La dignidad humana invita a procurar el bien común. El bien común no es lo mismo que el bien general, porque este último es el acuerdo de las mayorías que pueden acordar medidas que vayan en contra de la dignidad humana. Por tanto, el hecho de que haya un consenso social no quiere decir que lo que se vaya a hacer esté bien. Es aquí donde radica la reflexión sobre el bien común, que cuida y promueve la dignidad de las personas y nos invita a pensar y desear el bien del otro, y nos lleva a replantear las formas tradicionales en que se han entendido muchas cosas dentro de las empresas, como las jornadas laborales y las condiciones de trabajo, de modo que es una invitación a cuestionarse sobre la forma en la que han funcionado las cosas, a la luz de nuevas maneras que se han descubierto desde la crisis.
Desarrollar a los demás mediante la subsidiariedad
La subsidiariedad es la actitud de respeto y ayuda hacia el otro, de modo que está de la mano con la dignidad humana. La subsidiariedad se basa en el entendimiento de que la persona tiene un derecho a ser respetado y que cada persona tiene dones para entregar a la organización ( Naughton, Buckeye, Goodpaster & Maines, 2015). Mediante la subsidiariedad se empodera a las personas como agentes clave del cambio, lo que da lugar a la autonomía y el apoyo cuando es necesario, frente a la toma de decisiones que están orientadas hacia el norte de la compañía ( Hollensbe, Wookey, Hickey, George & Nichols, 2014).
De esta manera, permite el desarrollo de las personas desde su trabajo, y dar a conocer capacidades y habilidades de los empleados. En este proceso, puede ser sorprendente ver cómo darles oportunidades a los empleados dentro de las organizaciones hace que florezcan y den esa milla extra.
El desarrollo mediante la subsidiariedad se da cuando el jefe, por ejemplo, consciente de que el empleado ya ha construido su habilidad de comunicación asertiva, fomenta su mejora constante. Mientras que, si es el caso de que el empleado no supiese comunicarse, el jefe le enseña y se eleva su dignidad al permitirle desarrollar esa habilidad.
Con la subsidiariedad, se crean lazos de confianza y de empoderamiento desde el liderazgo, que permiten sacar a flote las capacidades y esos dones de cada persona para impactar positivamente a los otros, de modo que es un medio que ayuda a potencializar las capacidades de las personas.
Liderar con prudencia y creatividad moral
Las empresas en gran medida son un reflejo de su fundador o director, de modo que es importante la prudencia dentro del liderazgo, en especial cuando se buscan soluciones no utilitarias. Muchas veces se entiende la prudencia como cautela o inacción, sin embargo, la prudencia, como virtud propia del gobernante, es saber ver las cosas como son y actuar por la razón adecuada.
A veces lo prudente no es manejar despacio, sino acelerar a toda velocidad para salvar la vida de un huracán. La prudencia es entender que lo que sucede no necesariamente es lo que se percibe, porque la realidad objetiva está fuera de cada uno, para lo cual se debe ser capaz de escuchar y entender diversas miradas.
Asimismo, se requiere una imaginación moral que mueve a inventar y ver nuevas formas de hacer las cosas. Para reaccionar ante la crisis, se debe intentar hacer las cosas diferentes, romper paradigmas y abrir la puerta a la imaginación moral, de modo que es recomendable abordar los problemas con una mentalidad distinta de la que se hacen tradicionalmente, y así poder encontrar nuevas formas y acelerar los cambios.
En este proceso, es importante salirse por un momento del rol directivo, del de miembro de junta, y pensar en la solución del problema con el sombrero verde viendo todas las opciones posibles valiéndose de la creatividad. La clave está en retar la manera tradicional de ver los procesos. También identificando las oportunidades que deja la crisis para moverse hacia la acción y re-imaginar el mundo. Entendiendo muy bien el porqué de cada acción, su impacto y consecuencias con todos los stakeholders .
Una empresa con propósito requiere un líder positivo, que es la persona que se maneja con prudencia y entiende que no se es dueño de la verdad, porque respeta el conocimiento que le dan los demás, independiente del cargo que ocupen dentro de la organización. Para eso, también son importantes los conocimientos técnicos y reconocer las aptitudes y los conocimientos frente a un cargo, así como observar que estos son fundamentales dentro de un rol de liderazgo, pero no son suficientes, porque los empleados también ven las intenciones del líder. Por tanto, cobra una gran importancia la recta intención que es el querer genuino del otro, porque se le ve con preocupación y con amor.
Este liderazgo está alineado con el propósito al responder al porqué se hace, y no al qué se hace, de modo que está en línea con el propósito personal, porque brota de la propia identidad. El descubrimiento de un propósito hace que la vida del líder sea significativa y permite que se lidere desde ese propósito, de modo que es un liderazgo genuino y positivo. De esta manera, se influye en todo el entorno de la empresa y se conectan el significado y los propósitos de cada miembro de la comunidad con el de la empresa. El liderazgo positivo requiere la humildad del líder, de su compromiso y de la apertura al cambio, con lo cual se fomenta el sentido de comunidad.
En la lógica del liderazgo positivo, no se trata de comunicar desde la dirección hacia todos los miembros sobre el propósito, sino que se debe descubrir y redescubrir el propósito compartido ya existente en la compañía, para lo cual se debe hacer partícipe a todos los miembros de la comunidad de personas que la integran, al igual que mediante el ejemplo de todos los miembros de la dirección. Es desde la observación y el ejemplo genuino como se adoptan los comportamientos positivos dentro de la organización, viviendo desde el ejemplo.
De esta manera, el líder es el que decide, no solo pensando en la eficiencia de la organización, sino en el desarrollo de las personas a las cuales dirige. Construye organizaciones que recurran activamente a los dones, es decir, a los diferentes talentos, habilidades y aptitudes de los empleados, para potencializar y desarrollar a cada uno ( Naughton et al., 2015).
Finalmente, la base de las relaciones exitosas dentro de la comunidad de personas está dada por la confianza, de modo que son estos lazos los que hacen que estas actúen desinteresadamente y hacia un bien común. Cuando dentro de una organización se crean vínculos de confianza, estas aprenden más rápido y tienen un compromiso mayor ( Canals, 2010), lo cual, a su vez, crea una cultura organizacional movida por el servicio y la visión del otro por su valor como persona.
¡La crisis, la tempestad, nos permite ver!
Cada uno de los cinco aspectos presentados previamente son muy importantes y deben mantenerse presentes en un diálogo constante con la empresa, porque, al final, la crisis, la coyuntura de la covid-19, nos tiene que servir para reflexionar y ver cosas que antes no veíamos o entendíamos como normales.
¿Qué es lo que permite ver la crisis? Deja al descubierto la necesidad del otro y el entendimiento a fondo de la realidad, porque nos ayuda a tener mayor prudencia y sentido de propósito de nuestras actividades y de la propia vida. De esta manera, por ejemplo, muestra el fenómeno carcelario y el dolor frente a la muerte por confinamiento. También muestra la altísima tasa de informalidad en el empleo, del que vive del día a día para al menos conseguir algo de comer. Pone en evidencia los fenómenos migratorios, la crisis permite ver cosas que antes nos dolían menos.
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