En este aspecto, el proceso de la creación gráfica puede ser diferente al momento de graficar a partir de literatura que no sea infantil. Si bien se puede (al crear todo se puede) utilizar lo implícito en ilustraciones para niños/as, posiblemente lo mejor sea que en la mayoría de los casos el fuerte sea lo explícito para mantener la atención del pequeño. Esto es entonces un reto para el ilustrador pues debe jugar con las formas y los sentidos para lograr comunicar su interpretación, pero sin desligarse totalmente de la obra literaria. Samuel Castaño (2018) invita a esto mismo diciendo que “Como ilustrador creo que uno debe siempre proponer”, y luego complementa:
Creo que precisamente la labor de la ilustración es traer imágenes que no estén exactamente en el cuento, o por lo menos no de manera explícita. Tratar de iluminar partes de la historia que no estén ya iluminadas por el texto para crecerlo y darle más dimensiones. (Comunicación virtual)
Hay otros factores que entran en el proceso de conversión de lo literario a lo gráfico, como excepciones, descubrimientos y pequeños secretos. Al respecto, Samuel Castaño (2018) cuenta cómo es su proceder: “[…] cuando empiezo a trabajar en las imágenes finales estas también van cambiando porque se van enriqueciendo de la lectura que uno sigue haciendo del texto mientras trabaja” (Comunicación virtual). Esta es una anotación importante pues muestra cómo el ilustrador nunca termina de desligarse de la obra literaria. Caso que sucedió construyendo “La lotería de Babilonia” en la que solo después de leerla varias veces, se descubre cómo, en una frase, el que relata la historia en el cuento está a punto de zarpar en lo que se entiende como una barca. Elemento que añade mucho valor tanto a la narración como a la ilustración.
Con este mismo cuento también se dio la posibilidad de añadir en las ilustraciones guiños muy sutiles, casi secretos, que solo bajo la observación atenta son visibles. El rectángulo en el que se encierra la ilustración tiene una decoración en líneas diagonales. Si se cuenta cada una de las que están oscurecidas por el lápiz, son setenta en total, una alusión a las setenta noches por las que tuvo que pasar el personaje en la historia. Esto, no solo con el objetivo de crear cierta complicidad con el observador atento, sino también para mantener el lazo con la forma en que Borges se comunicaba: “[…] sus cuentos buscan crear un orden absoluto, configurando un nuevo sistema de signos para superar el caos y la realidad inmediata” (Giordano, 1984, p. 347). Así, también la ilustradora hace tangible la afinidad con el escritor por codificar, decir algo queriendo contar otra cosa. Él en letras, ella en imágenes. Lo cual convierte una ilustración en un testigo de una aprobación, y en un deseo por continuar, resaltar y explorar lo que otros ya han hecho.
Por último, también se da el caso contrario, excepciones en las que algunas decisiones no buscan transmitir algo específico del cuento, sino que son tomadas por simples cuestiones estéticas que añaden valor visual a la imagen. Algo que es válido y que, sin embargo, no deja de estar abierto a interpretaciones del otro igualmente válidas: “[…] la interpretación no es un recurso complementario del conocimiento, sino que constituye la estructura originaria del ‘ser-en-el-mundo’” (Gadamer, 1998, p. 24). Como Gadamer lo dice, crear ideas a partir de algo es propio, natural y viene atado a nosotros en todo momento.
El producto final de esta investigación es entonces un conjunto de exploraciones en la transformación de las cosas, la literatura, lo gráfico y sus infinitas formas de comunicar, todo a partir de la comunión de muchas voces, pasadas y presentes, propias y apropiadas, que de alguna forma se mantienen vivas y renovadas a partir de la creación.
Universos invisibles: Ilustraciones como resultado final
A continuación, a modo de producto inserto, se podrán ver las ilustraciones realizadas. Cada una va acompañada con una cita del cuento en el que se inspiró, y que, o bien se consideró parte fundamental de la esencia de la historia, o fue de importancia personal para la ilustradora. Esto también con el objetivo de rendir tributo a Ficciones y reforzar el lazo que une las dos creaciones.
Para poder disfrutar de cada ilustración se proponen dos métodos de lectura: el primero, es simplemente dejarse emocionar por la obra junto con la cita que la acompaña, descubrir sentimientos que se generan, incomodidades y gustos; el segundo, es ver la ilustración justo después de leer el cuento, para que así, las figuras que en un principio pudieron resultar abstractas, de repente brillen y cobren sentido.
“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”“Si la igualdad se comporta como identidad, habría que admitir así mismo que las nueve monedas son una sola”.
“Pierre Menard, autor del Quijote”“La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporáneo de William James, no define la historia como una indagación de la realidad sino como su origen. La verdad histórica, para él, no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió”.
“Las ruinas circulares”“El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo en la realidad”
“La lotería de Babilonia”“El babilonio no es especulativo. Acata los dictámenes del azar, les entrega su vida, su esperanza, su terror pánico, pero no se le ocurre investigar en sus leyes laberínticas, ni las esferas giratorias que lo revelan”.
“Examen de la obra de Hebert Quain”“Los mundos que propone April March no son regresivos; lo es la manera de historiarlos. Regresiva y ramificada, como ya dije”.
“La biblioteca de Babel”“Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana-la única-está por extinguirse y que la biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta”.
“El jardín de los senderos que se bifurcan”“En la obra de Ts’ui Pen, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones”.
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