Julián Gutiérrez Conde - El manuscrito Ochtagán

Здесь есть возможность читать онлайн «Julián Gutiérrez Conde - El manuscrito Ochtagán» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El manuscrito Ochtagán: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El manuscrito Ochtagán»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El manuscrito Ochtagán es un «libro maldito» que destapa las oscuras simas donde se esconde el Mal, muy a menudo disfrazado de la más alta bondad y de los conceptos más sublimes y solidarios, y hábilmente utilizado por los poderosos de todos los tiempos para conseguir sus fines empleando las más maquiavélicas estrategias, que aquí se desvelan.Julián Gutiérrez Conde sitúa al lector al otro lado del espejo, donde cada uno ha de afrontar el negativo más genuino de su ser, el retrato más negro y desolador de su propia realidad, y recorrer solitario los vericuetos más tenebrosos de sus sentimientos y de su conciencia. Todo ello sin paz ni descanso, con un vértigo que se va acelerando con la narración y que no deja escapar de ella, como un terrible remolino que nos absorbe y contra el que luchamos pero del que no es posible salir indemnes.

El manuscrito Ochtagán — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El manuscrito Ochtagán», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

–Por supuesto –respondí–. Fuimos compañeros de colegio y hemos mantenido nuestra amistad desde entonces. ¿Sucede algo?

–¿Sería usted tan amable de venir hasta aquí?

–Bueno, sí; podría hacerlo. Pero ¿qué sucede? ¿Necesita algo Waltcie?

–No me está permitido darle esa información por teléfono. Solo puedo decirle que el señor Walterson nos ha pedido que le llamáramos y que desearía verle.

–De acuerdo. ¿Es muy urgente?

–Bueno, diría que no es necesario que venga de inmediato pero que convendría que lo hiciera en el más breve plazo posible.

Cuando alguien de un hospital te dice algo así, las perspectivas nunca son demasiado halagüeñas.

–De acuerdo –respondí–; mañana podría estar allí. Procuraré llegar lo antes posible. Y...

–¿Sí?

–Si sucede algo, por favor no deje de llamarme nuevamente. Dígale a Waltcie que le mando un abrazo.

–Así lo haré. Muchas gracias –respondió la afable voz femenina al otro lado del hilo.

–Gracias a usted por su interés en localizarme.

–¡Ah!, una cosa más. Pregunte por mí. Soy la doctora O´Sullivan.

–¡Oh!, muchas gracias; así lo haré. Llegaré por la tarde a primera hora.

El viaje resultó una mezcla entre la inquietud que me había producido aquella llamada y el hermoso paisaje de la serpenteante carretera. Conducir por Irlanda siempre me había producido un extraordinario placer así que hacer ese viaje en mi viejo, aunque impecable, Land Rover era algo que estaba dispuesto a aprovechar.

Cuando entré en el Hospital St. John pregunté por la consulta de la doctora O´Sullivan.

–Mr. Gui… –se atascó intentándolo de nuevo–. Giu…; –volvió a trastrabillarse la recepcionista tras el pupitre de información.

–No se esfuerce, no será capaz –me reí–. Mi apellido es Gutiérrez, pero es imposible de pronunciar para ustedes. Será más fácil si me llama por mi segundo apellido, Conde.

–Ok, Mr. Conde –dijo con una sonrisa de alivio que al tiempo quería ser una excusa–. Ahora le acompañamos al despacho de la doctora O‘Sullivan. Nos ha pedido que la contactáramos según llegara, así que le está esperando.

En el rótulo de aquella puerta aparecía escrito Dra. Marion O´Sullivan.

Era una mujer de cabello rojizo recogido en una coleta. Su piel sin embargo no dejaba ver más que algunas escasas pecas dispersas, lo cual rompía con el mito de que todas las pelirrojas son intensamente pecosas.

Tras saludarme amistosamente y darme las gracias por mi atención al desplazarme hasta allí, me requirió:

–Mire, no se lo tome a mal, pero ¿podría identificarse? Debe comprender que…

–Por supuesto –la interrumpí.

–Le voy a contar lo que sabemos de su amigo –dijo tras examinar rápidamente mi documentación.

–¿Cómo se encuentra, por cierto? –me adelanté preocupado.

–Bueno, digamos que estable.

–¿Es grave lo que padece?

–Espere. Le contaré lo que ha sucedido. Verá. Hace dos semanas ingresó en el hospital el que luego hemos sabido que es su amigo. No recordaba nada en aquel momento. Estaba perdido y desorientado. Vestía ropa de deporte y traía consigo una mochila, pero no había documentación alguna entre sus pertenencias. Probablemente la perdió. En todos estos días no hemos sido capaces de que saliera de su estado de amnesia. Solo ayer pronunció su nombre. Nos dijo que contactáramos con usted y que era escritor. Lo siguiente ya lo conoce.

–Bueno. ¿Y cuál es su estado ahora?

–Mire, el señor Walterson es un misterio para nosotros. Aún no hemos sido capaces de descubrir qué es lo que padece. Tenemos una colección de síntomas, pero no mucho más.

–¡Ufff! –respondí–. Qué mala señal es que un médico te diga eso.

