Falcettoni, Nicolás G.
Educación física y transdisciplina / Nicolás G. Falcettoni. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-87-0791-4
1. Educación Física. 2. Ciencias de la Educación. 3. Docentes. I. Título.
CDD 371.33
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: info@autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
A Daniela y a mi hija Eva.
Mi mamá y papá.
A los que inspiran nuevos pensamientos
para mejorar la Educación Física.
INDICE
Introducción
Educación Física: relaciones dialécticas
¿Qué es la Educación Física?
Capítulo I. Transdisciplinariedad y educación
Concepto de transdisciplinariedad
Complejidad
Teoría General de los Sistemas: el enfoque sistémico
Teoría del Caos: orden y desorden
Geometría fractal
Lógica borrosa
Capítulo II. Análisis y reflexiones de los componentes
Análisis
Cuerpo y género. Construcción de la corporeidad
Sociedad y cultura
Currículum
Escuela
Profesor
Alumno
Tarea y Evaluación
Reflexiones
Capítulo III. Construcción transdisciplinar de la Educación Física
Educación Física transdisciplinaria: Sistema dinámico abierto
Subsistema 1
Subsistema 2
Subsistema 3
Conclusiones finales
Bibliografía
Sobre el autor
Figuras
Introducción
Educación Física: relaciones dialécticas
¿Qué es la Educación Física?
Variadas definiciones son las que se pueden encontrar a lo largo de la historia, así como sus socios fueron cambiando (lucha, recreación, juego, deporte, gimnasia, salud, entre otros), también lo hizo su nombre en muchos países, excepto en Argentina, que aún se mantiene esta denominación anticuada y obsoleta desde los comienzos del Estado argentino allá por 1880.
Para algunos es una disciplina, para otros es un espacio de recreación que sirve para “despejar la mente” luego del trabajo áulico. Lo cierto es que se corresponde como un espacio curricular dentro de la educación y debemos saber de qué se trata. Si nos detenemos a pensar por un momento en ambas palabras que originan la expresión, se pueden observar dos: “educación” y “física”. Etimológicamente, según García Carrasco y García del Dujo, citados por Navas (2004) el primer término refiere a:
(…) los términos que se empleaban eran los de “criar” y “crianza”, que hacían alusión a “sacar hacia adelante”, “adoctrinar” como sinónimo de “doctrino”, y “discipular” para indicar “disciplina” o “discípulo”. Son términos que se relacionan con los cuidados, la protección y la ayuda material que dedicaban las personas adultas a los individuos en proceso de desarrollo. (p. 31)
Para lograr criar o adoctrinar a alguien, es necesaria la existencia o vínculo con un objeto (libro, propagandas, folletos, etc.) o con otra persona. Pero si nos basamos en estas definiciones, el objetivo final es la imposición de lo que uno cree que es lo correcto, rechazando con todas las herramientas que crea indispensables, aquello que está mal. Es decir, a simple definición, no hay posibilidad de crítica por parte del adoctrinado, que le permita refutar eso que recibe como enseñanza. Ahora bien, ya conseguida la primera parte, debemos analizar qué quiere decir el término “física”.
La última palabra, tal vez sea la más simple de comprender, ya que no quiere decir nada con respecto a aquella ciencia que estudia fenómenos e interacciones de la materia y la energía, explicándolos en base a leyes y propiedades; sino más bien, refiere directamente al cuerpo. Y aquí ingresamos en otro debate que considero resuelto, pero poco aceptado por otros colegas: ¿Cómo se define al cuerpo? ¿Tiene que ver estrictamente con lo fisiológico, biológico y/o anatómico, o también juegan las emociones y la psicología? Durante muchas décadas, la historia marca que la debilidad o fortaleza estaban encerradas directamente con aquello que una persona podía lograr desde el actuar corporal. Un ejemplo muy válido es la cultura espartana, pueblo de sangre guerrera, que entendía que lo primero y esencial de la vida era defender la tierra natal. Por ello, la formación de soldados fuertes y hábiles era indispensable, debiendo cumplir con ciertos estándares de raza espartana.
