Olivier De Schutter 57 , profesor de derecho internacional y abogado belga, presentó un reporte al comité por el Derecho a la Alimentación, del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en marzo de 2011. En aquel reporte, De Schutter mostraba que la agroecología puede «alimentar al mundo». Ese estudio fue realizado en 68 países. El reporte muestra que, el 75 % del alimento del mundo, proviene de pequeños agricultores quienes trabajan —la mayoría de las veces— a mano, sin tractores ni mecanismos sofisticados. Todo lo contrario sucede en el caso de la agricultura a gran escala, ya que solamente una parte mínima de los grandes volúmenes de materias primas agrícolas que producen los agricultores industriales, sirve para la «alimentación» humana, parte del remanente se utiliza para nutrir al ganado y a otros animales de consumo, mientras que el resto se destina a la producción de agro-carburos.
Los Gobiernos quieren evitar que la ciudadanía proteste, explica De Schutter, por eso permiten —a los hogares— gastar lo menos posible en alimentación; en los países de la Unión Europea, en consecuencia, solo el 12 % al 13 % del presupuesto familiar, se invierte en alimentación. Si se hiciera pagar el precio real de los costos sociales, gastos de salud pública y medioambiental, que resultan de la agricultura industrial, el presupuesto familiar para alimentarse subiría del 25 % al 30 % por lo menos. Esto es políticamente insostenible, asegura De Schutter, es por esta razón que los Gobiernos continúan apoyando a las agroindustrias. Los Gobiernos no apoyan las formas de producción de alimentos tales como la permacultura y la agroecología, incluso sabiendo que son, en efecto, más productivas que las industriales, porque los verdaderos consejeros de los Gobiernos son las grandes empresas, analiza De Schutter. Estos se encuentran al servicio de los intereses económicos de estas grandes empresas y, es normal, dice De Schutter, «¿cómo se puede reprochar a los Gobiernos por querer abrir mercados de exportación a las grandes empresas de sus países, proteger a sus propios actores económicos contra los actores de otros Estados?» El problema, reflexiona De Schutter, es que todo esto es contrario a lo que las exigencias democráticas plantean 58 . En realidad, no hay un solo problema, como explica De Schutter, hay varios.
El modelo actual provoca guerras porque ha nacido de la guerra, porque se funda en la competencia, en la lucha por conseguir la mayor cantidad de materias primas a los precios más bajos, por ganar todos los mercados posibles para vender productos. No hay que olvidar que es gracias a esos actores económicos, a lo que generan esas empresas, que se mide el PIB y, gracias a esa herramienta económica, se catalogan a las naciones como ricas o pobres. Tal es la referencia. Un país que destruye, usurpa, despoja, contamina, enferma, hace daño y se hace daño, es considerado el más rico. Resulta fácil entender ahora por qué vivir en un país desarrollado no es garantía de alimentarse sanamente, de gozar de salud, respirar aire puro, vivir en paz, sin riesgo a guerras, ni a la violencia, ni a la destrucción de nuestro hábitat, de nuestro bello paisaje rural, ni a epidemias…
Mucha gente del «Primer Mundo» tiene dificultad para salir del paradigma de la modernidad porque se piensa afortunada de vivir en un país «desarrollado» aun cuando ese desarrollo no les brinde bienestar ni les haya mejorado la vida, muy al contrario. En el «mundo en desarrollo» en cambio, la gente cree que en el «Primer Mundo» no se sufre de los problemas que se viven en sus tierras «subdesarrolladas». Las diferencias son mínimas, es evidente que, en ambos lugares, el malestar crece en todos los sentidos.
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54 Ídem 53.
55 Taylor, Anne-Christine y Nathan Shlanger, 2013.
56 Ídem 55.
57 Olivier De Schutter es profesor de derecho internacional y abogado belga, exrelator especial para el Derecho a la Alimentación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas entre 2008 y 2014. Miembro del Comité de derechos económicos, sociales y culturales de la ONU desde 2015.
