la misma manera, nuevas formas de espacialidad pública se iban perfilando desde el momento de la construcción de la Plaza de La Alpujarra II, donde el proceso de apropiación por parte de la comunidad determinó que esta se convirtiera en un gran espacio urbano y no en uno restrictivo, solo para funcionarios y visitantes de las oficinas, como se había pensado inicialmente. Seguramente las bondades intrínsecas del proyecto, en materialidad y componentes, originaron ese dramático y maravilloso cambio de uso público que concluyó en la realización del Parque de los Pies Descalzos. Así se abrió una nueva posibilidad para otros espacios públicos no pensados inicialmente en el pot, pero definidos en el proceso dentro de los planes gubernamentales, como iría a ocurrir con el Parque de los Deseos, en el norte de la ciudad.
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