La academia, tanto pública como privada, prueba su compromiso social y educativo con una formación profesional de suficiencia que hace posible la aptitud, inteligencia y viabilidad investigativa, que propone un crecimiento social productivo de competitividad con una determinante influencia a través de un cambio sustantivo de la conciencia colectiva. Es decir, la academia propone la elevación cualitativa de las subjetividades del país, lo que incumbe y se hace presente en la conducta de una civilidad que deberá asumir, sin límites de tiempo, el proyecto macro de ponderar una coalición de redención social.
Acaso esto retoma el eje central de aquella segunda Comisión Científica Nacional del siglo pasado. Esta vez ya no se trata de apostar por lo consabido sobre los recursos naturales o la naturaleza desconocida, ni por un territorio sin distancias precisas en ese entonces (desconocido por los lugareños a causa de la ausencia de caminos y, sin embargo, atrayente para el foráneo al encuentro de un rostro de pueblo endurecido pero capaz). Se trata de constituir otra comisión científica que propicie la construcción del perfil certero de una nación traumada, pero vigorosa, como justo autorreconocimiento de su hondura pensante, de sus incógnitos relatos, para proveerla de una capacidad de diálogo frente a un esfuerzo común en el ejercicio de la honestidad. En suma, hablamos de la construcción de un perfil responsable de una empatía nacional, cuestión que en lo más particular de la academia se trata de un problema esencialmente estético. Es más, se trata de discernir e interpretar este tiempo, entorno y realidad, para aprehender el valor de las circunstancias como razón de un perfeccionamiento y una poética de vida.
Aunque el avance científico-tecnológico es necesario para el devenir económico y social (es más, decide un grado de desarrollo y modos de conducta, educación, salud y servicios de un país), este también tiene el encargo de reconocer que el éxito de todos esos procesos de construcción y dación dependen de aptitudes y sensibilidades de un hombre-individuo-ciudadano que sea capaz de autorreconocer su misión de mundo. Trátese, entonces, de una cuestión de rediseño de las relaciones sociales, de una colaboración interorganizacional de los servicios y la producción, de las materialidades y las apariencias, de un sentido de la existencia posible de demostrar a través de la actividad científica, no importa cuál sea su nicho de intervención.
Los órdenes del crecimiento y adelanto social de un país se reconocen no solo por la altura y los méritos de su ciencia en diferentes áreas del conocimiento, sino en el trasluz de estos en las actitudes de sus poblaciones, en la corresponsabilidad de sus ciudades, en lo amable, calmo y productivo de su ruralismo, pero, absolutamente, en una empatía de su activa humanidad; quizás, de un modo más riguroso, en la percepción de su paisaje ecológico y social, donde no se trasuntan diferencias de ninguna índole, ni ideológicas o de estrato social, ni tampoco de consumo, porque al fin son manifestaciones que en toda cultura robusta quedan sumisas a las inflexiones del saber, el bienestar común y a ese equilibrio de autorrealización de toda sociedad capaz de imaginar con serenidad la satisfacción de lo justo y merecido.
Exploración de procesos creativos en proyectos de pregrado de Arquitectura.Caso de estudio: Facultad de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana
Maritza Granados Manjarrés, granados.m@javeriana.edu.co
Departamento de Estética
Pontificia Universidad Javeriana
Departamento de Proyectos Arquitectónicos
Universidad Politécnica de Valencia
El capítulo describe la propuesta del proyecto de investigación en curso que, como parte de la tesis del Doctorado en Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia, pretende explorar el funcionamiento de los procesos creativos en los proyectos académicos de la carrera de arquitectura a través de una metodología mixta que hace uso de la teoría fundamentada y la minería de datos.
En la primera parte hace una breve introducción al concepto de creatividad, enmarcado en las teorías psicológicas y proyectuales, y a continuación se presentan los objetivos del estudio, su metodología y los casos a ser analizados, para finalmente presentar los resultados esperados.
Palabras clave: creatividad, ejercicio proyectual, procesos.
Esta investigación tiene un impacto por enfrentar dos vacíos que influencian el ejercicio de la práctica académica de la arquitectura. Por un lado, la escasez de estudios alrededor de la creatividad en la arquitectura en el ámbito académico y, por el otro, la falta de didácticas específicas para su enseñanza ( Mazzeo & Romano, 2007).
Los estudios sobre creatividad han aumentado en los últimos años debido a sus implicaciones en las artes, la educación, la ciencia, la innovación y la sociedad, y aunque alrededor de la creatividad ha habido una constante reflexión, la investigación sobre esta es relativamente nueva, sobre todo porque la pregunta sobre la creatividad por dos siglos fue independiente de la institucionalización de la investigación. Dicho de otro modo, 150 años después de que la investigación fuera reconocida y fomentada, emergió el concepto de “creatividad”, fruto de decenas de debates sobre su definición y separación de conceptos como “genio”, “imaginación” u “originalidad” ( Runco & Albert, 2010).
Ahora bien, el primer paso para entender la creatividad, en esta u otra disciplina, es plantear una definición, y en general se cree que para que una idea se considere creativa debe tener tres características: 1) las ideas deben ser innovadoras, 2) deben tener altos niveles de calidad y 3) deben ser apropiadas para la tarea para la cual fueron pensadas (es decir, deben ser relevantes) ( Kaufman & Sternberg, 2010). Sin embargo, este estudio se inclina por definir dicho concepto como una urdimbre de relaciones que se precisan a continuación, sobre todo al entender la creatividad como una construcción constante que se da durante la práctica del proyecto académico.
Al tratar de definir el concepto de “creatividad” aparecen dificultades para hacerlo de forma resumida y concreta; el concepto toma la forma de un intrincado sistema de engranajes cuyo funcionamiento depende de la actividad y precisión de cada una de sus piezas. En general, los sociólogos y antropólogos la definen, mayormente, aunque no completamente, como un fenómeno sociocultural, pero solo hasta hace un par de décadas los psicólogos han empezado a ver la dependencia de los logros creativos. El interés por la creatividad es muy reciente y fue detonado por J. P. Guilford, quien, encargado de la presidencia de la apa en 1950, llamó la atención sobre la importancia de volcarse sobre el tema. Su progreso se ha hecho sobre cuatro temas, particularmente: 1) los procesos cognitivos involucrados, 2) las características personales, 3) el desarrollo de la creatividad a lo largo de la vida de un sujeto y 4) los ambientes sociales mayormente asociados con la actividad creativa ( Simonton, 2000).
Ahora, todas las variables asociadas a cada una de estas categorías parecen tener un papel importante sobre qué define la creatividad, es decir, qué hace falta para que el fenómeno suceda. No obstante, como sostiene Runco (2007), “[…] hay numerosas aproximaciones al estudio de la creatividad. Muchas de ellas ofrecen cosas útiles, al menos si utilizan métodos confiables y un sólido estudio; sin embargo, el proceso creativo es multifacético y peor aún, para quienes tratan de definirlo, es extremadamente complejo. Una aproximación ecléctica es necesaria” (pág. x).
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