58 Declaraciones tomadas del documental « Mañana » de Cyril Dion y de Mélanie Laurent.
«Pronto seremos 10 millares de humanos a los que habrá que alimentar»
¿Por qué el arroz se convirtió en el alimento de base de los países latinoamericanos aun siendo originario del Asia, además sabiendo que, a todo lo largo del continente americano, se ha cultivado maíz desde épocas remotas y que, por esta razón, ha sido la base legendaria de la alimentación de los aborígenes americanos? Respuesta: porque vender arroz, producido por los países industrializados para «alimentar al mundo» ha sido mucho más rentable. Sí, rentable, pero solamente para quienes han invertido capitales en su producción, «el mundo», por el contrario, ha perdido enormemente. La alimentación mundial, al contrario de los inversionistas, se ha empobrecido gravemente, así como también, bajo el pretexto de «alimentar al mundo», se ha dejado en la miseria a todas las personas que producían alimentos, varios y nutritivos, para sus familias y sus comunidades. El «mundo» ha sido empobrecido bajo el pretexto de ser alimentado y está actualmente supremamente enfermo porque la comida —que es la base de la salud— ha sido convertida en un simulacro de alimento, vacía de nutrientes, cultivada en tierras muertas absorbiendo solamente toxinas que, pretextando matar plagas, terminan matando a la tierra misma y, en consecuencia, a la gente que supone vivir de esos mal llamados alimentos.
La agricultura orgánica ha sido durante décadas menospreciada por la opinión pública, acusada, entre otras cosas, de no ser rentable. Que no sea rentable significa que no genera dinero, que no crea fuentes de empleo, que no genera riquezas, que no aumenta el PIB, mas las riquezas que la agricultura responsable no genera son las que los inversionistas buscan; la agroecología —en realidad— genera muchísimas fuentes de empleo, resulta definitivamente rentable para los seres humanos que ahí trabajan y que de ella se alimentan; siendo, sin duda, la agroecología la creadora de verdaderas riquezas 59 . Otra de las grandes creencias que ha tenido que desmoronar la agricultura orgánica, frente a la agricultura industrial, ha sido la que tiene que ver con la idea de «alimentar al mundo». En las últimas décadas se han realizado un sinnúmero de experimentaciones para probar que, en efecto, la agricultura orgánica es capaz de alimentar al mundo y que, al contrario de la agricultura industrial, es verdaderamente rentable. Sin embargo, vale preguntarse, ¿por qué una agricultura debería ser rentable? y ¿por qué debería poder alimentar al mundo?
La idea de «alimentar al mundo» se desarrolló gracias al contexto dramático producido por las enormes guerras mundiales, por los genocidios numerosos en todo el Planeta. El exrelator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter, el 27 de noviembre de 2019 60 , explicó a una vasta audiencia el porqué no tiene sentido ahora buscar alimentar al mundo. La noción de «alimentar al mundo» da lugar a políticas y a la producción de tecnologías que generan una espiral llena de paradojas, dijo el experto. Al buscar lograr «alimentar al mundo», es decir, en la búsqueda por alimentar a los más pobres del Planeta, los políticos eligen mantener y desarrollar los bajos costos, el low-cost , incluso si para esto deben debilitar las protecciones sociales ligadas al trabajo en la producción de alimentos. Las políticas gubernamentales invierten en la producción masiva de «alimentos» dejando a la producción agrícola responsable defenderse por sus propios medios. Las políticas de desarrollo tecnológico se enfocan sobre economías de gran escala para una producción de masa donde participan solamente los actores de la producción a bajos costos, tales como los grandes distribuidores, son estos quienes consiguen grandes beneficios de las políticas gubernamentales y estatales mencionadas. Este sistema ha impactado, influenciado y determinado los modos de consumir, las maneras de alimentarse; este sistema ha engendrado una suerte de aceleración de la vida humana porque ya no hay tiempo para elegir qué comer, porque ya no hay tiempo para cocinar, ya no hay tiempo para comer y aprovechar de los alimentos, ya no hay tiempo para aprovechar de nada. Este modo de vida moderno es el que permite y ha permitido el éxito de todas las industrias particularmente de la de «alimentos».
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