Factores del sistema de educación superior
El informe IESALC (2006) clasifica los factores causales del abandono (González Fiegehen, 2006: 162). En esta clasificación, se denominan factores endógenos al Sistema de Educación Superior a los siguientes:
el incremento de la matrícula, en especial la que corresponde a los estudiantes provenientes de los sectores más desfavorecidos de la población;
los mecanismos de financiamiento, como las ayudas estudiantiles, las becas, los créditos, y
las políticas de administración académica, como el ingreso irrestricto, selectivo sin cupo fijo o con cupo fijo.
Factores institucionales
En este sentido, algunos autores enfocan el estudio en la institución y clasifican como exógenos o endógenos los factores causales en relación con esta perspectiva. Fanelli (2002: 74) identifica como factores endógenos a la institución la presencia de políticas de orientación vocacional; la existencia de políticas explícitas de admisión de los estudiantes; el tipo de carrera y el grado de dificultad de ésta, ambas en relación con la formación recibida en la educación media; la normativa institucional; las características propias del profesorado, y los servicios institucionales en relación con la enseñanza, como la biblioteca, la disposición de material tecnológico, los gabinetes, entre otros.
A su vez, para el informe IESALC (2006), las causas endógenas a la institución están dadas por la existencia o no de políticas de admisión; la modalidad de ingreso (restricto/irrestricto; con o sin cupo); la matrícula; la existencia de políticas de permanencia; la generación de mecanismos de financiamiento (ayudas estudiantiles, becas, créditos); el apoyo institucional para estudiantes con deficiente preparación previa; la existencia o no de políticas de orientación vocacional; la oferta de programas; los tipos de carrera; la integración a la vida institucional; los aportes mediante mecanismos y técnicas de estudio; la duración de los planes de estudio, y la composición del cuerpo docente.
Mientras que entre las causas académicas se plantean: la falta de políticas institucionales de apoyo ante la deficiencia en la preparación previa; el excesivo andamiaje teórico; la falta de vinculación entre los estudios y el mercado laboral; la duración del plan de estudios; los exámenes de ingreso y los sistemas de calificación de los diferentes niveles; el nivel de aprendizaje adquirido, y la excesiva duración de los planes de estudios.
Carmen García Guadilla (2003) señala como fundamental la diferencia entre políticas de ingreso restricto, mediante exámenes, cursos o ambos, o irrestricto, con cupos establecidos o sin ellos, donde también existe una forma de selección implícita.
En particular, Latiesa (1992) plantea que el problema de imponer numerus clausus en una carrera se transfiere a un problema de deserción en las otras, debido a que aquellos alumnos que no ingresan refieren su postulación a una segunda carrera, con altos porcentajes de fracaso en ésta. No obstante, presenta dos posturas: una que pugna por el regreso a la universidad de elite, y otra que acepta el desafío de la universidad democratizada y abierta, dispuesta a diversificar sus funciones y adaptarse a los nuevos contextos.
Al estudiar el conjunto de graduados según indicadores de logro, puede observarse que quienes logran las notas más altas, con una carrera realizada en un menor lapso de tiempo, se corresponden con aquellos que trabajaron menos horas semanales y lo hicieron durante menor cantidad de tiempo. Los retrasos en los tiempos de aprobación de las asignaturas se imputaron a los exámenes pendientes, según se determina en investigaciones realizadas (Aparicio, 1998).
La responsabilidad de la deserción queda expuesta en la dificultad en los estudios, la decepción provocada por la desinformación y la falta de conocimiento de la carrera elegida, y la poca vinculación inicial con los estudios universitarios (Latiesa, 1992). En función de los hallazgos de la investigación, se observa que, cuando es mayor el grado de dificultad en relación con los estudios, es mayor la tasa de repetición y abandono, como en el caso de las carreras de ciencias.
De acuerdo con las carreras, pueden establecerse algunas consignas generales, según las observaciones realizadas en el caso de ciencias: las dificultades para aprobar y la elevada exigencia de las carreras producen angustia, impotencia y un gran sentimiento de fracaso (Latiesa, 1992). En las carreras cuya expectativa laboral es mayor, también lo son el grado de compromiso y el rendimiento, como en Medicina y Derecho. Medicina es una carrera diferente para analizar, dado que sus alumnos son excelentes estudiantes, se presentan y aprueban; el alto compromiso que asumen con la carrera funciona como una motivación que les impide abandonar sus estudios, y los casos de abandono son el resultado de la autoeliminación. En Psicología, la deserción parece provocada fundamentalmente por la autoeliminación; ésta es una decisión de los estudiantes de abandonar en forma previa a rendir los exámenes, por el fracaso en sí y ante las dificultades que surgen por algunas asignaturas inesperadas en la carrera. En Letras, los alumnos no estudian porque deben conseguir un trabajo, dado su menor nivel socioeconómico.
Factores del sujeto
Las condiciones socioeconómicas y el contexto familiar se distinguen como la fuente principal de diversos factores que influyen directa o indirectamente en la deserción. Si bien la condición socioeconómica en sí no es un factor determinante del abandono, se considera que tiene relación directa con los logros educativos, ya que el bajo nivel educativo de la madre, la ausencia de los padres del hogar y la inserción temprana en la actividad laboral sí resultan condicionantes para el abandono (CEPAL, 2002).
Se debe reflexionar en qué medida atañe la responsabilidad a agentes extrainstitucionales como el Estado, el mercado, la comunidad, los grupos de pares y la familia. En primer lugar, las condiciones laborales aparecen como uno de los factores que afecta el rendimiento y la persistencia. En otro sentido, las condiciones de organización y funcionamiento de la familia actual también pueden influir en el alejamiento intencional de los estudiantes de las aulas universitarias. Las familias monoparentales, las familias con ambos padres dedicados al trabajo en jornadas de labor sobreextendidas, o bien en condiciones de anomia, constituyen un soporte social que puede resultar insuficiente para jóvenes, sobre todo en las primeras etapas de los estudios superiores (CEPAL, 2002).
En forma análoga, el informe IESALC (2006) clasifica las causas más importantes de la deserción en distintos grupos y denomina causas exógenas, tanto al sistema de educación superior como a la institución, a aquellas que están dadas en relación con las condiciones socioeconómicas del estudiante y de su grupo familiar, cuyos indicadores quedan expuestos por el nivel de ingresos, el nivel educativo de los padres, el lugar de residencia, el ambiente familiar y la necesidad de trabajar.
“La decisión de abandonar no es un hecho puntual, sino que responde a un proceso, a una toma de decisión en la que se evalúan distintos factores”, sostiene Latiesa (1992: 337). La autora coincide con el alto grado de influencia que tienen en el proceso tanto el nivel de estudios de los padres como la necesidad de trabajar de los estudiantes.
Aparicio (1998) corrobora esta premisa, ya que verifica empíricamente que la situación económica del estudiante es una de las causas que no le permite continuar con sus estudios; y, por otra parte, confirma que el nivel educativo de los padres influye significativamente en el caso de los graduados, donde se registran los mayores porcentajes con nivel educativo terciario o universitario completo, mientras que el resultado en el caso de los desertores indica que el nivel educativo de los padres es más bajo.
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