Zelá Brambillé - Luz de luciérnaga (2a edición) + Somos electricidad

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Luz de luciérnaga (2a edición) + Somos electricidad: краткое содержание, описание и аннотация

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Ellos son
mejores amigos: son inseparables desde que eran pequeños, se conocen tan bien que podrían recitar de memoria los defectos y virtudes del otro, y durante años han callado sus verdaderos sentimientos porque se supone que los mejores amigos no deben enamorarse, ¿verdad? Acompaña a Carlene, una chica que sufre en silencio por su pasado, y a David, quien descubrirá que su amiga guarda
secretos inimaginables y hará todo lo posible por enseñarle que la luz más poderosa es la que sale de su interior. Dos amigos, un amor y dos luces en la oscuridad que es la vida.

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Las cosas estaban demasiado tensas entre ambos, Carlene a veces no sabía si ese era su mejor amigo. Olvidaba sus citas, sus viernes ya no eran suyos, hacía mucho tiempo que no veían una película sin que su novia estuviera mandándole mensajes cada cinco minutos.

—¿Cómo te vas a deshacer de tu correa? —preguntó Ian. David se encogió de hombros, evitando el tema. No le gustaba hablar de Amanda, quien comenzaba a molestarlo sobremanera. No era divertida, no era carismática, no era Carlene. Estaba harto de que lo acosara todo el tiempo, de que le exigiera que se alejara de Carly, ¡estaba lunática!

Siguieron hablando de tonterías. Carlene se sentía cómoda con ellos, excepto con Ian, que a veces era una espina en el trasero, pero todo había mejorado desde que era novio de Lissa, su amiga, a quien había conocido en una fiesta. Congeniaron inmediatamente cuando ambas negaron indignadas a causa de una chica que estaba tirada en el suelo por causa del alcohol.

—¡¡David!! ¡¿Qué haces ahí?! —chilló alguien a sus espaldas. Carlene clavó las uñas en sus palmas al escuchar su estúpida voz chirriante—. Aléjate de la marimacho.

Sintió el coraje creando una bola en su garganta, más cuando Amanda se movió para mirarla y lanzarle una mirada engreída. Le dio una ojeada a su mejor amigo, esperando que dijera algo, pero él solo le frunció el ceño a su novia. Más dolida que ofendida, se dijo que ya era suficiente. Desde que ellos iniciaron su relación, las groserías aumentaron. Sí, ya no la empujaba en los pasillos ni metía insectos en su bolso, pero le decía cosas hirientes e inventaba chismes sobre ella.

Se levantó de golpe, causando que todos en la cafetería miraran la escena, y se detuvo frente a su rival. No dejaría que nadie nunca más la pisoteara. Ni su madre, ni sus compañeros ni David.

—Repite lo que dijiste —dijo, altiva. La chica pelinegra soltó una risita, al igual que su grupo de amigas que analizaban su vestimenta.

—Marimacho —soltó. Carlene sonrió de lado, casi agradeciéndole al cielo que ella lo hubiera dicho porque sería la última gota que permitiría cayera en su vaso. Nadie se esperaba lo que ocurriría a continuación.

—Ya me cansaste, jodida perra —gruñó entre dientes. Cerró su mano y llevó su puño directo al pómulo de Amanda, haciendo que esta aullara de dolor y se tambaleara hacia atrás. Ni siquiera le afectó cuando Dave fue directo al lado de su novia. Él ya había hecho su elección antes, desde que había estado siguiéndola como perro en celo y dejándola aparte.

Divisó a Lissa, que se acercaba sonriendo, levantando los pulgares.

—Es una loca. ¡Estoy sangrando! —exclamó la otra, palpando su rostro con angustia. Sentía la mirada molesta de David, pero ya no le importaba, así que lo ignoró y salió con su amiga de aquel circo, antes de que algún directivo la castigara.

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Aún no podía creerlo, estaba usando shorts en un bar. No es que no hubiera usado antes, el uniforme de deportes era un short, pero nunca salía a lugares públicos con menos tela de la necesaria. Lissa había hecho un increíble trabajo para convencerla de ir después de lo que había ocurrido en la cafetería. No había vuelto a hablar con Dave desde el incidente, pero no se arrepentía.

—Míralo por el lado bueno: D te va a perdonar y esa bruja recibió lo que merecía —Le dio un trago a su refresco, le dolían los nudillos.

