No existe una respuesta fácil a la pregunta de cómo determinar la disponibilidad del material para el preconsciente del analizando. Desde lo descriptivo, la musicalidad de las palabras nos dice mucho acerca del estado de ánimo del paciente. Por otra parte, es sólo con el transcurrir del tiempo que aprendemos –si es que aprendemos –este tipo de cosa, como si la narración de un sueño fuera parte de una habilidad recientemente descubierta para representar derivados del inconsciente o bien el comienzo de un monólogo obsesivo. En general, la disponibilidad preconsciente se basa en una combinación del estado del Yo con el impulso de poner en acto. Así, una de las primeras consideraciones es el grado de angustia o amenaza (al Yo), visto en la fuerza de las resistencias. Cuando las resistencias disminuyen, la narración del analizando a menudo presenta asociaciones que abren nuevos significados. Sin embargo, como casi cualquier cosa puede utilizarse como resistencia, puede ser difícil determinar cuándo el paciente se encuentra en un punto de resistencia mayor. Cualquier signo exterior de un análisis productivo puede ser su opuesto. La asociación libre, la narración de un sueño, la aceptación de una interpretación… todas pueden ser resistencias potenciales. A través del tiempo, el analista puede comprender mejor estos hechos y su potencial aptitud para la disponibilidad preconsciente mediante su rol en el progreso o regresión del analizando.
Es mi impresión que nuestra mayor dificultad consiste en considerar el grado de resistencia al interpretar la transferencia . Solemos confundir nuestra habilidad para detectar implicancias transferenciales con la disposición del paciente para comprenderlas preconscientemente. He aquí un ejemplo que demuestra nuestra prontitud para interpretar la transferencia cuando el paciente resiste dicha interpretación.
Durante su primer año en análisis, un joven llega enojado a sesión, acusando a un profesor que da clase “sin pensar si los estudiantes pueden seguirlo”. En la misma vena, comete un lapsus y dice que odia “que me trate… quiero decir, que me enseñe así”. Luego reta al analista con la frase: “Supongo que usted sacará algo en limpio de ello”. El paciente continúa quejándose de su profesor; entonces, el analista le dice: “¿No estará usted huyendo de su enojo conmigo?”
Como puede verse desde el principio de esta viñeta, el analista no parece tomar en cuenta lo que está preconscientemente disponible en su paciente. En línea con la queja del analizando sobre su profesor, no considera “si el estudiante puede seguirlo”. El paciente corrige el lapsus, lo cual indica que ha hecho la conexión inconsciente entre sus sentimientos hacia el profesor y hacia el analista. Es evidente que se encuentra con ánimo de pelear y que cualquier conexión entre el analista y el profesor no será bienvenida . No obstante, el analista no se da por enterado y pasa a analizar la transferencia. Lo que deja de lado es la renuencia del paciente a establecer la conexión entre analista y profesor (es decir, el componente más observable de la resistencia en ese momento).19
Interpretación de la puesta en acto disociada
Uno de los momentos que presenta mayor dificultad para determinar la disponibilidad preconsciente ocurre cuando el paciente se ve impulsado a la puesta en acto de algo que, simultáneamente, se escinde del Yo. El analista se encuentra en posición de observar una dinámica crucial, en tanto el analizando se desespera por protegerse de tomar conciencia de dicha dinámica. Por lo general, es más útil abordar esta cuestión desde el aspecto protector. Es decir, el paciente no es consciente del pánico que impulsa la naturaleza disociativa de su conducta y la evaluación del analista de este aspecto de la dinámica ayuda al paciente a abordar aquello que lo lleva a la puesta en acto. La comprensión en términos de autopreservación y/o preservación del objeto 20 es lo que el paciente tiene más disponible. La idea de que el paciente se está protegiendo a sí mismo o a otro (ya sea del pasado o del presente) suele ser correcta y causa menor angustia que cualquier otra cosa que esté sucediendo. Sin embargo, cuando se trata de un individuo narcisista o borderline , a veces puede ser difícil ir por esta vía, puesto que al paciente puede parecerle denigrante que el analista suponga que sabe algo acerca de él o que piense que tiene un problema. Veamos un ejemplo típico:
