La escritora, que es Briony, escribirá más de un final sobre esta escena y sus consecuencias y al final se preguntará: “¿Cómo puede una novelista alcanzar la expiación cuando, con su poder absoluto de decidir desenlaces, ella es también Dios? No hay nadie, ningún ser, ni forma superior a la que pueda apelar, con la que pueda reconciliarse o que pueda perdonarla. No hay nada aparte de ella misma. Ha fijado en su imaginación los límites y los términos. No hay expiación para Dios, ni para los novelistas, aunque sean ateos. Esta tarea ha sido siempre imposible, y en esto ha residido el quid de la cuestión. La tentativa lo era todo”. (15)
La escritora nos dice, entonces, que no es posible salir de este atolladero en términos de la lógica significante. La novela entera está centrada en el lapsus de Robbie, que devela de un golpe todos los secretos familiares. Nos muestra también que hay discordancia entre el Otro como lugar de la palabra y el Otro como objeto del deseo. En el momento en que se rompe el jarrón, en el momento en que Robbie escribe las dos notas, esto se muestra: el sujeto está en relación con su partenaire-palabra y ahí se produce una discordancia entre la pareja que habla y la pareja como objeto del deseo y del goce. Es el cortocircuito que se da cuando hay que pasar del Otro abstracto de la palabra al Otro del deseo. En la escena de la fuente, cuando Cecilia se quita la ropa para sacar del agua los trozos del jarrón despedazado, ella se muestra como un Otro de carne y lo que hasta ese momento parecía compatible, ya no lo es. La armonía entre el Otro de la palabra y el Otro de la carne no existe. Lacan nos lo dice así en el Seminario 5: “Está, por una parte, la posición del Otro en cuanto Otro, en cuanto lugar de la palabra, aquel a quien se dirige la demanda, aquel cuya irreductibilidad radical se manifiesta en que puede dar amor (...) Pero hay discordancia entre lo que tiene de absoluto la subjetividad del Otro que da o no da amor y el hecho de que para acceder a él como objeto de deseo es necesario que se vuelva totalmente objeto”. (16) Con esto Lacan nos hace un guiño: ya en esa época consideraba que el Otro como puro lugar de la palabra no existe.
La novela no solo describe el drama de Robbie y de su amada Cecilia, sino también el de Briony, la escritora que no puede expiar la culpa de verse condenada ella también a la ficción, ya que se trata finalmente de la expiación que Mc Ewan en tanto novelista nos pide a nosotros, sus lectores. No hay expiación para los novelistas si ellos se creen los dioses del lenguaje. Es por eso que el párrafo final nos muestra el límite mismo de los poderes de la palabra y de lo que se ha revelado como imposible para él, la cuestión de poder asir lo real a través de la palabra. Es por eso que la segunda parte del libro transcurre durante la Segunda Guerra Mundial con Robbie en el frente de batalla y Cecilia y Briony como enfermeras. Es en esas páginas donde Mc Ewan intenta tocar lo real más allá de la estructura de ficción.
En esta exquisita novela encontramos como en un juego de cajas chinas una novela dentro de otra. Hay una exaltada historia de amor imposible entre Robbie y Cecilia y una durísima novela sobre lo real de la guerra y también una novela sobre una novela, que es la narración de esta expiación, de la que Briony Tallis va a escribir diferentes versiones a lo largo de toda su vida. Se trata también del malentendido entre las clases sociales, en este caso, de la sociedad inglesa.
A nosotros nos interesa como un ejemplo princeps de varias versiones del malentendido: el malentendido entre los sexos, el malentendido familiar, el malentendido entre las clases sociales y, por sobre todo, la novela misma es un paradigma del malentendido simbólico. Novela sobre otra novela, la estructura de ficción se muestra insuficiente para abarcar lo real del malentendido, pero toca sin embargo lo real de la estructura del lenguaje al denunciar esa imposibilidad de la ficción.
Hasta ahora hemos ubicado el goce como imaginario, sobre todo en el Seminario 1, aunque también lo encontramos en los Seminarios 2 y 3. El Seminario 4, La relación de objeto, es de transición y es el único en el que Lacan trabajó sobre la función de la madre, en tanto madre insaciable. En los Seminarios 5 y 6 Lacan desarrolla el segundo paradigma, en el que –como lo sitúa Miller– todo el goce se vuelve significante lo cual hace que desaparezca. Tomamos como paradigma de la relación simbólico-imaginaria el Seminario 1, para hablar de la relación del amor narcisista con el goce imaginario. Prototipo del amor romántico y suicida en el ejemplo de la novela El joven Werther de Goethe. De ahí pasamos a una novela actual, Expiación, para explicar cómo el significante no alcanza a tocar lo real. Así pues en la lógica que sigo, nuestro próximo tema es la primera intuición del goce como real para lo cual tomaremos el Seminario 10, La angustia y las clases de presentación que dio Miller cuando estableció este seminario.