Por extraño que sonara, Lissa era todo lo contrario a Carlene y, sin embargo, ambas se adoraban y se complementaban. No podía entender cómo una persona tan buena estaba enamorada de un patán. La rubia movía la cabeza al ritmo de la música estridente, mientras la banda se preparaba para el espectáculo.

Se dio cuenta de que los chicos entraron al local y se dirigían hacia ellas. Dave no venía solo. Maldijo mil veces.

—¿Cómo está mi luchadora? —Roger le dio una palmada en el hombro de forma amistosa. Intentó poner buena cara a los que se sentaban a su alrededor. El moretón y la mirada venenosa de Amanda se mofaron de ella. La ignoró y soltó el aire cuando las luces se apagaron y la banda comenzó a tocar.

Eran buenos, su pie comenzó a moverse al ritmo de la canción. Se fijó en el rostro aburrido de la abeja, y casi soltó carcajadas al sentirse parte de un video romántico de Taylor Swift. Paseó su mirada por los integrantes del grupo. ¿Era su imaginación o un rubio caliente la miraba fijamente? Era su imaginación, seguro.

Siguió moviendo el cuerpo al ritmo de los golpes de la batería. Se levantó y caminó hasta la barra con el propósito de conseguir una nueva bebida. No le dieron muchas ganas de regresar a su mesa. Dave y Amanda estaban devorándose, así que prefirió sentarse en donde estaba mientras sonaban las últimas notas del concierto. ¿Por qué se sentía tan miserable?

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La boca demandante de Amanda no lo dejaba respirar, él solo correspondía el intercambio de saliva porque no quería avergonzarla en público. No entendía por qué no perdía el sentido con sus besos. ¿Por qué estaba pensando en eso? Rompió el contacto y la buscó inconscientemente. Frunció al no encontrarla. ¿Dónde estaba, Carlene?

Buscó por todas partes hasta que la vislumbró sentada en un taburete de la barra. Moría por hablar con ella, pero se sentía mal por no haberla defendido a tiempo. Necesitaba mirar sus ojos brillantes que no eran miel, eran más bien un tono mostaza. No estaba enojado, solo le impactó el acontecimiento y tuvo miedo de que castigaran a Carly. Todos sabían que Amanda se lo merecía, él mismo quería golpearla en ocasiones.

Decidido a escuchar su voz melodiosa, se dirigió a su dirección pese a las quejas de su novia. ¡Cristo! A veces era muy molesta.

Se detuvo.

Carlene estaba con un rubio, ambos estaban sonriendo, entrecerró los ojos. Ese chico se le acercaba demasiado, la miraba de una manera que lo hacía rugir y querer golpear la pared. Entrelazó sus dedos con los de ella y depositó un beso en el dorso de su mano. No pudo resistirlo más. ¿Por qué se atrevía a tocarla? Dando zancadas, se acercó.

—¿Quieres bailar, Carly? —Alcanzó a escuchar. ¿Por qué sabía su nombre? Era más de lo que podía tolerar. Se sintió cegado por la rabia cuando la vio sonrojarse. ¡Ese bastardo!

—Lo siento, pero está conmigo —dijo al llegar a su lado. Dave le rodeó la cintura y clavó su fría mirada en el rubio. Carlene lo miró con el ceño fruncido y se aclaró la garganta. No le gustó su actitud disconforme.

—No es cierto, estás con Amanda —Sintió cómo se deshacía de su brazo, algo que mandó disparos a su corazón, tragó saliva para soportarlo. Carly le sonrió al chico de oreja a oreja—. Así que estoy sola.

—¡Perfecto! —Extendió su mano hacia ella. La tomó y se fueron juntos hacia la pista de baile, donde los cuerpos se movían. Dave se quedó en la misma posición, siendo testigo de su mayor pesadilla.

Lo que primero fue rabia ahora era pánico al verla reír con aquel, al ver cómo él pegaba su cuerpo al suyo sin timidez. Mierda, a David todavía le daba pena tomar su mano y el jodido rubito se le adhería de forma indecente.

Ella no hacía estas cosas, siempre ignoraba a todos. ¿Por qué era diferente con ese? A caso… ¿le gustaba? No. Imposible. Quería arrancarle los ojos y los brazos, pero sintió la mano de Amanda y prefirió irse de ahí, convencido de que Carlene no iría muy lejos con ese tipo. Qué equivocado estaba.

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Tres meses después

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