Michael está en su quinto año de análisis. Después de un comienzo escabroso, que incluyó faltar a sesión con frecuencia y trasladarse de la silla al diván y del diván a la silla, el análisis parece progresar productivamente. Su creciente libertad para moverse dentro de un cierto rango de sentimientos y pensamientos se acompaña de una relación sostenida, aunque tumultuosa, con una mujer a quien le propuso matrimonio y de los pasos que da hacia un puesto profesional a la altura de sus intereses y conocimientos.
La novia de Michael pasó todo un fin de semana en casa de él, lo cual parecía otro avance simbólico en el afianzamiento de su relación. Entró a sesión describiendo lo molesto que se había sentido gran parte del fin de semana, con discurso en que se notaba el esfuerzo y tono muy nervioso, algo inusual en esta etapa del tratamiento. El primer foco consciente de su molestia radicaba en una llaga a un costado de la boca que se había agravado durante el fin de semana. Luchaba contra la inclinación a convencerse de que se trataba de un cáncer que se extendía, provocado por el virus del sida, y notó también que un nódulo linfático del cuello se había hinchado considerablemente. Aunque “sabía” que su autodiagnóstico era prematuro, su mente no cesaba de volver a las posibles causas aterradoras de la llaga, con tal grado de certeza que quedaba sumido en sentimientos de terror y fatalidad. La alternancia entre preocuparse por una enfermedad potencialmente mortal y decirse a sí mismo que no era ello verdad se repitió durante toda la sesión. Por ejemplo, después de afirmar que, en ese momento, su inquietud era absurda, pasaba a pensamientos que indicaban claramente su necesidad de mayor confirmación al respecto. Un pensamiento del que servía a tal fin era el recuerdo de haber donado sangre el mes anterior y, en consecuencia, haberse descartado que tuviera sida. Semanas atrás había tenido escarceos sexuales con una compañera de trabajo pero ninguno de los dos se había quitado la ropa. Y sin embargo había pasado el fin de semana mirándose en el espejo, convencido de que el área afectada se agrandaba rápidamente. Las afirmaciones en contrario de su novia sólo lo confortaban durante un rato.
Para tener en cuenta: durante este tramo de la sesión el Yo de Michael se encontraba en estado fluido, con tendencia a un funcionamiento más regresivo. Estaba atrapado por una poderosa fuerza inconsciente. A pesar de su breve “toma de conciencia” preconsciente respecto de lo prematuro de entrar en pánico, se sentía arrastrado a hacerlo. La regresión se notaba en que volvía su atención a momentos anteriores del análisis, cuando el pánico lo asaltaba fácilmente. Vemos como idea central que está siendo castigado por su actividad sexual; no obstante, dada la regresión de su Yo en ese momento, sería difícil ofrecer una interpretación que pudiera integrar significativamente. Michael no está seguro de si su sentimiento de pánico se basa en alguna posibilidad realista o de si todo está en su mente. (El diagnóstico, realizado más tarde esa semana, reveló que padecía de herpes labial). Una interpretación podría aliviar en algo su angustia, vista desde su aceptación de mis palabras con base en mi autoridad. Sin embargo, dada la resiliencia psicológica de Michael en esta etapa del análisis y su creciente capacidad e interés por la autoexploración, parecía lo mejor ver qué podía hacer por sí mismo con sus sentimientos –una decisión basada en el principio de que el proceso analítico debe considerarse una sociedad en desarrollo (Busch, 1995a, Gray 1994). Con un paciente menos resiliente, si yo me hubiera sentido seguro de mi opinión, habría intervenido con mayor prontitud para ayudarlo a comprender que lo que sentía era potencialmente comprensible. No obstante, creo que es imperativo que no vayamos demasiado rápido para interpretar lo que le sucedía a Michael. Se trata de sus temores y debemos tratarlos con respeto y seriedad, interpretándolos cuando él esté listo, a riesgo de dejar de lado la autenticidad de su experiencia. 22 Si bien el trabajo analítico necesariamente incluye la investigación de las opiniones del analizando, basadas en fantasías inconscientes y modelos relacionales, se trata de algo mucho más sutil de lo que probablemente hayamos considerado. Cada interpretación puede ser vista como un intento de equilibrar el interrogante sobre los significados percibidos de modo tal que no debilite, iatrogénicamente, la valoración que el analizando hace de sus pensamientos. Deseamos que los pacientes terminen por sentir curiosidad acerca de sus pensamientos, una meta puesta en peligro si vemos dichos pensamientos principalmente como la materia prima de las interpretaciones de su contenido y si no tomamos en cuenta lo que el paciente experimenta al considerar qué se encuentra más cerca de la disponibilidad preconsciente. Si bien en determinado momento puede ser necesario privilegiar la perspectiva del analista, este enfoque tiene desventajas si se lo utiliza como actitud terapéutica constante e indiscutible.
Luego los pensamientos de Michael regresaron al fin de semana y a cómo había vacilado constantemente entre pensar que iba a casarse con su novia y romper la relación. Algo semejante había ocurrido con anterioridad respecto de aceptar un puesto importante que le habían ofrecido. Por momentos estaba convencido de hacerlo; luego pensaba en abandonar definitivamente su profesión. Después habló de haber perdido su erección en pleno acto sexual con su novia ese fin de semana y pasó a un discurso obsesivo, detallado y ya familiar, acerca de si la encontraba sexualmente atractiva y, de ser así, en qué medida. Se centralizó en lo diminuto de sus senos; luego comentó, con cierta ironía, que durante el fin de semana se había descubierto pensando con deseo en una vecina a quien ve con frecuencia practicando jogging por las mañanas. Súbitamente se percató de que, pensándolo bien, la contextura física de la vecina se parecía mucho a la de su novia, inclusive en el tamaño de los senos.
En este momento de la sesión vemos el principio de un cambio en el funcionamiento del Yo, a partir del cual Michael puede empezar a observar sus pensamientos. Reconoce que la vecina que lo atrae comparte las características de su novia, por quien no se siente suficientemente atraído en el aspecto sexual. Su voz ya no evidencia pánico y toda su conducta va virando hacia una actitud más reflexiva. Dado que se produce este cambio, encuentro prudente esperar qué ocurre después. Un cambio tal en la relación del Yo con sus propios pensamientos a menudo preanuncia la elaboración de lo que acaba de suceder. Si bien a esta altura no sabemos qué provocó el cambio, y aunque seguramente sería interesante una explicación, he optado por privilegiar cualquier área que Michael esté dispuesto a explorar. Si creemos que el intento de Michael de recurrir a la asociación libre implica que el Yo está realizando un barrido inconsciente para decidir cuál es el lugar más seguro al que dirigirse en el contexto del deseo de autocomprensión, la mejor escucha analítica debe privilegiar el uso que el paciente hace de la asociación libre. Aunque el analista tenga muchas preguntas u observaciones, debe relegarlas ante las asociaciones de Michael. En la mayoría de los casos, y si se lo permitimos, los pacientes nos dirán qué área están dispuestos a explorar. Así, la conexión que yo había considerado hacer en un momento anterior de la sesión, entre su angustia y su sexualidad, viene de él y parece más disponible en el preconsciente. Después de hablar de su pánico, sus asociaciones gradualmente viran hacia los acontecimientos sexuales del fin de semana. En el contexto de un cambio en el funcionamiento del Yo ya mencionado, ¿por qué no seguir los pensamientos de Michael y ver qué puede elaborar?
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