En 1977, Engel propuso el modelo biopsicosocial luego de observar que los doctores veían el dolor como una entidad separada del hombre, algo ocasionado por un factor externo. También notó que los pacientes, sin importar sus conocimientos o educación, solían atribuir su molestia a algo que habían experimentado, como una infección o una caída, y consideraban el dolor algo externo a ellos.
La teoría del dolor como una entidad externa resultaba muy atractiva, al menos para algunos profesionales médicos, puesto que eliminaba la necesidad de lidiar con los elementos emocionales del problema de un paciente. Sin embargo, como argumentó Engel, resulta evidente que el dolor forma parte de nosotros y que es imposible tratarlo sin comprenderlo de manera integrada, con una visión de 360 grados.
ENTONCES, ¿EN QUÉ CONSISTE EL MODELO BIOPSICOSOCIAL?
Es un enfoque médico que considera al dolor una experiencia que resulta de la profunda interrelación de tres campos: la biología, la psicología y la sociología.
¡Eso es todo!
Una oración sencilla que encapsula una idea gigante.
La biología (genética, bioquímica), la psicología (estado de ánimo, personalidad, conducta) y la sociología (cultura, familia, socioeconomía) son los tres reinos o campos que influyen en nuestra salud física y mental. Cuando se pierde el equilibrio entre estos tres planos interconectados se manifiestan el dolor y el sufrimiento. Lo ideal sería ubicarse en la intersección de estos tres círculos —ahí se encuentra un mundo libre de dolor donde logras lidiar con todos los factores internos y externos en tu vida (ver Figura 3). Te enfrentas a ellos como un malabarista que balancea platos, manejándolos sin cansarte, estresarte o gastar demasiada energía. Tu universo está en equilibrio. Sin embargo, si no estás posicionado en el centro de los tres círculos concéntricos —si uno de los tres elementos está bajo tensión o desbalanceado de alguna manera—, entonces es probable que experimentes dolor. El reto para cualquier médico es descifrar de qué lugar del sistema emerge el dolor.
Todos somos únicos, con composiciones biológicas y genéticas distintas. Esto, aunado a las experiencias e influencias que tenemos a lo largo de la vida, define nuestra capacidad para enfrentar el mundo. Depende de todos estos elementos y su interacción hasta qué punto somos sensibilizados o endurecidos por la vida. Por ello, no es de sorprender que todos experimentemos el dolor de forma distinta.
A finales de la década de 1980, John Loeser,³ un neurocirujano e investigador del dolor en Washington, Seattle, diseñó su “modelo de cebolla” para demostrar la tolerancia y experiencia de los individuos ante el dolor (ver Figura 1 Figura 1. El “modelo de cebolla” que demuestra la experiencia individual del dolor El dolor se encuentra en lo más profundo de nuestro ser, y el profesional médico, al recabar el historial médico y evaluar al paciente, debe descifrar qué capa de la “cebolla del dolor” puede pelar primero para hallar la causa: ¿de qué manera los elementos del dolor anulan e impiden al paciente volver a la normalidad? Quizá nunca logremos eliminar algunos elementos, pero con suerte tal vez podamos disminuir su importancia o simplemente deshacernos de la carga adicional generada por los elementos más pequeños, de modo que el paciente pueda lidiar con su vida de nuevo.
). En dicho modelo, la cebolla representa la experiencia del dolor y las capas que componen la cebolla contextualizan el dolor. Curiosamente, debido a su trabajo en el campo de la pediatría, Loeser descubrió que hasta las experiencias de la infancia pueden modular la experiencia del dolor en la adultez. Por ejemplo, se ha encontrado que los bebés prematuros que tienen que someterse a más pruebas médicas y procedimientos dolorosos que aquellos nacidos a buen término, son más sensibles al dolor durante la adultez (abordo este tema con más detalle en el capítulo 9
). También temen más al dolor. Además, se ha comprobado que, debido a que estos pacientes permanecen más tiempo en hospitales alejados del amor y contacto físico de sus padres, terminan por asociar el dolor con sentimientos de pérdida.
Figura 1. A finales de la década de 1980, John Loeser,³ un neurocirujano e investigador del dolor en Washington, Seattle, diseñó su “modelo de cebolla” para demostrar la tolerancia y experiencia de los individuos ante el dolor (ver Figura 1 Figura 1. El “modelo de cebolla” que demuestra la experiencia individual del dolor El dolor se encuentra en lo más profundo de nuestro ser, y el profesional médico, al recabar el historial médico y evaluar al paciente, debe descifrar qué capa de la “cebolla del dolor” puede pelar primero para hallar la causa: ¿de qué manera los elementos del dolor anulan e impiden al paciente volver a la normalidad? Quizá nunca logremos eliminar algunos elementos, pero con suerte tal vez podamos disminuir su importancia o simplemente deshacernos de la carga adicional generada por los elementos más pequeños, de modo que el paciente pueda lidiar con su vida de nuevo. ). En dicho modelo, la cebolla representa la experiencia del dolor y las capas que componen la cebolla contextualizan el dolor. Curiosamente, debido a su trabajo en el campo de la pediatría, Loeser descubrió que hasta las experiencias de la infancia pueden modular la experiencia del dolor en la adultez. Por ejemplo, se ha encontrado que los bebés prematuros que tienen que someterse a más pruebas médicas y procedimientos dolorosos que aquellos nacidos a buen término, son más sensibles al dolor durante la adultez (abordo este tema con más detalle en el capítulo 9 ). También temen más al dolor. Además, se ha comprobado que, debido a que estos pacientes permanecen más tiempo en hospitales alejados del amor y contacto físico de sus padres, terminan por asociar el dolor con sentimientos de pérdida. Figura 1. El “modelo de cebolla” que demuestra la experiencia individual del dolor El dolor se encuentra en lo más profundo de nuestro ser, y el profesional médico, al recabar el historial médico y evaluar al paciente, debe descifrar qué capa de la “cebolla del dolor” puede pelar primero para hallar la causa: ¿de qué manera los elementos del dolor anulan e impiden al paciente volver a la normalidad? Quizá nunca logremos eliminar algunos elementos, pero con suerte tal vez podamos disminuir su importancia o simplemente deshacernos de la carga adicional generada por los elementos más pequeños, de modo que el paciente pueda lidiar con su vida de nuevo.
El “modelo de cebolla” que demuestra la experiencia individual del dolor
El dolor se encuentra en lo más profundo de nuestro ser, y el profesional médico, al recabar el historial médico y evaluar al paciente, debe descifrar qué capa de la “cebolla del dolor” puede pelar primero para hallar la causa: ¿de qué manera los elementos del dolor anulan e impiden al paciente volver a la normalidad? Quizá nunca logremos eliminar algunos elementos, pero con suerte tal vez podamos disminuir su importancia o simplemente deshacernos de la carga adicional generada por los elementos más pequeños, de modo que el paciente pueda lidiar con su vida de nuevo.
EL DOLOR COMO UNA ENFERMEDAD DEL SISTEMA NERVIOSO
¿Recuerdas cuando dije que el dolor ocurre principalmente a nivel neuropsicológico? Bueno, pues a lo que me refería es a que el dolor existe predominantemente en el sistema nervioso y todas sus partes. De hecho, podría describirse como una enfermedad del sistema nervioso.
Читать дальше