Al igual que las otras mujeres, Gorgo debía cumplir con el rito de llevar a su recién nacido a un sitio denominado Lesca, donde los ancianos examinaban a la criatura, a fin de buscar algún defecto en ella. Si ésta pasaba la prueba, su destino era vivir para servir a la polis; en cambio, si no lo hacía, era lanzado desde el monte Taigeto hacia el abismo o apotetas, tal como había establecido Licurgo. (Huerta, 2016, pp. 60-61)
Claro está, entonces, que desde la Antigüedad, la concepción de cuerpo no tenía nada que ver con emociones o pensamientos, sino con vigorosidad o debilidad (por lo menos en el mundo occidental). Paralelamente, la Educación Física, también niega que lo corporal tenga algo que ver con influencia psicológicas, por ende, lo que en un principio podemos concluir, es que la Educación Física comenzó siendo aquella asignatura que educaba o formaba a los cuerpos, basándose sólo en hechos experimentales y fácticos que demostraban la aptitud o no de un alumno. Fue, por mucho tiempo, un espacio que pretendía la dominación de los cuerpos; estableciendo una relación de autoridad (profesor) y sumisión (alumno).
Si formaba cuerpos, debía tener objetivos claros, es decir, la entrada de la Educación Física en la escuela no es pura casualidad. Sustentada en las ciencias biológicas y cargada de contenidos estrictamente fisiológicos, el espacio curricular tuvo su traspié a mi entender. No era una ciencia porque no distinguía un objeto de estudio como lo podían hacer otras asignaturas, ya que se aferraba a conceptos de otras áreas como la anatomía, biología, fisiología, biomecánica, entre otros, para así educar a los alumnos; sin embargo, consideraba que esas actividades estaban cargadas con ética y moral. Entonces, en conclusión, la materia era una combinación de otras ciencias.
Sexista y discriminadora, la Educación Física dedicó mucho tiempo a educar hombres y mujeres por separado, donde cada uno debía aprender distintos contenidos para desempeñarse como ciudadano según lo que tenía entre las piernas. Servir a la patria, ser fuerte y trabajar era lo que te tocaba si tenías pene; ser madre, educar a tus hijos y ayudar a tu esposo era el premio por tener vagina. Este plan, por ejemplo, era parte de la formación de los cuerpos en los inicios de la Educación Física argentina.
Con el paso del tiempo, el espacio fue adoptando formas deportivas, gimnásticas y juegos; sin embargo le costó mucho desprenderse de la idea sexista y la enseñanza para mujeres y para hombres, abordando, década posteriores, una enseñanza mixta (resistida por algunos en la actualidad).
Con o sin modificaciones en muchos de sus elementos, la Educación Física se mantiene conservadora al pronunciarse con el mismo nombre. Lo cierto es que todavía en el siglo XXI, Argentina es uno de los países que todavía mantiene en su estructura curricular y en las denominaciones de carreras de grado y posgrado, el término Educación Física. A modo personal, creo que el concepto está acabado y obsoleto; ya no nos capacitamos para “formar cuerpos” sino para comprender y enseñar la motricidad cultural de los ciudadanos, formándolos en base a las herramientas que consigo devienen y que les será útil a la hora de ser críticos y reflexivos. Hablo de comprensión porque la sociedad y la cultura se va modificando, adoptando constantemente nuevas y diferentes costumbres, por ende, los profesionales de la Educación Física debemos ser conscientes y entender que, al estar con los alumnos, estaremos intercambiando emociones, sentimientos, conductas, expresiones y movimientos que son parte del contenido del ser alumno, porque ese alumno está dentro de una sociedad que constantemente le provee nuevas variantes. Por esto, los docentes tenemos el deber de entender y escuchar a los alumnos para que la enseñanza de un contenido tenga relación con el mundo real y actual.
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