13 DE MARZO DEL 2008
1- “Patologías de la identificación en los lazos familiares y sociales”, XV Jornadas Anuales de la Escuela de la Orientación Lacaniana, 2 y 3 de diciembre de 2006.
2- Lacan, J., “Homenaje a Marguerite Duras, del rapto de Lol V. Stein”, Intervenciones y textos 2, Manantial, Bs. As., 1988, p. 72.
3- Ibíd., p. 66.
4- Lacan, J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, “Ideal del yo y yo-ideal”, cap. XI, Paidós, Bs. As., 1981.
5- Ibíd., p. 216.
6- Schiller, F., Los Bandidos, Cátedra, Madrid, 2008.
7- Balint., M., Amor primario y técnica psicoanalítica, Payot, París, 2001.
8- Lacan, J., Seminario 22, R.S.I., clase del 15 de abril de 1975, inédito.
9- Ibíd., clase del 11 de marzo de 1975.
10- Ibíd.
11- Mc Ewan, I., Expiación, Anagrama, Barcelona, 2002, p. 107.
12- Ibíd., p. 107.
13- Ibíd., p. 117.
14- Freud, S., “El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905), Obras Completas, t. VIII, Amorrortu, Bs. As., 1988.
15- Mc Ewan, I., Expiación, op. cit., p. 210.
16- Lacan, J., El Seminario, Libro 5, Las formaciones del inconsciente, Paidós, Bs. As., 1999, pp. 392-393.
2 Primera intuición del goce como real
Los paradigmas del goce
En la clase anterior trabajamos el concepto de goce en la primera parte de la obra de Lacan, es decir el goce imaginario tal como lo piensa Miller en sus “Paradigmas del goce”. El goce es imaginario para Lacan en los Seminarios 1, 2 y 3. El Seminario 4 es de transición y es el único en el que trabaja el concepto de madre insaciable: siendo que la madre es insaciable por definición, es un hecho de estructura aunque es cierto que hay diferencias en cuanto a lo insaciable materno. El Seminario 5, Las formaciones del inconsciente, y el Seminario 6, El deseo y su interpretación, están ubicados en los paradigmas del goce a la altura de lo que Miller llamó “la significantización del goce”, que es cuando todo el goce se vuelve significante. Entonces, tenemos que en el primer paradigma el goce es imaginario y en el segundo, todo se vuelve significante.
En la primera clase hemos tomado la relación del amor narcisista con el goce imaginario como paradigma de la relación simbólico-imaginaria del Seminario 1. Hay cuatro términos con los que vamos a trabajar todo el año: lo irreductible, el goce, el deseo y el amor. Lo primero que trabajamos es cómo el amor y el goce quedaban juntos: amor narcisista y goce imaginario. Esto lo vimos en el caso de El joven Werther de Goethe. Luego, tomé una novela actual, Expiación, para explicar cómo el significante no alcanza para tocar lo real.
En la lógica que voy a seguir en este curso, nuestro próximo tema es la primera intuición de Lacan sobre el goce como real que aparece en el Seminario 10, La angustia. Siempre les comento que no me parece una casualidad que Miller haya establecido el Seminario 10 treinta y un años después de haber establecido el Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Hace treinta años, Miller estaba trabajando desde la lógica del significante, con lo cual Los cuatro conceptos… está planteado desde esa lógica, aun el objeto a. El Seminario 10, La angustia, siempre me resultó particularmente difícil, le faltaba un ordenador. Este ordenador apareció ahora y son las clases de La angustia lacaniana de Miller. El Seminario 10 es sobre el goce, es la primera intuición que tiene Lacan sobre el goce como real. No es casual que Miller haya establecido este seminario al mismo tiempo que el Seminario 23, El Sinthome, que es uno de los últimos seminarios de Lacan. En sus clases de La angustia lacaniana, Miller ubica la problemática del objeto más referida al goce tal como aparece en la última enseñanza de Lacan, es decir, al goce como real. En cambio en el Seminario 11, el goce está pero aparece fragmentado, es el objeto a que bordea la zona del cuerpo, los agujeros del cuerpo.
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