José Soto Chica - Los visigodos. Hijos de un dios furioso

Здесь есть возможность читать онлайн «José Soto Chica - Los visigodos. Hijos de un dios furioso» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los visigodos. Hijos de un dios furioso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los visigodos. Hijos de un dios furioso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

José Soto Chica, el autor del exitoso
Imperio y bárbaros. La guerra en la Edad Oscura, regresa con un volumen que aborda una época crucial en la historia de España, el tiempo que hace de bisagra entre la Antigüedad y el Medievo, el tiempo del primer reino que se enseñoreo sobre toda la península ibérica, el tiempo de los visigodos. Rastreando los nebulosos orígenes de los godos en Escandinavia, el libro acompaña a estos en una migración que los llevó a penetrar en el Imperio romano, a saquear por primera vez en siete siglos la Ciudad Eterna y a asentarse, por fin, en la Península.
Los visigodos. Hijos de un dios furioso explica cómo ese viaje convierte a los visigodos en un pueblo mestizo, impregnado de romanidad, un mestizaje y una romanidad que se acentuaron en Hispania, constituyendo la fértil semilla que la marea islámica no pudo agostar y que luego germinará con los primeros reinos cristianos, verdaderos epígonos espirituales del reino de Toledo. Si san Isidoro, el más destaco intelectual visigodo, cantaba «¡Tú eres, oh, España, sagrada y madre siempre feliz de príncipes y de pueblos, la más hermosa de todas las tierras, en tu suelo campea alegre y florece con exuberancia la fecundidad gloriosa del pueblo godo!», en José Soto encontramos su digno continuador, que aúna al exhaustivo conocimiento del periodo una prosa ágil y capaz de transmitir toda la épica que tuvo
un Alarico poniendo de rodillas a Roma o un
rey Rodrigo defendiendo su reino en Guadalete, hasta el fin.

Los visigodos. Hijos de un dios furioso — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los visigodos. Hijos de un dios furioso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Tras seleccionar a un miembro superviviente de la vieja familia real hérula, y tras afrontar inesperados contratiempos, la embajada de los hérulos del Bajo Danubio, ahora engrosada con 200 guerreros de los hérulos escandinavos, emprendió el largo camino de vuelta atravesando el Báltico y fatigando las enormes extensiones de bosques, pantanos y salvajes montañas de la Europa oriental del momento que los separaban de los asentamientos hérulos en la Mesia romana, en torno a la actual Belgrado.

Mientras tanto, los hérulos del Bajo Danubio se habían cansado de esperar y habían pedido al emperador Justiniano (527-565) que les nombrara un rey. Este no se hizo de rogar y les envió a Suartuas, un noble hérulo de su confianza, que servía en Constantinopla en la guardia imperial y que de inmediato fue aclamado como rey de los hérulos. Todo fue bien hasta que a los hérulos danubianos les llegaron noticias de que su embajada, la misma que ya habían dado por perdida, regresaba triunfante y con un rey escandinavo por cuyas venas corría auténtica sangre real hérula y que, por si eso no bastara, venía escoltado por 200 norteños guerreros hérulos que, tras tan largo viaje, no parecían muy dispuestos a darse la vuelta con las manos vacías. Enfrentadas ambas huestes, los hérulos danubianos decidieron abandonar al monarca que les había enviado Justiniano y pasarse al campo contrario. 9

La historia, claro está, no tuvo final feliz. El emperador se negó a reconocer como rey de los hérulos al norteño recién llegado de Escandinavia y apoyó con fuerzas y oro a su candidato que retomó la lucha por el trono. Envueltos en la guerra civil y temerosos de la cólera del emperador a quien habían desairado, la mayoría de los hérulos se puso bajo la protección de los gépidos, a la sazón controlando la ribera norte del Danubio y, lentamente, se fueron «diluyendo» hasta desaparecer, bien como mercenarios en los ejércitos de Justiniano, bien, y sobre todo, como aliados y vasallos de otras tribus de la región, gépidos, longobardos y ávaros, en perpetua guerra entre sí y contra los romanos. La última mención que tenemos de los hérulos es del año 599 en la que aparecen entremezclados con grupos de gépidos, búlgaros y eslavos, sirviendo como vasallos del jagán de los ávaros.

Pero lo que aquí nos importa es que podemos constatar, pues Procopio aclara que tomaba sus noticias de informantes directamente llegados de Escandinavia y de hérulos que habían participado en persona en los acontecimientos antes narrados, 10 que en pleno siglo VI un pueblo germánico que había migrado desde Escandinavia a la par que lo habían hecho los godos y que durante siglos había nomadeado por toda Europa, desde España a Ucrania, conservaba vivo recuerdo de su origen escandinavo. Un recuerdo tan vivo y tan seguro como para decidirse a atravesar media Europa y regresar a los lares de sus antepasados escandinavos. Algo que, como es obvio, ni se hubieran planteado si, además de recuerdos, no hubiesen contado también con noticias ciertas y recientes sobre la pervivencia de sus parientes en el remoto norte. Esa pervivencia está probada, ya lo vimos, no solo por Procopio, sino también por Jordanes, y es también atestiguada, para los siglos IV y V, por informes de cronistas e historiadores como Hidacio quien, al llegar el 456, registra un ataque de 7 naves cargadas con 400 piratas hérulos que trataron de saquear sin éxito las costas lucenses y que, tras ser rechazados, asaltaron las de Cantabria y Vardulia. 11 Un ataque que, claro está, solo podía provenir de asentamientos hérulos radicados en el septentrión.

