Colección Mesa Redonda
Cerda Gutiérrez, Hugo, 1938-
Proyecto de aula : el aula como sistema de investigación y construcción de conocimientos / Hugo Cerda Gutiérrez. — Bogotá: Cooperativa Editorial Magisterio, 2001. 188 p.; 21 cm. —Colección Mesa Redonda) Incluye bibliografía.
1. Pedagogía 2. Análisis del proceso de interacción en educación 3. Métodos de enseñanza 4. Aprendizaje cooperativo 5. Planificación educativa I. El aula como sistema de investigación y construcción de conocimientos II.Tít. IIi. Serie
371.102 cd 20 ed.
AHE8578
CEP-Biblioteca Luis-Angel Arango
Colección Mesa Redonda
EL PROYECTO DE AULA
El aula como sistema de investigación y construcción de conocimientos
Autor
© HUGO CERDA GUTIÉRREZ
Libro ISBN: 978-958-20-1319-6
Primera edición: 2001
Segunda edición: 2008
Tercera edición: 2011
Reimpresión 2018
© COOPERATIVA EDITORIAL MAGISTERIO
Diag. 36 Bis (Parkway La Soledad) Nº 20-70 PBX: 3383605
Bogotá, D.C., Colombia.
www.magisterio.com.co
Dirección General
ALFREDO AYARZA BASTIDAS
Dirección Editorial
HILCE PATRICIA SÁNCHEZ R.
Este libro no podrá ser reproducido en todo o en parte, por ningún medio impreso o de reproducción sin permiso escrito del editor.
Diseño epub:
Hipertexto – Netizen Digital Solutions
CONTENIDO
Prólogo
CAPÍTULO 1
¿QUÉ ES EL AULA?
El entorno físico–espacial
El clima y el ámbito socioemocional
Los procesos de interacción
Los procesos de enseñanza y aprendizaje
Las subculturas en el aula y en la escuela
CAPÍTULO 2
EL PROYECTO DE AULA
¿Qué es un proyecto de aula?
Diseñando y planeando un proyecto de aula
Diagnóstico preliminar
Descripción de la realidad situacional
Fundamentación o justificación
Objetivos y propósitos del proyecto
Métodos, medios y procedimientos
La pedagogía del contrato
Los rincones de aprendizaje o de actividad
El grupo de trabajo:la población objeto del proyecto
La diversidad y los agrupamientos flexibles
El aprendizaje cooperativo
Planeación de la fase operativa
Los medios y los instrumentos en el proyecto de aula
La participación en un proyecto de aula
CAPÍTULO 3
LA INVESTIGACIÓN COMO UNA ACTIVIDAD EN EL AULA
La investigación etnográfica como herramienta educativa en el aula
El aula:un objetivo de la microetnografía
La investigación acción participativa
Estudio de casos
CAPÍTULO 4
EVALUACIÓN DEL PROYECTO DE AULA
Qué evaluar en el proyecto
Cómo evaluar el proyecto
Para qué un proyecto
Por qué un proyecto de aula
Y quién evalúa
Cuándo se debe evaluar
Dónde evaluar
A quiénes evaluar
Con qué criterios evaluar
A través de qué estrategias
EL PROYECTO DE AULA: UNA EXPERIENCIA COMPARTIDA
Bibliografía
PRÓLOGO
Promisorias perspectivas para la educación, representa la cada vez más utilizada estrategia académica y didáctica por proyectos y que en la actualidad participa en todos los niveles de la vida educativa moderna: en el aula, en la institución educativa, en el currículo o en la comunidad educativa en general. Desde que Kilpatrick y Dewey propusieron su sistema de proyectos, esta modalidad pedagógica se ha transformado en una importante herramienta de apoyo para el docente y el estudiante, particularmente al interior de un proceso formativo que cada vez demanda medios más ágiles para conectarse con la realidad. Su uso comienza a incrementarse cuando los currículos cerrados de la escuela tradicional entran en crisis y se inicia un proceso de apertura y flexibilización debido a las demandas de un mundo que vive en medio de vertiginosos y sorprendentes cambios.
