—Identificada la marca, solicité asesoramiento a la casa BMW. Tengo unas excelentes relaciones con ellos. Les comenté que se trataba de una investigación prioritaria y se ha personado en el laboratorio esta mañana a las ocho uno de sus ingenieros. Me ha certificado sin ninguna duda que pertenece a un modelo muy concreto, el Magnum 10. Esos puntitos en el interior del piloto son una mejora incluida recientemente y de momento solo la lleva de serie ese modelo.
—No recuerdo qué modelo es —comentó Vicente.
—Está en el mercado hace escasamente ocho meses. Se trata de un vehículo de gama alta. Y ahora, la bomba. —Abrió una carpeta y les dejó caer sobre el mostrador dos hojas. Vicente las recogió, las examinó y sus ojos se iluminaron.
—Te quiero Gregorio. ¿Quieres que te dé dos besos? —dijo Vicente mientras pasaba las hojas a Arturo.
—Joder —contestó este.
—Me invitas a almorzar un día de éstos y me doy por pagado.
—Hecho.
En el listado constaban los nombres y direcciones de los propietarios que habían adquirido un Magnum 10, la fecha de adquisición y el nombre del concesionario. Treinta y dos vehículos vendidos en la Comunidad Valenciana.
—¿Sólo los vendidos en la Comunidad Valenciana? —preguntó Vicente.
—Toma —Gregorio le dio a Vicente una tarjeta—. Llámale. Te informará y suministrará lo que necesites.
—Perfecto. Gracias.
La caza tomaba forma. Vicente no podía esperar a llegar a la comisaría y nada más subir al coche llamó.
—Dígame —contestó al segundo tonó.
—Buenos días, Sr. Conde —la tarjeta ponía Jimeno Conde, sin especificar el cargo que ocupaba dentro de la casa BMW.
—Sí.
—Soy el inspector Vicente Zafra. Hace unos minutos Gregorio, del departamento de la policía científica, me ha proporcionado su número de teléfono. Perdone que le moleste, necesito una pequeña consulta.
—Encantado Sr. Zafra, no se disculpe. Estoy a su entera disposición. ¿Qué necesita?
—Sobre el piloto que usted ha identificado
—No hay ninguna duda, pertenece al modelo Magnum 10.
—Gregorio le ha enseñado un trocito de ese piloto. ¿Dónde puede una persona cambiar ese piloto?
—Los propietarios de un vehículo de esa gama, suelen acudir habitualmente al concesionario oficial, con toda seguridad al que se lo vendió, tanto para las revisiones como para solucionar algún imprevisto. Además, al tratarse de un concesionario oficial, deben tener en stock varios recambios de todas las piezas de sus vehículos.
—¿Y si esa persona llevara el vehículo a un taller? Me refiero a un taller de barriada.
—Le comprendo. Ese piloto es el resultado de la investigación en nuestro departamento técnico y de momento es exclusivo de ese modelo. Por el poco tiempo que está en el mercado, y al tratarse de un vehículo de gama alta, le puedo asegurar que ningún taller tendrá esa pieza en stock . Sólo la encontrará en nuestros concesionarios oficiales.
—¿Y si a pesar de ello, el propietario lo lleva a un taller pequeño?
—Ese taller se pondrá en contacto con el concesionario oficial, en el que probablemente tendrá ficha abierta y descuentos contratados. El concesionario le suministrará el piloto sin ningún problema. Ningún taller particular puede mantener un stock muy amplio y es de pura lógica que se provean de los oficiales, que están obligados, para dar un buen servicio, a disponer de esas piezas.
—¿Podríamos averiguar si algún concesionario ha repuesto ese modelo de piloto recientemente a un taller?
—Sin problemas. A Gregorio le facilité el listado de los vehículos vendidos en la Comunidad Valenciana. ¿Quiere ceñirse exclusivamente a los de ese listado?
—De momento, sí. En caso de resultar negativa la búsqueda de los incluidos en esa lista, ¿hay algún problema en ampliarla a otras comunidades?
—No, en absoluto.
—Pues entonces nos centramos primero en los concesionarios de la Comunidad Valenciana.
—Tendrá la información a última hora de la mañana. ¿Puedo llamar a este mismo número?