Pero, ante todo, el relato de Procopio sobre los hérulos nos muestra con qué facilidad un pueblo o una fracción de un pueblo podía migrar en la Europa de las invasiones, y también evidencia cómo una pequeña banda guerrera, como la integrada por los 200 guerreros hérulos escandinavos que partieron hacia el Danubio, se podía plantear, no ya cruzar media Europa, sino incluso reclamar un trono y unas tierras situadas del lado romano de la frontera.

En suma, la historia que Procopio nos cuenta sobre los hérulos de su tiempo, debería de hacernos reflexionar sobre la complejidad, divisiones y desviaciones que podían operarse en y durante una migración bárbara, así como sobre las extrañas causas e inesperadas consecuencias que podían tener o deparar dichos movimientos.

Así que las sagas y canciones germánicas a las que con frecuencia alude Jordanes como fuente de sus noticias, podían encerrar en su seno no poca verdad y, en este caso, el origen escandinavo de los godos, acertar de pleno. Máxime cuando ya en el siglo IV a. C., en el periplo de Piteas, navegante griego de Massalia (la actual Marsella) que hacia el 323 a. C. exploró los mares del norte de Europa en busca de estaño y ámbar, se señalaba en lo que hoy serían las regiones meridionales de Suecia, alrededor de las islas y costas que se extienden desde Heligoland a Götaland, al pueblo de los «gutones». 12 Un etnónimo que reaparece después de más de trescientos años en las obras de Estrabón, Pomponio Mela, Plinio el Viejo y Tácito que ubican a los gutones en la misma región báltica en que ya lo hiciera Piteas a finales del siglo IV a. C., pero trasladándolo esta vez a las tierras en torno a la desembocadura del río Vístula y señalándolo como una de las cinco grandes agrupaciones tribales en que se dividían los germanos 13 .

¿Y la arqueología? ¿No puede venir en nuestro auxilio? La arqueología muestra que en el siglo I a. C. se produjo un brusco despoblamiento por abandono de lo que hoy serían las tierras suecas que Jordanes y Procopio señalaban como tierra natal de los godos, pero, por otro lado, no se han encontrado pruebas sólidas de que dichas poblaciones se trasladaran a la costa sur del Báltico. Además, la búsqueda de restos materiales que agrupar en «culturas» que a su vez puedan asignarse a pueblos nombrados por los autores grecorromanos en las tierras de las antiguas Germania y Sarmatia es, en puridad, un ejercicio de buena voluntad. Así, por ejemplo, se ha querido identificar a los gutoni/gutones/gotones que, como vimos más arriba, señalaban Estrabón, Pomponio Mela, Plinio y Tácito desde el 10 a. C. al 98 de nuestra era en torno a la desembocadura del Vístula, con las llamadas culturas de Wielbark y Przeworsk, así como con la cultura de Jastorf, todas ellas ubicadas en lo que hoy serían el norte y el centro de Polonia, y se ha tratado de enlazar estas culturas con la de Cherniajov, ya en la región carpática y póntica, en las actuales Ucrania, Moldavia y Rumanía, para así ofrecer «evidencias científicas» de la lenta migración de los godos desde el Báltico al mar Negro y al Danubio. Sin embargo, esos esfuerzos siguen sin ofrecer resultados claros de unos hechos que, por otra parte, están sólidamente constatados por las fuentes escritas de los siglos I al IV y de cuyos testimonios, al igual que de los de Jordanes, siguen dependiendo, aunque sea a regañadientes, los arqueólogos para llevar a cabo sus «identificaciones». 14

Más feliz aunque parca ha sido la contribución de la filología Esta última - фото 2

Más feliz, aunque parca, ha sido la contribución de la filología. Esta última ciencia arroja evidencias sólidas de la instalación de los godos en la costa báltica, en el país que Jordanes llama Gotiscandia. Jordanes afirma que todavía en su tiempo, mediados del siglo VI, seguía denominándose así, Gotiscandia, a esa región báltica y ese dato lo confirman tanto la filología como la historia, pues hacia el año 978 la región aún tenía un nombre derivado de Gotiscandia: Goth-danisk designación que, hacia el 997, pasó a Git-Danzin y que terminó dando como resultado el eslavo Gdanzky, que pasó al cabo a denominar a la ciudad principal de la zona: la polaca Gdansk que hasta 1945 tuvo el nombre alemán de Danzig.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los visigodos. Hijos de un dios furioso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los visigodos. Hijos de un dios furioso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los visigodos. Hijos de un dios furioso»

Обсуждение, отзывы о книге «Los visigodos. Hijos de un dios furioso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x