15Por ejemplo, Nussbaum recupera el caso de vagabundo que al ver a dos mujeres teniendo relaciones sexuales les disparó, matando a una e hiriendo gravemente a la otra. El acusado arguyó el enorme asco que le produjo ver dicho acto (Nussbaum, 2006: 13-14).
16En un artículo sobre heterosexualidad y amor romántico, Paul Johnson muestra cómo las identidades sexuales y las relaciones íntimas que surgen entre éstas, mantienen fronteras rígidas entre heterosexuales y homosexuales (Johnson, 2004: 183). En tal sentido, el asco es fundamental en el discurso de los informantes tanto hombres como mujeres heterosexuales, que se distinguen de otros hombres y mujeres homosexuales. Lo que Johnson muestra es cómo, a pesar de que sus informantes dan cuenta de que para ellas y ellos no hay diferencia entre el amor entre homosexuales y entre heterosexuales, pues el “amor es amor” (Johnson, 2004: 183), cuando se les pregunta si desearían tener intimidad con alguien de su mismo sexo, la respuesta inmediata refiere al asco. Las personas distinguen entre amor, deseo y su propia identidad sexual, estableciendo límites (adentro/afuera) entre ellos y los actos y prácticas homosexuales que resultan repulsivos, abyectos y asquerosos (los otros) (Johnson, 2004: 187-188). El asco no sólo establece una frontera entre la pareja y otras parejas (Johnson, 2004), como hemos mostrado en una investigación reciente, el asco también es un referente que aparece al interior de las parejas y se experimenta ya sea por el cuerpo y fluidos de la pareja o por el propio cuerpo, pero en relación con la pareja (Sabido y García Andrade, 2016).
17Para Jimeno “Las neurociencias brindan apoyo para esta propuesta de la unidad compleja interior/exterior, social/individual, emoción/cognición. Las neurociencias han venido ampliando su campo de trabajo sobre las emociones y pese a que su enfoque va dirigido a entender el funcionamiento del cerebro humano, intentan cada vez más sobrepasar un reduccionismo biológico” (Jimeno, 2004: 237). Al respecto, Jimeno se refiere por ejemplo a Leslie Brothers Emotion and the Human Brain publicado en 1999, entre otros (Jimeno, 2004: 237-241). Al recuperar a Brothers, Jimeno señala cómo concretamente fue en los años sesenta cuando “distintos estudios llamaron la atención sobre las bases biológicas de la emoción” y la comprensión de ésta como una “entidad neurobiológica”. Lo anterior permitió diferenciar tres campos de investigación: el estudio de las estructuras neuronales en la producción de estados de sentimiento y el vínculo entre emoción, memoria y aprendizaje; “la investigación neuropsicológica dedicada a la producción y comprensión del comportamiento expresivo” ( v.gr. el papel que tiene el hemisferio derecho del cerebro en la percepción e interpretación de las expresiones faciales de las personas); y por último, “la neuroquímica de las emociones” (Brothers en Jimeno, 2004: 238).
18Por supuesto, no negamos que en el futuro sea posible tejer puentes incluso con aquellas perspectivas que parecen más alejadas de las ciencias sociales. Tampoco negamos que la perspectiva de las emociones básicas/secundarias aporte al conocimiento en general. Lo que queremos apuntar es que, en el momento actual, es posible pensar en diálogos entre neurociencia y sociología, no de manera general, sino entre propuestas teóricas y disciplinares que presentan puntos de entrecruzamiento o problemas y temas comunes (García Andrade, 2013).
19Aquí es sumamente útil el artículo de Olbeth Hansberg, “Aspectos cognitivos de las emociones” (2008). La autora afirma que Antonio Damasio, autor de la vertiente que hemos denominado de las emociones como continuo, propone que la emoción se detona a través de una “apreciación automática del entorno”. Esta noción, como afirma la autora, habría que aclararla ya que esto, para los filósofos supone ya “una forma de cognición” (Hansberg, 2008: 52). Desde nuestra lectura, Damasio permite borrar la distinción entre emociones pre-cognitivas (primarias) y emociones cognitivas (secundarias), al incluir la noción de apreciación o evaluación del entorno, ya que esto supone que siempre hay una forma de cognición al observar el entorno.
20Por ejemplo, la propuesta de habitus de Pierre Bourdieu que supone maneras de percibir que han sido socializadas, aunque no sean conscientes (Bourdieu, 2007: 86).
21A la luz de lo que se ha dicho, el trabajo de Damasio lo incluimos en la visión que se deslinda de las emociones básicas y un cerebro modular. Sin embargo, en su trabajo, el autor sí habla de éstas. Siguiendo a Wetherell, esto es un problema ya que Damasio retoma nociones deterministas que son innecesarias para su propio argumento. Para la autora, Damasio no requiere incluir la noción de emociones básicas y, de cualquier manera, se sostiene su argumento de las emociones como niveles evolutivos de complejidad bio-social (Wetherell, 2012: 30).
22Para Damasio el cerebro incluye el encéfalo y los nervios. Por otro lado, el cuerpo incluye vísceras, piel, extremidades, etc.
23“The body is the crucible that ongoingly welds passion and reason (as Damasio, 2003, demostrates from the side of neurobiology)” (Wacquant, 2014: 130).
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