—Sí.
—De acuerdo, luego le llamo —se despidió Jimeno Conde.
—Gracias por su colaboración.
Dentro del coche, Arturo, sentado al volante, miró a Vicente, que se encontraba junto a él.
—Esta pista tiene muy buena pinta —aseguró Arturo, refiriéndose a lo que la investigación del piloto podría conducirles.
—Me da el olfato que tirando de este hilo, llegaremos directamente al hijo de puta —contestó Vicente con una sonrisa.
—¿Almorzamos?
—Pues claro.
Mientras Arturo conducía hacia el Villaplana, donde hacen unos bocadillos de tortilla de morcilla que son como el amanecer para los enamorados, Vicente volvió a marcar otro número de teléfono. El Comisario, responsable del departamento de homicidios de la comisaría central de Valencia, se encontraba en una reunión municipal. «Daba igual donde se encontrara», siempre estaba pendiente del teléfono. En el departamento se decía que el capitán, cuando mantenía relaciones sexuales con su querida señora, se pegaba con cinta adhesiva el móvil a la espalda para sentir la vibración si le llamaban y al mismo tiempo que su mujer no sintiese que él no estaba al cien por cien en el asunto. Jamás desconectaba.
—Dime, Vicente —contestó su superior.
Vicente le resumió la entrevista mantenida con Gregorio y la conversación con Jimeno Conde, el ingeniero de la BMW.
—Vale. ¿Qué necesitas?
—Este hombre me llamará antes del mediodía. Si alguien ha cambiado el piloto en un concesionario oficial, tendremos su nombre. Si lo ha llevado a un taller privado, este pedirá el recambio al concesionario oficial y podremos tirar del hilo. Pero si todavía no ha cambiado el piloto roto, necesitaré montar esta tarde un operativo para localizar todos los vehículos y realizarles una inspección visual. Esta tarde organizamos el personal y mañana a primera hora estamos en el tajo.
—¿Existe otra posibilidad? —añadió el Comisario.
—Es usted un lince, jefe. Es cierto que ha podido comprar el piloto en estos tres días, pagarlo en metálico y cambiarlo por su cuenta. Pero sabremos dónde se realizó esa venta y la investigaremos convenientemente. Ese dato lo sabremos dentro de un par de horas.
—De acuerdo. ¿De cuántos vehículos estamos hablando?
—Treinta y dos. Si antes de comer me llama este hombre informándome de la venta del piloto a un particular, ese es nuestro hombre. Si no se produce, no reunimos mañana tempranito y empezamos a rastrear, al final del día tenemos que tener al propietario de ese coche en comisaria.
—Me has dicho que solo tienes constancia de los vehículos vendidos en la Comunidad Valenciana —preguntó.
— Inicialmente será suficiente. Si localizamos todos los coches y no es ninguno, nos pasarán el listado a nivel nacional. Pero de momento, mañana trabajaremos con estos.
—Tú llevas la investigación. —Solía confiar en el criterio de sus inspectores. Rara vez interfería en una investigación, sobre todo si se trataba de un veterano. Además, Vicente era su mejor investigador. Habían trabajado codo con codo en muchas ocasiones y se conocían a la perfección—. Ahora llamo a Córdoba y juntos gestionáis esta tarde todo lo que me has comentado.
—De acuerdo.
Córdoba era la mano derecha del Comisario. Agente de homicidios durante varios años, recibió un disparo hacía ocho años al intentar detener a un sospechoso. Las lesiones fueron muy graves. Podría haber terminado su carrera como agente, con honores y pensión completa, pero Córdoba era un hombre inquieto que necesitaba seguir trabajando. Una vez recuperado, dictaminaron que era imposible su incorporación al servicio activo y optó por realizar funciones administrativas dentro del cuerpo. Después de pasar por varios departamentos, entre ellos el de relaciones y coordinación de diferentes cuerpos policiales, fue fichado por el Comisario. Aprovechándose de los contactos y conocimientos que le había proporcionado haber trabajado en sus anteriores destinos, era capaz en un tiempo record de gestionar trámites que de otra forma tardarían días. La llamada la recibió a las dos y diez.
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