Un hombre de negocios de unos cincuenta años, que sufría de perversión sexual y de una ira narcisista apenas disimulada por formaciones reactivas, hablaba con lo que yo llamaría “asociaciones firmemente controladas”. Es decir, su pensamiento tenía la apariencia de estar asociando libremente pero raramente llevaba a una comprensión profunda y a menudo su discurso resultaba confuso. Sus repentinos ataques de llanto eran desconcertantes y parecía la parodia de un paciente en análisis. Más adelante, el analizando pudo hablar de cómo había planificado todo lo que iba a decir en sesión y que, si bien su llanto era genuino, era también lo que sentía debía hacer al recordar algo triste, habiendo leído una novela cuyo personaje principal se comportaba así en análisis. Luego de varios meses de interpretar el contenido sin que se produjeran grandes cambios, el analista dijo que parecía que el paciente encontraba difícil expresar libremente lo que tenía en la mente y que en lugar de ello regresaba constantemente a hechos traumáticos de su pasado para revivirlos. Tras un largo silencio, el paciente dijo: “Sentía como si usted me tirara agua fría”. En las sesiones siguientes, el paciente transfirió la autoría de este comentario al analista y continuó la idealización de éste al tiempo que retornaba sutilmente a su particular modo de asociación libre.
En este ejemplo, cuando se cuestiona el control ejercido por el paciente sobre la asociación libre (es decir, exteriorizar sus emociones a modo de defensa), vemos cómo su ira se proyecta, se disocia y se continúa, todo al mismo tiempo. A la larga, una cuidadosa atención a estas defensas, los temores catastróficos que las motivaban y la ininterrumpida evaluación del modo en que el paciente necesitaba controlar lo que le venía a la mente para evitar la humillación a su narcisismo, rindió frutos. El paciente que no cesa de sentirse indignado y culpa al analista por lo que siente es uno de los problemas más espinosos a los que se enfrenta el psicoanalista. Uno de los mayores desafíos para el psicoanalista en tales casos es contener la reacción contratransferencial a la vez que prestar atención a lo que ella puede decirnos respecto de las múltiples posibilidades de lo que se nos está poniendo en acto. Aún así, no es fácil evaluar la vulnerabilidad narcisista del paciente cuando, constante y arrogantemente, se señala nuestra incompetencia, lo cual lleva a nuestro propio desequilibrio narcisista.
Alcanzando mayor profundidad al ir más despacio:
un extenso ejemplo clínico
En el siguiente ejemplo, la evaluación de la disponibilidad preconsciente del analizando, poniendo cuidadosa atención en el estado fluctuante de sus defensas, conduce al paciente a materiales más profundos. Aunque mientras escucho a mi paciente puedo estar pensando en significados inconscientes más profundos, es mi continua evaluación de los diversos factores que determinan la disponibilidad preconsciente lo que hace que intervenga como lo hago.
El paciente, Michael,21 de unos 35 años, había sido incapaz de ejercer su profesión a pesar de sus notas brillantes en la universidad. Llegó al análisis sin tener claro qué lo había llevado a renunciar a su trabajo más reciente. Sólo podía mencionar vagas sensaciones de angustia e irritación. Había tenido problemas similares durante su carrera de grado y posgrado pero logró completar sus estudios con la ayuda de una larga terapia de apoyo. Se decidió por el análisis luego de haber dejado varios empleos. Sus relaciones con hombres y mujeres eran superficiales y agradables, aunque carecían de profundidad emocional y de compromiso sostenido. En los últimos tiempos, habían aparecido indicios de angustia por homosexualidad. La historia temprana del paciente estaba dominada por el divorcio de sus padres, junto con el temperamento voluble de su madre y el ensimismamiento de su padre. Aún así, su familia poseía una integridad estructural básica, con ambos progenitores presentes a pesar de encontrarse emocionalmente ausentes.
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