1 ...7 8 9 11 12 13 ...38 2.1.4. La teoría cepalina
Raúl Prebisch hizo el más importante abordaje en el campo del comercio internacional teniendo como base su teoría centro-periferia que representa un aporte significativo dentro de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL) respecto de una visión del desarrollo económico de la región. Planteada a inicios del decenio de 1960, la teoría conocida como «cepalina» tuvo vigencia hasta 1980 y marcó indudablemente la estructura básica para los países que más tarde ingresaron al sofisticado mundo de los negocios internacionales.
La teoría parte del análisis de las economías latinoamericanas frente a la realidad circundante de los países industrializados y los nuevos mecanismos de intercambio. Así, los primeros conforman la periferia de la economía mundial, en tanto que los países industrializados, el centro, en donde se logró establecer tempranamente un desarrollo industrial.
Prebisch ofrece una respuesta diferente a la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo, según la cual América Latina debería resignarse a seguir produciendo materias primas o algunas mercancías agroindustriales aprovechando la dotación de recursos naturales con los que la naturaleza había sido generosa. En tanto que los países centrales seguirían produciendo manufacturas e incorporando tecnologías a su industria, lo cual abarataría su producción en provecho de los países importadores que, como los latinoamericanos, se beneficiarían con la adquisición de mercancías cada vez más baratas. Por otro lado, los países centrales demandarían cada vez mayor cantidad de materias primas en razón de su aparato industrial y el crecimiento de la renta de su población, lo cual haría elevar los precios de las materias primas.
Empero, la realidad era distinta, pues los precios de las materias primas experimentaron una gran tendencia a la caída desde la Guerra de Corea, en tanto que las manufacturas continuaban en franco y empinado ascenso; por lo que los términos de intercambio eran totalmente asimétricos.
Frente a ello, la teoría cepalina propuso la industrialización de América Latina a fin de disminuir la dependencia externa y lograr el incremento de la renta per cápita, porque la población consumiría productos nacionales que demandaría una mayor utilización de mano de obra. La producción industrial y el crecimiento de la renta posibilitarían la acumulación del capital, que es una de las necesidades de los países latinoamericanos. Todo ello contribuiría a romper el determinismo de la teoría ricardiana propiciando el crecimiento del aparato industrial, que haría disminuir la dependencia externa y fortalecería la producción de manufacturas; lo cual llevaría a pasar de la fase de importador neto de productos industrializados a generarlos con una tecnología propia.
El criterio de la industria infante que impulsó el primer eslabón en la industrialización de América Latina a partir de las políticas derivadas de la llamada escuela cepalina tuvo sus antecedentes en los trabajos de Alexander Hamilton (1755-1804), en Estados Unidos de América, y Friedrich List (1789-1846), en Alemania. Ellos señalaron que algunas industrias precisaban ser protegidas por el Estado hasta adquirir la suficiente madurez para competir, en igualdad de condiciones, con compañías transnacionales previamente establecidas. Esta política de protección es razonable y tiene un fundamento de justicia, pues prepara a la industria para enfrentarse a un mundo altamente competitivo en el que otras realidades han logrado en una fase primera establecer sus industrias:
En las etapas iniciales del desenvolvimiento económico de un país puede haber espacio para la imposición de tarifas proteccionistas o cuotas que permitan el desenvolvimiento en escala y en nivel de sofisticación, de la industria naciente, particularmente en industrias del sector manufacturero y, subsecuentemente, permitiéndoles competir con las importaciones y, lo que es todavía más deseable, tornarse exportadoras de éxito (Trebilcock & Howse, 1999, p. 9).
Los instrumentos básicos de este esquema teórico son los siguientes:
Protección general de la industria doméstica, a través de la prohibición de importaciones o del juego de aranceles.
Una política cambiaria que sobrevaluó la moneda nacional y que posibilitó dotar de mayores recursos al sector exportador.
Beneficios impositivos —desgravámenes por industria y por región— para las factorías que iban a ser instaladas.
Política monetaria y crediticia expansiva que, al reducir en forma significativa la tasa real de interés —que llegó incluso a niveles negativos—, promovió la compra de equipos extranjeros.
Sin embargo, con la caída de los precios de las materias primas, los países se encontraron sin las divisas suficientes para sostener su crecimiento, pagar las inversiones propiciadas por el propio esquema y adquirir nuevas tecnologías. De esta manera, el sector exportador de commodities resultó subsidiando el proceso industrial, ya que los ingresos generados por la exportación de materias primas facilitaron las divisas para la adquisición de maquinaria destinada a la industria nacional.
Si bien resultó conveniente una política de sustitución de importaciones para establecer una industria y superar la dependencia absoluta en la provisión de manufacturas —sobre todo si se recuerda que hasta 1950 la gran mayoría de los países de la región eran exportadores de commodities e importadores netos de todas las manufacturas, desde gasolina hasta papel higiénico y jabones—, esta no puede ser aplicada permanentemente sin afectar las posibilidades de desarrollo de un país.
Esta teoría pretendía pasar de una etapa primaria mono exportadora a un desarrollo industrial, protegiendo su parque manufacturero, basándose particularmente en la asignación de altos aranceles para sus similares, con el fin de desalentar su consumo, aparte de una larga lista de prohibiciones de importación. De esa manera, se redujeron las posibilidades de consumo de los habitantes del país y se distrajeron recursos, al desviarlos de la promoción de bienes exportables hacía la producción de bienes que podrían haber sido importados, en la mayoría de los casos, a un menor precio. En otras palabras, la política de sustitución de importaciones usó muchos recursos para producir en el país bienes que se podrían exportar a un menor costo para el país.
2.1.5. La teoría de las ventajas competitivas
Fueron dos los factores que impulsaron la búsqueda y aparición de nuevas teorías que expliquen la competitividad y el comercio internacional. El primero destacó la naturaleza esencialmente imperfecta de la competencia en los mercados debido al predominio de oligopolios, monopolios, oligopsonios y monopsonios; y el segundo, buscó actualizar la teoría de las ventajas comparativas frente a las nuevas realidades. Así, aparecen nuevas explicaciones del comercio internacional: algunos lo entienden como un fenómeno macroeconómico; otros argumentan que depende de la disposición de la fuerza de trabajo barata y abundante; otra teoría, en cambio, adujo la presencia de un intercambio desigual entre el «centro» y la «periferia» de los países; es decir, entre los países industrializados y los que están en vías de desarrollo, como los latinoamericanos.
Sin embargo, diversos países en nivel de subdesarrollo —como Corea del Sur, Taiwán y Singapur— han prosperado pese a las tesis sostenidas por algunas de las teorías mencionadas anteriormente; así como otras economías —como las de Inglaterra y Estados Unidos de América— han experimentado cierta involución en algunas áreas productivas, demostrando así el carácter no lineal del desarrollo de la competitividad.
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