Para los educadores ha sido un soporte valiosísimo en sus intentos para alcanzar su tan anhelada autonomía curricular, activar el proceso cognoscitivo y poner en contacto al estudiante con la realidad social, pero fundamentalmente es una 8 herramienta que ha posibilitado la investigación, la creatividad herramienta que ha posibilitado la investigación, la creatividad, la participación, la autonomía y el desarrollo de todas las esferas de la personalidad: la socioafectiva, la intelectual y la axiológica. Y, en este campo las propuestas y modelos abundan: proyectos pedagógicos, proyectos de vida, proyectos de desarrollo, proyectos de investigación, etc., y naturalmente el tema que nos ocupa, el proyecto de aula.
No hay duda que, en la actualidad, el dolor de cabeza de los planificadores y expertos educativos ha sido encontrar los medios y las fórmulas que les permitan estar a la altura de este inusitado ritmo de cambios de la sociedad moderna; estar en condiciones de crear programas, currículos y formas de trabajo que, por un lado, se conviertan en valores estables y permanentes como una garantía de supervivencia social y cultural y, por otro lado, respondan a esta dinámica de cambio y a ese imperativo transformador que nos impone el mundo actual, o sea, alcanzar un equilibrio entre lo que permanece y lo que cambia, entre aquellos contenidos que hacen parte permanentemente de una estructura curricular y todos aquellos que están cambiando y renovándose. Para consolidar un proceso de este tipo, se requiere no sólo de medios para implementarlos, sino de una capacidad para adaptarse a este flujo y reflujo social que vive la sociedad moderna. Se busca de esta manera que tanto el docente como el estudiante aprendan a escudriñar la realidad, y estar alerta a todo lo que sucede a su alrededor con el propósito de alcanzar el equilibrio entre la acomodación y la asimilación —de lo cual nos habla Piaget—, es una condición necesaria para alcanzar niveles óptimos de adaptación. Y aquí hay que recordar las palabras de Federico Engels que como imperativo de desarrollo señalaba: “el hombre al transformar la naturaleza se transforma a sí mismo”. Es el atributo sensible que permite captar lo más valioso de esta realidad y convertirlo en un valor permanente de formación, función que les corresponderá desarrollar a quienes tienen la misión de enseñar y aprender.
Para nadie es un secreto que la estabilidad de los sistemas educativos es una garantía para la supervivencia cultural, social y política de un país, lo cual asegura la continuidad y el desarrollo de todo este patrimonio social, cultural y político en el medio en donde vivimos y actuamos. G. Snyders decía en su obra Pedagogía Progresista (1972), que la identidad de una población está dada por la conjunción entre los valores permanentes y los cambios que se van dando en un proceso dual que se destaca por su movilidad y estabilidad, pero donde lo más valioso de estos cambios se incorpora y hace parte de un sistema que le da unidad, equilibrio y coherencia a las fuerzas que lo integran, es decir, una percepción dialéctica que nos permite entender la naturaleza y el significado de los cambios.
Todo esto que parece tener un sentido lógico y coherente en un plano teórico, se dificulta en el momento de encontrar los procedimientos que permitan hacer realidad esta doble función que posibilite por un lado una renovación y un cambio permanente y, por otro, una incorporación de lo más valioso de estas transformaciones. Los currículos, durante muchas décadas se concibieron como unidades cerradas, lo cual, a juicio de los planificadores, era una garantía de la congelación de las ideas y valores dominantes y, una defensa contra todo aquello que pusiera en peligro esta inmovilidad. Pero, quizás rebasados por una realidad social que exigía una educación que estuviera más a tono con las necesidades, intereses y expectativas de la sociedad moderna, esta se vio obligada a modificar permanentemente sus formas y contenidos y a adecuarse a los cambios imperantes. Los currículos se abrieron y se flexibilizaron y, en general, se percibió un cambio de actitud frente a este estado de cosas, lo cual dejó el camino abierto para que sus contenidos se nutrieran con esta realidad. Ello permitió acercar un poco más la escuela a la vida, que si bien es un principio aceptado universalmente, está muy lejos de convertirse en una razón básica de trabajo educativo.
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