–Solo ha hablado para repetirnos que le localizáramos. Está obsesionado con eso. Quizá usted pueda conseguir más información. Sería muy importante para poder avanzar.

–Bien; en tal caso ¿puedo verle?

–Sí, desde luego, le acompañaré.

Cuando entré en la habitación, mi amigo se encontraba recostado sobre un almohadón. Su aspecto me impresionó. No era ese dechado de vitalidad que siempre había conocido sino que más parecía un cuerpo entregado y desplomado sobre la cama.

–Waltcie –le dije afectuosamente–. Aquí estoy, amigo.

Tuve que insistirle dos veces para que reaccionara. La mueca de una sonrisa apareció en aquel rostro demacrado y blanquecino. Parecía que no hubiera visto la luz en años. Estaba casi irreconocible.

Me ofreció su mano haciendo un notable esfuerzo para acercarla a la mía y quiso mostrar que me la apretaba, aunque la presión que noté fue poco más que la que hubiera ejercido sobre mí una pequeña libreta que me hubieran colocado encima.

En medio de aquella impotencia y falta de energía parecía tener prisa por decirme algo desde su desasosiego.

–Escúchame atentamente –me dijo.

–¿Cómo te encuentras? ¿Qué te ha pasado? –le corté interesado.

Hizo un gesto de desconcierto con la cara, pero enseguida insistió en decirme lo que le interesaba. Fue como si tuviera prisa por contarme algo, así que puse todo el empeño en mostrarle la mayor atención. «Quizá escuchándole –me había advertido la doctora– podamos conseguir alguna pista sobre lo que le ha sucedido que nos pueda orientar con el tratamiento».

–Es el punto blanco, Julián –me dijo–. Es el punto blanco.

–¿Qué punto blanco?

–Ese que veíamos tan lejano. Viene hacia mí a toda velocidad y no sé la causa, pero se ha fijado en mí y me persigue.

–¿Qué punto blanco, Waltcie?

–El del horizonte. ¿No te acuerdas? Bueno, da igual –continuó.

Me obligó a acercar mi oído a su boca para escuchar un débil susurro; me pareció entender algo así como:

–Viene desde el Ecdon Point. Es de allí de donde viene.

–¿Qué es el Ecdon Point? ¿Quién viene?

No me respondió sino que continuó agitado diciendo algo.

–Da igual. Lo importante es el manuscrito.

–¿Qué manuscrito?

–Mi mochila. Quédatela. Guar..., una carpeta, un cuaderno de notas en piel. Sujeta toda ella con cintas. Hay unas páginas escritas por mí entremezcladas. Léelo; es terrible.

–¿De qué manuscrito hablas?

–Och… ta… gán –arrastró las sílabas con esfuerzo como si pronunciarlas le consumiera energía.

–¿Qué es Ochtagán?

–Prométeme que lo publicarás. Es muy importante.

–Explícame algo más, Waltcie –le dije con todo el cariño–. ¿Por qué es tan importante? Dime dónde está el Ecdon Point al menos.

No hubo respuesta alguna. Para ese momento ya estaba derrengado.

Llamé a la doctora, que se había quedado fuera, y de inmediato se acercó a atenderlo.

–Su estado es muy delicado. Es como si algo consumiera su energía. Y sin embargo sus análisis y controles son normales. Es un misterio. Le estamos tratando, pero no conseguimos que responda y reaccione. Los equipos de enfermedades extrañas están investigando su caso. Se viene abajo sin que sepamos por qué.

Estaba muy confuso. Aquella situación había logrado ponerme nervioso. Todo aquello no era nada fácil de entender. Ver a mi amigo en aquella situación y con esas perspectivas resultaba muy doloroso.

Muchas más batas blancas entraron en la habitación agitadas y con prisas. Se llevaron a Waltcie en una camilla cargado de tubos.

Tres horas más tarde la cara de aquella doctora pelirroja volvió a aparecer, esta vez cabizbaja y desconcertada. No hizo falta que las palabras se cruzaran entre nosotros, simplemente las miradas se hablaron.

Fue lo último que supe de aquel entrañable amigo. Sus recuerdos se me agolparon descontrolados. Y una honda tristeza me invadió.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El manuscrito Ochtagán»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El manuscrito Ochtagán» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


carlos enrique gutiérrez sarmiento - manual de procesos de familia
carlos enrique gutiérrez sarmiento
Lorena Farré Gutiérrez - El control de tu mente está en ti
Lorena Farré Gutiérrez
Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle - Ciudades en venta
Ricardo Méndez Gutiérrez del Valle
Esteban Gutiérrez Jiménez - Caminos de la creación digital
Esteban Gutiérrez Jiménez
José Manuel Gutiérrez Gutiérrez - Paisajes de la alegría
José Manuel Gutiérrez Gutiérrez
Jorge Gutiérrez Reyna - El otro nombre de los árboles
Jorge Gutiérrez Reyna
Hugo Cerda Gutiérrez - El proyecto de Aula
Hugo Cerda Gutiérrez
Francisco Gutiérrez Sanín - Violencias que persisten
Francisco Gutiérrez Sanín
Отзывы о книге «El manuscrito Ochtagán»

Обсуждение, отзывы о книге «El manuscrito Ochtagán» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x